Dermatitis nerviosa, cuando la piel habla lo que la boca calla

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Por Marián Camacho

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). “Hola, ¿cómo estás?” – un saludo de cortesía que, por regla general, espera recibir una respuesta básica del tipo “Muy bien, gracias ¿y tú?”. Sin embargo, cuando escucho que alguien contesta de esa manera, aunque no se dirija a mí, siempre trato de observar cuidadosamente su cara en búsqueda de las huellas del estrés oculto en su piel. Conozco muy bien las formas en las que la piel, principalmente la del rostro, puede manifestar sentimientos y estrés que no siempre son verbalizados. Esto es básicamente porque, desde el inicio de mi adultez, tengo signos y síntomas de dermatitis nerviosa o neurodermatitis.

La neurodermatitis consiste en una afección cutánea con comezón asociada y exacerbada por un rascado excesivo. La incidencia estimada de esta condición cutánea en la población general oscila entre el 2 y el 20%, se presenta principalmente en adultos de mediana edad, predominantemente de 30 a 50 años, siendo las mujeres más afectadas que los hombres. La neurodermatitis se manifiesta como lesiones en áreas del cuerpo que son fácilmente accesibles para los dedos (por ejemplo, cara, parte posterior del cuello, cuero cabelludo, brazos y piernas).

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Esta condición de la piel parece comenzar con un herida menor, infección o lesión que produce comezón y posterior rascado. Rascarse alivia la comezón y produce una sensación agradable, lo que aumenta la probabilidad de rascarse de nuevo en presencia de comezón. Los pacientes informan de esta mayor probabilidad de rascarse como un “impulso incontenible”. Por lo tanto, se inicia un ciclo que consiste en comezón, rascado y alivio, el cual puede mantenerse durante un período prolongado de tiempo. El rascado continuo y severo puede producir liquenificación. Una reacción cutánea al rascado que consiste en parches de piel bien definidos, engrosados ​​y escamosos.

El origen y los mecanismos de cronificación de la neurodermatitis son de causa desconocida para muchos casos. En estudios de los años setenta, se sugirió que la dermatitis era una manifestación de agresión inhibida, feminidad reprimida, conflictos edípicos, conflictos parentales, superyó punitivo o una expresión de agresión masoquista. Sin embargo, los nuevos estudios que examinan el origen de los trastornos dermatológicos se han centrado principalmente en la existencia de trastornos psiquiátricos en estos grupos de pacientes. Algunos factores de estrés psicológico, como la tensión emocional, el nerviosismo, la ansiedad, la depresión y la disfunción sexual, sugieren tener un papel en el origen de esta patología.

El estrés psicológico puede desencadenar la activación de numerosas respuestas fisiológicas en los sistemas endocrino, nervioso e inmunitario. Hace casi 100 años, se planteó la hipótesis de que la liberación de sustancias (adrenalina, epinefrina, etc.) por la médula suprarrenal durante el dolor y otras emociones intensas, era una adaptación evolutiva para la supervivencia. Por ejemplo, un encuentro con un depredador induce un estrés psicológico agudo que a su vez activa la liberación de sustancias de la médula suprarrenal. Las sustancias liberadas por la médula suprarrenal inducen cambios fisiológicos profundos (aumento de la circulación a los pulmones, corazón y extremidades; aumento del vigor cardíaco y aumento del contenido de azúcar en la sangre; cese de las actividades del canal alimentario) que dotan a la presa prevista para huir o para lucha.

Sin embargo, la connotación de angustia emocional como una adaptación para la supervivencia ha cambiado drásticamente para la mayoría de los humanos modernos. Hoy, por ejemplo, puede haber estrés psicológico debido al divorcio o el desempleo, y las respuestas fisiológicas periféricas asociadas con el estrés continúan siendo las mismas que cuando huíamos de algún depredador en la época de las cavernas, aunque estas respuestas frecuentemente no sean las deseadas. Así, desde hace algún tiempo, se postula el concepto de que el estrés psicológico afecta la salud de un individuo. La evidencia experimental acumulada está comenzando a delinear cómo el estrés puede inducir o exasperar los procesos de la enfermedad.

La piel, órgano más grande del cuerpo humano, es bombardeada diariamente por factores ambientales dañinos que incluyen agentes infecciosos y tóxicos, alérgenos, luz ultravioleta y de acción mecánica. Por lo tanto, está equipada con propiedades innatas y adaptativas para responder a esa miríada de factores ambientales. Asimismo, la piel también parece ser especialmente sensible a los estresores psicológicos. En este sentido, se sugiere que los estados emocionales negativos son el principal componente de la personalidad de los pacientes con neurodermatitis: mayor tendencia a evitar el dolor, mayor dependencia de los deseos de otras personas, conformismo, obediencia, habilidades sociales o recursos interpersonales pobres y una falta de flexibilidad.

