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Entre Godínez y Guerrilleros: La Adaptación Descafeinada de ‘Recursos Humanos’

 

Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). La novela Recursos Humanos de Antonio Ortuño, publicada en 2007, es una joya literaria que zarandea las conciencias de sus lectores con su prosa ágil y su mordacidad a la mexicana. Aquí, Ortuño mezcla la brutalidad de un Chuck Palahniuk con la astucia de un Rubem Fonseca, pero sazonado con un picante toque tapatío. La trama se zambulle en el mundillo gris de los oficinistas, destapando sin pelos en la lengua el clasismo, la exitocracía desenfrenada, el machismo y el nepotismo en las entrañas del idealizado mundo empresarial.

El protagonista, Gabriel Lynch, se alza como un ícono de la literatura mexicana contemporánea. Harto de ver ascensos regalados a juniors sin experiencia, se transforma en un guerrillero de oficina. Su lucha no es por la revolución, sino por un ascenso, usando la violencia como escalera en su empresa. Esta novela es un corte transversal, crudo y provocador, de las dinámicas sociales y laborales, pintando un retrato vibrante y necesario del aspiracionismo mexicano actual.

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Antonio Ortuño

Dieciséis años después, esta icónica novela da el salto al cine bajo la batuta de Jesús Magaña Vázquez. ¿El resultado? Una adaptación que para desencanto de todos se va por la tangente de su fuente original.

Lo primero que choca es la estética: Alejandro Cantú, cinefotógrafo de la película, nos mete en un mundo blanco y negro, buscando, quizás, captar el minimalismo de Ortuño, pero termina más bien en un diseño de producción soporífero que le roba al film la chispa que la novela tiene a raudales.

Pedro De Tavira se luce como Gabriel Lynch, metamorfoseándose de godín a guerrillero de corbata. Aunque su actuación es intensa y poderosa, la película como un todo se siente desconectada. Su frialdad visual pone un muro entre el público y la trama. La adaptación se queda corta en capturar la esencia de Ortuño, perdiendo su introspección aguda y su análisis certero del clasismo y machismo en el corporativo mexicano. Incluso perpetúa clichés con sus personajes femeninos pasivos y sexualizados, minimizando a María, quien en la novela es un contrapeso clave para Lynch.

La riqueza de movimientos de cámara, en vez de dotar de profundidad a la experiencia cinematográfica, resulta en un lío visual pesado. La narrativa parece más un alarde técnico que una historia coherente y significativa. Los zooms y planos secuencia se sienten forzados y presuntuosos, quitándole autenticidad al conjunto. La dirección, pese a su amor evidente por el cine, se pierde en un mar de autoindulgencia y no logra conectar con la audiencia.

El guion deforma a los personajes, convirtiéndolos en meros payasos en situaciones ridículas y ajenas a la crítica social filosa de la novela. La película, intentando ser una obra de arte, termina siendo un intento pretencioso y vacío, más parecido a una parodia de Mirreyes vs Godínez que a una adaptación digna. Aunque la cinta trata de rescatar elementos de la novela, como romper la cuarta pared, termina siendo una versión aguada y menos chispeante que la icónica serie americana The Office.

Recursos Humanos, en su esencia literaria, seguirá siendo un referente, pero esta adaptación fílmica, desafortunadamente, está destinada al olvido, incapaz de rendir justicia al material original que tenía mucho más que ofrecer.

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Serpentario de La Paz: Un Santuario de la Fauna Endémica de Baja California Sur

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La ciudad de La Paz, en Baja California Sur, se enorgullece de albergar un tesoro único: el Serpentario de La Paz, un parque zoológico especializado en reptiles, que ha sido un faro de conservación y educación desde su fundación en el año 2000. Con su misión de preservar y exhibir especies endémicas, esta institución ha logrado un reconocimiento tanto a nivel local como internacional. A lo largo de su historia, ha mantenido un compromiso constante con la difusión de la riqueza natural de la región y la concienciación sobre la importancia de la conservación de las especies.

El Serpentario de La Paz se distingue por su enfoque en los reptiles, específicamente en las órdenes escamosa y quelonios. En sus instalaciones, los visitantes pueden admirar una impresionante variedad de odios, riptoglosos, saurios y tortugas, entre otros. Además, este centro de conservación alberga animales invertebrados, como arácnidos, y algunas aves, lo que lo convierte en un lugar fascinante para aprender acerca de la diversidad de la vida silvestre que habita en la región de Baja California Sur.

