“Hasta el último hombre”: la redención de Mel Gibson

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Mel Gibson regresa a las grandes ligas de Hollywood con “Hasta el último hombre”. Fotos: Internet.

Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

Calificación ***** Bien actuada, escrita y dirigida.

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Todo indicaba que la carrera de Mel Gibson había terminado. Después de ser acusado de violencia intrafamiliar y de haber dicho comentarios antisemitas, Hollywood le había cerrado las puertas y no se veía la manera de que pudiera regresar. Se las ingenió para seguir activo con algunos proyectos de bajo presupuesto y este año, justamente 10 años después de aquella controvertida obra que fue Apocalypto, regresa con un potente film bélico que lo coloca de nuevo en las grandes ligas de Hollywood.

Hasta el último hombre cuenta la historia real del norteamericano Desmond Doss —interpretado por Andrew Garfield—, que fue condecorado por sus actos de heroísmo en la Segunda Guerra Mundial y que acudió a la lucha sin tocar un arma o disparar una sola bala. El reparto lo completan Hugo Weaving como el padre de Desmond y veterano de la Primera Guerra Mundial, y Vince Vaughn como el sargento Howell, que está intentando salir del encasillamiento como actor de comedia y poco a poco parece lograrlo.

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La película, que inicia con un tono inocente y campirano, puede llegar a ser sosa en un principio. Los diálogos y las situaciones se interpretan como un enorme sermón que no nos deja muy claro hacia dónde se dirige la historia, y las motivaciones del protagonista quedan poco claras. Pero pasando ese tramo de nostalgia en la visualización del sueño americano, la puesta en escena se tornan oscura, depresiva, incoherente, cruda, apabullante y asfixiante, pero eso es algo cinematográficamente muy bueno. El director logra una representación cruel de la guerra donde, irónicamente, el único con una misión clara es aquel que iba sin un arma en su hombro.

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Es ahí donde Mel Gibson entrega una lucha sin cuartel entre japoneses y americanos, sin tomarse ningún recato ni contemplaciones; a sangre y fuego va abriéndose paso entre la batalla donde nadie tiene la vida –o la muerte– asegurada. La cámara es como un soldado más que atestigua momentos de terror y angustia y que en cualquier momento puede caer abatida. La edición por su parte, logra crear la atmósfera adecuada en cada episodio de la cinta. Desde una sensibilidad que raya en la comedia romántica hasta culminar con el delirante y frenético ritmo de una batalla donde el horror se pasea con desparpajo entre las trincheras.

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Ahí, en todo ese caos, destrucción y muerte, la actuación de Andrew Garfield se sobrepone a su inicio bastante idílico, y nos entrega a un soldado comprometido no con la causa, no con su país, sino comprometido con la vida misma, con sus creencias y con sus compañeros de batalla. Poco a poco el guión nos va dosificando la información necesaria para que después de todo, podamos apropiarnos de esta increíble historia y sentirnos identificados con un personaje demasiado perfecto para ser verdad, tanto que el propio director lo clasificó en una entrevista como “un verdadero superhéroe pero sin traje de spandex”.

La calificación de Kinetoscopio:

5 Estrellas: Clásico imperdible

4 Estrellas: Bien actuada, escrita y dirigida

3 Estrellas: Entretiene

2 Estrellas: Sólo si no tienes otra opción

1 Estrellas: Exige tu reembolso

0 Estrellas: No debería existir

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Marco A. Hernández Maciel

Nació en La Paz a inicio de los 80’s. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por el Tec de Monterrey. En 2006 dirigió el corto “Maldito Murphy” con la beca “Jóvenes Creadores”. Ha sido docente en la UABCS, Universidad de Tijuana y Universidad Mundial en guionismo y producción audiovisual. No puede evitar decir “I’m Batman” con voz rasposa, balbucear diálogos de “Volver al Futuro”, elogiar a Hitchcock o llorar al ver “Toy Story 3”.

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