Sin embargo, actualmente no está claro si los factores emocionales son secundarios a la enfermedad dermatológica primaria o si son primarios y causales (alteración de la percepción de la comezón). Se ha postulado que los neurotransmisores que afectan el estado de ánimo, como la dopamina, la serotonina y los péptidos opioides, modulan la percepción de la comezón a través de las vías espinales descendentes. En este sentido, se sabe que la enfermedad empeora cuando los pacientes están bajo condiciones estresantes que involucran trabajo duro o relaciones humanas conflictivas.

La influencia del estrés y los factores psicológicos en la piel implica que existen factores químicos que traducen una emoción en una lesión cutánea. Estos factores son probablemente neurotransmisores y hormonas. Cuando se experimenta estrés, se describen fenómenos similares en el sistema nervioso, la sangre y la piel. Sin embargo, este no induce dermatitis en todas las personas. Algunos autores han propuesto dos posibles explicaciones. Primero, la aparición de un trastorno cutáneo después de un estrés podría estar relacionado con perfiles de personalidad particulares y, quizás, con perfiles de neurotransmisores particulares en respuesta a este.

En segundo lugar, este hecho podría estar relacionado con los antecedentes genéticos e inmunes. Considerando que la segunda hipótesis es más probable que la primera. Algunos estudios clínicos han demostrado el papel del estrés en las enfermedades cutáneas. Por ejemplo, después de un terremoto en Hanshin (Japón), la dermatitis atópica fue más severa en las regiones donde las destrucciones fueron más catastróficas, y el estrés percibido fue más intenso en personas con dermatosis inflamatorias que en sujetos sanos.

El proceso de rascado en las personas que viven con neurodermatitis produce un gran placer durante el estrés emocional y puede volverse habitual en el tiempo y, aunque esta afección cutánea no es potencialmente mortal, puede producir una importante carga psicosocial. Al respecto, existe un creciente conjunto de evidencia que indica un impacto negativo de la neurodermatitis en la calidad de vida de los pacientes. En estudios al respecto, se ha demostrado que los síntomas y sentimientos tienen un impacto fundamental en los pacientes, lo que indica que el control de la comezón mejoraría la calidad de vida de manera significativa. Sin embargo, el ciclo de “comezón-rascado” es extremadamente difícil de parar.

El manejo de la neurodermatitis puede ser difícil dada la naturaleza poco comprendida y multifactorial de la condición. Existe una falta de estudios que evalúen exclusivamente los tratamientos en pacientes con esta condición y, como resultado, existen pocas terapias dirigidas. Sin embargo, aunque el número de estudios que evalúan las opciones de tratamiento para la neurodermatitis ha aumentado en los últimos años, aún sigue habiendo una escasez de evidencia de alta calidad que evalúe la utilidad y eficacia de estos tratamientos en pacientes con esta afección..

Los enfoques dermatológicos para tratar la neurodermatitis incluyen el uso de jabones suaves, cremas con corticosteroides, antihistamínicos y control dietético. Sin embargo, los agentes antipruríticos tropicales específicos no son muy útiles para evitar la comezón. Las cremas con glucocorticoides, la terapia con base ultravioleta, la ciclosporina oral, la talidomida, los glucocorticoides y la estimulación nerviosa eléctrica transcutánea pueden ser efectivos en el tratamiento de la neurodermatitis, desafortunadamente en todos estos tratamientos es difícil prevenir la recurrencia.

En los últimos años, los investigadores prestan más atención para modificar los comportamientos no adaptativos de los pacientes. Al respecto, las terapias cognitivo-conductuales han dado buenos resultados. El psicoanálisis y la psicoterapia, basados ​​en ayudar al paciente a resolver conflictos hipotéticos subyacentes presumiblemente relacionados con esta afección de la piel, se han utilizado en su tratamiento exitoso.

Una comprensión integral de los mecanismos mediante los cuales el estrés psicológico contribuye a los procesos de la enfermedad, puede profundizar nuestra comprensión de la conexión mente-cuerpo y puede proporcionar enfoques novedosos para el tratamiento del paciente. En este sentido, terapias alternativas como el yoga y la meditación se sugieren como actividades que suman a la búsqueda de la eliminación del estrés en pacientes que vivimos con los “nervios a flor de piel”.

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Marián Camacho

Bióloga marina y comunicadora pública de la ciencia. Nació en la Ciudad de México, el 23 de noviembre de 1984, pero desde los tres años de edad radica en Baja California Sur, por lo que se autodenomina “choyera”. Licenciada en Biología Marina por la UABCS en 2006, Maestra y Doctora en Ciencias por el CICIMAR-IPN en 2009 y 2014. Es considerada persona muy preguntona y que siempre muestra interés por el mundo que le rodea. Su pasión es la investigación científica y su debilidad es compartir los resultados de la misma.

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