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¿Cómo ser YouTuber y ganar muchos dólares por solo grabar vídeos?

California Mítica

Por Gilberto Manuel Ortega Avilés

La Paz, Baja California Sur (BCS). El titulo obviamente es imposible, si piensas que solo es subir videos, y que te vas a hacer rico y famoso.

Les cuento mi experiencia como un mes de socio de YouTube, mi canal de ovnis, fantasmas y hechos paranormales con 2800 miembros acaba de ser aceptado para monetizar, esto significa que mis videos ya tienen anuncios y generan un ingreso.

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Actualmente llevo generado 5 dólares porque el tráfico en mis videos aun es poco, pero ahí va caminando, y así es llegar a la monetización, ya que tienes que cumplir unos requisitos.

1.- 1000 subscriptores, es algo lento, pero cada suscriptor vale porque es una persona que confía en tu contenido, y quizás hasta le caigas bien.

2.- 4000 horas de reproducción públicas, aquí es donde radica el principal problema, ya que en un año tus seguidores tienen que ver 4000 horas de tu contenido, hay técnicas para que sea un poco más rápido, pero no lo conseguirás en un par de meses, quizás te lleve casi todo un año.

3.- cumplir normas de la comunidad, es fácil llegar a los 1000 miembros y 4000 horas, si compartes contenido de calidad, divertido o polémico, pero si no es tuyo no lo podrás monetizar recuerda ser original.

Mis consejos

Se fiel a tu contenido, es verdad si subes música, contenido gracioso o tutoriales, quizás ganes muchos seguidores, pero ¿es lo que te gusta?

Preferible que crezca lento con contenido que te guste y te apasione.

Se único, suena a cliché, pero si vas a hacer un canal de viajes no quieras copiarte a Lusito comunica, o si quieres hacer un canal perturbador de terror no te copies a Dross, eso sí, mira lo que hacen y toma ideas pero crea tu propia imagen.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Las dunas serpentean en la playa y otros relatos, de Roberto E. Galindo Domínguez

El librero

Ramón Cuéllar Márquez

La Paz, Baja California Sur (BCS). Roberto Galindo es un buen escritor. Esta afirmación no está basada en la emoción y la fraternidad que nos une a las personas por afinidades. Más bien parte de que los siete relatos que componen Las dunas serpentean en la playa están estructurados de tal modo que podemos disfrutarlos como aquella literatura que se creaba para lectores ávidos de encontrar historias de la vida cotidiana y que pudieran significar algo más que simples personajes y relaciones intrahumanas. Por ello, Roberto logra de muchas maneras establecer con una sintaxis depurada, narraciones con estilos conectados por sus actividades particulares, evocar la realidad con buen tino y engancharnos en cada uno de los cuentos que conforman este libro.

Para quienes no conocen a Roberto E. Galindo Domínguez, como dice en su ficha del diario de cultura y comunicación, Culco BCS, es sudcaliforniano por decisión, formado como escritor en apreciación y creación literaria y en ciencias en exploración y geofísica marina, además de diseño gráfico, arqueología y letras hispánicas. Con esa formación ha andado por el mundo investigando barcos hundidos, restos culturales sumergidos en aguas y en el tiempo, así como dando clases a diferentes generaciones interesadas en las temáticas que plantea nuestro escritor. Con ese camino, pues, no es para nada ilógico que su libro Las dunas serpentean en la playa y otros relatos tenga ese extraordinario sostén al momento de estarlo leyendo.

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No quiero contarles lo que viene en esta pequeña obra. Quiero decirles que este es un libro del amor, pero no del amor romántico que nos heredó el siglo XIX y que se repite una y otra vez en telenovelas, novelitas rosas, cómics populares y baratos, comedias gringas que repiten la fórmula hasta la náusea; no. Es un libro del amor a las circunstancias, a las relaciones interpersonales, a los misterios, a las raíces de los pueblos, a la carnalidad desbordante que se une a las causas que engloba cada historia que se nos va narrando. Ese tipo de amor es lo que crea nuevos lectores, apasionados que gustosos se lanzan a los brazos de una realidad simulada, pero que en nuestra mente se vuelve por completo real. ¿Cómo no sentir ese entusiasmo con semejante escritor que, partiendo de sus estudios, obsesiones, logra ofrecernos un cúmulo de relatorías de sus andares por el mundo?