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La historia del Serpentario comenzó el 16 de octubre de 2000, cuando el Sr. Alan Blank, un amante de la herpetología, fundó este parque zoológico como una institución privada. Durante su primer año de existencia, Blank atendió personalmente el serpentario, brindando su dedicación y pasión por los reptiles. Sin embargo, tras su desaparición, la institución continuó su labor bajo la dirección de un apasionado herpetólogo, Víctor Manuel Velázquez. Durante su liderazgo, el serpentario ha crecido significativamente en tamaño y en el número de especies que alberga.

Actualmente, el Serpentario se encuentra provisionalmente en las calles Brecha California y Nueva Reforma, en la zona de El Conchalito, colonia Benito Juárez de La Paz, B.C.S. No obstante, existe un interés sólido en reubicar este tesoro de la fauna en un predio y una construcción propios, lo que permitiría alojar a las diversas especies en exhibición de manera más adecuada. Este proyecto de reubicación es esencial, ya que algunas de las especies presentes en el Serpentario de La Paz se encuentran en vías de extinción y requieren instalaciones más apropiadas para su conservación.

Este Serpentario, que es el único de su tipo en Baja California Sur, tiene un papel fundamental en la preservación y conservación de las especies endémicas clasificadas, y ha contribuido significativamente a la educación de la comunidad sobre la diversidad de fauna de la región. Desde los desiertos áridos hasta los arroyos y las sierras, el Serpentario brinda a los visitantes un vistazo a los distintos hábitats de Baja California Sur, y promueve un mayor conocimiento cultural de la fauna local. Además, sirve como un centro de estudios para investigadores, científicos y estudiantes de todas las instituciones educativas, desde escuelas primarias hasta universidades.

Una de las principales actividades del Serpentario de La Paz es su función social de difusión de los recursos naturales, los cuales muestra a través de un programa de visitas guiadas. En este contexto, la institución se compromete a responder a cualquier llamado de la comunidad en caso de encontrar un reptil en una vivienda o en un barrio, brindando asistencia y rescate de animales en situaciones de peligro.

El serpentario también colabora activamente con instituciones de educación superior en La Paz, ofreciendo conferencias sobre la biodiversidad y las características de los reptiles bajo su cuidado. Esta valiosa información se comparte con instituciones de servicio comunitario, como la Cruz Roja, la policía turística, el H. Cuerpo de Bomberos y Protección Civil. Estas organizaciones desempeñan un papel fundamental en la prevención y atención a la comunidad en casos de accidentes relacionados con animales ponzoñosos. El serpentario no solo informa sobre las especies endémicas, sino que también brinda recomendaciones vitales para la seguridad de la comunidad.

El inventario de especies del Serpentario se completa con algunos ejemplares que han sido introducidos desde otras regiones de México, enriqueciendo aún más la diversidad de la colección. Las instalaciones han sido diseñadas para ofrecer condiciones ambientales que imitan lo más fielmente posible el hábitat natural de las especies, lo que permite a los visitantes admirar diferentes ecosistemas de Baja California Sur en un entorno seguro y cómodo.

Para cubrir los gastos diarios, el Serpentario cobra cuotas mínimas de entrada y también opera el programa Adopta una mascota, que permite a los donantes contribuir con una cuota mensual fija, que va desde los 50 hasta los 1000 pesos. Estas donaciones son esenciales para mantener la operación del serpentario y continuar su misión de conservación y educación.

El Serpentario de La Paz es un lugar único en Baja California Sur, donde la conservación, la educación y la pasión por la herpetología se unen para preservar la riqueza natural de la región. Esta institución es una joya cultural que enriquece la comprensión de la fauna local y la importancia de su conservación. A medida que crece y se prepara para su reubicación, su contribución a la comunidad y la ciencia se vuelve aún más significativa, lo que lo convierte en un activo valioso para La Paz y todo Baja California Sur.

 

Referencia

Gilberto Ibarra Rivera. 2018. La Paz, ciudad y puerto mexicano. Origen, proceso histórico y símbolos emblemáticos. Gobierno del Estado de Baja California Sur, Secretaría de Cultura: Instituto Sudcaliforniano de Cultura : Archivo Histórico Pablo L. Martínez. México

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AD[Á]N, POLVO DE VOLCÁN O LA ARCILLA RAHSSOUL: MEHDITACIONES DEL BARR[I]O ROJO

Colaboración especial

Christopher Alexter Amador Cervantes  

 

 

 

Fumarse un porro de “chocolate” marroquí –obsequio de un viejo capitán

recién desembarcado– en el 110 del Hotel Plaza de la Calle Mayor

(Cuarto Crujiente, mi hogar aquí y ahora, ¡ampárame!)

