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Spider-Man: Across the Spider-Verse y la reinvención del cine de superhéroes

Colaboración especial

Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). Los superhéroes, esos seres enmascarados y en mallas que hemos idolatrado desde nuestra niñez, son en esencia un reflejo, una metáfora brillante y colorida de la sociedad en la que nacieron y se desarrollaron. A través de su historia se despliega un panorama sociocultural que trasciende sus viñetas, permitiendo descubrir facetas ocultas y menos exploradas de nuestro propio mundo. Es precisamente esta capacidad de reflejo social y cultural lo que hace que el análisis de Spider-Man: Across the Spider-Verse sea una propuesta fascinante, revelando una nueva dimensión del concepto de superhéroe.

Comencemos por entender el contexto de su origen: los superhéroes son una fantasía boomer norteamericana. Son la proyección de una generación que, en su infancia y adolescencia, gozó de una abundancia sin precedentes. Los ‘baby boomers’ disfrutaron de un crecimiento económico robusto, costos de vida bajos, y acceso a la educación de calidad. No es casualidad que la edad de oro de las historietas coincidiera con este periodo: los cómics de superhéroes reflejaban las aspiraciones y preocupaciones de la época, se convirtieron en el emblema del Sueño Americano y simbolizaban una prosperidad que parecía inagotable.

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Pero esta imagen del superhéroe cambió radicalmente tras la crisis de 2008. La pérdida masiva de viviendas, el aumento del desempleo y la creciente desigualdad económica desfiguraron el sueño americano, transformándolo en un espejismo inalcanzable. Los superhéroes, tradicionalmente alineados con el sistema y los defensores del orden, se desenmascararon, revelando su verdadero rostro como herramientas de propaganda y adoctrinamiento. Los superhéroes pasaron a ser lo que siempre fueron, en esencia: fascistas con capas y superpoderes.

El fascismo de los superhéroes se evidencia en el uso frecuente de la fuerza física para resolver problemas, su tendencia al vigilantismo que desafía el estado de derecho, su representación como seres superiores y la dicotomía maniqueísta y simplificada de una supuesta lucha entre el bien y el mal dentro de sus narrativas. Todo ello se pone en evidencia en la crisis narrativa actual que ha llevado a dos principales corrientes dentro de las adaptaciones del comic al séptimo arte: por un lado el Universo Cinematográfico de Marvel como máximo exponente de una infantilización del público, ofreciendo películas llenas de humor, acción y una moralidad simplificada que dan como resultado cintas por demás aburridas y llenas de clichés. Por otra parte, una narrativa más crítica busca explorar diversos temas para resignificar el papel del superhéroe en una realidad en la que parece ya no encontrar arraigo: en Logan (2017), se indaga acerca de la muerte del superhéroe; mientras que Joker (2019) nos brinda una revalorización del villano; en Dredd (2012) y la serie The Watchmen  (2019) se examina al superhéroe desde una perspectiva fascista; y por último cabría mencionar The Boys (2019-) en la que el superhéroe se redescubre como la expresión máxima del ultracorporativismo y el necro-capitalismo en acción.

Spider-Man: Across the Spider-Verse, sin embargo, elige una tercera vía, un camino menos transitado. El personaje de Miles Morales y el concepto del multiverso que incorpora la película aportan diversidad cultural y étnica a la ecuación, promoviendo la justicia colectiva y representando superhéroes como jóvenes comunes de comunidades multiculturales. Esta es una visión radicalmente diferente de la figura del superhéroe, que se aleja de la tradicional idea del superhombre” individualista y solitario y nos acerca a un concepto de héroe más inclusivo y democrático.

La trama de la película es una montaña rusa de emociones y sorpresas, que nos lleva desde las calles de Nueva York hasta las dimensiones más inesperadas del multiverso, entre las que sobresalen Mumbhattan — una ciudad en la Tierra-50101 basada en Mumbai y Manhattan — y la Gran Manzana en su versión Lego. Miles Morales, ahora un adolescente con aspiraciones universitarias, tiene que lidiar con la presión parental y su responsabilidad como Spider-Man, mientras enfrenta a un nuevo villano, The Spot, interpretado de manera magistral por Jason Schwartzman; al tiempo que recibe la visita inesperada de su amor imposible: Spider-Gwen. No obstante, Miles Morales no está solo en esta lucha. A su lado, se congrega una pléyade de superhéroes provenientes de diversos universos, dispuestos a afrontar el reto. Esta alianza ilustra que la lucha por la justicia es una contienda colectiva y multicultural: una Spider-Woman en estado de gestación, un Spiderman de origen hindú y un rebelde Spider-Punk británico, interpretado por Daniel Kaluuya, destacan entre el innumerable ejército de Spider-Men al que finalmente se une Miles Morales.

