¿Qué aprendí trabajando para la Fuerza Aérea y el Ejército norteamericano?

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Colaboración Especial

Por Pablo Chiw

 

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Mi estatuto de top security clearance me permitió acceder a los cuarteles de Sam Huston en Texas, Ft. Jackson en Carolina del Sur y la base aérea Hanscom en Massachussets.

Las diferencias culturales entre los mexicanos y los norteamericanos a la hora de entender y relacionarse con su ejército son impresionantes y tiene sus explicaciones lógicas. Antes de Calderón y para la imagen pública, el ejército mexicano salía de sus cuarteles principalmente para atender emergencias naturales a través del Plan DN-III. Eran admirados y admirables, sin embargo, después de que George Bush le ordenó a Calderón ejecutar una guerra contrainsurgente en México, el ejercito mexicano pasó de ser protector a verdugo. La relación con su pueblo cambió de significado.

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En Estados Unidos la cosa es completamente diferente, cuando salíamos a comer a los restaurantes e iba con nosotros algún soldado uniformado, a la hora de pedir la cuenta siempre nos enterábamos de que otro comensal ya se había hecho cargo de la suma. Incluso en los bares ocurría este fenómeno. Caminar con ellos en la calle era como andar con una estrella de la farándula, infantes y adultos se acercaban para decirles gracias por su servicio. Los soldados norteamericanos son venerados y su sociedad se encarga de hacerlos sentir como verdaderos héroes.

Pero no son muy inteligentes

Contra toda lógica personal y para mi sorpresa, los criterios de selección del ejercito norteamericano, no privilegian la inteligencia o la educación para subir en la cadena de mando, existen dos factores principales: puntuaje en las pruebas de condición física y tiempo de servicio en zona de conflicto armado. Quienes suben más rápido son los más fuertes y los más valientes y las posiciones que te dan más puntos son también las más riesgosas, la principal es la de chofer.

Los soldados que salen muy bajos en sus exámenes de inteligencia tienen acceso a este tipo de puestos, si sobreviven llegarán a ser jefes. Quienes sacan los mejores puntuajes de coeficiente intelectual son canalizados a funciones más especializadas donde hay un techo prácticamente inmediato, no hay escalones para el crecimiento y sus carreras no son requeridas en el campo de batalla, ya sean puestos de investigación, análisis, inteligencia, administración, etc. El sufrimiento es notorio y constante, los soldados más inteligentes no soportan que un verdadero idiota sea su jefe de mando y aunque parezca una verdadera locura, las cosas funcionan así y también tiene una explicación lógica. La estructura militar opera como un todo gracias a la obediencia y no a la inteligencia, el gobierno necesita de generales capaces de obedecer y de hacer obedecer, no de pensar, cuestionar y confrontar al poder político o económico. Se trata de técnicos diestros en la ejecución, mas no en la reflexión.

El pensamiento crítico dentro de los batallones es prácticamente inexiste, miles de jóvenes traídos de las zonas rurales que jamás han leído un libro completo en su vida. Cuando llegué a compartir con ellos dentro de las barricadas quedé estupefacto al darme cuenta que el ejército provee a las bases militares con todas las películas de super héroes. Allí estábamos en las barricadas viendo al Capitán América, Iron Man o Batman y cuando el héroe vencía a un enemigo, los soldados se levantaban eufóricos a celebrar el triunfo, de la misma manera en que nosotros nos levantaríamos para gritar un gol de la selección mexicana ¿Absurdo? Ver para creer. Eran principalmente unos niñotes musculosos, brutos, obsesionados con la guerra, las armas y el asesinato.

Revisé el puntuaje de uno de ellos, su coeficiente intelectual estaba por debajo de la media y me platicaba que estaba preocupado por las opciones laborales que le ofrecerían, la más inmediata era chofer y esto significaba riesgo. Si bien hay muchos fanáticos cuya justificación existencial es la de ir a otros países a matar a los malos, también hay miles de jóvenes que entran al ejército para pagar su deuda estudiantil, sacar a sus familias de la pobreza o simplemente tener un techo donde vivir. Tal era el caso de este amigo, él no quería ir a la guerra sino salir de la pobreza y terminó como operador de drones, al parecer, no necesitas de mucha capacidad intelectual a la hora de presionar el botón del joystick y destruir blancos enemigos, sea infraestructura o vidas humanas.

En México es distinto

Después de Calderón la relación ejercito-pueblo quedó muy dolida, las violaciones sexuales, las ejecuciones extrajudiciales, las masacres, la colusión con el narcotráfico y el abuso de poder en contra de la población marcaron profundamente el vínculo, el protector se convirtió en agresor y esto significó traición.

Si para los norteamericanos sus soldados son héroes ¿Qué son para nosotros nuestros soldados?