Reitero: Roberto Galindo es un buen escritor. Sería muy fácil decir que contiene imágenes cinematográficas, que bien podría hacerse una serie para disfrute de los espectadores. Pero, ¿saben qué?, pienso que eso mataría el lenguaje, la profundidad de los relatos que no solo nos otorga estampas de la vida diaria, sino que abonaría a que la lucha porque haya lectores se volviera cada más débil, perpetuando generaciones que se acostumbraron al Gerber de la televisión, donde todo está dosificado, dirigido, sesgado y manipulado.

Uno sabe detectar un gran libro no solo por sus historias sino por el cuidado que ha tenido el autor para narrarnos lo que estaba en su cabeza y también en su propia vida, que se entremezcla en los renglones de las dunas de esta playa galindeana. En su estructura narrativa, las historias dialogan con sus personajes y ellos hablan entre sí para darnos una idea de lo que piensan y sienten; extranjeros que hablan en inglés mezclado con español es una propuesta poco común —un mérito de Roberto Galindo, diría—, que abona al robustecimiento del estilo, su estética interior, pues dimensiona el espacio en que se mueven, los vuelve verosímiles.

Y es que Roberto E. Galindo Domínguez no solo logra relatos interesantes, mucho de su poderosa sintaxis proviene de otro de sus oficios, el periodismo de fondo, que también con meticuloso esmero nos ofrece en diferentes plataformas y diarios de circulación digital. Culco es uno de ellos, Contralínea otro; dos espacios donde lo hallaremos y testificaremos que lo que digo no es aventurado sino una verdad a secas. Punto aparte es la simpatía que nos une políticamente —que también es un defensor acérrimo de sus ideales e ideas— y que lo encontraremos preciso en sus debates dentro de la izquierda mexicana.

En este universo —ahora que anda de moda decirlo— de vínculos, paralelismos, intersecciones de personajes que se vuelven criaturas en pos de su verdad: arqueólogos, mayas, barcos, mares enfurecidos, naufragios, burdeles, prostitutas que caminando entre los párrafos vamos entendiendo algo más de la dimensión de ser simples mortales para convertirnos en partícipes de los entresijos que derivan en horrores, aventuras, decepciones, engaños, todo aquello que nos hace personas y que muchos escritores, siento, han olvidado contarnos por creer que son semidioses del pasado, presente y futuro, y nos pueden mirar por encima del hombro para que compremos sus libracos. No es el caso de Roberto, más bien es el de un tejedor de palabras y circunstancias ligadas a su quehacer, que es capaz de desembocar en todo esto que nos reúne al momento de leerlo.

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El papel de la educación en la construcción de la identidad nacional

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La construcción de la identidad nacional es un proceso complejo que involucra múltiples factores, y la educación desempeña un papel fundamental en este proceso. A través de los sistemas educativos, se transmiten conocimientos, valores, tradiciones y símbolos que contribuyen a forjar la identidad colectiva de una nación.

Analizaremos el papel de la educación en la construcción de la identidad nacional, analizando su influencia en la historia y el presente de nuestra sociedad.

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La educación desempeña un papel crucial en la formación de la identidad nacional al proporcionar a las generaciones jóvenes una comprensión de su historia, cultura y valores compartidos. Los sistemas educativos establecen currículos que incluyen la enseñanza de la historia nacional, la literatura, las artes y los símbolos patrios. A través de estos contenidos, se busca transmitir un sentido de pertenencia y fomentar el amor y el respeto hacia la propia nación.

También, la educación, desempeña un papel importante en la cohesión social al brindar a los ciudadanos una base común de conocimientos y experiencias. Al proporcionar a todos los individuos acceso a una educación de calidad, se fomenta la igualdad de oportunidades y se promueve la integración social. Contribuye a generar un sentido de comunidad y solidaridad, al tiempo que promueve el respeto y la tolerancia hacia la diversidad cultural y étnica presentes en nuestra sociedad.

