Semáforos en Ciudad Constitución. Unos elefantes blancos

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FOTOS: Cortesía

Explicaciones Constructivas

Por Noé Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). No nos podemos imaginar en la actualidad una ciudad que tenga una cierta circulación de vehículos automotores sin semáforos, y es que aunque no existe una regla sobre qué cantidad de habitantes o vehículos debe de haber en una localidad para la instalación de semáforos, estos si son una excelente solución a los problemas viales, principalmente, cuando dos avenidas importantes de flujo vehicular se cruzan.

Los semáforos tal y como los conocemos en la actualidad han tenido múltiples adaptaciones desde aquel año de 1868, por el inventor británico John Peake Knight, quien al estar trabajando como administrador de los ferrocarriles, observó la gran cantidad de accidentes y fallecidos a causa de accidentes viales, donde dos carruajes y también, aunque menos, los vagones del tren.

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Pero, ya en la actualidad y con la producción en serio de los vehículos automotores, la necesidad de instalar semáforos en las ciudades se volvió una solución indispensable, donde se propusieron los colores que hasta hoy se siguen utilizando como señalización, son el color rojo para detener el trayecto, color amarillo como preventivo o que todos las circulaciones se detengan, y por último, el color verde que nos indica que podemos seguir en nuestra dirección.

En el caso de la joven Ciudad Constitución, en el municipio de Comondú, tuvo su crecimiento exponencial de población y por consecuencia de vehículos automotores en la década de los setentas y ochentas, aún se recuerda que en aquel tiempo, con el bulevar principal que atraviesa la ciudad de sur a norte se instalaron los primeros semáforos en los cruces con las calles Álvaro Obregón, Javier Mina y Miguel Hidalgo.

Para los que les tocó vivir en esa época y utilizar dichos semáforos, se cuenta que a veces era un verdadero ¨sufrimiento¨ para los que iban por el bulevar Agustín Olachea, tenían que esperar a que el semáforo se volviera color verde con las avenidas antes citadas, es que por falta de planeación urbana no se previó calles o bulevares importantes que fueran perpendiculares, y el tránsito vehicular, sobre todo, por la calle Javier Mina era muy poco, casi se podría decir que el semáforo era mero adorno en el bulevar Agustín Olachea.

Con la falta de mantenimiento tan necesario y la falta de voluntad de la autoridad municipal, los primeros semáforos fueron descomponiéndose hasta que se convirtieron en elefantes blancos para la vialidad de los residentes de Ciudad Constitución, que dicho sea de paso, las personas no extrañaron su función por el singular modo de manejo que tienen los habitantes, donde se respetan los señalamientos viales, y que a opinión de los conductores, decían que los semáforos nomas servían para estorbar el tráfico.

Así pasó el tiempo, hasta que se llegó la gran remodelación y modernización de lo que es la principal arteria de Ciudad Constitución, el bulevar Agustín Olachea, y que sucedió en el año de 2008 con la intervención de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), se realizó una inversión millonaria para dotar de una vialidad más acorde a los tiempos de crecimiento de la población, que en ese año ya contaba con 35 mil habitantes, nomás la zona urbana de la ciudad.

El proyecto inicial, aunque muy moderno, tuvo sus primeras dificultades al momento de proyectarse los nuevos semáforos ya que, prácticamente, en cada cruce con calles perpendiculares con el bulevar Agustín Olachea se instalaron semáforos, haciendo demasiado tardado el tránsito de sur a norte o viceversa a través de la ciudad, además, no estaban sincronizados y los vehículos que iban de paso por la Carretera Transpeninsular tardaban mucho en atravesar un tramo de casi 3 kilómetros.

Otra razón técnica que volvió un caos los cruces donde se instalaron los nuevos semáforos, fue que al tener tres carriles no juntos el bulevar Olachea se creaba un conflicto con los vehículos que tenían que dar vuelta a la izquierda, ya que el carril de circulación central obstruía dicha vuelta, incluso, hasta el momento no ha habido una solución eficiente a este problema que existe en todo lo largo del bulevar principal.

Pero, el punto final a los nuevos semáforos que se instalaron como una gran demanda de la población que seguía creciendo, fue en septiembre del 2009 con la llegada del huracán Jimena que causó mucha devastación en el municipio de Comondú, y por el bulevar Agustín Olachea terminó por ¨voltear¨ todos los semáforos que se encontró a su paso haciéndolos, prácticamente, inservibles. En ese momento, aun se desconocía si había daño en el funcionamiento eléctrico.

Como ya se tenía predestinado y como un mal presagio, otra vez los semáforos pasaron al olvido de las nuevas y más nuevas autoridades municipales que han tenido nulo interés en volver a hacerlos funcionar. Como recordatorio, se comenta que los antiguos semáforos que existían se reinstalaron en dos cruces fuera del bulevar Olachea, son el cruce entre el bulevar Cervantes del Rio con la avenida Madero y otro más en avenida Reforma con calle Miguel Alemán, donde nomás se llegó a las pruebas y los volvieron a apagar.

En la actualidad, se ve la urgente necesidad de volver a instalar con un buen estudio de vialidad, principalmente, los que se encuentran en los cruces del bulevar Agustín Olachea con la avenida Francisco I. Madero y otro con la avenida Álvaro Obregón, ambos con gran afluencia de vehículos en ambos sentidos.

Si se tuvieran autoridades preocupadas por el buen funcionamiento vial de las principales avenidas urbanas de Ciudad Constitución, estos semáforos aparte de la importancia en el manejo de los cruces vehiculares serían un gran maestro para los ya, de por si ganada la mala fama, de los más ¨malos para manejar¨ en todo el Estado de Baja California Sur.

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noeperalta1972@gmail.com

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Explicaciones Constructivas

Noé Peralta Delgado

Ingeniero Civil egresado del Instituto Tecnológico de La Paz en 1995. Oriundo de Ciudad Constitución, Baja California Sur, donde nació el 19 de agosto de 1972 y donde actualmente radica; se desempeña como constructor de obra civil y proyectos topográficos principalmente. Tiene en su historial haber fundado el Colegio de Ingenieros Civiles de BCS, sección Comondú, en el año 2005, y participar activamente en cursos y reuniones afines al quehacer de la ingeniera civil. En el trienio 2015-2018, se desempeñó como director de Catastro Municipal en Comondú, donde se especializó en temas relacionados con la tenencia de la tierra, a través del diplomado en catastro multifinalitario en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Actualmente estudia la maestría en Valuación Inmobiliaria, por la Universidad Autónoma de Durango.

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