El intervencionismo estadounidense, Steven Spielberg y la delincuencia

FOTOS: Internet.

El librero

Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Todos conocemos sobre el tema del intervencionismo estadounidense y más en México, que lo ha padecido trágicamente, en especial durante 1846 y 1848, cuando perdimos más de la mitad del territorio nacional. Y justamente se le llama así a ese periodo de la historia de México: La intervención estadounidense (o norteamericana). Los gobiernos posteriores a esa etapa fueron bastante permisivos, unos más menos que otros.

Luego vino el cine, de cuya meca, Hollywood, han salido millones de filmes donde retratan a México como sumisos, obedientes, gobiernos entreguistas y vendepatrias que dejan que EEUU entre al país como Pedro por su casa; incluso al ejército mexicano lo han retratado como leal a las fuerzas militares gringas: no cuestionan la injerencia extranjera del país del Norte. En series, películas y documentales México es retratado como atrasado, que somos un territorio estadounidense, que en México ellos pueden hacer lo que se les pegue la gana. Ya durante la última parte del siglo XX, específicamente el periodo neoliberal de 1982 a 2018, las agencias policíacas tenían hasta su changarro con el completo permiso de los gobiernos priístas y luego prianistas. ¿Y la soberanía?, pues, bien, gracias, esa nomás estaba en el papel y se omitía su mención o su ejecución para no incomodar a ningún funcionario de EEUU.

También te podría interesar: Sobre Emilia Pérez, Audiard y el cine de ficheras

Pero a partir de 2018, se sacó a esas agencias del territorio nacional por órdenes del presidente Andrés Manuel López Obrador y situación ratificada por la actual presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y, claro, eso no le gustó al gobierno estadounidense, ni a sus políticas intervencionistas. Hay cientos de películas y series que introyectan la idea de que México es su patio trasero: caricaturizan a la policía, a las autoridades, los servicios turísticos y públicos; desprecian la lengua española, son clasirracistas con quienes tienen contacto con ellos; en resumen: la burla es el tono general, donde la obediencia sutil o abierta es la característica principal.

De esas películas, hay una que siempre me ha parecido de las mejores de Steven Spielberg, Encuentro cercanos del tercer tipo (Close Encounters Of The Third Kind, 1977), pero que tiene la marcada narrativa de que EEUU puede entrar a donde sea, como ya mencionamos. Al principio de la película la toma es un lugar perdido de Sonora, polvoriento (hay un ventarrón), con gente pobre, con un ejército mexicano que no cuestiona que estén ahí, sino que le dan plenos poderes para que intervengan; no se da a entender, ni por error, que hubiera un trámite previo, un permiso, nada: ellos están ahí por su soberana voluntad.

Los minutos siguientes es la consumación de la narrativa: como es un asunto de extraterrestres, sólo EEUU puede tener esa información y debe tenerla bajo su control. ¿Y México? Pues, nada, ¿cómo un país jodido va a saber de eso?, los gringos son los que saben. Ni por asomo se nos ocurre que México pudiera tener un interés así. Digo, la película es una fantasía, una recreación de algo que los gringos alucinan desde 1947 con lo de Roswell, pero Spielberg establece que se trata de algo real, le da verosimilitud a su relato, deja claro que ahí el poder narrativo lo tiene EEUU, es quien decide si aquello debe saberse o no: son propietarios de cualquier tecnología que pudiera ser extraterrestre, ¿México qué?, son aborígenes que no tienen idea con lo que están tratando. Ahí, la soberanía, ni por pudor aparece, no pinta.

Teníamos tan metida esa narración, que se nos hacía “normal” que sucediera, EEUU era el avanzado, con las leyes más justas, un país limpio y con harta lana que había que envidiar, no cuestionar ni ponerle un alto a su injerencismo ni a su intervencionismo: no, a EEUU había que darle todas las concesiones, había que aplaudirle, no criticarlo, EEUU debía ser un ejemplo de vida para nosotros, por lo que debíamos despreciar nuestro origen mexicano, indígena y aceptar el retraso cultural: debíamos avergonzarnos de nosotros mismos. Debía ser la norma, no la excepción.

Sin embargo, hoy, debido al secuestro en suelo mexicano de un delincuente presuntamente realizado por agentes estadounidenses, a sabiendas de que esas agencias no tienen ninguna autoridad legal ni moral, que se fortaleció con nuevas leyes para que EEUU no se vaya por la libre, aún así, ejecutaron un operativo para llevarse a ese delincuente del crimen organizado sin permiso de las autoridades de México, ni del gobierno federal ni de nadie: una clara violación a la soberanía nacional, al territorio y a los tratados internacionales de extradición.

Hoy que se cuestiona una incursión a territorio nacional sin previo aviso al Gobierno Mexicano, un sector mediático e ideológico – político alega entusiasmado que la presidenta está protegiendo al delincuente, con el claro propósito de golpear a su gobierno. Y no hay nada que los haga cambiar de esa idea porque así conviene a sus intereses, aun sabiendo de las evidentes faltas y violaciones de EEUU. Entre el cine, Spielberg y la delincuencia, la soberanía es la más afectada, lo cual dificulta aún más recuperar la dignidad, el respeto a nuestras leyes y a nuestro país, aunque unos cuantos vendepatrias no lo entiendan o tal vez lo entiendan, pero es más benéfico venderse al mejor postor.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

Compartir en
Descargar
   Veces compartida: 98

El librero

Ramón Cuéllar Márquez

Nació en La Paz, en 1966. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Actualmente se desempeña en Comunicación del Instituto Sudcaliforniano de Cultura. Ha publicado los libros de poesía: “La prohibición del santo”, “Los cadáveres siguen allí”, “Observaciones y apuntes para desnudar la materia” y “Los poemas son para jugar”; las novelas “Volverá el silencio”, “Los cuerpos” e “Indagación a los cocodrilos”; de cuentos “Los círculos”; y de ensayos: “De varia estirpe”.

Compartir
Compartir