 

Edmundo Lizardi, Baja Times. Premio Binacional de Poesía Pellicer-Frost,

en Ciudad Juárez-El Paso, convocado por el INBA-Fundación Ford: 1997.

Publicado en 2010 por la Cátedra Miguel Escobar, Colección Ariadne

Hay ciudades que son anacronismos / conservan su lentitud/ y pausada historia /

En la época de lo inmediato / reivindican su ritmo y cadencia / Se alzan poderosas /

son espera / (como Penélope)/ son memoria.

Isaak Begoña. Los perros de Tánger. Editorial Volapük, 2020.

Edición trilingüe: español, árabe y francés

La Paz, Baja California Sur (BCS). A-luz-y-nación, sentarse a leer es un ser ciudadano del mundo. La lectura, reescritura del presente, ciudadaniza. En Mehdi, sol o sólo una ciudad poesía arderá a Españas de Otra que duelee, con doble ee para prolongarla (entre paréntesis n: prologarla), para leerla, leer-la propia. Como se inicia en Barriadas nocturnas (Pecda BCS 2022-2023) señala, ilumina frente. En esa mina de ilumina estalla Mehdi, un escritor de talla. Tallado como madera fin-a, finalidad del arte, objeto sujetable; sujeto concreto. Frente en el suelo, idioma en rodillas: reza arando, ara rezando. Rimbaud marchándose en las tres letras primeras de marchándose hacia el África: mar, mar, mar. Mar de lo mismo. Ismo. La poesía siempre está en marcha, la prosa en La Mancha. Sed poeta es conseguir se nos detenga en la pa’ red de su pasado: tradición o técnica. Su según da barriada (segunda) lo sabe ver, versión del mundo con n en paréntesis: mudo. No hay pared más gruesa que el progreso, la lengua no supera nada, su dialéctica es disléxica. Pero se enterca Mehdi, prende farola. Se enterca hasta el tope del giro de tu[e]rca. Ganso cansado descansa su cuello en el filo de hoja, deshoja. Toda su retórica es sudor, su ardor memoria. Si no ha leído aún Barriadas ni habitúa poesía pitahaya, insto disculpe: chistes privados, guiños y gestos; complicidades con bibliotecas y Neto Adams.

Estas líneas son paisajes ancestrales, genealogía de la sensibilidad de un árabe. Ansias de lorquiano en Nueva York, hierba de Whitman, Mesmoudi cuelga en la pa´ red de la casa de Asterión un retrato, un nuevo trato, su nuevo acuerdo. Se a-cuerda a rappel bajando la hélice de Ad[á]n, de ADN. Su «kitāb» como su son risa desborda el [m]arco. Teórico ante el Discurso Roviriano de mi asombro. Azar/rezar le llevan calle Mutualismo. Aunque, de sí poco, hace de la experiencia algo recíproco. Un renglón es la distancia o lo que dura la escritura de edificios hacia un parque, un par que nos dejan mal paridos, mal parqueados en obra negra de tinta fresca. Poesía: estación hado, con hache. Fuerza del destino, falta de tino. La escritura nunca atina, no hay un blanco. Octavio Paz hizo de él, de ese «todos los colores», periferia. En ese zentido, con zeta de zen, leamos a Mehdi, crucemos a Borges el periférico. Ciegos, si egos. Con ese y espacio que empuja su ego.

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Nuestro docto[r] hace mención de estacionamiento, nos estaciona en ciertas mentiras, definición de las ciudades míticas. Cálida fórnax. Poesía es otra Fenáreta, madre de Sócrates y partera. Oficio de a luz a miento, acercar a la luz de la hoguera, de la comuna, una mentira que no entretenga, que ente tenga. Acercar la luz, ponerle cerca en tanto cercanía, certeza. También cerca de corral, una que vaya con doble ele: valla. Va allá. Metafísica que tumba cuarta pared, el lenguaje tumba. Se escribe de corrido, corrido del Edén, de la vida: corrido tumbado. En propia tierra exiliado.

