La Niña Vidente de El Triunfo, una de las leyendas más famosas de BCS

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FOTO: Twitter.

California Mítica

Por Gilberto Manuel Ortega Avilés

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El relato de La Saurina del Zacatón o mejor conocida como la Niña Vidente de El Triunfo, es una leyenda ampliamente conocida en Baja California Sur. La primera vez que se le dio forma escrita a todos estos testimonios fue en 1979 por el reconocido escritor Carlos Domínguez Tapia, con el cual ganó el primer lugar en los Juegos Florales celebrados en Mulegé ese mismo año.

Primero empezaremos a definir que es una saurina. En el ámbito esotérico, es una persona que lloró en el vientre de su madre y que tiene un don energético de sanación. Es una palabra que proviene de la palabra árabe zuharí que significa ‘adivino’ y ‘persona que puede manipular la energía’. En principio eran personas que podían detectar donde había reservorios de agua, mediante el uso de una varita de madera en forma de Y invertida. Saurino es aquella persona que ve el presente pasado o futuro en cualquiera de las circunstancias, puede tomar cualquier objeto seña o gesto como mapa para saber con exactitud, qué decir, dónde tocar. Tienen el don de ver, oír, tocar, saber, curar, etcétera. En el Norte Mexicano se escucha todavía esta palabra, donde la entienden como ‘adivino’ o ‘clarividente’.

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Circunstancias de su nacimiento

La pequeña Irenea había nacido dos meses antes de lo previsto. Fue en 1934. Hija de un Licenciado en Armas y una mujer de avanzada edad, estas circunstancias habían sido causa de muchos comentarios negativos de la comunidad. Mientras Gregorio era un joven de unos 20 años, doña Ramona era una señora muy grande, con hijos ya mayores, y tenía varios años que había perdido a su segundo esposo en las batallas revolucionarias. Incluso este tipo de comentarios se dieron durante la misma boda en la iglesia de El Triunfo, donde se escuchaban los murmullos Se casó con ella sólo por su dinero y animales, Sólo agarre confianza, le quitara el dinero y se irá, entre otros.

Luego, Ramona dio a luz una niña muy blanca de ojos verdes y cabello rubio, lo cual alteró mucho a la comadrona o partera ya que eran características físicas muy diferentes a sus padres. Irenea siempre fue una niña muy avanzada e inteligente, quien a la edad de un año actuaba como si tuviera 5; además, sus ojos verdes y cabello rubio contrastaban mucho con el color de piel de sus padres y hermanos, ya que ellos eran de cabello negro y piel morena. La superstición no se hizo esperar, incluso al médico de la localidad le daba curiosidad tal caso, y debido a la falta de información de la época, los habitantes del pueblo llegaron a pensar que hasta podría ser hija del mismo demonio.

En el mismo templo de El Triunfo se dio el primer indicio de las habilidades de clarividencia de la pequeña niña, cuando un 12 de diciembre, mientras se celebraban las festividades del santo patrono de la localidad, Irenea tomó de las faldas a su madre y llena de terror le dice que todo se iba a caer. Gracias a esa advertencia, doña Ramona alcanzó a salir, pero desgraciadamente más de veinte personas murieron aplastadas por la caída de parte del techo de la iglesia. Al ser ellas las únicas en salir bien de esa desgracia, aumentó el temor por la condición de la niña. Al día siguiente en el cementerio, durante el entierro de las víctimas, Ramona reveló con gusto que ella y su familia se habían salvado por un milagro de la virgen, pero la muchedumbre furiosa y temerosa comenzó a culpar a la niña extraña del suceso,  afirmando que era el mismísimo diablo. Así, tuvieron que huir ante los insultos y agresiones de la gente, y al ver el peligro la familia decidió llevar a la pequeña Irenea con su abuela al rancho Arroyo Hondo donde estaría más segura.

A pesar que en pueblo el sacerdote llamó a la cordura y evitar especulaciones respecto a la desgracia, asegurando que él mismo había advertido del peligro del techo hace tiempo, y que fue una coincidencia que la niña se encontrara en el lugar del accidente ese día, el pueblo no dejaba de acusar a la pequeña, y planearon ir al rancho El Zacatón donde asesinaron y quemaron a los padres y hermanastras de la niña, logrando sobrevivir dos hermanos que huyeron. La turba, al quemar todo el rancho, dio por hecho que la niña estaba dentro durmiendo, y las autoridades no pudieron culpar a nadie de tan horrible masacre.

