23 días de muerte. La expedición de Clemente Guillén al puerto de La Paz

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FOTOS: Internet.

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En la actualidad, cuando se recorre la carretera transpeninsular que une los principales puntos de esta California del Sur, se llena de tedio y cansancio al contemplar cientos y cientos de kilómetros de desierto desde la comodidad de un automóvil o un camión de pasajeros. Sin embargo ubiquémonos 300 años atrás, 1720, en la época misional, en donde llegar a este punto de la geografía californiana, La Paz, era poco menos que retar a la muerte debido a que, después de la Misión de San Juan Malibat o Ligüí, no existía un punto tocado aún por un asentamiento permanente colonial.

Es aquí donde surge la leyenda del sacerdote Clemente Guillén, quien hizo esta travesía por inhóspitos parajes y constantes amenazas de muerte a manos de los Guaycuras.

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Hacía 3 años que había muerto el Apóstol de las Californias, el sacerdote jesuita Juan María de Salvatierra (un año antes de que esto ocurriera, en 1716, Salvatierra había intentado de forma infructuosa el llegar al puerto nombrado por Vizcaíno como La Paz. Lo difícil del terreno, pero sobre todo el carácter huraño y agresivo de los Guaycuras, hizo imposible su llegada y tuvo que regresarse con grave riesgo de un levantamiento de estos californios en contra de él y la gente que lo acompañó en la expedición), el explorar el territorio austral de la California se había convertido, de nuevo, en una petición importante de las autoridades españolas a través de las epístolas que enviaba el Virrey Don Baltasar de Zuñiga y Guzmán, duque de Arión, marqués de Valero. El motivo de ello era el encontrar y colonizar un punto en estas latitudes que sirviera para dar refresco a los pasajeros y tripulantes del Galeón de Manila, los cuales llegaban a este punto sumamente cansados y enfermos.

Fue entonces que se decidió que los sacerdotes Jaime Bravo y Juan de Ugarte realizaran una incursión por mar, utilizando para ello la Balandra “El Triunfo de la Santa Cruz”, el primer navío construido totalmente en la California, hasta llegar al puerto de La Paz. Sin embargo, esto no era suficiente, se necesitaba que otro sacerdote realizara el viaje por tierra para encontrar una ruta por la cual pudieran llevarse el bastimento y la gente necesaria para dar apoyo a la futura Misión que se estableciera. En ese tiempo los barcos eran sumamente frágiles, además de que quedaban a merced del clima, por lo que depender únicamente del apoyo por mar era sumamente arriesgado y nada prudente. El sacerdote ideal para realizar esta labor era Clemente Guillén. La razón de ello era que Guillén había realizado un recorrido desde Loreto hasta alcanzar Bahía Magdalena en el año de 1719, lo cual fue un hecho sumamente importante porque conoció por lo menos el cincuenta por ciento del camino para llegar a la ensenada de La Paz además de que dejó hechas amistades con algunas rancherías que habitaban en esos sitios, lo cual le resultó muy ventajoso.

Clemente Guillén nació en la ciudad de Zacatecas en el año de 1677. A los 29 años fue ordenado sacerdote en la ciudad de Oaxaca y, hasta el año de 1713 fue profesor en el colegio jesuítico de ese lugar. En el año de 1714 llega a la California y fue destinado a la Misión de San Juan Bautista Malibat o Ligüí. Realizó diversas expediciones de exploración de la California entre las que destaca la de Loreto a Bahía Magdalena, San Juan Bautista Malibat a La Paz y La Paz a Cabo de San Lucas. En el año de 1721 funda la Misión de Nuestra Señora de los Dolores y se traslada a esta una vez que se tuvo que cerrar la de San Juan Bautista Malibat o Ligüí por falta de naturales. En el año de 1732 fue nombrado visitador de las Misiones de California. En el año de 1746 se retira a Loreto ya viejo y cansado, en donde fallece en 1748 a los 71 años de edad.

El inicio de la expedición de Guillén fue el 11 de noviembre de 1720, diez días después de que partieran por mar los sacerdotes Ugarte y Bravo. Las grandes penurias y dificultades que tuvo durante su viaje se debieron a que escogió el camino más escarpado para llegar a La Paz, el cual es el que se encuentra en la parte occidental de la Sierra de La Giganta, adyacente al Golfo de California. Toda esta parte de la sierra es un terreno de gran dificultad y en la actualidad pocas personas se atreven a transitar por él, menos arriando un ato de mulas y en ellas una buena carga de bastimento para el trayecto. El sacerdote Guillén comenta que todo eran cuestas y mal camino, playas pedregosas y cerros sumamente empinados en donde era común que resbalara la carga y las mulas se desbarrancaran.

