Historia sin brújula. La materia perdida en la Nueva Escuela Mexicana

IMÁGENES: IA.

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

La reestructuración curricular borra fronteras entre asignaturas,

pero deja sin rumbo claro la enseñanza de la Historia.

La Paz, Baja California Sur (BCS). En el ciclo escolar 2022-2023, todas las escuelas públicas y privadas del país comenzaron a aplicar el nuevo plan de estudios de la Nueva Escuela Mexicana (NEM), un modelo educativo que busca transformar la enseñanza desde la educación inicial hasta la secundaria. Esta reforma, nacida tras la promulgación de la Ley General de Educación en 2019, propone una educación integral, humanista y democrática. El documento rector, construido a partir de una propuesta de la Universidad Pedagógica Nacional y enriquecido por docentes de distintos niveles educativos, plantea una visión crítica y comunitaria del aprendizaje. La diversidad cultural, lingüística y social de México se ubica al centro del enfoque formativo, en un intento por responder a las realidades concretas del país.

Sin embargo, la implementación de este ambicioso modelo no ha estado exenta de controversias. Aunque la Secretaría de Educación Pública (SEP) lideró su desarrollo con el respaldo de autoridades educativas federales y estatales, el consenso con otros actores clave —maestros, padres de familia y especialistas— no fue total. La Nueva Escuela Mexicana avanza, pero lo hace entre cuestionamientos, resistencias y expectativas que aún no terminan de resolverse. A dos años de haber entrado en vigor el Plan de Estudios de la NEM, las aulas del país se debaten entre la promesa de un modelo transformador y la incertidumbre de sus resultados. Maestros, alumnos y padres de familia expresan dudas sobre su efectividad para alcanzar un aprendizaje significativo y duradero. La reforma educativa que planteó una ruptura con la enseñanza tradicional no ha logrado, hasta ahora, disipar el escepticismo que persiste en buena parte de la comunidad educativa.

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Uno de los cambios más profundos —y polémicos— fue la eliminación de las asignaturas como eje estructural del currículo. En lugar de materias como Español, Matemáticas, Geografía o Historia, ahora los contenidos se agrupan en “Campos Formativos”: Lenguajes; Saberes y Pensamiento Científico; Ética, Naturaleza y Sociedades; y De lo Humano y lo Comunitario. Esta reorganización pretende integrar saberes y contextos de forma más coherente, pero ha generado confusión en su aplicación práctica.

La enseñanza de la Historia, por ejemplo, ya no se aborda de forma independiente. Ahora comparte espacio con Geografía, y Formación Cívica y Ética dentro del campo formativo Ética, Naturaleza y Sociedades. La SEP argumenta que esta nueva configuración busca evitar una visión fragmentada del conocimiento, proponiendo en su lugar una formación que fomente el sentido de pertenencia y comunidad en un país profundamente diverso. Sin embargo, en la práctica cotidiana, la transición ha resultado compleja y no exenta de tensiones.

En medio de los cambios que trajo consigo la NEM, la enseñanza de la Historia ha sido una de las áreas que más desconcierto ha generado entre docentes de educación básica. A dos años de haberse implementado el nuevo plan de estudios, acudimos a diversas escuelas primarias de la ciudad de La Paz, Baja California Sur, para conocer directamente la percepción de los maestros sobre esta transformación educativa.

El arrebato de la Historia local

La pregunta fue directa: ¿Qué aspectos positivos y negativos ha habido en la enseñanza de lo que antes se conocía como la asignatura de Historia, comparado con la forma en que se imparte ahora en el Campo formativo de Ética, Naturaleza y Sociedades? Las respuestas que recogimos reflejan una mezcla de entusiasmo, preocupación y, sobre todo, una serie de dudas persistentes sobre cómo —y con qué resultados— se está enseñando ahora esta disciplina clave para la formación cívica y social de niñas y niños.

La profesora Laura (*), quien cuenta con 26 años de servicio y es maestra de un grupo de 6° grado de primaria, respondió: Ahorita tenemos la facilidad de acomodarnos a las fechas, al contenido en el momento que lo ocupemos, viene más abierto, que uno lo trabaje y se acomode a las fechas a los momentos. El problema es involucrarlo en los diferentes campos, en qué momento lo voy a trabajar, que muchas veces optamos porque hoy toca el tema de “La Revolución”, ahorita lo voy a meter y lo doy aparte, porque no sé  cómo lo voy a meter en este proyecto que tengo ahorita, entonces se me dificulta mucho y más, porque una ya tiene y llevaba todo este proceso con el plan anterior, se nos está dificultando más, entonces cómo lo meto, donde lo meto. Primero lo tengo que trabajar y lo voy a trabajar separadito, entonces el estarlo metiendo en los nuevos proyectos que me cuadre con todo lo que estoy haciendo ahorita, ¿cómo le hago? Esa es la dificultad. La respuesta evidencia una problemática central en la implementación del nuevo modelo educativo: la falta de capacitación clara y efectiva para integrar los contenidos históricos dentro de los nuevos proyectos interdisciplinarios propuestos por la NEM. Aunque se valora la flexibilidad del plan, esta apertura ha generado incertidumbre sobre el «cómo» y «cuándo» abordar temas clave como, por ejemplo, de La Revolución Mexicana. La docente recurre a estrategias del modelo anterior, mostrando que el cambio ha sido más teórico que práctico. Sin una guía pedagógica concreta, el riesgo es que los aprendizajes pierdan coherencia y profundidad, debilitando el objetivo formativo del nuevo enfoque.

