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William Walker, un yankee sin futuro en la imponente California

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  Baja California Sur siempre ha sido una tierra codiciada. En la época colonial, por considerar que existían ricas ciudades donde sus casas estaban construidas de oro y piedras preciosas, además de haber, en sus costas, grandes placeres perleros; posteriormente en el siglo XIX y XX, por ser un punto geoestratégico muy importante para el dominio del Océano Pacífico y los países cercanos. El deseo de conquista de nuestras tierras por parte del gobierno imperialista de los Estados Unidos de América, quedó demostrado con una especie de invasión que pretendió el filibustero William Walker, pero que fue frustrado principalmente por el valor californiano, sin el apoyo del Gobierno Federal, sino solamente con la fuerza y la sangre de los honorables hijos e hijas de este brazo de la Patria.

A mediados del siglo XIX, en Estados Unidos existía una efervescencia en cuanto a las doctrinas expansionistas que promovían diferentes grupos de poder dentro del gobierno. Entre ellas, la más sobresaliente era la doctrina del Destino Manifiesto. Tal ideología, expresaba que el país se expandiera sobre los territorios no conquistados de Norteamérica y, en general, sobre el hemisferio occidental. De acuerdo con este ideario, no bastaba la ocupación de territorios extranjeros como Texas o California, también era justificable conquistar países como Canadá, México, Cuba o los de Centroamérica. Cualquier medio era justificado para alcanzar este objetivo, desde la adquisición por compra, hasta la vía militar.

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Esta doctrina no estaba exenta de racismo, pues consideraba que los habitantes estadounidenses eran superiores a los mestizos de los países vecinos ubicados al sur de la frontera, por lo que debían ser regenerados. Sin embargo, la idea del Destino Manifiesto no era interpretada de igual manera por todos, pues algunos intelectuales del norte del país opinaban que lo mejor era expandir los ideales de democracia y libertad; distinto a los ideólogos de los estados del sur, quienes defendían el objetivo de expandir su territorio junto a la institución de la esclavitud, pues los propios ciudadanos estadounidenses no serían suficientes.

Fue en este período que aparecieron los llamados filibusteros, entre los años 1840 a 1860. Estos sujetos, organizaron cuerpos militares privados, que provocaban guerras no autorizadas (o por lo menos, no autorizadas explícitamente o reconocidas por el gobierno de Estados Unidos, pero sí alentadas por su indolencia al castigar a los culpables de la misma), y emprendían campañas contra territorios normalmente en estado de paz con Estados Unidos. Este fue el tipo de filibustero en el que encaja perfectamente el perfil de William Walker.

William Walker, médico, abogado, periodista y político estadounidense, desde muy joven demostró mucha propensión hacia los estudios, logrando un desempeño sobresaliente. Debido a la posición acomodada que gozaba su familia, viajó a diferentes países de Europa en donde se afianzaron sus ideas políticas imperialistas y propensas al esclavismo.

Su inicio en la campaña filibustera, que lo trae a colación con la Baja California, fue cuando, el 16 de octubre de 1853, apenas 5 años después de finalizada la ignominiosa guerra de invasión de Estados Unidos de América contra México, y en donde nuestro a nuestro país le es arrebatada más de la mitad de su territorio, se embarcó en el puerto de San Francisco hacia México con un grupo de medio centenar de reclutas, la mayoría de ellos vagabundos y borrachos que habitaban los muelles californianos, con la intención de invadir en un principio el estado de Sonora, sin embargo, haciendo una evaluación más sistemática de sus posibilidades de triunfo, se dio cuenta que no fue bien recibido en aquellos lugares cuando, meses antes, hizo una pequeña incursión en el puerto de Guaymas, por lo que se decidió por invadir la Baja California, ya que era un territorio escasamente defendido por el gobierno mexicano, y en donde algunos sectores sociales se manifestaban a favor de unirse a los Estados Unidos. Zarpó rápidamente a bordo del barco Caroline, con pertrechos militares, ignorando la ley de neutralidad de su país. También sumó a su aventura una goleta llamada Arrow.