Durante las largas jornadas siempre encontraron agua, pero en la mayoría de los lugares era salobre y muy mala para tomar, tanto que incluso ni los mismos animales  la querían probar. Fue común durante estas jornadas que se avanzara unas leguas (una legua igual a 4828 metros) y se tuviera que retroceder todo ese trecho debido a que se topaba con barrancos o montañas encumbradas. En varias ocasiones el sacerdote Guillén reporta que los californios que llevaron de Loreto para que les sirvieran de guía huían a la menor oportunidad, espantados, por un lado, por las penurias de hambre, sed y cansancio, pero por otro por el miedo que les inspiraban los Guaycuras que constantemente los asediaban en el trayecto.

El día 28 de noviembre, cansado todos de tantos contratiempos, sin agua y con muy poco bastimento, hicieron una junta en donde decidirían el destino de la expedición. Después de múltiples deliberaciones decidieron proseguir hasta el punto donde ya les fuera imposible avanzar y que en ese momento regresarían a Loreto alimentándose de la carne de la caballada y de los mezcales que pudieran conseguir en el camino. Afortunadamente, a poco de andar unas 12 leguas encontraron una salida de esta sierra y dieron con terreno llano en donde a poco encontraron unas pozas de agua con las cuales satisfacer la sed que ya los venía extenuando. Fue entonces cuando los pocos Californios que los acompañaban decidieron abandonarlos aprovechando un descuido.

Es interesante leer cómo los soldados que acompañaban a Guillén eran diestros para realizar el famoso batequi. Hacer batequi es una frase que aún emplean algunos rancheros sudcalifornianos en la actualidad y se refiere a los pozos que hacen en los cauces de arroyo, en la búsqueda del agua superficial que ha quedado después de las lluvias. Muchos rancheros aseguran que en los cauces de arroyo donde abundan los árboles de mezquite, es casi seguro que hay agua a poca profundidad. Estos conocimientos fueron los que mantuvieron con vida a la expedición en más de una ocasión durante esta travesía.

Para el día 4 de diciembre llegaron a un sitio donde descubrieron un arroyo muy pequeño pero con agua suficiente para calmar su sed, además en sus orillas crecía bastante zacate el cual ayudó en mucho a sosegar el hambre que tenía la caballada. El día siguiente llegaron a una parte de la Sierra de la Giganta que cae al mar y pudieron seguir su camino hasta donde unos cantiles (acantilados) se los impidieron, sin embargo, era tanta su desesperación que decidieron sortear este obstáculo con la firme creencia que tras de él se encontraría el seno califórnico, esto es, la Bahía de La Paz.  El trasponer estos acantilados no fue tarea fácil y mucho menos empujando o jalando a las mulas las cuales estaban cansadas al igual que los exhaustos soldados.

Finalmente el día viernes 6 de diciembre de 1720 llegaron a la parte occidental de la Bahía de La Paz, probablemente donde hoy es el poblado de El Centenario y, desde allí divisaron la balandra que ya había llegado desde más de 33 días antes a este sitio (3 de noviembre). Hicieron señas y gran gritería para que los vieran sus compañeros y unas horas después pasaron en la balandra a todos los expedicionarios y una parte de la caballada, el resto la pasaron el día siguiente, para reunirse en el punto final.

El padre Clemente Guillén permaneció en La Paz hasta el día 10 de enero de 1721 en que emprende el regreso a su misión de San Juan Bautista Malibat o Ligüí, sin embargo lo realiza por un camino diferente. Durante los días que permaneció en La Paz despachó a un grupo de soldados los cuales buscaron un camino menos penoso que el que habían tomado para trasponer la sierra y encontraron uno por el lado de a Mar del Sur (este camino es el que siguió para su trazo la carretera Transpeninsular), el cual era menos dificultoso y por lo mismo garantizaba un retorno más rápido. Si bien es cierto que durante la marcha de regreso no enfrentaron los obstáculos de la orografía que se les habían presentando anteriormente, aquí los peligros estuvieron con los californios de la ranchería de Jesús Remeraquí, los cuales se mostraron hostiles con ellos en todo momento creando una atmósfera muy tensa en buena parte del camino, con riesgo inminente de sufrir un ataque.