El profesor Carlos, con 14 años de servicio y el cual labora en una escuela primaria impartiendo el 6° grado, comentó: Positivos, en nuestro nuevo plan es la necesidad de que el mismo docente se vuelva parte de la identidad del lugar en el que está trabajando, principalmente eso, cuando un maestro ya tiene esa identidad puede transmitir ese sentido a sus alumnos, me refiero con esto a que si yo soy una persona de otro estado y considero que mi estado es mejor que donde estoy, no puedo transmitirles identidad, no puedo transmitirle esa identidad porque yo estoy directamente transmitiendo mi identidad, pero no se las puedo brindar a ellos. Un decir, para que quede un poquito más claro, yo soy del Estado de Guadalajara, el Estado es el mejor en todos los sentidos, yo manifiesto que tengo una identidad, pero no puedo transmitirle a ti para que tengas lo mismo, porque yo siempre voy a decir que es mejor, ¿no? Tendremos que buscar la identidad nosotros y partir de esa conciencia y ese profesionalismo, y esa ética que tenemos qué tener para que el niño busque su propia identidad, pero nosotros somos los conductores para que lleguen a un lugar donde ellos digan es que yo me identifico de esta manera, no que me identifico con otros Estados que son mejores o que son peores, pero queda la perspectiva de cada maestro. A pesar de la entrada en vigor del nuevo plan de estudios de la NEM, la realidad en muchas aulas muestra que la transformación no ha logrado permear con claridad en el trabajo cotidiano de las y los docentes. La flexibilidad que propone el modelo, lejos de empoderar a los maestros, ha generado en muchos casos confusión sobre cómo abordar los contenidos y actividades dentro de los nuevos esquemas pedagógicos. Este panorama expone una falla en el acompañamiento institucional. Las autoridades educativas, en particular los equipos técnicos de la SEP en BCS, enfrentan el reto urgente de brindar un seguimiento más cercano, puntual y pertinente a las escuelas. Sin embargo, la duda persiste: ¿están los directivos y asesores técnicos realmente preparados para orientar e incidir de forma efectiva en la práctica docente bajo el enfoque de la NEM?

La falta de dominio teórico y metodológico por parte de quienes deberían liderar la implementación revela un vacío preocupante. La reforma, más allá de su diseño, requiere de una operación pedagógica sólida, sistemática y con sentido. Es un tema que, a juicio de muchos en el ámbito educativo, sigue pendiente y merece ser abordado con mayor seriedad por las autoridades responsables.

La profesora Karina, una docente con 7 años de servicio y que atiende un grupo de 6° grado respondió: Pues aspectos positivos, que se está enseñando, afortunadamente, no ha quedado completamente en el olvido, pero sí siento que le faltan más estructura, más organización de decir esto se va a enseñar así, porque queremos lograr eso. Y pues negativo se podría decir que nada más se está enseñando la Historia nacional, no se está enseñando la Historia local, no hay temas que las aborden. Con la implementación del nuevo plan de estudios de la NEM, la desaparición formal de la asignatura de Historia ha dejado una sensación de vacío entre muchos docentes. La estructura progresiva con la que antes se abordaban los contenidos —desde lo local hasta lo nacional— se ha diluido, según relatan maestras y maestros de educación básica. Hoy, denuncian, se priorizan temas históricos de alcance nacional, mientras que la historia estatal o comunitaria ha quedado relegada, sin un lugar claro dentro de los nuevos campos formativos. Para muchos educadores, esto representa una pérdida significativa: la oportunidad de fortalecer el sentido de identidad y pertenencia desde el contexto inmediato del alumno. La Historia de la comunidad, del Estado, parece haberse convertido en una materia olvidada dentro del nuevo enfoque educativo.

Identidades diluidas

Como parte de este recorrido, también se dio voz a quienes viven día a día los efectos del nuevo modelo educativo: los alumnos. Se realizaron entrevistas a estudiantes de 6° grado en diversas escuelas primarias de La Paz, y sus respuestas arrojaron puntos de vista reveladores. Lejos de ser ajenos a los cambios, los niños expresaron opiniones claras sobre cómo perciben ahora sus clases, qué entienden por Historia y qué temas les parecen importantes. Sus testimonios ofrecen una mirada fresca y directa sobre la aplicación real del nuevo plan de estudios en las aulas, y aportan elementos clave para comprender cómo está siendo recibida la NEM por parte de sus principales protagonistas: los estudiantes.