Pasaron unos meses, y la población pareció olvidar todo lo sucedido. Una mañana de abril, los hermanos de Irenea llevaron a la niña a El Triunfo a comprarle ropa (ellos ignoraban que la masacre había sido a causa de la pequeña), y frente al templo ésta soltó la mano de sus hermanos y corrió adentro, donde encontró al sacerdote, quien la reconoció pero no sintió temor. Irenea le dijo Hace ocho años (en ese momento la niña sólo tenía cuatro) unos soldados enterraron ahí con cuatro tibores llenos de dinero, barritas de oro y mucha joyas que recogieron de las familias más ricas del pueblo, ¿Por qué no excava para que con eso arregle el techo de la iglesia? Diciendo eso, señaló el lugar, luego fue llamada por sus hermanos y abandonó el pueblo. Siguiendo su instinto, el párrico con ayuda de más personas buscó el tesoro, que ciertamente encontró. El suceso se dio a conocer rápido, incluso en los periódicos de la época.

El 12 de diciembre, a un año de la tragedia, se celebró una misa donde el sacerdote emocionado dijo: Hijos míos hace un año culparon a una inocente niña del desplome del templo y manos criminales acudieron al rancho a incendiar a sus familiares con la seguridad de que la pequeña moriría con ellos, la creyeron una encarnación de Satanás y la difamaron. Hace algunos meses la pequeña niña estuvo aquí y fue la que me señaló el lugar del tesoro del cual todos ustedes conocen, fue extraído del subsuelo de este templo. Una niña demonio, hijos míos no entra a la casa de Dios ni descubre tesoros para ponerlos en manos de la iglesia. La he traído desde el Arroyo Hondo donde vive con sus abuelitos, para que juntos recemos por las infamias pasadas, por la sangre derramada injustamente, por sus padres y hermanos, y por los que murieron hace un año en esa terrible desgracia.

La vida de Irenea transcurrió con normalidad hasta que en el mes de septiembre la niña se volvió a hacer notar, cuando al ver cómo el suero de la leche para elaboración de queso de su abuela se tiraba y arrastraba unas hormigas, y le hizo una terrible advertencia: Me quede viendo las hormigas que se ahogaban, y siento que dentro de algunos días va a correr tanta agua en San Antonio y El Triunfo, que mucha gente va a morir. La abuela tomó a la pequeña y en su mula fue advertir al sacerdote del pueblo, a pesar de que el cielo se mostraba despejado y tranquilo.

Como está registrado históricamente, el 17 de septiembre de 1939 comenzó a soplar el fuerte viento, y para la mañana del 18 volaban techos de las casas, caían árboles y una terrible lluvia, la cual no sólo afecto a El Triunfo y San Antonio, sino que arrasó totalmente Cabo San Lucas y produjo graves consecuencias en La Paz. Tiempo después, la abuela visitó al doctor en compañía de su nieta; al terminar la consulta, la señora prometió volver al día siguiente para continuar el tratamiento, pero la niña dijo delante del médico No vas a poder volver nunca. La abuela no dio importancia al hecho, le dio las gracias al doctor y volvió a Arroyo Hondo, donde la señora se puso muy mala por la noche y falleció.

Circunstancias de su muerte

Pasaron varios meses, y un ranchero en estado de ebriedad volvía a la comunidad de El Salto, al Norte del Arroyo Hondo, quien dice que de un enorme árbol le saltó a la cara un enorme gato montés al cual dio muerte con su machete y luego huyó. A la mañana siguiente, al no encontrar en su cama a la niña salieron a buscarla, y la encontraron totalmente descuartizada, junto a un charco de sangre y un machete de cacha negra.

La pequeña fue enterrada y se levantó una capilla. A pesar de tener más de 100 años está bien cuidada, pero mucha gente asegura que todavía se puede ver el fantasma de la niña jugando por esos lugares.
Los ranchos de El Zacatón y Arroyo Hondo ya no existen, y los pueblos de El triunfo y San Antonio se han visto disminuidos por la salida de sus habitantes en busca de mejores oportunidades a La Paz o Los Cabos.

La leyenda de la Saurina del Zacatón o la Niña Vidente de El Triunfo, sin duda, es parte muy importante del folclor y cultura de Baja California Sur, con esa mezcla mágica de eventos reales y algunos increíbles que recorren la voz de los habitantes a veces tocando la fantasía. Ese pueblo, característico de nuestro Estado, aún recibe visitantes para disfrutar de algunas historias y comida tradicional.

Esta versión publicada, de la muchas veces contada leyenda, fue consultada en la publicación llamada “Nosotras” numero 13 noviembre de 1979, resguardada en el Archivo Histórico “Pablo L. Martínez”.

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Gilberto Manuel Ortega Avilés

Nació en 1981. Estudió Filosofía en la UABCS, y actualmente se dedica a la investigación paranormal, leyendas y hechos curiosos de Baja California Sur y el mundo. Se declara un fanático de los comics, anime, ciencia ficción y temas sobrenaturales.

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