Un canal de navegación

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La Medusa

Por Mónica Rivera

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). ¡Mira, mira! le dijo Isabel a Zoila las toninas, qué bonitas. Zoila iba con su abuelita á Mazatlán a hacer algunas compras, venían cruzando de la Isla de La Piedra y casi siempre que pasaban en la pequeña embarcación taxi, las acompañaban las toninas. Era 1978, Zoila tenía apenas 5 años. El agua era transparente y desde la lancha se podían ver los peces y el fondo marino. Los sábados por la tarde su papá solía ir por algunos choros y callos de hacha y los disfrutaban a la sombra del tamarindo del patio de su casa.

Han pasado los años, la ciudad y puerto de Mazatlán ha crecido y ahora recibe grandes cruceros. Para que grandes barcos pudieran llegar al muelle se tuvo que dragar el canal de navegación. El dragado submarino es como una excavación, se usa un instrumento similar a una excavadora y/o tubos de succión que retiran el sedimento marino, ¿cuánto? Lo necesario para que puedan pasar los barcos. Dependiendo del tamaño de los barcos será la cantidad de sedimentos que se tienen que retirar.

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Las playas de La Paz aún están limpias y llenas de vida. Cuando vamos de paseo podemos ver gran cantidad de pequeños hoyitos, ahí en las zonas arenosas (playas como las de El Mogote, Balandra o Tecolote, que tanto disfrutamos los paceños) viven diferentes especies de cangrejos, gusanos y almejas, hacen sus madrigueras en la arena y no los podemos ver a simple vista, pero ahí están alimentándose y haciendo circular nutrientes, cumpliendo una importante función en el ecosistema marino.

Toda esa belleza y riqueza submarina está siendo amenazada por un proyecto que busca detonar La Paz mediante la ampliación del muelle de Pichilingue para la llegada de barcos mucho más grandes de los que llegan ahora. Pero, como nos advierte Rodrigo Rebolledo en La Nave de los Locos  este proyecto lo que detonaría sería la desigualdad, ya que el turismo de megacruceros trae consigo empleos mal pagados, sin servicios de seguridad social ni antigüedad para quieres laboran en las embarcaciones.

El proyecto para ampliar el puerto de Pichilingue está pensado para recibir cruceros con capacidad para 6 mil personas. Esos cruceros son como ciudades flotantes, en donde los pasajeros cuentan con todos los servicios y entretenimiento. Pero ¿Cuáles serán las afectaciones a los paceños con el desarrollo de este proyecto? ¿Por qué un grupo de más de 40 colectivos se reunieron el pasado 2 de abril de 2022, bajo la consigna de Proteger nuestro territorio? Si te interesa ver el posicionamiento de estos colectivos puedes ver AQUÍ la transmisión que se realizó.

La preocupación reside en que este proyecto atenta contra la salud ambiental, económica y social de la ciudad de La Paz. No se trata solo de la flora y fauna que se eliminará del fondo marino con los dragados, no se trata solo de los grandes mamíferos y peces que ya no ingresarán a la bahía. De aprobarse este proyecto los impactos ambientales los veremos en el corto plazo. Las primeras afectaciones serán contra los pequeños organismos que viven en el fondo marino, a estos, nosotros no los extrañaremos pues normalmente no los vemos, pero todo está conectado y quiénes sí los extrañarán son los organismos que se alimentan de ellos, como peces y rayas; ya que toda la red trófica será alterada. Una vez que lleguen los cruceros, antes que derrama económica, traerán derrama de contaminación.  Un barco con tan solo 3 mil pasajeros genera, en 7 días, hasta 8 toneladas de residuos sólidos. La derrama económica en efecto, es potencialmente mucha, pero llamarla derrama es incorrecto, pues en realidad son beneficios económicos para unos cuantos: los inversionistas y propietarios de cruceros. Es necesario considerar que no somos los únicos seres en este bello planeta ni como especie ni como individuos y el respeto a la vida de todos es deseable.

Después de los impactos ambientales vendrán los sociales. ¿Qué efecto tendrá para la sociedad paceña la presencia de miles de turistas? Ese es un tema que no se ha valorado para la ciudad de La Paz, pero la experiencia de Cozumel documentada por Alejandro Palafox y Adrián Vilchis en El lado obscuro del turismo de cruceros en Cozumel nos invita a no averiguarlo; ya que, como ellos lo documentan, en el Caribe las empresas navieras se llevan las ganancias, mientras que en la zona se queda la contaminación del agua y del aire; la destrucción del hábitat por la creación de infraestructura y acumulación de residuos peligrosos que afectan a la biodiversidad. Además, los empleos que generan, si bien son muchos, son catalogados como precarios, ya que se manejan contratos inestables o no cuentan con ellos y, carecen de seguridad social y otras prestaciones.

Pero ¿Qué queremos para La Paz? Porque tampoco se trata de decir solo no a proyectos como la ampliación del puerto de Pichilingue. La propuesta que Micheline Cariño presentó en la reunión de Redes y Nodos Protegiendo Nuestro Territorio a nombre del grupo Historia Ambiental del Golfo de California (HAGOC). Construir un futuro caracterizado por la vida buena para humanos y no humanos es algo que vale la pena tomar en consideración. Gudynas describe el Buen Vivir como una oportunidad para construir otra sociedad sustentada en la convivencia del ser humano en diversidad y armonía con la naturaleza, a partir del reconocimiento de los diversos valores culturales existentes en cada país y en el mundo. En definitiva, si queremos construir una vida buena la sociedad paceña no puede permitir la autorización de proyectos como la ampliación del puerto de Pichilingue debido a las implicaciones sociales y ambientales que tendrá. Si te interesa leer sobre el Buen Vivir da click AQUÍ.

FOTOS: Internet

Mientras tanto, el 17 de abril de 2022, Zoila estaba en el mogote, vio una familia de delfines que viajaba, había muchas personas observando, todos se pusieron felices al verlos saltar. Mamá, mamá por qué saltan los delfines, le preguntaba su pequeño hijo a Zoila y ella respondió, porque están felices hijo. No pudo evitar la nostalgia al pensar que cuando regrese y cruce a Mazatlán, desde la Isla de La Piedra, con su hijo, no tendrán la fortuna de observar esas maravillosas criaturas. Sólo le queda el recuerdo de cuando ella cruzaba con su abuela, las toninas las acompañaban y el agua era transparente. El recuerdo de que cuando era niña y aún no se expandía el canal de navegación para que atracaran barcos más grandes la vida era mejor para los humanos y para los no humanos.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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La Medusa

Por Mónica Rivera

Bióloga Marina, apasionada de la naturaleza y del estudio de la vida. Nació en 1973 en la vertiginosa Ciudad de México —entonces Distrito Federal—, pero creció en Sinaloa en un pueblo sin mar. Se trasladó a la ciudad de La Paz en 1992 para ser Bióloga Marina —donde más tarde se graduó como Doctora en Ciencias Marinas por CICIMAR-IPN— quedando atrapada en las redes de este bello y maravilloso puerto de ilusión, redes de las que no ha podido o no ha querido desenmallarse. Realiza la labor docente y de investigación en la Máxima Casa de Estudios del Estado.

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