Al hacerles la pregunta ¿Me puedes decir qué estás estudiando actualmente de Historia en el campo formativo de Ética, Naturaleza y Sociedades? La alumna Camila, de 11 años respondió: De historia, pues ahorita no vemos mucho porque las materias se mezclaron y en los libros, nada más, o sea lo último que vi fue El Porfiriato.. Algo así… Y no me acuerdo mucho. La siguiente pregunta fue ¿Qué cambios has notado en lo que era la asignatura de Historia y lo que te enseñan ahora en el campo formativo de Ética, Naturaleza y Sociedades? Respondió: Ahora nos enseñan menos Historia porque se mezclaron las materias y en un libro vienen varias materias, entonces nos enseñan menos de cada materia.

Lo anteriormente expresado no sólo revela su capacidad para adaptarse a los cambios, sino también una sorprendente conciencia crítica sobre el contenido que recibe. La alumna expresó con claridad lo que muchos de sus compañeros también sienten: los nuevos libros de texto carecen de una estructura clara y organizada. Según su testimonio, la información parece desordenada y dispersa, lo que ha generado en ellos la impresión de que están aprendiendo menos que con el plan anterior. Esta percepción, compartida por otros estudiantes, pone en tela de juicio la efectividad del nuevo enfoque y abre una interrogante mayor: ¿están los nuevos materiales realmente cumpliendo con su propósito formativo?

Otro de los entrevistados, Jaime, respondió lo siguiente: ¿Has notado algún cambio en cómo te enseñaban Historia antes y ahora? Sí. Eh… Antes eran libros para cada… Para Historia y veíamos más cada día o algún día de la semana veíamos ese tema. Y ahora nos enfocamos más en… En otras cosas como lenguajes o saberes. ¿Has notado algo diferente en cómo se enseña ahora en comparación de antes? Pues… Sí, porque antes yo creo que era más… Más… Como… A detalle se veía más… Más… Cosas más… Era más… Sobre todo… Era más… Mucho más… Mejor la enseñanza, mucho mejor. Es claro que este alumno percibe un empobrecimiento en la forma de enseñar con la NEM, concluyendo que con el anterior plan de estudios se enseñaba mejor así como las temáticas eran muchas más.

Una entrevista más se aplicó a Perla, la cual nos expresó: ¿Has notado algún cambio de cómo te enseñaban antes en Historia, a lo que te enseñan ahora? Sí, pero se ha estado como degradando poco a poco, porque a veces te dan más Historia y ahorita es como menos, y menos, y menos, y menos, hasta no enseñar nada. ¿Qué cosas nuevas te han gustado y cuáles no? Me ha gustado que me han enseñado bastante Historia en primero y en segundo y tercero, pero del cuarto, quinto y sexto pues casi no he aprendido nada de Historia. Las respuesta obtenida no requiere un análisis extenso. Reflejan con contundencia la percepción que comparten numerosos estudiantes sobre la manera en que se les enseña y el contenido que reciben bajo la NEM, especialmente, en lo que respecta a la enseñanza de lo que antes era la asignatura de Historia. Estas opiniones revelan, sin necesidad de mayores interpretaciones, las inquietudes y preocupaciones que surgen en el aula frente a los cambios educativos recientes.

Ahora bien, ¿de qué manera repercutirá esta forma en que la NEM aborda lo que era la asignatura de Historia en la formación de la identidad de los alumnos y las alumnas. Ante esta pregunta, la profesora Laura comentó: Pues que en los otros planes tenían mayor conocimiento los niños, de Historia, mayor conocimiento de las fechas cívicas, mayor conocimiento de por qué se empezaron las huelgas de cuándo y cómo la mujer logró el voto, todo ese proceso lo iban aprendiendo, lo iban adquiriendo, porque llevábamos ese proceso, ahorita no llevamos el proceso porque aquí logré meter este contenido, pero en el siguiente proyecto no metí nada. Entonces esa secuencia nos hace falta, llevar esos pasos y ver que por más que queramos, le digo, no podemos meterlos por que no me cuadra este proyecto con el tema de darle esa secuencia, esa secuencia es lo que hace falta.