En uno de los encuentros con estos Guaycuras escucharon que les gritaban algunas frases que los soldados y el padre Guillén no entendieron, pasadas unas horas los intérpretes que llevaban con ellos les dijeron que les decían insultos buscando que se enojaran y se fueran a las armas. Algunos de estos insultos eran “¿Por qué no tienen arcos esos advenedizos? quizás son mujeres”, “estos tienen miedo, si tienen miedo, ¿para qué vienen a nuestras tierras?”. Afortunadamente, gracias a los llamados a la calma y a ser pacientes por parte del Padre Guillén a los soldados, a que los Guaycuras no se decidieron a lanzarse sobre los expedicionarios y a que el martes 21 de enero llegaron a la ranchería de Santa Cruz Udaré en donde el cacique era amigo del padre Clemente, pudieron desanimar cualquier ataque hacia ellos. Incluso el cacique amigo les llamó fuertemente la atención a los Guaycuras belicosos reprochándoles la forma tan vil en que habían tratado a sus amigos. Finalmente el jueves 23 de enero el sacerdote Clemente Guillén llegó a su misión de San Juan Bautista Malibat o Ligüí y poco después, los soldados que le acompañaron al Real Presidio de Loreto.

Durante el trayecto del padre Guillén en su expedición logró bautizar algunos sitios de los cuales en algunos casos el nombre aún persiste y en otros fue sustituido. Algunos ejemplos son: San Juan Bautista Malibat (Ligüí), Catechiguajá (?), Pucá (Agua Verde), Santa Daría Acuré (Santa Marta), San Carlos Aripaquí (San Carlos), San Gregorio Asembabichi (Tembabichi), Santa Isabel Cahué (arroyo de Montalvá),  San Félix Acuí (arroyo Punta Blanca), A paté (Los Dolores), Nuestra Señora de los Dolores (Los Dolores),  Sierra del Tesoro (cuesta de los Burros), La Presentación de Devá (Kakiwi), San Martín Quaquihué (Kakiwi),  San Eugenio lchudairí (llano Mezquitito), Santa Cecilia Caembehué (arroyo San Francisco), Santa Felícitas (arroyo San Francisco), San Chrysogono Arecú (rancho El Potrero), Santa Catalina de los Miradores (arroyo La Soledad), Los Desposorios de Nuestra Señora (arroyo Santa Rita del Coyote),  San Andrés del Paredón (rancho El Caracol), San Saturnino del Pedernal (El Pilar), etc.

De lo acontecido en este viaje tenemos la suerte de que se haya consignado por el sacerdote Clemente en un diario el cual tituló: “Expedición por tierra desde la misión de San Juan Malibat a la bahía de La Paz en el seno Califórnico, año 1720, por el padre Clemente Guillén”. El mencionado documento se conserva en la Biblioteca Nacional de México, archivo franciscano, caja 3, documento 49 .1 y se ha impreso en varias ocasiones tanto en español como en inglés.

El difundir las exploraciones de estos Misioneros, más allá de caracterizarlos en ese instinto maniqueo tan humano de lo bueno y lo malo, nos permite conocer más sobre la Antigua California y sus habitantes desde diversas perspectivas que van de lo antropológico, lo biótico, lo botánico, etnográfico, etc. Es grande la tarea de los historiadores aún ya que esta es la punta del iceberg de la gran historia de esta tierra.

 

Bibliografía:

Diario “Expedición por tierra desde la misión de San Juan Malibat a la bahía de La Paz en el seno Califórnico, año 1720, por el padre Clemente Guillén”.

La Primera Entrada. Descubrimiento Del Interior De La Antigua California – Carlos Lazcano Sahagún.

“Tres Hombres Ilustres De Sudcalifornia, Jaime Bravo, Manuel Márquez de León y Agustín Arriola Martínez” – del Prof. Leonardo Reyes Silva

“La Paz, ciudad y puerto mexicano: Origen, proceso histórico y símbolos emblemáticos” del Prof. Gilberto Ibarra Rivera

Efemérides Sudcalifornianas – del Prof. Eligio Moisés Coronado

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

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Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

Profesor de Educación Primaria, Licenciado en Educación Especial y Maestro en Ciencias de la Educación. Labora en la Secretaría de Educación Pública y comparte su tiempo con su pasión por la historia de la California del Sur. Administra el grupo de Facebook “Conociendo Baja California Sur”. Nació el 22 de septiembre de 1969 en Puerto Vallarta, Jalisco, pero radica en Sudcalifornia desde hace 44 años. Actualmente es Director de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular No. 17 y Maestro de Comunicación del Centro de Atención Múltiple “Gilberto Vega Martínez” en La Paz. Escribió la antología (Ebook) “Piratas, Corsarios y Filibusteros en la Antigua California”.

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