
¿Estamos listos para defender nuestra patria?

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Vientos de Pueblo
José Luis Cortés M.
San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). En la mañana del 4 de marzo de 2025, un llamado a la defensa de México resonó en todo el país. Las palabras «Es tiempo de la defensa de México y su soberanía» retumbaron en cada rincón, evocando el espíritu combativo que ha caracterizado a nuestra nación a lo largo de su historia. Pero, ¿estamos realmente preparados para responder a este llamado? ¿Tenemos la fortaleza y la determinación de nuestros antepasados?
La historia de México, especialmente en Baja California Sur, está repleta de ejemplos de valentía y sacrificio. Recordemos a José Antonio Mijares, quien dio su vida defendiendo San José del Cabo en 1847. En una noche de noviembre, Mijares lideró un ataque audaz contra las trincheras enemigas, buscando silenciar un cañón que diezmaba las filas mexicanas. Aunque cayó en batalla, su sacrificio inspiró a sus compañeros a resistir por tres meses más. ¿Estaríamos dispuestos hoy a arriesgar tanto por nuestra patria?
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O pensemos en el teniente coronel Manuel Pineda Muñoz, quien resistió el asedio de fuerzas superiores en La Paz durante la misma intervención estadounidense. Con recursos limitados y superado en número, Pineda Muñoz y sus hombres demostraron un coraje inquebrantable. ¿Podríamos nosotros, ciudadanos del México moderno, mostrar tal determinación frente a la adversidad?
Años más tarde, durante la intervención francesa, el coronel José María Rangel y sus hombres defendieron San José del Cabo contra los invasores en 1864. Su resistencia, aunque finalmente doblegada, dejó una huella indeleble en la historia de la península. ¿Encontraríamos hoy en nosotros mismos la fuerza para resistir contra todo pronóstico
Estos hombres no lucharon por fama o riqueza, sino por un ideal de nación libre y soberana. Sacrificaron su comodidad, su seguridad y, en muchos casos, sus vidas por defender esta tierra. Hoy, en nuestra aparente paz y comodidad, ¿estamos dispuestos a hacer sacrificios similares?
La defensa de México en el siglo XXI ya no se libra principalmente en campos de batalla, sino en arenas económicas, diplomáticas y culturales. ¿Estamos preparados para renunciar a ciertos lujos o comodidades en aras de fortalecer nuestra economía nacional? ¿Nos atrevemos a alzar la voz contra la injusticia y la corrupción, aun cuando hacerlo pueda ponernos en riesgo?
Cuando compramos productos extranjeros en lugar de apoyar la industria nacional, ¿no estamos, de cierta manera, cediendo terreno en la defensa de nuestra soberanía económica? Cuando permanecemos en silencio ante los abusos de poder o la violación de derechos, ¿no estamos traicionando el legado de aquellos que lucharon por nuestra libertad?
La verdadera pregunta que debemos hacernos no es si nuestros líderes están a la altura de las circunstancias, sino si nosotros, como ciudadanos, estamos dispuestos a asumir la responsabilidad que conlleva defender a México. ¿Estamos listos para sacrificar nuestra comodidad por el bien común? ¿Tenemos el coraje de enfrentar las consecuencias de defender nuestros principios y valores nacionales?
La plaza principal de San José del Cabo, que lleva el nombre de José Antonio Mijares, no es sólo un monumento a un héroe del pasado. Es un recordatorio constante de lo que significa defender a México. Cada vez que pasamos por lugares como este, ¿reflexionamos sobre nuestro papel en la defensa de la nación o simplemente seguimos con nuestras vidas, inmersos en nuestra burbuja de confort?
El himno nacional nos exhorta a prepararnos para la batalla con un solo grito de guerra. Pero la batalla de hoy no se libra con armas, sino con decisiones diarias. Cada vez que elegimos la integridad sobre la corrupción, la solidaridad sobre el individualismo, el bien común sobre el beneficio personal, estamos defendiendo a México.
¿Estamos realmente listos para defender nuestra nación como lo hicieron nuestros antepasados? ¿O preferiremos quedarnos en nuestra zona de confort, esperando que otros libren las batallas por nosotros? La respuesta a estas preguntas no solo definirá nuestro presente, sino el futuro que legaremos a las próximas generaciones de mexicanos.
La defensa de México está en nuestras manos. No en las de un líder, un partido o un gobierno, sino en las de cada ciudadano. ¿Estamos a la altura de este desafío? ¿O dejaremos que la comodidad y la apatía erosionen los cimientos por los que tantos héroes dieron su vida? La elección, y la responsabilidad, es nuestra.
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