Su primera operación fue realizada en la localidad de Cabo San Lucas, a donde llegó el 28 de octubre de 1853. Al darse cuenta que el jefe militar y la sede del Gobierno de este territorio estaba en el puerto de La Paz, decide trasladarse a este sitio, al cual llega en su barco Caroline el 3 de noviembre. Antes de llegar al puerto, decide utilizar una estratagema chapucera y totalmente en contra del honor y valor naval, iza en el pabellón más alto del barco una bandera mexicana, a efecto de engañar a las autoridades y que creyeran que era un barco de nuestro país. Al franqueársele la entrada, de inmediato ordenó a su tropa desembarcar y tomar prisionera al Jefe Político Rafael Espinoza.

Al finalizar esta acción, izó una bandera con dos franjas rojas y dos estrellas, emblemas de los estados de Baja California y Sonora, los cuales, en su calenturienta y afectada mente, ya los hacía parte de su supuesta República. En ese acto, proclamó que Baja California era libre, soberana e independiente. Después de una victoria sobre un pequeño contingente mexicano, la opinión a favor de la expedición creció en los Estados Unidos, y nuevos refuerzos partieron de aquel país en el bergantín Anita, con 230 aventureros. El primer acto de Gobierno que celebró Walker, fue una junta, en la cual sus hombres lo eligieron presidente de la nueva República; ahí mismo, el filibustero determinó quiénes conformarían su gabinete y realizó el decreto en donde “el código constitucional por el que se regiría su República sería el del estado de Luisiana, que aceptaba la esclavitud y abolió todos los derechos aduanales sobre la importación y exportación de mercancías”.

El día 5 de noviembre, avistaron en las cercanías del puerto de La Paz un barco y, ante el temor de que fuera una expedición militar mexicana de liberación del puerto capturado, se embarcaron de inmediato llevándose al barco Caroline al jefe político Rafael Espinoza, así como la totalidad de los archivos del Territorio. Sin embargo, pronto se percataron que el barco era civil y que llevaba entre sus pasajeros a Juan Clímaco Rebolledo, el cual sustituiría en su puesto al anterior jefe político del territorio. Capturó el barco y tomó a ambos políticos como prisioneros. En el transcurso del día, las fuerzas de Walker no pudieron hacerse a la mar debido a que no había viento favorable.

Mientras tanto, los ciudadanos del puerto se habían organizado en guerrilla y ofrecieron férreos combates para tratar de sacudirse la presencia de estos invasores filibusteros. Se mencionan los siguientes nombres entre algunos de los bravos defensores del puerto: Manuel Pineda, Jesús Urbano, Susano Rosas, Salvador Calderón y Félix Gibert.

Ante esta nueva e inesperada situación, y por el temor de que el Gobierno Nacional enviara a algún barco a liberar el puerto, el día siguiente, 6 de noviembre, William Walker parte en su barco con la intención de trasladar su ridículo gobierno al puerto de Cabo de San Lucas, sin embargo, es alertado de que en varios lugares del sur del territorio ya se habían armado contingentes y que estaban listos a luchar contra ellos. Es entonces que decide retirarse en franca huida hacia el puerto de Ensenada. Con el paso de los días y ante la falta de un Jefe Político que coordinara las acciones de defensa del territorio sur de la Baja California, es electo por representantes ciudadanos, en el poblado de San Antonio, el ganadero Antonio Navarro. Posteriormente, Rebolledo y Espinoza logran fugarse del cautiverio y regresan a esta ciudad de La Paz. Es hasta el mes de marzo de 1854, que el Gobierno Federal envía un barco con 600 soldados y un nuevo jefe político para dar salvataje a los pobladores de estas tierras. El nuevo jefe político que llegó a estas tierras fue José María Blancarte.

Es en este momento en que se pone punto final a la operación filibustera de William Walker en tierra sudcaliforniana, sin embargo, para no dejar en la expectativa a los lectores les haré referencia el final que tuvo esta aventura punitiva. Al llegar al puerto de Ensenada de Todos los Santos (que era el nombre con el que se conocía a este sitio del Norte de la Baja California, del cual sólo sobrevivió hasta nuestros días la primera palabra), las tropas de Walker se dedicaron al bandidaje y saqueo.