La de Mehdi es sal en las metáforas, sal de ellas, sal hado. Un sal-ir de la nostalgia, de la nous, alma plural que el griego creía elevada. El tiempo desmorona al moro Mehdi, al mono mediático antes gramático. Media entre la memoria y nuestra experiencia, transhispaniza red de no[c]turnos: Manuel Acuña, José Asunción Silva, Rubén Darío, Porfirio Barba Jacob, Xavier Villaurrutia; Paz de San Ildefonso, Luis Alberto de Cuenca, Luis García Montero…

En La sombra del silencio, ese capítulo-poema, hablan palabras con las cosas, encuentro Foucault-Borges de un ya lejano año 66. Nadie como Jorge y desde luego Don Miguel ha resumido tradición de verse árabe y pandero en seguidilla sevillana. Pandero en tanto pan pita con jamón ibérico, mano siringa de cabreado Pan. Siempre hambriento de ninfas: hispánico. Es pánico a la Fernando Arrabal, a la Alejandro Jodorowsky.

A Oda Mehdi: traductor de un traductor de otro Quijote en la ciudad de los molinos (4), tradición de la traición. Oigámoslo con los ojos: Vivo en una calle sucia de nostalgia / Mi ciudad se desmorona con el tiempo / Un temblor congrega las hojas y en un movimiento de pestañas asciende a las palabras y las cosas. Después se entrega a los placeres de la vista, placeres con ese, con ese espíritu alemán romántico moviendo rima fuera de este tiempo; tiempo que supo cerrar Paul Celan recibiendo las glorias del gran Premio Büchner, materia verbal que usará luego Heidegger (Todtnauberg, 25 de julio del 67). El Todavía aquí (del poema) en Celan devino con el juego de lenguaje (Sprachspiel) marca Wittgenstein-Tractatus: ser iluminado en sí mismo, casa del lenguaje. Da-sein o ser-ahí. Mesmoudi estira oreja a esos lavaderos, es proyecto Babel. Habla español, siente en francés, reza en árabe. ¿Pensará en alemán? Imposible siendo pazeño con z no citar a Paz (Salamandra, El mismo tiempo. 1962):

 

Hace veinte años me dijo Vasconcelos 107
“Dedíquese a la filosofía 108
Vida no da 109
defiende de la muerte” 110
Y Ortega y Gasset 111
en un bar sobre el Ródano 112
“Aprenda el alemán 113
y póngase a pensar 114
olvide lo demás” 115

 

Se camelan pocos poetas con la escuadra y los compases de Babel. El que me ocupa anca mi nana es un poeta del buen ver, un bereber con b de Berbería y de bulerías. Lengua camitosemítica de un África lejano, origen de combinaciones dialectales numerosas. Ver ever en inglés  de «alguna vez» o Bere ver. La de Berenice, cuento de Allan Poe, prima de los muchos veres, del ver convulso, belleza gótica de la epilepsia. Dientes [pa]rientes.

Versos iniciados en “He visto…”, nuestro sarraceno viste al ver, recubre de concreto lo inefable; hace biblioteca a lo ratón (por no decir que lo intertextual es sofisticar el ser un ratero, el Ser del ratero):

 

1.- Allen Ginsberg en Aullido: He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre…

2.- La señal de Sabines: Los he visto en el cine, frente a los teatros…

3.- El venezolano Gabriel Jiménez Emán: He visto desde mi ventana cómo entra la noche con relámpagos…

4.- El chileno Premio Nacional de Literatura (1998), Alfonso Calderón: He visto atardecer tu rostro en el desvío de unos labios… 

Todo un Cuerpo a la vista, diría nueva mente Paz. Cuerpo del delito. La vista como ví-a Asia lo sagrado, un camino [m]oral asediado de prejuicios, sensualidad que al dudar imagina. Apuro otro fragmento de Mesmoudi en esa línea: He visto una herida hundida en nuestra memoria en el acero que atraviesa una mirada rota…

No es poeta quien no deja la morada, el diccionario debe ser Ítaca; sólo es poeta quien lo naufraga. Haga. Fue así que yo aprendí: o dice a. Odisea. Vocales nuevas a la Rimbaud, pero también a la mejicana, a la Raúl Renán (Gramática fantástica, 1983), a la Óscar de la Borbolla en Las vocales malditas, 1988. Obstina andaluz tetuaní: He visto esas columnas adoloridas y tu temple en otros retratos que armonizan los tabiques de la casa abandonada…

