El concepto de trabajo y su introducción en la antigua California

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Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En la actualidad podemos decir que existe un consenso en el significado de lo que denominamos como trabajo: toda aquella actividad ya sea de origen manual o intelectual que se realiza a cambio de una compensación económica por las labores concretadas. A lo largo de la historia, el trabajo ha ido mutando de manera significativa en relación a la dependencia trabajador/capitalista. Sin embargo, este concepto era desconocido por los habitantes de la antigua california, y fue paulatinamente introducido por los primeros europeos que llegaron a ella.

Los habitantes milenarios de la media mitad sur de la península de Baja California vagaban incesantemente por toda su geografía, asentándose de forma más o menos permanente dependiendo de la presencia de alimento. Algunos hacían campamentos en las playas donde se alimentaban de crustáceos, peces e incluso pequeños mamíferos marinos; otros tantos lo hacían en los desiertos y en la serranía en donde subsistían de la caza y la recolección de semillas. El inicio de su jornada lo establecía la aparición del sol, el cual les indicaba que debían buscar su alimento, o en caso de que tuvieran alguna rara reserva de este, lo comieran para tener suficiente fuerza e iniciar sus actividades cotidianas. Los hombres se dedicaban a la caza, pesca o a la construcción de arcos, flechas y el mantenimiento de los mismos; mientras que las mujeres recolectaban semillas, agaves, leña y la crianza de los hijos. En estas actividades se les iban los días, los años y la vida. Cada vez que satisfacían su hambre se tiraban plácidamente bajo alguna sombra e iniciaban interminables peroratas con el vecino más próximo hasta que les aguijoneaba el hambre y entonces iniciaban la búsqueda de alimento para calmarla, para posteriormente seguir con su actividad de recreo y descanso.

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En esta pasividad y tranquilidad, propia del estadío del paleolítico, fue como los encontraron los primeros europeos que se aventuraron hasta este confín de la tierra. Para estos recién llegados era incomprensible que estos seres humanos no dedicaran su vida a la búsqueda y acumulación de riqueza, meta principal del trabajo y forma de vida de los europeos. No entendían cómo no almacenaban grandes cantidades de semilla para posteriormente enriquecerse con su venta a sus congéneres, por qué no se dedicaban a la explotación masiva de las perlas para que luego se las vendieran a ellos y hacerse ricos. En fin, que las ocupaciones que tenían nuestros antiguos Guaycuras, Cochimíes y Pericúes, al ojo mercantil y explotador de los europeos, era una pérdida de tiempo y una holgazanería permanente.

El sacerdote Juan Jacobo Baegert, que por 17 años habitó entre los guaycuras en la misión de San Luis Gonzaga, los describe de la siguiente manera: Por regla general, puede decirse de los californios que son tontos, torpes, toscos, sucios, insolentes, ingratos, mentirosos, pillos, perezosos en extremo, grandes habladores y, en cuanto a su inteligencia y actividades, como quien dice, niños hasta la tumba; que son gente desorientada, desprevenida, irreflexiva e irresponsable; gente que para nada puede dominarse y que en todo siguen sus instintos naturales, igual a las bestias. Agrega además No trabajan absolutamente nada, y por nada en el mundo quieren preocuparse de lo que no es indispensable para saciar su hambre; y esto, sólo cuando ya la tienen encima o los esté amagando. Por consiguiente, cuando hay que hacer algún trabajo en la misión, nunca se hace nada si no anda uno tras ellos incesantemente y por todos lados.

Como es bien sabido, los jesuitas lograron un acuerdo con el virrey en turno cuando le propusieron venir a evangelizar a los nativos de la California: ellos dejaron claro que no pedirían apoyo económico alguno a la Corona para venir a estas península, pero a cambio el Virrey les otorgaría la facultad de ser ellos la máxima autoridad en estas tierras, incluso por encima del jefe de los ejércitos de su majestad que destacamentaran, pudiendo removerlo a voluntad. Es por lo anterior que durante los 70 años que permanecieron los misioneros de esta orden en la California trataron de imponer un sistema de trabajo basado en la forma en que se hizo en las comunidades cristianas antiguas: todos se guiaban bajo las ordenanzas de la fe cristiana, las actividades que se realizaran como agricultura, pesca, ganadería, conservas, comercio, etc. Se realizarían de forma colectiva, y el excedente se distribuiría de forma equitativa entre todos los integrantes de la comunidad. En pocas palabras, el modo de vida que querían instaurar estos hombres de la Compañía era un comunismo primitivo bajo los valores teocráticos del cristianismo.