La educación tiene un impacto significativo en la memoria histórica de una nación. A través de los contenidos curriculares, se seleccionan y presentan ciertos eventos y figuras históricas que se consideran relevantes para la construcción de la identidad nacional. Sin embargo, es importante destacar que debe ser objetiva y basada en una investigación rigurosa, evitando la manipulación o la omisión de hechos históricos que puedan distorsionar la comprensión del pasado y la formación de una identidad nacional equilibrada.

En la actualidad, se reconoce la importancia de adoptar un enfoque intercultural en la educación, especialmente en sociedades diversas como la nuestra. Este enfoque busca reconocer y valorar la diversidad cultural, promoviendo el diálogo y el respeto entre diferentes grupos étnicos, religiosos y lingüísticos. La educación intercultural contribuye a la construcción de una identidad nacional inclusiva, que abarca y respeta las múltiples identidades presentes en nuestra sociedad.

La educación tiene el poder de transformar y moldear una sociedad. A través de ella, se pueden promover valores de justicia, igualdad, tolerancia y respeto hacia los demás. La educación crítica y transformadora puede impulsar cambios sociales positivos, fomentando la participación ciudadana, la conciencia cívica y el compromiso con la construcción de una sociedad más justa y equitativa. También puede desafiar estereotipos y prejuicios, promoviendo la empatía y la comprensión entre diferentes grupos sociales.

Para que la educación cumpla su papel en la construcción de la identidad nacional, es fundamental garantizar que sea inclusiva y de calidad para todos los ciudadanos. Esto implica el acceso equitativo, sin importar el origen étnico, socioeconómico o geográfico. También implica contar con docentes capacitados y recursos adecuados que permitan brindar una educación que promueva el pensamiento crítico, la creatividad y el desarrollo integral de los estudiantes.

La educación no solo tiene un impacto en el presente, sino que también juega un papel fundamental en la construcción del futuro de nuestra sociedad. A través de ella, se prepara a las nuevas generaciones para enfrentar los desafíos del mundo moderno, dotándolas de habilidades y conocimientos necesarios para su desarrollo personal y profesional. También puede fomentar el espíritu emprendedor, la innovación y la búsqueda de soluciones a los problemas sociales y ambientales.

La educación desempeña un papel crucial en la construcción de la identidad nacional al transmitir conocimientos, valores y tradiciones que conforman nuestra historia y cultura. Se fomenta la cohesión social, se promueve la memoria histórica y se construye una identidad nacional inclusiva y respetuosa de la diversidad. Sin embargo, es necesario garantizar una educación inclusiva y de calidad, así como promover un enfoque intercultural y una educación crítica y transformadora. Es el puente hacia el futuro de nuestra sociedad, preparando a las nuevas generaciones para enfrentar los desafíos y contribuir al desarrollo sostenible y equitativo de nuestra nación.

Fuentes:

Ministerio de Educación

UNESCO

Centro de Investigación y Documentación Educativa (CIDE)

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Entre musas

Especial Día del Padre

Carta ganadora del Segundo Lugar del concurso “Carta al Padre” 2023

Por Valery Vélez Valencia

Hay una historia familiar que me viene a la mente cuanto recuerdo a mi abuelo. En una de las tantas exposiciones en las que participó, justo en el lobby de Teatro de la Ciudad de La Paz, se acercó una señora que muy atenta nos sonrío a una tía y a mí, a modo de hacer plática me preguntó que si era la hija pintora del Maestro Agustín, amablemente de dije que no, en su intención de continuar me dice Entonces eres la que escribe, nuevamente respondí con un cortes no, y finalmente, en su tercer intento dice ¡Tú eres la que actúas!, nuevamente con y ya con mucha pena conteste que no, la señora me dirigió una mirada extrañada reprochando lo que para ella eran una falta de cualidades artísticas que debía haberme heredado mi abuelo.

En ese momento nos reímos mucho, aunque si me causó un cierto remordimiento, por no tener a flor de piel los talentos que aludían a mi abuelo, con los años entendí que, si estaban ahí, son la herencia que atesoro porque afloran cuando necesito paz y tranquilidad, son mi centro.

