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El miedo a ser mujer en México

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Sexo + psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

Que tiemble el Estado, los cielos, las calles
Que tiemblen los jueces y los judiciales
Hoy a las mujeres nos quitan la calma
Nos sembraron miedo, nos crecieron alas.

Yo todo lo incendio, yo todo lo rompo
Si un día algún fulano te apaga los ojos
Ya nada me calla, ya todo me sobra
Si tocan a una, respondemos todas

Vivir Quintanilla.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Alguna vez, estimado lector, ¿ha sentido miedo por ser quién es?, acaso ¿ha experimentado miedo de salir a la calle? ¿miedo de ir al súper o a la tienda de la esquina? ¿ha sido traicionado/humillado por las personas que juraban protegerlo o quererlo? Pues las mujeres sí, tenemos miedo de ser mujeres en un país que nos odia, que nos violenta, que nos desmiembra y desaparece. Y es por esto que el pasado 25 de noviembre se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, ¿sabes cuál es su importancia?

El 25 de noviembre de 1960 (UNESCO, 2020), las tres hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa, fueron brutalmente asesinadas por órdenes del dictador Rafael L. Trujillo, por  ser mujeres y activistas políticas. Asesinadas por el crimen de defender sus derechos contra el dictador. Para 1981, en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Bogotá, Colombia, se decidió marcar el 25 de noviembre como el Día Internacional de No Violencia contra las Mujeres, en memoria de las hermanas Mirabal.

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Ya en 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 48/104 para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en la que definió el término violencia contra la mujer como:

Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.

En consecuencia, para respaldar esta decisión, en 1999 la Asamblea General proclamó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Sin embargo, pese a los esfuerzos de múltiples organizaciones, la violencia contra la mujer en el mundo y sobre todo en nuestro país sigue al alza.

El periódico digital Sin embargo, menciona que las cifras oficiales publicadas el pasado domingo 25 de octubre, revelan que la tendencia de feminicidios crece desde 2015, cuando se reportaron 411 casos. En 2016 subieron a 605, para 2017 la cifra ascendió a 741 y en 2018 subió a 892. En 2019 se registraron un total de 938 feminicidios y de enero a septiembre del presente año, suman 704 casos que involucraron a 724 víctimas.

Estos son los registros de cinco años, y hay que tomar en cuenta que son los casos denunciados y que, por cada denuncia, hay tres casos más que nunca saldrán a la luz. Por otro lado, no podemos olvidar que esos números no solo corresponden a las mujeres asesinadas, también nos hablan de las familias destruidas, de los hijos huérfanos, de los hijos que vieron como asesinaban a sus madres frente a ellos por —en su mayoría—  un familiar.

Mapa de feminicidios (2016-2020)

Y es que estamos demasiado acostumbrados como sociedad, a normalizar la violencia, frases como no es para tanto, son unas exageradas, ya no aguantan nada, entre otras, son las más frecuentes cuando exigimos respeto. No importa que violaran, desmembraran y mataran a mi hija/madre/hermana, para la vista de los demás, mostrar mi coraje y frustración ante un Estado que permite y fomenta la violencia contra las mujeres, solo recibe como respuesta el ya tan conocido esas no son las formas o peor aún, balazos por parte de las personas que nos deberían cuidar — como pasó en Cancún hace dos semanas—.

Por otro lado, nuestro estado no está exento de sufrir esta violencia, como se evidenció el pasado 23 de noviembre, en donde un hombre intentó arrollar a su expareja con su auto. Además de ser sumamente preocupante que tu expareja intente matarte, los medios de comunicación locales se conmovieron por las lágrimas del señor y no por la víctima arrollada, como lo podemos ver en la siguiente imagen.

Vía La Corregidora. @corrigiendotitulares

En fin, sé que con este artículo no se va a erradicar la violencia, pero cada uno tiene que luchar desde su espacio para poner límites y reflexionar sobre las acciones que permito o que realizo para con los demás, sobre todo, con las mujeres a mi alrededor.

Retomo la publicación de Katy Mátar en Facebook, en donde expone las diversas formas, comentarios o acciones que los agresores y posibles feminicidas utilizan para manipular o controlar a sus víctimas.