Si comparamos esta forma de trabajo propuesta por los ignacianos con la encomienda y la repartición, que fueron los sistemas de explotación esclavista que impusieron los europeos que arribaron a América, podemos decir que fue la menos agresiva, sin embargo aún así para la forma en la cual estaban acostumbrados a vivir nuestros Californios, fue una imposición injusta que tuvo una resistencia permanente entre los pobladores. A pesar de que efectivamente, en las crónicas misionales se deja entrever de forma patente que los misioneros repartían entre todos los habitantes de la misión, los granos de las cosechas, la carne de las reces, ovejas, cerdos y demás animales que se criaban, no era fácil convencer a los Californios de que participaran en estas actividades, e incluso si lo hacían, como dice el sacerdote Baegert nunca se hace nada si no anda uno tras ellos incesantemente y por todos lados.

Este mismo sacerdote en otra parte de sus escritos menciona con cierta tristeza y fatalismo Los californios podrían mejorar su suerte mucho, si quisieran ser un poco más activos y laboriosos, porque hay lugares donde podrían sembrar unos puñados de maíz, algunas calabazas y un poco de algodón; también podrían tener sus pequeños rebaños de chivos u ovejas y hasta ganado mayor; con la piel de venado, que saben muy bien preparar, podrían hacer jubones y abrigos. Pero no hay que abrigar la esperanza de que lo hagan. No piensan comer palomas, si no les vienen volando, ya asadas, a la boca. Trabajar hoy y recoger el fruto de sus esfuerzos tres meses o medio año después les parece una idea inaguantable. En suma, los trigueños californios, primero se volverán blancos que cambiar sus costumbres y modo de vivir.

En lo personal considero que el hecho de que los californios se negaran a obedecer a los sacerdotes y realizar estas actividades que les proponían dentro de la misión o en los terrenos aledaños a la misma, era más una forma de resistencia a las imposiciones y exigencias porque cambiaran su forma de vida y las trocaran por la vida “civilizada” dentro de la misión. Es seguro que ya pasados los primeros 35 años de estancia de los sacerdotes, esta resistencia fue cediendo puesto que aquellos que los recibieron cuando llegaron ya habían muerto en su mayoría, debido a las constantes epidemias o bien a que la esperanza de vida en aquellos años no pasaba de los 25 años. Los hijos de estos ya se habían acostumbrado a vivir en las misiones y los sacerdotes los habían convencido de realizar el trabajo tal y como ellos lo venían imponiendo, por lo que ya aceptaban de buen agrado acudir a los campos a realizar la siembra, cuidado y cosecha o bien a realizar las vaquereadas o cuidado de los animales de los que se proveían de alimento.

La imposición de esta nueva forma de trabajo no fue tersa y pacífica como uno creería si piensa que durante la época jesuítica los sacerdotes eran los que gobernaban. Se puede leer en los mismos documentos que ellos redactaron que eran comunes los regaños, castigos con azotes y dejar sin alimento a aquellos que se resistían a realizar su trabajo en cualquiera de las actividades laborales dentro y fuera de la misión. Incluso se les encerraba por varios días o se les destituía públicamente de cualquier cargo que tuvieran, lo cual realizaban ya sea los sacerdotes o el jefe militar en una ceremonia oprobiosa. Debido a lo anterior tras la salida de los jesuitas de la California en el año de 1768, los escasos 7 mil californios que aún sobrevivían ya habían adquirido el concepto de trabajo de acuerdo a la forma en que se los impusieron.

Bibliografía

Baegert, J.J. (2013). Noticias de la península americana de la California. La Paz: Archivo Histórico Pablo L. Martínez

ECONOMÍA. Consultado agosto 2022.

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Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

Profesor de Educación Primaria, Licenciado en Educación Especial y Maestro en Ciencias de la Educación. Labora en la Secretaría de Educación Pública y comparte su tiempo con su pasión por la historia de la California del Sur. Administra el grupo de Facebook “Conociendo Baja California Sur”. Nació el 22 de septiembre de 1969 en Puerto Vallarta, Jalisco, pero radica en Sudcalifornia desde hace 44 años. Actualmente, es Director de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular No. 17 y Maestro de Comunicación del Centro de Atención Múltiple “Gilberto Vega Martínez” en La Paz. Escribió la antología (Ebook) “Piratas, Corsarios y Filibusteros en la Antigua California”. Mención Honorífica en el VII Premio Estatal de Periodismo “Jesús Chávez Jiménez”, en Entrevista, por su trabajo “Graciela Tiburcio Pintos, la leyenda de la biología de las tortugas”.

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