Ese centro era el Abuelo, el gran padre de mi familia paterna, un pintor, poeta, filósofo de la vida, pero sobre todo un soñador, que encontraba a las musas de la inspiración en cada paso de su andar.

No era fácil entenderlo, vivía en sí mismo, en un mundo que era desconocido y siempre viendo las cosas como las quería ver, pero fue quien nos enseñó que todo tenía belleza.

Desde un trozo de papel y una pluma, cajas, maderas, pinturas, lentejuelas, todo en sus manos resurgía del abandono de la basura para dotarles de un alma vibrante. Justamente así era mi abuelo Agustín, un poeta crítico de la vida, que en la aridez del desierto floreció con miles de imágenes que se escondían en sus ojos claros, que encontró en estas tierras una de sus más grandes fuentes de inspiración, las choyas secas eran magia.

Esas choyas que nadie podía encontrar bellas se convirtieron en pinturas rupestres, ballenas saltarinas, brujas para asustar a sus nietos, cada una de ellas fueron retornando en mil formas.

No estoy segura de que haya sido el mejor padre o abuelo, es más hoy a la luz de los años creo que tampoco fue el mejor esposo, amaba a mi abuela, pero más allá de amar un alguien físico sus amores eternos fueron sus musas del arte, la pintura, leer, escribir, vivía para estar creando y eso lo llevaba a mundos difíciles de penetrar para los mortales que no han soltado sus amarras del suelo.

Era libre, navegaba entre cuadros de un Quijote que siempre buscaba a su Dulcinea, barcos que llevaban a puertos lejanos, caballos que galopaban por rutas desconocida o entre leyendas de esta Sudcalifornia que nos arraigó.

​Aún se me figura verlo platicar en el Museo de Antropología que era su otro lugar, ahí se refugiaba para dar grandes disertaciones de arte, historia y como podían hacer un mundo utópico.

Esos días cuando te fuiste, te aferrabas a no dejar este plano, aún tenías mucho que darnos, mucho por crear, mucho que pelearle a la vida, pero tu cuerpo no resistió, tenía una alma tan grande y soñadora que ya no cabía en este espacio.

Por ti, mi alma busca la paz en fotografías, dibujos al aire y uno que otro escrito, todos son vagos intentos por tenerte presente y volver a esos años de la infancia donde toda la familia nos congregábamos en las galerías a ver lo que presentarías.

Gracias abuelito, eres mi gran padre, por ti cuando miro esta tierra que nos ha dado un hogar, veo las choyas y el mar, me doy cuenta lo mucho que haces falta ahora que estás en el mundo de los sueños eternos con tus musas eternas.

Vavel



Spider-Man: Across the Spider-Verse y la reinvención del cine de superhéroes

Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). Los superhéroes, esos seres enmascarados y en mallas que hemos idolatrado desde nuestra niñez, son en esencia un reflejo, una metáfora brillante y colorida de la sociedad en la que nacieron y se desarrollaron. A través de su historia se despliega un panorama sociocultural que trasciende sus viñetas, permitiendo descubrir facetas ocultas y menos exploradas de nuestro propio mundo. Es precisamente esta capacidad de reflejo social y cultural lo que hace que el análisis de Spider-Man: Across the Spider-Verse sea una propuesta fascinante, revelando una nueva dimensión del concepto de superhéroe.

Comencemos por entender el contexto de su origen: los superhéroes son una fantasía boomer norteamericana. Son la proyección de una generación que, en su infancia y adolescencia, gozó de una abundancia sin precedentes. Los ‘baby boomers’ disfrutaron de un crecimiento económico robusto, costos de vida bajos, y acceso a la educación de calidad. No es casualidad que la edad de oro de las historietas coincidiera con este periodo: los cómics de superhéroes reflejaban las aspiraciones y preocupaciones de la época, se convirtieron en el emblema del Sueño Americano y simbolizaban una prosperidad que parecía inagotable.

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Pero esta imagen del superhéroe cambió radicalmente tras la crisis de 2008. La pérdida masiva de viviendas, el aumento del desempleo y la creciente desigualdad económica desfiguraron el sueño americano, transformándolo en un espejismo inalcanzable. Los superhéroes, tradicionalmente alineados con el sistema y los defensores del orden, se desenmascararon, revelando su verdadero rostro como herramientas de propaganda y adoctrinamiento. Los superhéroes pasaron a ser lo que siempre fueron, en esencia: fascistas con capas y superpoderes.

