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Fundación. La serie que realiza la imposible tarea de adaptar la obra de Isaac Asimov

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Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

La Paz, Baja California Sur (BCS). He de empezar con una afirmación que considero importante: hasta la fecha, no he tenido la oportunidad de leer la obra de Isaac Asimov en que se basa esta serie. He leído algunos relatos y entiendo la trascendencia que el grupo de textos catalogados como Fundación tienen en la historia de la ciencia ficción y el enorme legado que Isaac dejó como escritor y leyenda de la cultura pop, así como las incontables referencias que existen en obras tanto escritas como audiovisuales que han sido influenciadas por este prolífico escritor.

Ahora bien, esto necesariamente no lo considero una desventaja, ya que siempre que se produce algo para la pantalla basado en un material escrito publicado con anterioridad, nos vemos obligados casi por instinto a hacer comparaciones y evaluar el resultado en pantalla con base en lo que nosotros nos visualizamos previamente al leer el texto. Incluso, aunque entendamos que al adaptar una obra literaria a la pantalla estamos hablando de otra obra completamente diferente, que el proceso de adaptación es más una transformación y recreación que un copy paste.

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Muchas veces las expectativas que teníamos basadas en nuestra visión, terminan por nublar el resultado final y no nos dejan ser objetivos al contemplar la obra audiovisual. Sin ese peso, creo que mis comentarios serán más objetivos y centrados en lo que vemos a cuadro, no en lo que no salió y en el libro era mejor.

En los dos primeros capítulos que ya están disponibles, la serie que tiene como showrunner a David S. Goyer, guionista de la trilogía de Batman de Christopher Nolan, entre otras notables producciones, tiene una extraña mezcla de apuro y lentitud. Trataré de explicar esto un poco mejor. El mundo que nos presenta es un Imperio Galáctico formado por miles de planetas y poblado por billones de personas. Es una cultura con tecnología muy avanzada que, incluso, puede dar saltos de miles de años luz en días, o en meses si se van más despacito.

Es un universo vastísimo, ilimitado y en la serie lo presentan todo tan rápido que no te da tiempo de procesarlo y, por ende, uno se siente perdido y desorientado, sensación que va despareciendo poco a poco conforme avanza la trama. Ahora, por otro lado la historia avanza muy lentamente, y eso provoca que la desorientación sea más marcada. Quizás el punto más crítico es al final del primer episodio, donde a pesar de ocurrir un evento casi cataclísmico, como espectador quedo indiferente porque sigo preguntándome en donde estoy.

En el segundo episodio, las cosas se aclaran un poco y el hilo conductor se vuelve más visible. Entonces, ya es posible apreciar un poco más la vastedad del diseño de producción y la ambición que los creadores de la serie tienen para lograr su cometido. Ya nos sentimos parte del Imperio Galáctico y los personajes van desvelando sus motivos. Encontramos sentido en las palabras del doctor Hary Seldon, científico y matemático llevado a juicio por el imperio porque dice cosas que no le gustan a los gobernantes (cualquier parecido con lo que está haciendo el Conacyt y la FGR es mera coincidencia).

Pese a ello, estos dos capítulos no terminan de cuajar porque la serie, se siente como una más. No encuentro todavía el sello distintivo que la pueda catapultar a ser el evento icónico que fue la obra escrita y a pesar de su vastedad, percibo que cayeron muy rápido en los clichés que la mayoría de las series estadounidenses tienen: un ritmo demasiado predecible y una forma de actuar de los protagonistas que transmite emociones muy planas, donde se nota también, un poco la desorientación de los actores al no saber a donde van.

De igual forma, la música es muy poco representativa y no logra transmitir su personalidad a la producción. Quizás sea un poco extraño decir esto, pero las mejores series que se han producido no se ven ni se sienten como series, se sienten y se ven como películas y cada capítulo se disfruta como una. Aquí no es el caso, y creo que ese enfoque cinematográfico le hubiera venido muy bien a una producción de este calado.

Sin embargo, creo que esta apuesta merece una oportunidad. Simplemente, con lo arriesgado que es esta empresa adaptativa y que solo hemos visto dos episodios de los diez que componen la primera temporada y el universo vastísimo del que apenas hemos visto un mínimo porcentaje, hay elementos suficientes para continuar acompañando esta apuesta al menos, hasta el final de la primera temporada.

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