El profesor Carlos, contestó: Siento que los niños tienen una mala percepción de la identidad, se identifican con personas que tienen, digámoslo así, una vida resuelta, una vida, por así decirlo vacía, la identidad de ellos es con fulanito cantante, fulanito personaje, con alguien que un futbolista famoso, un artista famoso, más que con el anterior donde soy como mi papá, soy como mi abuelo, porque ya no existe identidad, después de varios eventos importantes de la libertad por ejemplo de las mujeres donde ya se les dio la oportunidad de trabajar de manera abierta y demás, afectó, afectó a las familias, ya no había una figura que siguiera los patrones de la identidad. Los niños pasan mucho tiempo solos, los niños buscan su propia identidad, no es culpa de ellos, pero no hay alguien que los guía, los niños siguen creciendo, no tienen una identidad, no tienen un piso firme, por lo cual pueden divagar entre si hoy quiero, hoy no quiero, mañana así, entonces no hay esa identidad, ¿qué pudiera hacerse? ¿Qué cosas pudiéramos rescatar? Que en su momento los niños eran atendidos desde casa, desde la escuela y su casa, los atendía la misma sociedad, la misma comunidad, no los absorbía lo digital, todo era vivencial, uno se identifica con lo que viven, no con lo que imagina que pudiera pasar. Entonces creo que los niños están careciendo de ese contacto directo, de esa realidad en la que viven, pero, tristemente, se puede decir que la realidad de la que viven es virtual, entonces los videos que ven son de otros lugares, no tanto de una visita virtual por mi Estado, no existe, hay muchos proyectos, hay muchos programas, pero todo queda en eso, proyectos y programas, no se bajan a las escuelas, no se bajan a las comunidades y sigue esta parte sin favorecer la identidad propia de los niños.

La profesora Sara, con 17 años de trabajo docente, manifiesta lo siguiente: Pues, insisto no se han trabajado muchos temas, no pudiera yo hacer mención como tal de que yo creo que tengan una identidad sólida, la verdad no, pero sí pudiera comentar que se observan que antes en cuestiones de Historia que se trabajaban, nos lo hacían ver como algo separado, como ver los de Oaxaca son los de Oaxaca, los de México son los de México, los de la Baja son, y ahorita como que es un conjunto de todo, como que dentro del tema que se está viendo nos damos cuenta que son nuestra identidades es nuestra, aún así compartimos muchas cosas en conjunto pues con personas de otros lugares, entonces pues sí es una identidad sólida como tal, pero no necesariamente como por el cambio de los temas de la historia, así lo veo yo, sí tienen su identidad porque incluso ese tema sí lo hemos manejado, ya se trabajó, pero no me atrevo a decir que sea por el cambio de la Historia.

Tras analizar las respuestas de varios maestros, queda claro que el Plan de Estudios de la Nueva Escuela Mexicana no ha logrado superar las problemáticas históricas ya presentes en la enseñanza de esta materia. La profesora Laura, una de las entrevistadas, señala incluso un retroceso en el aprovechamiento escolar en Historia, ahora el campo formativo de Ética, Naturaleza y Sociedades, atribuible, según ella, a una deficiente organización en la programación de los contenidos. Este testimonio pone en evidencia que, a dos años de su implementación, el nuevo modelo aún enfrenta importantes retos para consolidar una educación histórica efectiva y coherente.

Deseo concluir recordando una respuesta que me dio Juan Luis, un alumno de 6° grado de primaria, un niño muy maduro y reflexivo para su corta edad. La pregunta fue ¿Has notado algo diferente en cómo se enseña ahora la Historia, en comparación como antes? Y la respuesta que me dio me dejó sorprendido: Que ya no se toca mucho ese tema, ya casi no se habla de la Historia. Y es algo muy malo, algo muy triste, porque el pueblo cada vez se va a olvidar de su Historia, y ya en un futuro el pueblo ya no va a reconocer su Historia, ya no va a reconocer lo que fue la Independencia, lo que tanto se trabajó en luchar para la democracia, y las libertades, los saberes y la autodeterminación, pues ya se va a ir perdiendo con el paso de las generaciones futuras.

Este mensaje final revela que la Nueva Escuela Mexicana aún presenta áreas significativas que requieren ser atendidas. El éxito de sus reformas no será posible si sólo se escuchan algunas voces y no se considera la opinión de la totalidad del cuerpo docente, quienes son los responsables de traducir el currículo en aprendizajes reales dentro y fuera del aula. Ignorar su experiencia en futuras revisiones sólo profundizará la brecha entre lo que se planea y lo que se ejecuta en las escuelas. Además, es indispensable involucrar a la sociedad en general, principal beneficiaria del sistema educativo, para asegurar que las adaptaciones de la NEM respondan a las demandas de un mundo cada vez más complejo y exigente, garantizando así una educación sólida y pertinente para las nuevas generaciones.

Fuentes:

Plan de Estudio para la Educación Preescolar, Primaria y Secundaria 2022. Primera edición, 2024. Secretaría de Educación Pública.

Sugerencias para la concreción del Plan y Programas de Estudio 2022 en Educación Básica, 2023. Secretaría de Educación Pública.

Programa Sintético de las Fases 2 a 6, 2023. Secretaría de Educación Pública.