El fascismo de los superhéroes se evidencia en el uso frecuente de la fuerza física para resolver problemas, su tendencia al vigilantismo que desafía el estado de derecho, su representación como seres superiores y la dicotomía maniqueísta y simplificada de una supuesta lucha entre el bien y el mal dentro de sus narrativas. Todo ello se pone en evidencia en la crisis narrativa actual que ha llevado a dos principales corrientes dentro de las adaptaciones del comic al séptimo arte: por un lado el Universo Cinematográfico de Marvel como máximo exponente de una infantilización del público, ofreciendo películas llenas de humor, acción y una moralidad simplificada que dan como resultado cintas por demás aburridas y llenas de clichés. Por otra parte, una narrativa más crítica busca explorar diversos temas para resignificar el papel del superhéroe en una realidad en la que parece ya no encontrar arraigo: en Logan (2017), se indaga acerca de la muerte del superhéroe; mientras que Joker (2019) nos brinda una revalorización del villano; en Dredd (2012) y la serie The Watchmen  (2019) se examina al superhéroe desde una perspectiva fascista; y por último cabría mencionar The Boys (2019-) en la que el superhéroe se redescubre como la expresión máxima del ultracorporativismo y el necro-capitalismo en acción.

Spider-Man: Across the Spider-Verse, sin embargo, elige una tercera vía, un camino menos transitado. El personaje de Miles Morales y el concepto del multiverso que incorpora la película aportan diversidad cultural y étnica a la ecuación, promoviendo la justicia colectiva y representando superhéroes como jóvenes comunes de comunidades multiculturales. Esta es una visión radicalmente diferente de la figura del superhéroe, que se aleja de la tradicional idea del superhombre” individualista y solitario y nos acerca a un concepto de héroe más inclusivo y democrático.

La trama de la película es una montaña rusa de emociones y sorpresas, que nos lleva desde las calles de Nueva York hasta las dimensiones más inesperadas del multiverso, entre las que sobresalen Mumbhattan — una ciudad en la Tierra-50101 basada en Mumbai y Manhattan — y la Gran Manzana en su versión Lego. Miles Morales, ahora un adolescente con aspiraciones universitarias, tiene que lidiar con la presión parental y su responsabilidad como Spider-Man, mientras enfrenta a un nuevo villano, The Spot, interpretado de manera magistral por Jason Schwartzman; al tiempo que recibe la visita inesperada de su amor imposible: Spider-Gwen. No obstante, Miles Morales no está solo en esta lucha. A su lado, se congrega una pléyade de superhéroes provenientes de diversos universos, dispuestos a afrontar el reto. Esta alianza ilustra que la lucha por la justicia es una contienda colectiva y multicultural: una Spider-Woman en estado de gestación, un Spiderman de origen hindú y un rebelde Spider-Punk británico, interpretado por Daniel Kaluuya, destacan entre el innumerable ejército de Spider-Men al que finalmente se une Miles Morales.

Into the Spider-Verse se llevó a casa el Oscar a la mejor película animada en 2018, redefiniendo el panorama de la animación al apartarse del tradicional estilo Pixar, hasta entonces replicado por los principales estudios. Esta innovación rompió con los convencionalismos al incorporar texturas y efectos que remiten al mundo de los cómics, abriendo así la puerta hacia una animación no fotorrealista donde la pantalla grande se transforma en un lienzo de múltiples posibilidades estéticas. Spider-Man: Across the Spider-Verse aprovecha al máximo estas posibilidades, evidenciando que no es una simple secuela, sino una excepcional película animada que se sostiene por sí misma, en gran medida gracias a la atención meticulosa, el detalle y la riqueza de su diseño artístico.

En conclusión, Spider-Man: Across the Spider-Verse es mucho más que una digna secuela. Se trata de una poderosa reinvención del cine de superhéroes, que demuestra que es posible combinar entretenimiento y una visión crítica de la realidad sin dejar de lado el aspecto artístico del séptimo arte.

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