La Fiesta (¿o sermón?) de las Salchichas

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“La Fiesta de las Salchichas”. Imágenes: Internet.

Kinetoscopio

Por: Marco A. Hernández Maciel

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Sexo explícito entre alimentos. Salchichas, pan para jates, tomates, elotes, mayonesa, mostaza, catsup, se preparan para mostrarnos una de las más locas orgías en la historia del cine animado. Además, tenemos a Seth Rogen, Kristen Wiig, Edward Norton, Jonah Hill, James Franco, Michael Cera, Paul Rudd y Salma Hayek prestando sus voces a los personajes principales, y ¡subtitulada! ¿Que más quieres? El cine es diversión y esta apuesta animada sólo para adultos promete un hit seguro, ¿no?

No. Esta producción resulta en un aberrante intento de afanes evangelizadores y filosofía más barata que la producida por Paulo Coehlo. Porque realmente, ¿alguien en este mundo necesita que una salchicha caliente que sólo busca introducirse en un pan nos venga a derrumbar los mitos de la religión? ¿En serio un baguel y una pita son el canal más efectivo para solucionar el problema entre Israel y Palestina? O los mexicanos, ¿no somos más que tequilas embriagados y tacos dorados?

Si bien, la intención en algún punto de la cinta es criticar los estereotipos y los clichés alrededor de cada grupo étnico, y reduce a los gringos a una raza controlada por el sexo y la mariguana, su afán didáctico la convierte en una especie de capítulo de Plaza Sésamo mal escrito, mal planeado, y lleno de maldiciones y leperadas. Porque en algún punto esta idea pudo ser buena, “un Toy Story en el Soriana”, pero los guionistas (Seth Rogen, Evan Goldberg y Jonah Hill) se desviaron demasiado y se convirtió en un tormento de tonterías que además, buscan aleccionar a una reflexión de la vida eterna y los supuestos dioses que nos gobiernan.

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Y es válida la intención, pero cuando prometes un film que te garantizará hora y media de carcajadas, y te encuentras a una salchicha dando consejos de superación personal a su amiga que salió defectuosa, tratas de explicar la alegoría de La Caverna de Platón con un bote de mostaza en crisis y terminas con una parodia de La rebelión en la granja de Orwell mezclado con una versión extrema de Sodoma y Gomorra, hay muchas cosas que simplemente no funcionan.

Y si bien dentro de todo hay momentos hilarantes y muy bien logrados, el guión nos regresa a ese laberinto filosófico-evangelizador que quiere que nos detengamos a reflexionar un poco sobre el sentido de la vida. Y es en ese momento donde te imaginas a los directores Greg Tiernan y Conrad Vernon como el cura gruñón, el vendedor de telemarketing, el prefecto de la secundaria, tu amigo el cerebrito o tu tío que viene del D.F. sermoneando y exponiendo toda su inmensa sabiduría,  que sólo logra irte irritando más y más hasta que abandonas la sala, o miras al piso y te desconectas del mundo para no sufrir un ataque de ansiedad.

¿Quieren disfrutar una verdadera fiesta de salchichas? Salgan a la esquina de su cuadra, lo disfrutarán muchísimo más que perder 89 minutos de su vida. Y por ese tiempo que les estoy ahorrando, al menos invítenme uno con todo y cebolla asada.

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Marco A. Hernández Maciel

Nació en La Paz a inicio de los 80’s. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por el Tec de Monterrey. En 2006 dirigió el corto “Maldito Murphy” con la beca “Jóvenes Creadores”. Ha sido docente en la UABCS, Universidad de Tijuana y Universidad Mundial en guionismo y producción audiovisual. No puede evitar decir “I’m Batman” con voz rasposa, balbucear diálogos de “Volver al Futuro”, elogiar a Hitchcock o llorar al ver “Toy Story 3”.

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