Pasajeros: viaje sin retorno a la mediocridad

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“Pasajeros” ya está en las salas de cine de La Paz. Fotos: Internet.

Kinestoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En 2014, el director noruego Morten Tyldum sorprendió al mundo con la película El Código Enigma, misma que le consiguió su primera nominación al Oscar y lo trasladó al reconocimiento mundial de inmediato. Si a ello le sumamos una pareja protagonista del calibre de Jennifer Lawrence y Chris Pratt con una historia que promete suspenso a bordo de una nave espacial algunos años en el futuro, el resultado debería ser algo memorable. Pues no, estamos ante una tremenda decepción que funciona solamente por la presencia de los protagonistas, pero que sin ellos se queda sin ningún valor que pueda ser aprovechable de este film.

Y hablamos solamente de presencia porque es lo único rescatable que existe por parte de los actores; no su interpretación, ni sus diálogos, mucho menos su desarrollo de personaje. Este filme se ancla en esos fotogénicos rostros populares, con unas dosis de atractivo visual centrado en el bikini de Lawrence y el trasero de Pratt. Con un Chris Pratt demasiado encasillado en sus papeles de tipo alivianado y cómico y que nunca puede salir de ese rango aunque haya derramado lágrimas que en gravedad cero resbalan alegremente por su mejilla. Y después Jennifer Lawrence que le dota un poco de profundidad a la historia y en momentos parece que puede detonar en una travesía interesante, pero pronto cae envuelta sin remedio en  la mediocridad de la cinta que denota un hastío bárbaro hacia el final de la misma.

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Por otro lado el guión de Jon Spaihts (Prometeo, Doctor Strange) no muestra ningún respeto por el espectador. La historia intermitentemente navega entre el suspenso, acción, comedia y romance por lo que nunca logra afianzarse y se diluye hacia un final completamente irracional. Sin dejar de lado todos los datos inverosímiles que van derrochando minuto a minuto, convirtiendo esto en un festival de incoherencias que provocan querer abandonar la sala mucho antes del predecible final. Si, la mayoría de las producciones fílmicas de viajes espaciales no se acercan mucho a la realidad científica, pero cuando la historia no conecta en su nivel más básico de empatía con los personajes, estos detalles hacen insoportable la experiencia.

Eso sin mencionar la música de saxofón que parece sacada de una grabación bancaria que eligieron para recrear algunas escenas en el espacio; o la absurda insistencia de llenar la sala con el sonido de los supuestos movimientos robóticos de un androide interpretado por Michael Sheen, que increíblemente tiene los mejores diálogos de la historia.

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La premisa era una aventura prometedora, pero el mal hollywodense de hacerlo todo más grande, más brillante, más alto, más caro convirtieron esto en un circo espacial que nadie puede tomar en serio. La cultura del super size hace su brutal aparición en un filme que quiere abarcar todo, y al final no rescata nada. Una historia centrada la desesperación y necesidades de dos personajes en una situación aún desconocida por el ser humano, que fue atiborrada de excesos y cursilerías que son un lastre para el resultado final. Sin toda esa carga extra, la nave de los Pasajeros quizás no se hubiera perdido sin remedio en el universo de la intrascendencia y la mediocridad.

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Marco A. Hernández Maciel

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Nació en La Paz a inicio de los 80’s. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por el Tec de Monterrey. En 2006 dirigió el corto “Maldito Murphy” con la beca “Jóvenes Creadores”. Ha sido docente en la UABCS, Universidad de Tijuana y Universidad Mundial en guionismo y producción audiovisual. No puede evitar decir “I’m Batman” con voz rasposa, balbucear diálogos de “Volver al Futuro”, elogiar a Hitchcock o llorar al ver “Toy Story 3”.

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