“La mujer ladrillo”, la nueva novela de Eduardo Rojas Rebolledo

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“La mujer ladrillo”, novela del escritor sudcaliforniano Eduardo Rojas Rebolledo. Fotos: Internet.

El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Las relaciones humanas son difíciles, universos encontrados, confrontados, que tratan de interactuar desde la personalidad, el carácter y el sentido individual de la vida. Todos somos eso. Cada uno de nosotros somos un intenso debate cotidiano por la supervivencia y el entendimiento de las cosas, que incluye la interrelación con nuestra especie. Cosa, repito, nada fácil.

Al vivir colectivamente, tenemos que convivir. Esa convivencia nos marca pautas, patrones de conducta, modelos a seguir para poder encajar lo más posible. No nos gusta ser diferentes y mucho menos que nos juzguen por eso. Rechazamos todo aquello que no se apegue a la norma social, que a veces se difunde machaconamente por los medios masivos de comunicación, en especial la publicidad comercial o la propaganda política. Pero lo cierto es que somos diferentes nos guste o no. El truco está en aceptarlo dentro y fuera de nosotros, así no habría tanto conflicto. Digo. Cada uno de nosotros carga en su historial genético y de vida los elementos que nos distancian de otro individuo. Claro, también hay puntos de alianza, puntos de coincidencia (y quizá ésos son a los que queremos aferrarnos con desesperación para no sentirnos solos o diferentes).

Recientemente estuvo en La Paz el escritor sudcaliforniano Eduardo Rojas Rebolledo para presentar su más reciente libro, La mujer ladrillo (publicada por el Fondo de Cultura Económica), cuya lectura nos ofrece un buen número de alternativas para ver la realidad. Alguna vez le dije a una amiga escritora que soñaba con escribir el libro más bello del mundo, o al menos que tuviera ese cariz, pero una vez que leí La mujer ladrillo creo que tendré que desistir de tal pretensión. ¿Por qué? Porque esta mujer ladrillo nos sumerge en un mundo totalmente maravilloso, que trastoca la realidad y nos pone de frente con lo disímil, con lo desconocido. El estilo, el lenguaje que utiliza Rojas Rebolledo nos guía de la mano con la emoción de enterarnos de un personaje entrañable y al mismo tiempo doloroso, una mujer que es capaz de despertarnos la sonrisa y también la compasión, en un sentido inteligente y muy humano.

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Eduardo Rojas Rebolledo. Fotos: Cortesía.

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De seguro otras lecturas, más académicas, podrán encontrarle reflejos o rescoldos de los grandes mitos de la humanidad, que son en esencia la respuesta a lo que el medio social provoca. Los mitos eran un modo de explicar el contexto y los temores de saberse conscientes. Pero Milagro, la mujer ladrillo, es un ser enclavado en su individualidad, con una naturaleza más sujeta a su cuerpo (nació sin piernas ni brazos) que a lo que pudiera resultar de ella como producto de las relaciones humanas. Son los personajes los que giran alrededor de Milagro y nosotros como lectores incluidos; Milagro gira sobre sí misma como un planeta lleno de vida, que orbita su sistema en silencio, pero que no deja indemnes a los demás, que sacude y los deja con las sensaciones a flor de piel. Milagro no sólo es un ladrillo libre de una pared, es una ficha de dominó capaz de transformarlo todo.

Eduardo Rojas Rebolledo ha sido responsable de crear desde la realidad de muchos este pequeño cosmos que nos habla de una mujer que fue abandonada del afecto de la madre, pero no del padre, con quien logra establecer un profundo vínculo que va más allá del amor: es la comprensión de lo que significan vida y muerte. El lenguaje con el que fue erigido este relato viene no sólo desde el oficio de un escritor con experiencia, sino también desde la ternura, desde la entraña misma del desgarramiento.

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He escuchado a algunos lectores decir que gracias a este libro son capaces de entender a una persona con las características de Milagro. No quiero referirme a eufemismos políticos, médicos, no-discriminatorios —etiquetantes—, porque eso encierra en un concepto lo que erróneamente tratan de definir algunos grupos sociales. Una persona es una persona y punto. No hay que ser políticamente correctos para saberlo. Milagro sólo es una mujer, pero el relato de su vida nos pone de facto en lo que sucede día a día con personas que tienen otras maneras de ser. La mujer ladrillo es un libro que forma parte del escritor, sus demonios y fantasmas, pero inclusive su lucidez y sensibilidad. No me cabe duda, Milagro, es un milagro literario que despierta nuestras fibras interiores y nos invita a reflexionar más allá de nuestros conformistas, prejuiciosos modos de ver la vida.

Ahora bien, al leer nos queda una sensación de haber recorrido un libro de poemas enlazados, unas prosas llenas de palabras sorprendentes que nos arman la visión de un pueblo, de una familia, que puede estar en cualquier sitio de Baja California Sur. No hay forma de ubicarlo en algún género. Dice el poeta Rafael Márquez Meza que inauguró el género no-género. Quizá por eso La mujer ladrillo no sólo es diferente como personaje, sino también el universo en que se ubica. Por donde se le vea, este libro de Eduardo Rojas Rebolledo es luz ante el embate de la literatura inmediatista, oportunista (libros de temporada). Una brisa ante la violencia impuesta que nos agobia y que ya se trasladó al comercio de la literatura. Milagro, entre sus lectores, ya hizo lo suyo.

*Eduardo Rojas Rebolledo, La mujer ladrillo, México, Fondo de Cultura Económica, 2016, 122 páginas.

 

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Ramón Cuéllar Márquez

Nació en La Paz, en 1966. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Actualmente se desempeña como productor y guionista en Radio UABCS, donde dirige el programa “Letras Vivas, la voz de los escritores sudcalifornianos”. Ha publicado los libros de poesía: “La prohibición del santo”, “Los cadáveres siguen allí”, “Observaciones y apuntes para desnudar la materia” y “Los poemas son para jugar”; las novelas “Volverá el silencio”, “Los cuerpos” e “Indagación a los cocodrilos”; de cuentos “Los círculos”; y de ensayos: “De varia estirpe”.

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