Los lugareños, hartos de tantas vejaciones, se organizan bajo las órdenes de Antonio María Meléndrez, y arrojan a esta pandilla de malvivientes hacia el territorio de Sonora. Durante su huida por el desierto, sufren una gran cantidad de muertes a manos de los indios Yakis y, al final, Walker y los pocos sobrevivientes hambrientos, desmoralizados y casi desnudos, deciden huir de manera vergonzosa hacia su país, en donde son sometidos a una farsa de juicio, siendo absueltos de cualquier delito o responsabilidad económica por haber realizado la invasión filibustera a el territorio Mexicano.

Como nos hemos podido dar cuenta, no sólo los piratas son aquellos tipos temerarios y violentos que cometen robos y saqueos, por el simple hecho de sostener un estilo de vida libre de ataduras y escapando de la moralidad y los convencionalismos sociales. En el caso de este filibustero, William Walker, demostró que también pueden ser personas de orígenes aristocráticos y con ambiciones políticas y de estadista. Lamentablemente, en casi todos estos casos, terminan frente a un paredón de fusilamiento (como fue el caso de Walker, en la ciudad de Trujillo, Nicaragua, un 12 de septiembre de de 1860), cubiertos por el olvido.

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Ildefonso Green Ceseña, en la entraña del liberalismo

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  Hablar de Ildefonso Green es remontarse a la esencia de los primeros colonos de la California; cabe señalar que los personajes que sostuvieron la independencia de estas tierras calisureñas, desde el fin del Virreinato hasta las luchas armadas del siglo XIX, fueron los descendientes de extranjeros que se avecindaron en nuestras tierras durante la época colonial, algunos de ellos unieron su vida con naturales y esto dio origen a un mestizaje que perdura hasta la actualidad. Green Ceseña era descendiente directo de un pescador de ballenas de nacionalidad inglesa —aunque algunas fuentes mencionan que era sueco—; el pescador se casó con una mujer de ascendencia española, quien se había establecido en la región austral de la California.

Ildefonso Cipriano Green Ceseña, nació el 23 de enero de 1830 en Cabo San Lucas. Sus padres fueron Esteban Rufino Green y María de Jesús Ceseña Ojeda. Realizó sus estudios primarios en San José del Cabo, y en 1844 emigró con su familia a la Alta California, cerca del puerto de San Francisco; en ese entonces, su madre había contraído segundas nupcias con Salvador Castro. En 1847, en plena guerra de invasión estadounidense, un amigo de la familia y oficial de la marina norteamericana invitó al joven Ildefonso a seguir estudiando y preparándose en la ciudad de Nueva York, invitación que fue aceptada de manera gustosa. En dicha ciudad estudió el College, donde aprendió a hablar y escribir de manera fluida el idioma inglés; en el año de 1849 retornó con su familia al recién fundado estado de California, el cual fue arrebatado al igual que la mitad del territorio de nuestro país en esta injusta lucha expansionista de los yankees.

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Durante su estancia en aquel país del norte, Green Ceseña pudo percatarse de las injusticias y humillaciones que sufrían los mexicanos por parte de los estadounidenses; sin embargo, también tuvo contacto con grupos de mexicanos que luchaban contra esos atropellos y abusos, como fue el caso del famoso Joaquín Murrieta, conocido también como “El Zorro” o “El Patrio”. Murrieta era un mexicano que tenía una gavilla de bandoleros que a través de la guerra de guerrillas mantenían viva la flama de la independencia,  y reclamaban la pertenencia de sus territorios a México. Estos ejemplos de lucha calaron hondamente la personalidad de Green Ceseña, por lo que siempre procuró seguir, en todos los actos de su vida, los ideales de justicia que le fueron sembrados.

Cuanto este sudcaliforniano ilustre tenía 20 años, su familia regresó a Cabo San Lucas, alternando su residencia entre este puerto y el rancho de Santa Gertrudis, en San José del Cabo; no obstante, los tiempos de paz no duraron mucho. En 1853, Ildefonso Green se enteró de la llegada del filibustero estadounidense William Walker, quien arribó a la ciudad de La Paz y proclamó el surgimiento de su famosa República de Baja California y Sonora, con esto, Walker buscaba separar de la República Mexicana a los Estados mencionados y colocarlos bajo la tutela de Estados Unidos. Ante este descarado ataque a la soberanía nacional, Green convocó a los rancheros del sur de la península, conformando un destacamento al que le puso el nombre de “Rifleros de Cabo San Lucas”, y así decidió atacar a las fuerzas anexionistas que habían llegado a dicho puerto a cargar agua. William Walker, enterado de que este grupo armado se dirigía hacia sus posiciones para hacerle frente, huyó de manera rápida para no enfrentarlo. Días después la fallida expedición filibustera, Walker fracasó y volvió con la “cola entre las patas” a su país. Green Ceseña fue reconocido por su valentía y recibió el grado de Capitán de la Guardia Nacional.