Como el acero, alma del concreto en una construcción, Mehdi escribe a cero, empieza siempre sin un apoyo, punto o prejuicio de referencia: a ser o. Solo camina, sin acento. En ese tono apoya pisada En la Calzada, a-hora cansada, más bien enorme de Jesús del Monte donde la demasiada luz forma otras paredes con el polvo. Cansada costumbre de recordar un nombre, Eliseo Diego es Primer [Dis]curso. Su luz-y-miento hace paredes con palabras, traza calles en su no call(ars)e. También el poema es un rrrrru-ido siempre y cuando se organice como arriba hacen los pájaros en calle Mutualismo. Paja aros que saben desplumar frenados cláxones, fachadas [o]cultas como las catedrales que ha desnudado, palabra a palabra, algún Fulcanelli. Lee en guaje de las piedras. Leer a Mehdi es orinar cual vaquetón de su banqueta. Banquete de letras, lee atrás. Simpatía por Bertolt Brecht a él le interesan esas luces que despiertan la ficción en las ciudades del poeta, en esa épica dialé[c]tica: distanciamiento de estacionamiento.

Estacionarse en la mentira dura lo que dura una ya amada telefónica a la Bolaño, esa donde el desierto no calla. Y ahí está él, tomando el pulso de una fachada, vena que la jeringa busca… oh, grafitero. Todo edificio, a cierto ángulo, es elegante, a cierto Angulo. Anibalismo sudcaliforniano.

Poesía paceña: señoras en caza de algún mitote. Uno que mastique no ve edades, un puerto old (vi dado). Old de vi[l]ejo[s]. La sentencia más presente es su exigencia: «debo avanzar» (final del poema Salón de baile), arte poética de la casualidad, azar carne del verso. Su tono sepia es aprendizaje del Tata Arturo en Dante Salgado, manera livre de caminar fantasmas al puro estilo Agua del desierto. Ésta ves con Matilde, la a vuela.

Rara lluvia en enero nacida, pululan clásicos de nuestro Puerto. Quiso y pudo, como maestro, ser barco. En Rivera. Después de Gorostiza la poesía puso un letrero… ¡prohibido el vas-o! Los paceños, aun así, con nuestras becas regionales nos ahogamos. ¡Sal[g]amos!

Mehdi derramó ese vaso al abre bar Derrida, abuelo más reconocible. Leal (lee al) a su casa intelectual le guiña un oj_ a Gabriel Rovira, mano de romano en sus textículos jurando cual usanza de «Testigo»: Las luces ocultan el pasado / El ruido es el efecto que produce la luz cuando queremos ser testigos de algo… Ese seminis lo siembra en Testimonios (2018), mención Juegos Florales Margarito Sández Villarino, San José del Cabo. Diente de león brotó quebrando seca tierra, breve sismo. Fuera de cualquier categoría taxonómica, poesía paquid[u]erma. Vino el Covid más rugió al terminar la batalla: mención ISC, Día de Muertos, 2019.

Todo tiempo (constr)uye su ento[r]no, con-texto. ¡Meh!, di «lo domina», pasa el límite de hablar con el Hipócrates lector, Baúl/del/aire: Todos sostenemos alguna estructura / Tú que me lees has de sostener tu esperanza…

Sus afrancesadas flores del mal gusto gustan (afrancesadas sin ser una papa), tiene gracia y mucha Grecia, son hermanas “de otra era, de otra acera, de otro acero”. Siéntense a leerlo, se sentirán muy Agustín Arriola. Ola. Oleaje de las horas. Brotará un hotel ahí donde su Musa abre La Concha.

Y lo hará con una voz muy parricida a la generación sin cuenta, registro [Mario] Jaime Gil de Biedma, claro como cerveza. De su lectura queda la poesía como regalo de Paris cuyo envoltorio es Verlaine, envoltorio de en vuelta, un volver. Francés abuelo de su lengua, a vuelo. Un idioma extraño frena en seco, es otra manera del semáforo desierto, [r]ojo a tarde ser. Como Marruecos bandera sangrante, tabique rojo, nudo de polvo el nombre de Dios. Mehdi no habla civilizado, habla sibila, es hado. De dunas y Dumas a Cumas. Predice en verso.

Apoltronémonos frente a este barco, hongo de piedra; naveguemos odas, afriquemos ritmos. Tiendas ambulantes los poemas artesanos que recogen mercancía, melancolía. La Paz, esa Perla incendiada, agujero en su historia. ¡Sálvese quien Sears! Safo de lees vos.

