The Crown en Netflix: la nueva joya de la corona

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The Crown, producción millonaria en Netflix. Fotos: Internet.

Kinestoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). ¿A qué se enfrentan las princesas de carne y hueso? El final feliz de la clásica historia que Walt Disney se encargó de contarnos una y otra vez durante años nos enseñó que ésta concluía al casarse y crear una familia. Para la reina Elizabeth II ese fue el comienzo de su historia, y Netflix lo trae con lujo de detalle en diez portentosos capítulos.

El productor y guionista Peter Morgan funge como creador y showrunner de este drama de época que nos traslada con lujo de detalle a la vida de la familia real británica, justo en los últimos días del Rey Jorge VI y el ascenso al trono de su hija Elizabeth. Pero antes de adentrarnos más en la serie es justo reconocer el trabajo que Morgan ha realizado entre los cuales destacan los guiones de: The Queen –nominado al Oscar por mejor guión original en 2006–; Frost/Nixon –que antes de ser llevada al cine fue una exitosa obra de teatro–; The Damned United –una de las mejores películas sobre fútbol jamás realizadas, sobre el legendario entrenador Brian Clough que llevó a uno de los equipos más humildes de Inglaterra a ganar la Champions League–; o Rush –película que retrata la rivalidad entre los conductores de Fórmula 1, Niki Lauda y James Hunt.

Con ese currículum y el apoyo del galardonado director de películas como Billy Elliot y The Hours: Stephen Daldry, The Crown se coloca como uno de los acontecimientos televisivos más importantes de 2016, y posiblemente de la historia. Si alguien dudaba que las plataformas de streaming han llegado para quedarse, esta producción estimada en 130 millones de dólares (13 millones por capítulo) vale cada uno de los centavos que se invirtieron en ella. La televisión está cambiando y el poder de elección que el televidente tiene el día de hoy ha empujado a la industria a plantearse nuevos límites que hace tan solo cinco años eran impensables para una producción televisiva.

Cabe destacar que mis expectativas hacia la serie eran muy bajas. Nunca he sido un gran seguidor de las historias que involucren a la realeza y creo que eso reside en la banalización y desconocimiento que en nuestro entorno se maneja esa clase de información, y aquí no esperaba encontrar más que historias de amoríos y despilfarro de la familia real. Y si, sin duda los hay, pero con el curioso detalle que los amoríos y el despilfarro de la familia real repercuten en temas de Estado y de Gobierno. Y es el Gobierno representado por el Primer Ministro quien se encomienda a la monarquía para hacer su trabajo y en nombre de éste lo realiza, pero es el mismo Gobierno que coordina las acciones del Jefe de Estado –el monarca– y de su familia, y que decide en reuniones de gabinete y en cabildeos con el parlamento, situaciones como con quien pueden casarse los miembros de la familia real, o en que lugar deben residir.

Y fue ahí, en las imponentes apariciones de Winston Churchill interpretadas con esmero y aplomo por  el experimentado John Lithgow en una de las mejores caracterizaciones de su carera; y en la sorprendente evolución que el personaje de la reina Elizabeth II tiene a lo largo de la serie, llevada sobre los hombros de una prácticamente desconocida Claire Foy; donde se tejen las enormes responsabilidades de cada uno de sus personajes. El primer ministro, Churchill, aferrándose con todo a la silla gubernamental con un elevado y desorientado sentimiento del deber y la responsabilidad del poder; y una reina que carga con la corona como un peso enorme, indeseado pero necesario, dejando de lado sus intereses personales para convertirse en el ser celestial que el pueblo británico aclama.

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Así, con ellos dos como hilo argumental de la historia, la atención al detalle es sorprendente. La atmósfera de Londres envuelta eternamente en la bruma gris que ocupa cada resquicio de la fotografía; los decorados de interiores y exteriores que amedrentan al espectador por su exuberancia y soledad; el diseño de vestuario que refleja la personalidad del mundo de la época. Todo recreado a paciencia y dedicación que deslumbra a pesar de los tonos grisáceos que lo rodean.

Netflix sigue sorprendiendo. La mayor apuesta a la fecha de la plataforma ha cumplido su cometido y la segunda temporada ya está en producción. Después de éxitos como House of Cards, Orange is the New Black y las series basadas en los personajes de Marvel, este drama histórico significa un nuevo punto de referencia en las producciones televisivas. Se dice que actualmente estamos viviendo la época dorada de la televisión, y sin duda con esta serie las piedras preciosas se incrustan y brillan en la pantalla.

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Marco A. Hernández Maciel

Nació en La Paz a inicio de los 80’s. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por el Tec de Monterrey. En 2006 dirigió el corto “Maldito Murphy” con la beca “Jóvenes Creadores”. Ha sido docente en la UABCS, Universidad de Tijuana y Universidad Mundial en guionismo y producción audiovisual. No puede evitar decir “I’m Batman” con voz rasposa, balbucear diálogos de “Volver al Futuro”, elogiar a Hitchcock o llorar al ver “Toy Story 3”.

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