Un libro sin recetas para la maestra y el maestro fase 3, 4 y 5, 2023. Secretaría de Educación Pública.

(*) Los nombres de los profesores y alumnos entrevistados fueron cambiados para proteger su identidad. El autor de este reportaje cuenta con las grabaciones de las mismas.

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Harumi Fujita presenta libro «Covacha Babisuri» en la UABCS

FOTO: Congreso del Estado.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Para preservar y cuidar el patrimonio de Baja California Sur se trabaja en una iniciativa de ley, reveló el presidente de la Comisión de Educación del Congreso del Estado, diputado Martín Escogido Flores, al presentar el libro Covacha Babisuri, 12 mil años de Prehistoria en la Isla Espíritu Santo BCS, de la arqueóloga Harumi Fujita Kawabe, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Este tipo de presentaciones y conferencias que hemos impulsado desde la Comisión de Educación del Congreso del Estado tienen la intención de preservar nuestras riquezas culturales, dijo el legislador quien fue acompañado por la secretaria de la comisión, diputada Lourdes Cornejo y autoridades.

“Somos parte de la historia de la población,  parece que América Latina estaba borrada del mapa de la historia, pero con estas obras estamos desmitificando, por eso es importante difundirlos”, dijo Escogido Flores.

Por su parte la autora Fujita Kawabe expuso que vestigios arqueológicos de la excavación en la zona denominada Covacha Babisuri en la isla Espíritu Santo, BCS, revelan que la ocupación humana de la isla inició hace 12 mil años.

Adelantó que en el libro podrán encontrar los temas del poblamiento temprano de la península de Baja California; los resultados de la excavación arqueológica en la Covacha Babisuri; la antigüedad de distintas ocupaciones: materiales arqueológicos, restos de flora y fauna, incluyendo concha, entierro humano con objetos de metal, así como la subsistencia de los antiguos pobladores, cultura de la madreperla y factores de larga ocupación, por lo que invitó a la ciudadanía a adquirir la obra en el INAH o descargar la versión en PDF.

Por su parte el Dr. David Piñera Ramírez, escritor, investigador e historiador hizo comentarios acerca de la obra, “Es propicia la ocasión para invitar a ampliar el horizonte, a fin de reflexionar en  considerar a BCS como unidad peninsular, una unidad geográfica e histórica, pues así lo consideran los hechos”.




Destacan obra del Padre Kino en Congreso del Estado

FOTO: Congreso del Estado.

La Paz, Baja California Sur (BCS). El paso y la obra de Eusebio Kino por la península de Baja California es fundamental para la identidad de estados como Baja California Sur; no se imagina su actualidad sin su intervención, afirmó el historiador Carlos Lazcano Sahagún, quien impartió la conferencia “Eusebio Kino en California”, en el marco de la semana en su honor en el Poder Legislativo.

Está actividad extra legislativa fue impulsada por la Comisión de Cultura y Artes que preside el diputado Fabrizio del Castillo Miranda y la diputada Karina  Olivas Parra, iniciadora del homenaje a Kino en 2025.

Ante representes de asociaciones civiles, el historiador de las Californias hizo un breve recuento del arribo del misionero a México, desde su natal Italia en el año de 1681, y a la bahía de La Paz en abril de 1683, siendo el primer misionero en la región, fundador de la primera misión, además de que se inicia aquí su misión de evangelización.

El estudioso elogió el homenaje del poder legislativo al misionero, puesto que había estado olvidado pese a la trascendencia para la vida contemporánea de Sudcalifornia. Dijo que su investigación contenida en los libros de su autoría, son los primeros en plasmar la obra del Eusebio Kino.

A nombre de la Comisión de Cultura y Artes que integra junto con la diputada Lupita Saldaña y el diputado Martín Escogido, el presidente Fabrizio del Castillo Miranda comprometió seguir respaldando actividades extra legislativas que impulsen sus homólogos.

Por su parte, el doctor Sealtiel Enciso Pérez, de la Sociedad de la Antigua California, comentó que estas actividades han despertado gran interés a nivel internacional, del que se reconozca obra y vida de Francisco Kino. En Italia, ejemplificó hay gran expectativa, país de origen del misionero.




De Hamburgo a Las Vinoramas: La huella de los Möller en Baja California Sur

FOTOS: Cortesía.

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). A principios del siglo XX, cuando los vientos de Europa agitaban las rutas del Atlántico y los sueños migratorios empujaban a miles de personas hacia América, una pareja originaria de Hamburgo, Alemania, cruzó el océano con rumbo a México. Eran los bisabuelos de María del Rosario Castro Möller, maestra normalista e historiadora oral de su linaje, quien hoy da testimonio de una saga familiar marcada por el trabajo, la adaptación y el arraigo en tierras bajacalifornianas.