Los miembros de la lengua en mi City Club o son dentistas o decadentistas. La boca está abierta, se paran las moscas (manchitas negruzcas pudriendo blancura, infectando Gargantúa), órgano largo y desmemoriado como la calle 16 de septiemble. Menos Educal y más Parnaso, nos urge ve vernos Uni2 a los Uabcsaqueños, juntar la BALLENA y el chivo. Raúl Cota-Dionisos o El Canto del Macho Cabrío: tragedia, tragOda, quince años o boda… La fiesta del chivo y pecho amarillo. Como Gil de Biedma, Mehdi vino añejo, reposado. Vi-no a llevarse la vida por delante y por el Dante (El mismo, El Otro). Nel mezzo del cammin di nostra vita se encontró por una silva oscura estilacho Marcel Proust, Por el camino de Swann, en busca del verso perdido. Inteligencia, sol lea en llamas… Oler judías recién horneadas (o-leer), despertar del carnaval con una máscara volteada, accidental recuperación de anonimatopeya. ¡Lectores, transeúntes desmemoriados!

Mehdi escrito es Crito, es Critón, urgencia de baño (va año). Turco. La escritura como ablución del yo, cárcel o sendero empedrado que desafía el rostro de Dios, purificación. Purificanción. Después de tanto gringo en nuestras calles sólo queda elote, el lote baldío a la venta. Pero no a la T. S. Eliot, a la mehdicina. La poesía lo cura, locura, el paceño está a ruin hado. Me he quedado desbarriando igual que Mehdi con su abuela, nueva Antígona exigiendo sepultura. Más canto, menos encanto. La calle es una escuela del espanto, es más fácil la esperanza al esperanto…

En mi hollar sortean escombros a trop[iez]os, cada cambio de renglón le saco brillos al zapato. Hemos llegado por estas calles al Poliforo, desyglo de Oro, de Siglo. Sed, oh libro, bache en la memoria del de cierto, 1+ en Forjadores. Yo como el autor “me asomo y no me rindo, me asumo y no me anido en cualquier verso”. La tinta en ambos un “veneno de la resurrección”; “se ha apoderado de nuestras vidas”. Hermanos a dos manos.

Desierto que avanza (Ataca[a]ma), enunciaría raulzuritano Cristián Warnken, logro pescar una voz sinaloense: «relámpago de piedra», imagen de Contraverano (2007), poemario de Mijaíl Lamas en alusión a grietas o fallas tectónicas Tierra Adentro. Cito al árabe paceño (segundo letrado árabe-choyero porque, el primero, es personaje en la novela Claroscuro de Edith Villavicencio; árabe en Todos Santos: ISC, Premio Estatal de Novela Ciudad de La Paz 2009): “Nos podemos ocultar ante el sutil relámpago de piedra pero no evitarnos”. ¿Querrá con ello este arabeta declarar que la poesía es ocultarnos sutilmente en lo que han hecho otros poetas? Yo huelleo su arena como el agua sube media por las piernas travestidas de una larga 16 que desboca en un hotel, habitación 69.

Tal la etimología árabe, «barrio» nos recuerda la importancia de dejar un poco el centro y, como Borges en «El Sur», ir un poco a las orillas, dar la vuelta, dar rodeo y llegar cliente a la nueva Plaza. El aroma de una rosa es otra rosa, periférica. Lo que aroma tiene de aro. No se pierdan la experiencia de leer su modo de  a-mar a la Villaurrutia, mar-rueca («rueca» en tanto instrumento para hilar) que le habita, españoliza, paceñiza; su incorporarse a carril de fondo, simetría con la novela Glosa, glosa al Quijote en Juan José Saer (1986): caminata de 21 cuadras por Ángel Leto  y el matemático, superac[c]ión de aquél Ulysses que leímos en 1 día gastando suela en la Dublín de Bloom y Joyce.

Difícil dar Vuelta sin Paz en La Paz de Las Letras. A traviesas la calle, paseas con z. Se es paceño pazeano. La barriada un pazeado en claro, versiculea (cursi-va en lea). Borges tuvo su Tlön, Onetti su clon o Santa María; Rulfo Comala… Nosotros San Antonio, el de Aníbal-Manríquez. Ahora me di cuenta, Mehdi cuenta. Es [p]arte ya de nuestra cooltura. Con él y por Ella rompemos la lanza la palomilla (lalala, dijo Myke Towers). No extranjera, lengua extraña, la otra entraña la poesía. En el mar me[h]diterráneo nada con exceso, todo con Mehdi da. Descalzos los dejo caminen sus versos, cordillera del Atlas. Acaba lector con los labios vi en verdes, ve esa sin miedo. Bous ni t’kahf’ch.