El insurgente sudcaliforniano enarboló los principios del Gobierno legítimo encabezado por Benito Juárez García, por ello, en 1858 reunió un ejército de 500 combatientes, al cual nombró nuevamente como “Rifleros de Cabo San Lucas”, con el objetivo de revelarse en contra de Diego Castillo, gobernador del Territorio, quien se había unido a la causa de Ignacio Comonfort, desconociendo la Constitución de 1857. Cuando Green Ceseña llegó a La Paz, el Gobernador ya se había embarcado rumbo a Sinaloa, dejando acéfala la gubernatura del territorio. De inmediato Ildefonso Green se reúne junto a otros combatientes para organizar la dirigencia del Estado, siendo electo Teodoro Riveroll para ocupar dicho cargo. Sin embargo, debido a la inestabilidad de este periodo y a las ambiciones personales de caciques que buscaban adueñarse de la gubernatura, Green Ceseña entró de nuevo a la contienda armada para deponer y sustituir a los gobernadores que perdían rápidamente el rumbo republicano. Tal fue el caso del mismo Riveroll, Manuel Clemente Rojo, Gerónimo Amador y Pedro Magaña y Navarrete. Era tan conocidas las habilidades guerreras de Cipriano Green que durante la intervención francesa ningún contingente de la contracosta se atrevió a venir a Baja California con el fin de disputar el territorio para el ejército francés, por lo que nuestra tierra quedó fiel a los principios de la república que lideraba el presidente Juárez.

Asimismo, se cuenta que en 1874, durante el Gobierno que encabezaba Sebastián Lerdo de Tejada, siendo jefe político del Territorio de la Baja California el general Bibiano Dávalos, hubo un pronunciamiento en San José del Cabo  encabezado por el sinaloense Ramón Valdez, para deponer a Dávalos, el cual fue secundado en el poblado de Santiago. Green se encontraba en un lugar de la costa llamado El Pulpo, al frente de su negocio de buceo, y hasta este sitio fueron a darle noticias de los sucesos, informándole que los sediciosos —alrededor de 40 o 50 personas— estaban cometiendo atropellos y extorsionando al comercio; él se trasladó rápidamente a Cabo San Lucas y con cinco hombres sorprendió y derrotó la fuerza de Valdez. El sinaloense murió en el combate que sostuvo con Green, quien lo venció por tener la ventaja de ser un gran tirador; con esto quedó sofocada la intentona promovida por Valdez, que no tenía más móvil que el robo.

En 1879, Green Ceseña se unió al Plan Revolucionario de El Triunfo para luchar al lado de Manuel Márquez de León, Clodomiro Cota y otros valientes sudcalifornianos en contra de la dictadura de Porfirio Díaz, no obstante, al ser derrotados, Green tuvo que huir a la parte Norte de la Baja California. A principios de 1900 regresó a Cabo San Lucas, y en 1913, tras el asesinato del presidente Francisco I. Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez, volvió a las armas para defender al Gobierno legítimo producto de la Revolución. A sus 83 años se colocó al lado del constitucionalismo bajo las órdenes de Félix Ortega y Urbano Angulo. Al triunfar la lucha armada y deponer al traidor Victoriano Huerta, Ildefonso Ciprinao Green recibió el grado de Mayor en el ejército, por parte del Gobierno encabezado por Venustiano Carranza.