Corría la década de 1920, cuando Antonio Möller llegó a Guaymas, Sonora. Con él traía no sólo su idioma y costumbres alemanas, sino también un espíritu de aventura en compañía de una mujer de origen italiano: Guadalupe Lizardi. De esa unión surgiría una nueva generación, que integraría lo europeo con lo mexicano en una tierra de transición. Antonio y Guadalupe Möller-Lizardi descansan, aunque ya en tumbas perdidas, en el antiguo panteón de Guaymas. El paso del tiempo ha borrado muchas huellas físicas, pero la memoria familiar persiste. Su nieta, María del Rosario, recuerda que no sabe con certeza cuántos hijos tuvo Antonio, pero entre ellos destaca su abuelo, Adolfo Möller.

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La historia da un giro cuando Adolfo, ya adulto, recibe una inesperada herencia de su tío, Otto Möller, radicado en el entonces incipiente Territorio Norte de Baja California. Adolfo se traslada a Rosarito, en una región que aún era más conocida por sus viveros que por el turismo de playa. Pero su destino no era quedarse ahí. En una segunda migración dentro del país, Adolfo se desplaza hacia el Sur peninsular.

Fue en la región cercana a Todos Santos donde Adolfo conoció a Palemona Espinoza, mujer fuerte y longeva, casi centenaria al morir, con quien formó una nueva familia. Su única hija, María Luisa Möller Espinoza, nacería en el Territorio Norte de Baja California, pero crecería entre el rancho y la ciudad, entre Las Vinoramas y La Paz.

En los años 40, Adolfo y Palemona compran un extenso rancho llamado Las Vinoramas, ubicado en la Baja California Sur —aún considerada Territorio. Allí, el apellido Möller comenzaría a echar raíces más profundas. En ese rancho no sólo se criaba ganado; también se producía un pinole especial de maíz, molido con maquinaria eléctrica alimentada por baterías. Esta mezcla particular era tan apreciada que llegaba incluso a la ciudad de La Paz.

Para María del Rosario, el rancho es más que un recuerdo: es símbolo del ingenio de su abuelo. “Era un pinole especial, y mi abuelo lo fabricaba con un molino eléctrico… Lo llevaba hasta La Paz”, relata con orgullo.

La hija única de Adolfo, María Luisa, estudió primaria y secundaria en La Paz, bajo el cuidado de su madrina, una maestra. Pese a sus anhelos de convertirse también en educadora, María Luisa no logró concluir sus estudios. Su vida se dividía entre la ciudad y el rancho familiar, a donde regresaba cada fin de semana.

Tiempo después, María Luisa conocería a Astolfo Castro Verduzco, originario de Caduaño, con quien formó una numerosa familia de once hijos. El apellido Möller se convirtió entonces en el puente entre dos mundos: el del campo ganadero y el de la ciudad en crecimiento. Fue también en esos años que su apellido sufre una mutación, debida principalmente a los tan comunes errores en la escritura de las actas de nacimiento en las oficinas del registro civil de aquellos años. Los apellidos de los descendientes se escriben sin la diéresis, propia de muchos apellidos alemanes, y de ahí pasaron a denominarse “Moller”. Lo anterior afectó incluso la pronunciación de su apellido, puesto que fonéticamente se pronuncia, en idioma alemán: “Mouler”, y con el cambio ya mencionado, se pronuncia fonéticamente como “Moller”.

La familia Castro Möller (o Moller) se estableció en una manzana completa en La Paz. Astolfo, además de dedicarse al ganado y la molienda de caña para producir piloncillo, también sirvió en el ejército. Fue parte del 48 Batallón de Infantería y luego, tras su baja, se convirtió en chofer de confianza del hijo del ex presidente Abelardo L. Rodríguez.

Ese empleo lo conectó, literalmente, con figuras de alto perfil. Durante vacaciones, cuidaba la casa de Bing Crosby, el célebre cantante estadounidense, y su familia era invitada a eventos en el rancho de la familia Abelardo Rodríguez, llamado “Las cruces”. “Ahí estaba el padre Luis Ruggera, los Rodríguez… y hasta artistas de Hollywood”, recuerda María del Rosario. Aquellas fiestas eran un oasis para los hijos de los trabajadores de confianza, una mezcla de lo cotidiano y lo extraordinario.

María del Rosario, sexta hija del matrimonio Castro Möller, cuenta que en su niñez no notaba el peso del apellido. Fue hasta la secundaria y, más aún, durante sus estudios en la Ciudad de México, cuando comenzó a notar la rareza de su apellido. “Sí me llamaba la atención cómo lo pronunciaban. Aquí en La Paz era más común, pero fuera sí preguntaban”, explica.

