Las plagas de la California: la langosta, el chahuistle y la miel

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IMÁGENES: Cortesía

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Una de las grandes preocupaciones que tuvieron los Jesuitas al iniciar el establecimiento de Misiones permanente fue el que se desarrollaran como establecimientos autosustentables, en donde pudieran funcionar con la producción de sus propios alimentos a través del cultivo y de la reproducción del ganado y aves de corral. En el caso de la agricultura, tuvo siempre alcances limitados debidos en una parte a la carencia de agua y tierra suficiente aunando a ello la existencia de plagas que la diezmaban constantemente.

Cuando se iba a establecer una Misión, lo primero que los sacerdotes buscaban para seleccionar el sitio idóneo para su levantamiento es que tuviera fuentes de agua permanentes y más o menos abundantes, así como tierra fértil para realizar siembras. Una vez designado el mejor lugar, se iniciaba con el levantamiento de algunas construcciones que albergaran la iglesia y a los misioneros y soldados, para posteriormente dar inicio con la siembra de diversas semillas entre las que sobresalía el maíz y el trigo. El maíz era la fuente primaria del alimento que se brindaba a los naturales, para convencerlos de que se trasladaran a la Misión (reducción) y una vez ahí permanecieran en ella. El platillo que se preparaba con este cereal se conocía como “pozol” y se cocinaba hirviendo la semilla en agua hasta ablandarla y posteriormente se dejaba enfriar un poco para ser consumida. En ocasiones, se mezclaba con un poco de carne por lo que pasaba a denominarse “pozole”.

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Sin embargo, en ciertas temporadas —y a veces durante varios años— los sembradíos de las Misiones eran asolados por una gran cantidad de insectos llamados langostas, los cuales se reproducían de manera exponencial y causaban una gran destrucción de las plantas no sólo en las Misiones sino en toda la California. El sacerdote Miguel del Barco dejó la siguiente información sobre la forma en que se afectaban las Misiones por estos voraces insectos: Si la langosta cae en alguna siembra de maíz o de trigo, y no hay allí mucha gente que la defienda, acaba enteramente con ella, sin salir de allí, hasta dejarla del todo destruida. Si hay gente, como cuando la siembra está inmediata a la Misión o cabecera, y la siembra es corta, se defiende de este modo. Acude la gente, y puestos en fila, van gritando y espantando con algo que llevan en la mano, y así van de un extremo al otro. La langosta, cuando la gente va llegando a ella, se levanta y vuela; pero luego vuelve a caer a espaldas de la misma gente; y cuando ésta acaba una aventada, ya otra vez está todo lleno de langosta. Y es menester repetir las aventadas continuamente todo el día, exceptuando el tiempo necesario para comer y descansar un poco.

Eran tan frecuentes los graves daños causados por estas langostas que el mismo jesuita dejó esta referencia: La plaga de langosta se padece muchas veces en la California. No sabemos la frecuencia con que antiguamente, en tiempo de su gentilidad, se padeció allí este azote. Lo cierto es que, desde el principio de la conquista, no se experimentó hasta el año de 1722. Después cesó hasta los años de 1746, 47, 48 y 49, en que seguidamente hubo esta plaga con los estragos que suelen causar en todas partes. Volviose a padecer los años de 1753 y 1754. Finalmente en los años de 1765, 1766 y 1767 se repitió este contratiempo; y aún a principios del de 1768, cuando los jesuitas salieron de la península, quedaba aún alguna, aunque no tanta como los años antecedentes.

La plaga de “la miel” que atacaba el maíz consistía en unas gotas a la vista como de agua o rocío grueso; pero melosas y viscosas, que se aparecen en las hojas y sucesivamente se van aumentando tanto que, en gruesas gotas caen al suelo, haciendo notable mancha en la tierra donde caen. Con esto, así las hojas como la caña de maíz se van secando sin dar fruto (Del Barco, op. cit.).

Ahora bien, refiriéndonos al chahuistle podemos decir que era una plaga que atacaba principalmente al maíz y que fue definida de la siguiente manera por el sacerdote Del Barco: Consiste en una especie de polvo delicadísimo del color del tabaco de Sevilla, el cual cae en las hojas y en la espiga. Si con los dos dedos de una mano se coge una hoja infecta de este mal, y se arrastran un poco por ella, se ven luego estos dedos como si hubieran tomado un polvo de tabaco y soltándole luego. Cuando esta enfermedad cae con fuerza, en pocos días se seca el trigo. En este caso, si el grano estaba ya lleno y algo sólido, poco o ningún daño le hace; pero esto rara vez sucede, porque ordinariamente cae cuando acaba de espigar o comienza a granar y tal vez aún antes de espigar y, así, todo se pierde.

Las plagas del chahuistle y “la miel” fueron traídas por los europeos, probablemente entre los mismos granos o alguna herramienta o ropa infectada que trajeron a la California y que posteriormente se diseminó por los campos de cultivo. En el caso de la langosta no fue así, ya que este insecto habitaba en todas estas tierras milenios antes de la llegada de los misioneros. Con mucha tristeza, el ignaciano Miguel del Barco hace una comparación de la gran diferencia que existe en cuanto a la autonomía en producción de alimentos entre las Misiones del interior de la Nueva España y las de la península: en la California, siendo las lluvias tan pocas e irregulares, nunca se puede con solas ellas lograr alguna siembra. Añádanse las plagas de la costa, chahuistle y miel, que muchos años se padecen, y se hará una gran rebaja en las cosechas.

Muy interesante sería que un agrónomo o biólogo especializado en este tipo de plagas hiciera un estudio para identificar aquellas que atacaban los cultivos misionales, definir su ruta de migración, efectos y la manera en que se combatían en aquellos años para así tener una idea más completa de estos fenómenos que formaron parte de la vida Misional de la Antigua California.

 

Bibliografía:

Historia Natural Y Crónica De La Antigua California – Miguel Del Barco

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Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

Profesor de Educación Primaria, Licenciado en Educación Especial y Maestro en Ciencias de la Educación. Labora en la Secretaría de Educación Pública y comparte su tiempo con su pasión por la historia de la California del Sur. Administra el grupo de Facebook “Conociendo Baja California Sur”. Nació el 22 de septiembre de 1969 en Puerto Vallarta, Jalisco, pero radica en Sudcalifornia desde hace 44 años. Actualmente es Director de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular No. 17 y Maestro de Comunicación del Centro de Atención Múltiple “Gilberto Vega Martínez” en La Paz. Escribió la antología (Ebook) “Piratas, Corsarios y Filibusteros en la Antigua California”.

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