  • Si sabe que te lastima y aun así lo hace
  • Si cuando se enoja, golpea cosas a su alrededor
  • Donde te hagan creer que estás loca o eres exagerada cuando externas tus emociones
  • Si decides callar para que no se enoje
  • Si te dice que nadie más te va a querer
  • Si se victimiza y te manipula
  • Si te dice es tú culpa, tu provocas que yo sea así para justificarse
  • Si sabe cómo te hacen sentir sus comentarios y aun así los dice
  • Si dejas de hacer lo que te gusta
  • Si hace que te dejes de amar
  • Si te grita o maltrata                                                             
  • Si solo te endulza el oído, pero sus actos te lastiman
  • Si justifica que su actuar es así y que no va a cambiar
  • Si siempre critica a tu familia y amigos
  • Si su frase es no me importa cuando estas involucrada
  • Si nunca se disculpa
  • Si te castiga ignorándote
  • Si estás pensando en darle otra oportunidad (otra vez)
  • Si tú dolor no le duele
  • Si te da miedo…

¡Corre, sal de ahí! La persona con la que estás, puede ser un posible feminicida.

Tristemente he escuchado la frase ahora resulta que todo es violencia… pues sí, la gran mayoría de las cosas que aceptamos, callamos, perdonamos y vivimos son violencia. El detalle es que las teníamos tan normalizadas que no las percibíamos así. Hoy, las mujeres de México y de Baja California Sur por fin alzan la voz, se hermanan y son sororas entre sí. Cada día hay más mujeres que se dan cuenta que no tienen que vivir en la violencia y hay hombres que descubren que existen diferentes alternativas ante la masculinidad.

 

 

Referencias

Coach Katy Mátar. Gobierna tus emociones.
https://www.facebook.com/Coach-Katy-M%C3%A1tar-105645791135048/photos/175807844118842
UNESCO (2018). Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las mujeres. Recuperado de:
https://es.unesco.org/commemorations/eliminationofviolenceagainstwomenday
Mapa de feminicidios. https://www.google.com/maps/d/u/0/viewer?mid=174IjBzP-fl_6wpRHg5pkGSj2egE&ll=24.292464217341667%2C-101.30421431230937&z=5
María Salguero. Los feminicidios en México. https://feminicidiosmx.crowdmap.com/
Sin embrgo. (2020). La violencia contra las mujeres crece en 9 meses: 704 feminicidios, 2 mil 150 homicidios dolosos. Recuperado de https://www.sinembargo.mx/25-10-2020/3883277
La corregidora. Post de Facebook. Recuperado de https://www.facebook.com/corrigiendotitulares/posts/1052290301864976

 




Iconoclasia, o porqué las feministas rompen, destruyen y queman

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Hilo de media

Por Elisa Morales Viscaya

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). “Se vale protestar, pero no vandalizar”, “Esas no son formas”, “Las feministas son violentas, vándalas y delincuentas”. Estas son tan solo una muestra de las frases que oímos y leemos al enfrentarnos a las diversas manifestaciones de protesta del colectivo feminista que marcha por la lucha de derechos de las mujeres y como respuesta a la cantidad infame de feminicidios que se sigue multiplicando en nuestro país.

Siempre me pregunto, cuando los escucho, antes de juzgar y decir que las manifestaciones feministas son ‘violentas’ y que somos ‘criminales’, realmente se han cuestionado ¿qué motivos existen? ¿Hemos intentado ser escuchadas de otras maneras? ¿Han funcionado estas formas de manifestación alternativas? La destrucción, a este punto, es un acto de revolución. Y te puede parecer justificado o no, pero al menos vamos a llamarlo por su nombre. No, vandalismo no, piensa otra vez: Iconoclasia.

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Un iconoclasta, en su sentido original, es una persona que se opone al culto de imágenes sagradas. Etimológicamente, la palabra, proveniente del griego εἰκονοκλάστης (eikonoklástes), significa ‘rompedor de imágenes’. Hoy en día, por su parte, se reconoce como iconoclasta a quien va a contracorriente de las convenciones sociales y de los modelos estatuidos, y la manifestación iconoclasta es precisamente el romper y destruir las imágenes, monumentos y símbolos de estas.