Abdul Bashur es al Maqroll de Mutis lo que un barrio al Mundo de Lizardi. Corbeta, fragata, navío (aquí es por años de ser vicio). Siervo, o es——clavo de bar[co], Abdul soñaba navíos. Mesmoudi des[pi]erta edificios, su ve cual gaviero… ¡Tiembla a la vista!, diría con hueva de tortuga la Rocío Maceda, otro orgullo de la UABCS. ¡Que el va río crezca!

Un primer Mehdi más púnico, amoroso, filosófico y moral, dijo hace añicos: El poema es un agujero donde se oculta el jaguar. Escritura del dios en la gruta de Hércules, leído a-hora es callejuela que uno avanza como estira el espinazo ese jaguaaaaar. Lo que en Eduardo Tigralde era Caza Mayor, con ese y con zeta, en su obra es barritada barriada. Un caminar Bartolomé, no de las Casas, de Ocosingo. Casa ni tomada ni tumbada, bombardeada. Bomba-arde-hada. Sigamos la mano que corta manzanas del Jardín de las Hespérides, hay una paloma blanca en la casa (sobrenombre de Tetuán y simbolismo de La Paz), un humeante té de hierbabuena emancipando lengua. Así se estira hasta su límite la piel del elefante, animal del año en que nació Mahoma (circa 570). En La Meca, para demoler “con honor” ciudades, nada mejor que los elefantes, animales santos para la guerra (según los griegos caprichos de la naturaleza). Mehdi es capricho de tres y dio más, Moneda de tres caras cual Francisco Hernández (poemario de 1994, Premio Villaurrutia). Siendo de aquí el Cervantes, mi Cide Hamete Benengueli, metaficción de Su[d]califorma.

Sofocado este poemario disponerse las sandalias y Baja[r] al Malecón será inventar, con ojo ajeno, Jardines secretos de Mogador. Pero sin islas Púrpuras: is las, traduCido al gringo Campeador, de «camper». El puerto de La Paz mehdianamente ya es ciudad de ese deseo que siempre está por descubrirse en modo Alberto Ruy Sánchez. O Diván de Mouraria en que Mario Bojórquez posó a la poesía (vecina morisca que saca la lengua), casidas y gacelas del Diván del Tamarit: granada en la mano de Lo[r]ca. La Paz, puerto de ficción. Sin ser masón el peatón paceño, a paso Sabines, es a la sombra como al asombra, 33. Temperatura es temperamento, 33 grados (v que es f el invierno). Mar son, sones del mar son. Un perro andaluz por el malecón…

Al-Ándalus arrastra anatolé del griego, punto donde asoma un astro, manera mora de describir el Aleph, estrella de Belén del narrador, sol que despide La Paz con helado de chongo en La Fuente (evito la «frutilla» para no volverme monja, efecto secundario de leer a César Aira). Elige Mehdi su califato en [p]rosa paceña, californiato omeya. En La Paz la poesía sucede, es su cede. Mehdi Mesmoudi mi sucesor. Estime el en tendido estos diva[ne]s de Estambul que han pretendido demorar, frescura en fuga, de una rosa Damascena. Estambul significa «ciudad» en el turco otomano, ¡meh[di] pushi [her]mano! Su barriada es su venir: souvenir.

Calle, elogio de Quirarte. Lo que en él era elogio, en La Paz es Eligio. La corona cayó. Política no es manejar una lengua en sentido contra ario. Tito Livio Piñeda mi arquitextura un paisaje oral, peripatética. Aquí fatigo pasos de un pensar mapa Mesmoudi a lo favela. Caminé teclas como dedeó colmena Camilo José Cela. Como quien busca, entre mascaritas, al de las cobijas. Texto que no es de leer en voz alta, postura: una defensa de la intimidad. El lector apure calles muy según su [p]risa. José Arcadio Buendía de La Pá, Mehdi arquitecto de su camino. Pinta la línea continua a su imagen y semejanza. En frase limpia sin bache el habla. Con «El barrio», ya Benedetti advertía que el volver es huida. Fervor de Buenos Aires, Borges, en su poco conocido «Barrio recuperado» postula echarse a caminar por calles recupera una heredad. Su-dado me quedo a media calle en una banca que seguro tuvo en cima a Bancalari. A falta de La Perla de La Paz la del Mojón de Estela Davis. Siempre hay, calles arriba, otros relatos. En este callejón del cabe Sud puro jaguar, no cabe un gato.