Ildefonso Green estuvo casado con Dominga Castro Acevedo, Carolina Álvarez Araiza, Rosa Avilés y  Rita Amador Araiza, de las cuales enviudó; con ellas procreó los siguientes hijos: Jose Tiburcio Green Avilés, Gustavo Green Amador, Manuel Miguel Green Amador, Ramon Fidel Green, Josefina Green Álvarez, Carolina Green Álvarez, Rufino Green Álvarez, Agustín Green Álvarez, Jesús Green Álvarez, María Rita Green, Flora Green Álvarez, Otilio Green, Fidel Green Castro, Marina Livia Green Castro, Esteban Green Castro, Juana Green Castro, Victoria Green, Idelfonso Green Castro, Amelia Green Castro, Yrinea Green e Irene Green.

En sus últimos años, Ildefonso Cipriano siguió luchando incansablemente por la repartición de tierra a los rancheros que habitaban la parte Sur del territorio. Falleció en su rancho Santa Gertrudis el 27 de marzo de 1932 a los 102 años de edad, y a partir de 1986, sus restos descansan en la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres. Ildefonso Green fue un hombre de su tiempo, un ser humano con raíces profundas en las bases del sistema republicano, pero también un adversario recalcitrante contra las injusticias. Amante de su tierra, la cual nunca olvidó, incluso viviendo 6 años en un país con mayores oportunidades y en una situación económica desahogada, nunca dejó escapar el terruño y el mar que había abrazado con su primer aliento en Cabo San Lucas. Una vida digna de ser contada y recordada por las nuevas generaciones de sudcalifornianos.

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El estadounidense que quiso apropiarse de BCS, y otras historias de piratas

FOTOS: Modesto Peralta Delgado.

California Mítica

Por Gilberto Manuel Ortega Avilés

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Iniciamos con el más conocido y mítico pirata en Baja California Sur: Lorencillo Drake y Cromwell, popularmente llamado Coromuel, quien invade la imaginación de los sudcalifornianos a través de la leyenda contada hace muchas generaciones.

Al visitar el emblemático balneario que se encuentra en La Paz, se ha contado cómo la brisa puntual que llegaba a la costa a las 16:00 horas recordaba a los habitantes cuando una misteriosa nave aparecía y no bajaba nadie y después desaparecía; sólo en ocasiones se lograba ver al pirata “Coromuel” —deformando su apellido—, lo cual propició el rumor que venía en busca de una cueva para enterrar su tesoro.

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Muchos años han pasado pero ahora los pescadores y habitantes llaman a la playa y a esa típica brisa “Coromuel” en honor a esa leyenda.

El pirata Walker

En el aspecto histórico podemos verificar, con muchos documentos resguardados en el Archivo Histórico “Pablo L. Martínez” (AHPLM), los constantes ataques de piratas debido no sólo a la riqueza, sino también a su punto estratégico para sus maniobras de guerra que significaba BCS. El documento más antiguo resguardado en el Archivo Histórico es de febrero de 1822 que relata cómo unos piratas chilenos atacaron y causaron estragos en Todos Santos.

La mayoría de las invasiones piráticas eran sofocadas, pero sí causaban incertidumbre en el territorio. A la salida de los norteamericanos la Diputación Territorial se nombró jefe político a Nicolás Lastra y del mando militar se hizo cargo el teniente Manuel Pineda. “La península quedó en una situación desastrosa a causa de la guerra, desolación, pobreza y ruina. La población también disminuyó debido a que muchos emigraron con el enemigo ya que habían abrazado su causa. En la frontera, el último gobernador mexicano de la Alta California, Pío Pico, había enajenado desde 1845 la mayor parte de las misiones de la región a particulares, y los nuevos dueños se habían puesto del lado del enemigo y aceptado la ciudadanía americana abandonándolas, lo que dio como resultado estas misiones se terminaron de deteriorar y despoblar”.

Puntualizó que Nicolás Lastra desempeñó el puesto de primera autoridad en la hasta el 11 de julio de 1849, cuando llegó a sustituirlo el coronel Rafael Espinosa, quien trajo algunos fondos para reorganizar los servicios públicos.

“Cuatro años llevaba Espinosa rigiendo los destinos de esta tierra, durante los cuales se había normalizado la angustiosa situación que se vivía, pero entonces cayó una nueva desgracia en 1853: La invasión pirática encabezada por el norteamericano William Walker.