La historia de la iconoclasia es extensa y por oleadas, y está relacionada con la protesta feminista desde hace más de un siglo. Para muestra, en 1914, la sufragista Mary Raleigh Richardson mutiló de siete cuchillazos la obra “La Venus del Espejo”, de Velázquez, que se exhibía en la National Gallery de Londres, enfurecida por la detención de Emmeline Pankhurst, líder de la lucha sufragista. La explicación que dio a su acto en una declaración a la Unión Política y Social de las Mujeres (Women’s Social and Political Union) fue la siguiente “He intentado destruir la pintura de la más bella mujer en la historia de la mitología como una protesta contra el gobierno por destruir a la Señora Pankhurst, la mujer más hermosa de la historia moderna”. Este fue uno de los actos iconoclastas, que no vandálicos, más famosos del pasado siglo.                             

En la historia de la humanidad nunca ha faltado la destrucción realizada por razones ideológicas, desde históricas quemas de conventos a demoliciones de monumentos cuya carga histórica se pretende destruir. Si estás interesado en la historia de la iconoclasia, puedes consultarla aquí y aquí. El vandalismo es otra cosa: simple destrucción sin motivo, vandalismo como principio y fin en sí mismo que se produce de forma incontrolada por razones individuales “sólo por hacer el daño”.

El vandalismo está ahí, a diario, en los chamacos que rayan los asientos del transporte público, en los grupos de desobligados que compiten a ver quién rompe más lámparas a pedradas, en las barras pamboleras que destruyen estadios, en los borrachos que hacen desmanes destruyendo vía pública de madrugada. Pero este tipo de actuaciones—que estoy segura que ocurren a diario—, no son ni por asomo tan censuradas. Incluso, en ciertos contextos como el deportivo se les publicita como parte de la euforia y la pasión de los hinchas.

De fondo, lo que molesta no son las pintadas ni los vidrios reventados. Nadie censuró las protestas en Estados Unidos por el horrendo homicidio de George Floyd, que también tuvieron manifestaciones iconoclastas, que por el contrario fueron aplaudidas. Lo que molesta es que quien ejerce esta forma disruptiva y controversial de protesta sea la mujer exigiendo derechos y justicia.

La destrucción no fue la primera opción. Hace no tanto se buscaba llamar la atención sobre la violencia feminicida en México con marchas pacíficas, con bailes, con canciones de protesta. Sin más resultado que la burla. Sin que la autoridad tomara en serio la agenda feminista. Se intensificó, naturalmente, la protesta: marchas con torsos desnudos, ocupación de las calles, bloqueo de edificios públicos. Y la muerte de mujeres, y los índices de violencia sexual, y el machismo sistémico continuaron con la venia del Estado.

“La violencia genera más violencia”, dicen los que pretenden justificar los abusos policiacos contra las manifestantes. Pero por supuesto: la violencia feminicida en México ha provocado esta “escalada de violencia” dentro de la manifestación feminista. Nos están matando. ¿Qué esperaban?  ¿Qué les pidiéramos por favorsito “dejen de matarnos”, con las manos sobre nuestros regazos mientras les ofrecíamos té y galletas?

No está en mí, ni pretendo con este breve texto cambiar la opinión de nadie sobre la protesta feminista. Si usted, amable lector, considera que lo correcto es poner su atención en las manifestaciones iconoclastas del colectivo feminista para censurar lo que se rompe, se quema y se destruye en nombre del repudio que nos genera un Estado corrupto, feminicida y cómplice de la violencia contra las mujeres, en lugar de horrorizarse por los doce feminicidios diarios que se cometen en México, allá usted y su cuestionable escala de valores.

Pero si vas a señalar a las mujeres que se manifiestan a través de la destrucción de los bienes culturales del Estado que dejan de representar valores democráticos cuando la voz de la mitad de la población es silenciada, apelando a la conservación de monumentos; si no te parece que la quema de documentos sea una forma de expresión válida ante la infame realidad de un gobierno que ponen en tela de juicio diariamente los testimonios de miles de mujeres y niñas violentadas, al menos, llámalo por su nombre.

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