A pesar de que el apellido perdió su diéresis por un error en los registros civiles, su esencia permanece. En la maestra Möller el apellido no es sólo un nombre, es identidad. “Me da placer, y también nostalgia, sé que el apellido Möller continuará en nuestra línea familiar. En otros lados hay Möller, pero no son de nuestra familia”. Al preguntarle sobre el nombre de sus hermanos, hace una pausa y como recitando una genealogía que ha repasado de memoria muchas veces, empieza a citar a cada uno de sus nueve hermanos: Rafael, Guadalupe, Juan, María Luisa, Astolfo, Rodolfo, María de Jesús, María del Carmen y Antonio.

Pese a sus orígenes europeos, la familia no conservó muchas tradiciones alemanas o italianas. No se hablaban otras lenguas en casa, ni se transmitieron recetas, cantos o costumbres claras. Tal vez lo más tangible fue un reloj alemán, traído por su abuelo desde Europa, hoy en manos de uno de sus hermanos. Los hermanos mayores convivieron más con el abuelo Adolfo, mientras que los menores, como María del Rosario, apenas lo conocieron. “Desde que yo tenía cuatro años, él ya había fallecido”, comenta con cierta melancolía.

Aunque ha viajado, María del Rosario nunca visitó Alemania. No obstante, su hermano menor Antonio, sí lo hizo. También Gabriela, la hija de Antonio, estudió idiomas en Alemania y hoy reside en Suiza. “Ella sí lo vivió, conoció esos lugares, y eso me da gusto”.

Hoy, María del Rosario vive en Chetumal, junto a su hija Nallely y sus dos nietos, Andrés y Nared. Aunque la geografía cambió, las raíces siguen firmes. “A mis nietos les enseño fotografías, les platico… Pero ya no es lo mismo”, admite. No obstante, su esfuerzo por transmitir la historia familiar no ha cesado. Desde La Paz hasta el Caribe Mexicano, el eco de los Möller (o Moller) sigue resonando.

Y es que detrás de cada apellido extranjero integrado a la cultura nacional, hay una historia de adaptación, de amor, de trabajo, y de identidad. La familia Möller, desde su arribo a Sonora hasta su establecimiento definitivo en Baja California Sur, representa la fuerza discreta de quienes se integran sin olvidar quiénes son.

Su legado no sólo está en los archivos del Registro Civil, ni en los terrenos de Las Vinoramas, ni en las fiestas con estrellas de Hollywood. Está, sobre todo, en la memoria de quienes —como María del Rosario— siguen pronunciando su apellido con el orgullo de quien sabe que su historia importa.

Resumen Profesional de María del Rosario Castro Moller

Formación Académica

  • Profesora de Educación Primaria, egresada de la Escuela Normal Urbana de La Paz, Baja California Sur.
  • Licenciatura en Pedagogía, cursada en la Benemérita Escuela Normal Superior de México (Ciudad de México).
  • Maestría en Ciencias de la Educación, también realizada en la Ciudad de México.

Trayectoria Laboral

Profesora de Educación Primaria (1974–1983)

Inició su carrera docente en el sistema de educación básica, donde laboró aproximadamente  9 años, combinando durante un tiempo sus horas en primaria con su ingreso paulatino a la educación normalista.

Docente por horas en la Escuela Normal Urbana “Profr. Domingo Carballo Félix” de La Paz (1979–1988)

Mientras completaba sus estudios superiores, comenzó a impartir clases en la Escuela Normal Urbana, primero con carga parcial.

Docente de tiempo completo en la Escuela Normal Urbana (1988–2003)

A partir de 1988, tras cumplir con los requisitos y presentar un proyecto académico en asamblea, obtuvo su plaza de tiempo completo en la Escuela Normal. Dejó entonces la educación primaria y se dedicó exclusivamente a la formación de futuros docentes.

Jubilación (2003)

Se retiró de la docencia tras 28 años de servicio oficial, aunque su trayectoria educativa inició desde antes con comisiones y colaboraciones en bibliotecas universitarias y escolares.

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Entrevista con Don Roberto Castro Guerrero, un policía de los de antes

FOTOS: Cortesía.

Vientos de Pueblo (*)

José Luis Cortés M.

 

San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). La tarde se desliza lenta en la habitación donde don Roberto Castro Guerrero, de 91 años, reposa en una cama rodeada de fotografías que parecen contar su vida en imágenes. En una de ellas, abraza a un niño que ríe sobre un caballo de madera; en otra, estrecha la mano de un agricultor bajo un sol inclemente. Su hija Patricia, quien me acompaña en esta visita, señala una foto en blanco y negro: “Papá, aquí está con los niños del parque Benito Juárez. ¿Se acuerda cuando los dejaba subir a la patrulla para que jugaran con la sirena?”. Don Roberto sonríe con ojos brillantes: “Eran otros tiempos… más simples”.

Y lo eran. En los ochenta y noventa, San José del Cabo era un pueblo donde las puertas no se cerraban con llave y los niños corrían libres por las calles, sin tablets ni celulares, sólo con la imaginación como compañera. “La gente confiaba —recuerda Adriana, otra de sus hijas, mientras acomoda un álbum familiar—. Si un balón se metía a un jardín, el dueño de la casa lo guardaba hasta que el niño volviera por él. Hoy, con tanta tecnología, los chicos ni se conocen entre sí”.