Pepe Escobar uno de los más grandes analistas geopolíticos explicó hace unos días en su conferencia desde Porto Alegre que el poder para los países lo otorgan sus milicias, aunque nos duela a muchos pacifistas, esta declaración está respaldada por la realidad: Tanto Estados Unidos, China, Rusia e India pilares del poder hegemónico global gozan de los ejércitos más poderosos del mundo, no es ninguna coincidencia y es relativamente simple de entender, si tienes miles de millones de pesos en tu casa necesitas seguridad para protegerla, así de sencillo. México ha sido históricamente saqueado porque no tenemos suficiente fuerza para proteger nuestra riqueza.

Creo que tenemos que reflexionar profundamente sobre el doble vínculo que tenemos con el poder militar ¿con quién están? ¿a quién obedecen? Son fundamentales si queremos crecer, pero nos han hecho mucho daño. La guerra contrainsurgente de Calderón tuvo el propósito de paralizar mediante el terror de la violencia a la población mexicana que exigió en las urnas el giro hacia la izquierda, el voto por voto, casilla por casilla se convirtió en una amenaza directa para Washington que veía en la democratización de nuestro país la pérdida del férreo control que tenía con Salinas, Zedillo y Fox. Hubo injerencia extranjera directa en las elecciones del 2006, el fraude electoral estuvo patrocinado desde Washington, la misma campaña de Calderón recibió dinero de la administración de Bush y esto fue un acto de guerra, pero el ejército mexicano no respondió, sino que se subordinó al mando del espurio Felipe Calderón, las armas de nuestros soldados no apuntaron al extraño enemigo que profanó con su planta nuestro suelo, las apuntó en contra de su propia gente y para beneficio enemigo.

Con Andrés Manuel López Obrador las cosas han cambiado evidentemente, el presidente le ha dado su voto de confianza al ejército y les ha aumentado sus cuotas de poder, las grandes obras ahora están dirigidas por el brazo armado de la nación y esto es fantástico, la militarización de México no solo es deseable, sino que es urgente pues tenemos como vecino al peor criminal global que ha existido en los últimos cien años, una mente maestra a la hora de usurpar recursos naturales, asesinar presidentes desobedientes, derrocar democracias y encubrir verdades con estructuras discursivas masivas y omnipresentes.

Pero las dudas de la militarización de México no las encuentro en el hecho mismo de militarizar, sino en los sujetos desde los altos mandos militares que se subordinaron a la voluntad extranjera ¿no son acaso traidores a la patria? ¿ahora si van a hacer lo correcto? Para muchos de nosotros, es la primera vez en nuestras vidas que tenemos un gobierno soberanista, por este motivo, es la primera vez que vemos en los medios norteamericanos las constantes amenazas por invadir a México. Esto iba a pasar, porque ya sucedió en todos los países latinoamericanos que tuvieron presidencias soberanistas, inclusive Jorge Edwards, embajador de Chile en Cuba durante el gobierno de Salvador Allende confesó para la prensa española que Fidel Castro le dijo que tenía miedo de que los americanos asesinaran al presidente chileno y le ofreció ayuda militar para proteger su vida. Pero Salvador Allende fue asesinado por Washington a través de Augusto Pinochet, un militar chileno.

El grandísimo reto de México es el de proteger su soberanía nacional frente a Estados Unidos, ya sabemos cuáles son los tentáculos de los americanos aquí en México: cárteles de la droga que fungen como milicias privadas al estilo de Al Qaeda, armadas y entrenadas por Washington para desestabilizar a los gobiernos no alineados, pagados para ejercer violencia escandalosa la cual justifica la intervención militar norteamericana con el pretexto de aniquilar la semilla del terrorismo ¡que ellos mismos plantaron!

También tenemos el tentáculo civil empresarial, mexicanos y mexicanas que han sido premiadas por facilitar el despojo extranjero al apoyar las reformas neoliberales; PRI, PAN, PRD dirigidos por los Claudio X y demás cúpulas económicas antimexicanas.

Hoy vemos a un país que en contra de todos los pronósticos globales está creciendo y se está fortaleciendo, México como uno de los principales destinos para la inversión, México con una de las monedas más fuertes en el globo, México como el principal destino de los norteamericanos para venirse a vivir, México como uno de los países que no han adquirido deuda extranjera, México como uno de los países que más han reducido la deuda extranjera, México el país que apostó por las refinerías y ganó (a pesar que la gallina de los huevos de oro (PEMEX) ya estaba muerta). Todos estos hechos nos abren los ojos para darnos cuenta de que México es un titán y nunca estuvo dormido sino encadenado.

El ejército mexicano será quien defina con su lealtad o su traición el rumbo glorioso o vergonzoso de nuestra patria y de nuestra historia.

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Colaboración Especial

Por Pablo Chiw

Licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de la Laguna, especialista en Psicoterapia Clínica por la Universidad Diego Portales; Maestro en Liderazgo Educativo por la Universidad Mundial; Maestro en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma de Baja California Sur; y actualmente Estudiante de Doctorado gracias al apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología en el posgrado de Desarrollo Sustentable y Globalización de la UABCS.

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