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Las semillas de Vandana Shiva, un estreno nacional de Cine Desescalado en La Paz

La Paz, Baja California Sur. Cine Desescalado, en colaboración con la Casa Parra, se complace en anunciar el estreno nacional del documental Las semillas de Vandana Shiva, una conmovedora producción que captura la vida y el legado de la renombrada activista internacional reconocida por su incansable lucha en defensa de la biodiversidad agrícola y contra la modificación genética de las semillas. La proyección marcará el inicio del movimiento de Cine Desescalado propuesto por Eduardo Márquez, director y productor del mismo. La función está programada para el próximo jueves 23 de noviembre a las 7:30 pm en Casa Parra (ubicada en Independencia 413, c. Centro, La Paz, BCS).

Tras la proyección de Las semillas de Vandana Shiva, Eduardo Márquez compartirá un adelanto de su proyecto documental Semilleras, una exploración de los inicios de la agricultura en la península de Baja California Sur y el estado actual que guardan sus semillas, territorios y habitantes.

La noche culminará con una acción colectiva: la siembra en el terreno de Casa Parra de semillas antiguas recolectadas durante la realización de Semilleras. Además, los asistentes tendrán la oportunidad de participar en una sesión circular de diálogo sobre el Cine Desescalado y su relación con acciones como el sembrar semillas antiguas. Este movimiento desafía las estructuras hegemónicas de la industria audiovisual, abrazando valores de suficiencia, regeneración, bienes comunes y cuidado. Enfocado en lo local y proporcional, busca redefinir la relación entre el cine y las comunidades, oponiéndose a la explotación y el crecimiento económico desenfrenado y las mentiras verdes.

Cine Desescalado abraza la diversidad y busca deshacer los paradigmas arraigados, generando así un espacio fértil para nuevas narrativas y experiencias cinematográficas. Este evento es una celebración de la unión entre el cine, la comunidad y la naturaleza, invitando a todos a formar parte de esta experiencia enriquecedora.

Acerca de la Casa Parra: es un espacio dedicado a la promoción cultural, comprometido con la difusión de producciones audiovisuales significativas y la preservación de la herencia cultural. Forma parte de la Red de Cineclubes de La Paz. Para consultas de prensa, entrevistas o acreditaciones para el evento, contacta a Eduardo Márquez a través de eduardomarquez70@gmail.com o al celular 5532282629 y/o Claudia Parra al celular 612704779.

Finalmente, se recuerda que, se espera la participación en esta celebración única del cine comprometido con la comunidad, la naturaleza y la cultura, concluyó el comunicado de prensa.




Primera conmemoración del Día de la Californidad

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Este 14 de noviembre, a las 10:00 hrs., la Sala Audiovisual del Museo de Arte de Baja California Sur se convirtió en la sede de la Primera conmemoración del Día de la Californidad en La Paz, B.C.S. Un evento que marca la octava edición del Festival de la Antigua California, una iniciativa bianual que desde 2009 ha buscado fortalecer la identidad y el amor por nuestra península, destacando su historia, cultura, tradiciones y sus impresionantes regiones naturales. Lo anterior lo informó el Mtro. Sealtiel Enciso Pérez, integrante de la Sociedad de la Antigua California.

En el presente año 2023, el festival se suma a la celebración del 1er. Día de la Californidad en La Paz, uniéndose a los festejos ya establecidos en los municipios de Los Cabos y Tijuana. Este día conmemora el año 1535, cuando nuestra tierra recibió el nombre de California, un hito histórico que ha marcado la esencia misma de nuestra identidad.

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En el contexto actual, enfrentamos la tendencia de deformar uno de los elementos fundamentales de nuestra identidad estatal: el nombre de nuestra tierra. Es crucial recordar que nuestra tierra es California, no Baja ni Baja Sur. A lo largo de casi 500 años, hemos llevado con orgullo el nombre que nos conecta con una herencia indígena e hispana única. Debemos preservar nuestra identidad, amando y cuidando la tierra que nos vio nacer.

La Californidad es más que un nombre; es un lazo que nos une a la historia y la literatura universales, lleno de significados míticos que enriquecen nuestra herencia cultural. En este primer Día de la Californidad en La Paz, reafirmamos nuestro compromiso de preservar y fortalecer nuestra identidad, invitando a todos a unirse a esta celebración que rinde homenaje a nuestra tierra, su historia y su riqueza cultural.

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