“Éste llegó a La Paz haciéndose pasar como comerciante y desembarcó con gente armada. Apresó al jefe político Espinosa y al coronel Juan Clímaco Rebolledo, que arribaba en esos momentos para hacerse cargo del gobierno. Walker saqueó La Paz y reclamó y proclamó la República de Sonora e izó una bandera extraña a la tricolor; pero al saber que en Todo Santos el teniente coronel Manuel Márquez de León alistaba fuerzas para batirlo, huyó de La Paz y se trasladó a Ensenada, donde se creía más seguro. Esta retirada evitó que los buques de guerra mexicanos lo hicieran prisionero”.

El pirata estuvo posesionado de la región norte de Baja California desde noviembre de 1853 hasta abril del año siguiente. Fue atacado sin éxito por la guarnición que formaba la colonia militar que existía en el Pueblo de Santo Tomás, al mando de Francisco Javier del Catillo Negrete, quien tenía como segundo al oficial Antonio Meléndez.

“Walker no fue derrotado por nadie, él solo selló su derrota al querer marchar por el desierto hasta Sonora, la cual también quería conquistar para anexarla a su república, pero se le desbandó la gente y derrotado regresó a Estados Unidos. Como lo cuenta el libro: Lecciones de Historia de baja California, por Pablo L. Martínez en 1958. En 1855, junto a un grupo conocido como Los Inmortales, se dirigió hacia Nicaragua, que estaba inmersa en una guerra civil. Gracias a sus campañas militares, logró el poder mediante unas elecciones fraudulentas y fue elegido presidente de la nación”.

Debido a la amenaza que representaba su estadía en Centroamérica, los demás países de la región iniciaron una ofensiva para expulsarlo del territorio, dando lugar a la Guerra Nacional de Nicaragua y la Campaña Nacional de Costa Rica. El conflicto también involucró a Estados Unidos, al Reino Unido y al empresario Cornelius Vanderbilt.

William Walker es derrotado el 1 de mayo de 1857, pero organizó nuevas expediciones para apoderarse de Nicaragua pero termina fusilado en Honduras. Fue capturado y ejecutado Nicaragua el 12 de septiembre de 1860”. Así se lee en Efemérides Sudcalifornianas de Eligio Moisés Coronado.

Playas con tesoros

Un aspecto que parece mítico pero es real, es el ocultamiento de tesoros. Nuestras playas están llenas no sólo de leyendas, sino también de registro de estos hallazgos, la principal pista son muchas playas que llevan nombre con relación a la piratería. La más conocida es la playa El Coromuel como mencionamos anteriormente, pero es más leyenda que realidad.

La reconocida playa “El tesoro” también lleva su nombre a una leyenda la cual dice que un hombre que trabajaba allí en una construcción encontró una perla de enorme tamaño, procedente de un cofre enterrado ahí mismo; el rumor se vuelve más grande cuando muchas personas llegaron afirmar que la perla en la corona de la reina de Inglaterra fue esa perla, pero dichos datos no son comprobables.

El puerto Pichilingue lleva su nombre al antiguo nombre que se le daba a los piratas Pichilingues, debido que ese puerto era usado por ellos, también relata la leyenda que en un enfrentamiento entre fuerzas armadas y piratas dejó como consecuencia que los piratas arrojaran un tesoro a las profundidades del lugar, el cual nunca ha sido sacado. Muchos cazadores de tesoros afirman que tal tesoro sigue ahí, pues sus aparatos de búsqueda se los demuestran, pero que las condiciones del terreno lo hacen imposible de sacar.

También se habla de la leyenda de un tesoro en el Cerro Atravesado de la paz, el cual incluso resguarda el fantasma de un pirata, esta leyenda es la más creíble ya que un periódico relata lo siguiente. “Diario Últimas noticias” 3 de Septiembre de 1959: “Se sabe que dos zacatecanos habían encontrado un tesoro en las cercanías del cerro ‘Atravesado’; éste, que había sido la obsesión de varios investigadores, fue encontrado a 300 metros del revolucionario Gregorio Osuna, situado a pocos metros de la colonia Olivos. Inmediatamente después de consumado el hallazgo los afortunados colonos pusieron pies en polvorosa, huyendo con el cofre. Esto, que a muchos podría parecer una noticia descabellada, fue asegurada por varios leñadores del barrio de la tenería quienes, según ellos, vieron de cerca la labor de rescate emprendida por los zacatecanos”.