A mi Capitán

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FOTOS: Cortesía.

Especial Día del Padre

Mención Honorífica en el concurso “Carta al Padre”

Por María de la Luz Robles Camacho

 

Querido Padre:

Después de seis años de tu partida, hay muchas cosas que nunca te dije y cosas que he pasado y ya no podré contarte.

Hoy en día me doy cuenta del arduo trabajo que llevaste en tus hombros al sostener a esta familia que, con tus virtudes y desatinos, pero con tu gran esfuerzo y labor has formado con unión y ayuda del tiempo y atenciones que nos dedicaste con tesón a mi madre y hermanos.

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A través de esta carta, me doy la oportunidad de agradecerte lo que en vida nunca hice, y que al tontamente pensar que somos eternos, en ocasiones no lo creemos necesario.

Tu repentina partida y mi inmadurez de ese entonces, sólo me permitieron ver que en varias situaciones las enfermedades nos ganan las batallas, y que pueden quitarnos a nuestros seres amados sin poder dar ese último adiós y decir todo aquello que quisimos y no pudimos compartir.

Ahora, aunque tarde, me doy cuenta que es necesario manifestar nuestro afecto cuando las personas están con nosotros y no, ya que sabemos que han partido y no volverán jamás.

Estos años sin tu presencia he añorado tus pláticas y sobre todo tus historias. Tantas historias de tus experiencias en el mar, que desearía poder volver a escucharlas y que ahora siento que no valoré su inmensa cuantía.

Las tardes en el patio de casa platicando sobre la escuela, cantando con maracas y guitarras, alimentando a nuestras mascotas o estudiando matemáticas y español en una pizarra de gis, son imágenes que perduran en mi memoria como un tatuaje vivencial inamovible.

Capitán, tú mi Capitán, guiaste nuestras vidas para ser buenos hijos, estudiantes y personas humanas. Entregaste tus tardes a nuestra formación integral cívica y social y eso es lo que nos dio disciplina y constancia.

Inculcaste en nosotros el gusto por el deporte, las artes, la naturaleza y la belleza de las letras. Nos dotaste de la confianza de que siempre podemos luchar y conseguir hacer las cosas por nosotros mismos y a buscar soluciones justas a los problemas del día a día colaborando con las necesidades de los demás.

Como todo ser humano, tuviste tus inevitables equivocaciones, pero ahora que he crecido y madurado gracias a ti, me encuentro echando una mirada lenta al pasado para recordar con amor las cosas buenas que nos entregaste, las cuales son el reflejo de tu mayor esfuerzo a través de tu educación y la experiencia de tus andares por la vida.

Y como bien dijiste un día hace años: que todo lo que hacías por nosotros lo entenderíamos hasta que nos sintiéramos plenos en nuestra conciencia, te estoy profundamente agradecida porque formaste una familia y nos has brindado a mis hermanos y a mi persona las capacidades y los valores que aún después de tu partida siguen vigentes marcando la meta de nuestros viajes cotidianos.

Quizá tu también puedes recordar un cúmulo de recuerdos que desearía poder escuchar por medio de tu voz potente, o a través de mis ojos pudieses proyectar todo lo que te has callado cuando estabas a mi lado.

Quisiera un día compartir con aquellos que serán tus nietos, la continuidad de tu imagen y poder contarles que en esta bella tierra porteña existió un capitán que fue la brújula de mi corazón en mi niñez, que su luz aún brilla en el horizonte como una brújula, cual parámetro de guianza futura y piedra angular para los cimientos de nuestro núcleo de unión, como un faro que permanece de pie, vigía y centinela de las tempestades de la vida, pero siempre emanando una luz cálida de hogar.

Agradezco a la vida por haberte elegido para ser nuestro padre. Mi padre.

Con amor, tu hija

Chatita.

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María de la Luz Robles Camacho

Mención honorífica en el concurso “Carta al Padre”.

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