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Don Roberto, con voz suave pero clara, revive aquella época. “La seguridad no se trataba de armas, sino de presencia —dice—. Si veía a un niño solo en la calle, paraba la patrulla y le preguntaba si necesitaba ayuda. A veces sólo quería jugar fútbol, y yo me quedaba un rato”. Lupita, su hija mayor, interviene: “Nosotras nos enojábamos porque siempre llegaba tarde a cenar. ‘La gente me necesita’, decía. Y teníamos que entenderlo”.

Un vecino, don Arsenio, entra a la habitación con una caja de mangos. “Comandante, le traigo de su árbol —dice, refiriéndose a un ejemplar que don Roberto plantó hace décadas frente a su casa—. ¿Se acuerda cuando lo regaba todas las mañanas? Usted decía: ‘Si el pueblo crece, la sombra debe alcanzar para todos’”.

La vida de don Roberto era un tejido de pequeños gestos. Una mañana de 1993, una niña de 7 años se perdió en el mercado. Él la encontró llorando junto a un puesto de frutas, la subió a su patrulla y recorrió el pueblo con ella hasta reconocer su casa. “No sólo la devolvió —cuenta Patricia—, sino que después llevó despensas a la familia. ‘La pobreza es la primera semilla del miedo’, repetía”.

Alicia, que entonces era adolescente, lo acompañaba a veces en esos recorridos. “Lo veía dialogar con los jóvenes que hoy son padres de familia. Les decía: ‘El futuro no se compra con dinero, sino con trabajo’. Y ellos lo escuchaban porque sabían que no tenía doble cara”.

En las noches, don Roberto no descansaba. Si sonaba el teléfono, fuera por un choque o una disputa familiar, él acudía. “Una vez, una señora llamó porque su esposo, borracho, amenazaba con romper los muebles —recuerda Patricia—. Mi papá llegó, lo sentó en la cocina y le preparó café. ‘La violencia no arregla nada’, le dijo. Al final, el hombre lloraba pidiendo perdón. Así era él: un mediador, no un represor”.

Hoy, a sus 91 años, don Roberto sigue siendo el mismo. Aunque postrado, recibe visitas de quienes lo recuerdan como el guardián que no necesitaba armas para inspirar respeto. “La semana pasada vino un muchacho de 30 años —cuenta Alicia—. Le dijo: ‘Comandante, gracias a usted no me metí en problemas. Siempre me sacaba de la calle para llevarme a la escuela’. Y don Roberto, con su humor intacto, le respondió: ‘Pero si tú eras el más travieso’”.

La tarde se desvanece. Uno de sus yernos le ayuda a don Roberto a beber un poco de agua. “Don Roberto, ¿se acuerda de Doña Rosa? —pregunta—. Hoy me contó que usted le regaló un vestido para el cumpleaños de su hija en 1995. ‘No tenía qué ponerse’, le dijo. Y usted movió cielo y tierra para conseguírselo”.

Don Roberto cierra los ojos y sonríe. En la pared, una foto lo muestra rodeado de niños en un parque. Afuera, el viento mueve las hojas del árbol que plantó. “Este pueblo lo lleva en el alma —murmura Lupita—. Por eso la gente lo sigue queriendo tanto”.

Y en el silencio de la habitación, entre el tic-tac del reloj y la respiración pausada de don Roberto, se entiende que un hombre no necesita titulares para ser inolvidable. Solo manos tendidas, palabras sinceras y un corazón que nunca dejó de latir por los demás.

¿Qué nos falta hoy para recuperar aquellos valores? Mientras observo a don Roberto dormir, rodeado de sus hijas, surge una pregunta inevitable: ¿qué se necesita para que un pueblo vuelva a confiar en sus guardianes, para que los niños jueguen en las calles sin miedo, para que la autoridad sea sinónimo de esperanza y no de sospecha? La respuesta, quizá, esté en las pequeñas cosas que él practicó: escuchar antes de juzgar, tender puentes antes que muros, y entender que la verdadera seguridad nace del respeto, no del miedo.

Un agradecimiento eterno a don Roberto Castro Guerrero, por recordarnos que un uniforme no hace a un servidor, sino el alma que lo lleva. Por enseñarnos que la justicia no siempre está en las leyes, sino en las manos que ayudan a levantarse a quien cae. Y por regalarnos, en tiempos oscuros, la certeza de que un México mejor no es un sueño, sino una semilla que late en cada acto de bondad. Gracias, Comandante. Su legado es un faro que, incluso en la distancia, sigue alumbrando el camino.

(*) Esta entrevista obtuvo Mención Honorífica en el Premio Estatal de Periodismo «Mary Nogales», 2025.

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