Into the Spider-Verse se llevó a casa el Oscar a la mejor película animada en 2018, redefiniendo el panorama de la animación al apartarse del tradicional estilo Pixar, hasta entonces replicado por los principales estudios. Esta innovación rompió con los convencionalismos al incorporar texturas y efectos que remiten al mundo de los cómics, abriendo así la puerta hacia una animación no fotorrealista donde la pantalla grande se transforma en un lienzo de múltiples posibilidades estéticas. Spider-Man: Across the Spider-Verse aprovecha al máximo estas posibilidades, evidenciando que no es una simple secuela, sino una excepcional película animada que se sostiene por sí misma, en gran medida gracias a la atención meticulosa, el detalle y la riqueza de su diseño artístico.

En conclusión, Spider-Man: Across the Spider-Verse es mucho más que una digna secuela. Se trata de una poderosa reinvención del cine de superhéroes, que demuestra que es posible combinar entretenimiento y una visión crítica de la realidad sin dejar de lado el aspecto artístico del séptimo arte.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




The Joker:¿Obra maestra o cine tóxico?

FOTO: Internet

Colaboración Especial

Por Alejandro Aguirre Riveros

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hablar de cómics es hablar de una mitología donde Perseo y Aquiles han sido sustituidos por Superman y el Hombre Araña. Nuestros semidioses modernos reflejan así, los valores de una sociedad basada en la democracia, la justicia y la libertad. De tal forma, que sus cualidades como héroes nos adoctrinan desde niños sobre los valores a los que todo buen ciudadano debe aspirar: el espíritu de servicio, la sed de justicia, el sacrificio por el prójimo y la lucha contra la maldad.

El problema inicia cuando el niño crece para convertirse en un adulto infantilizado: los superhéroes quedan reducidos a unos hombres enfundados en licra que luchan contra extraterrestres de rostros púrpuras en un despliegue incesante de efectos especiales; convirtiendo a este cine —como bien dice Scorsese— en un parque de diversiones marca Disney donde hay cero emoción y sentimiento. Así han sido la mayoría de las películas de Marvel y en especial la saga de Avengers: el cine más exitoso en taquilla y el que ha dado al mundo de los superhéroes la fama de ser un entretenimiento autocomplaciente, banal, poco crítico y carente de propuestas narrativas.

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En este panorama, DC Comics apuesta con The Joker por un cine de autor que pueda dar voz a esa mitología moderna que esconden los cómics y abonar al género algo más que largas secuencias de efectos computarizados. De la mano de Todd Phillips —quien hasta ahora se había destacado en el ámbito de la comedia más simplona con cintas como la trilogía de The Hangover, Old School o Due Date—, somos testigos del origen de uno de los villanos más icónicos de Batman: El Guasón. El resultado es una cinta incisiva, despiadada, crítica y con una de las actuaciones más deslumbrantes y perturbadoras por parte de Joaquín Phoenix en la piel del payaso criminal.

La película resulta ser una bocanada de aire fresco para el género, a tal grado que logró lo impensable para el cine de superhéroes: ganar el León de Oro en el Festival de Venecia; un festival que hasta ahora se ha distinguido por premiar al cine que se sale de la norma y es precisamente esto lo que ofrece The Joker: una cinta que aprovecha el vacío narrativo en el origen de El Guasón para elevarlo a la mítica de un personaje arquetípico de nuestros tiempos.

A través de Arthur Fleck —el nombre original del villano en cuestión—, somos testigos de la serie de desventuras que sufre un comediante frustrado antes de convertirse en el psicótico que habrá de aterrorizar a Ciudad Gótica: un payaso en decadencia, con trastornos mentales, huérfano, incapaz de conseguir medicamentos o consultas por los constantes recortes al sistema de salud pública, abandonado por el sistema, pisoteado por una sociedad insensible, desechado por el capitalismo utilitario y armado con un revólver que nunca quiso tener.

Un melodrama en su máxima expresión, que nos permite como espectadores preguntarnos ¿qué tanto hace falta para que un hombre pierda la cordura?

En términos generales, se trata de un cine que trasciende el mundo de superhéroes para convertirse en la magnus opus de Todd Phillips. Una obra donde cada pincelada ha sido cuidada hasta el mínimo detalle: la música de la islandesa Hildur Ingveldardóttir, la oscura ambientación que transmite la fotografía de Lawrence Sher, el descomunal performance de Joaquín Phoenix y la presencia de Robert De Niro como último guiño a ese cine de Scorsese al que hace tributo (Taxi Driver, The King of Comedy).

El único gran muro contra el que este monstruo cinematográfico termina por estrellarse, es la humanización de la intolerancia y, por otra parte, el uso de las enfermedades mentales como una doble moral. La carcajada de El Guasón pasa del oscuro sinsentido que lo caracterizó en el mundo de los comics, de la serie de televisión, las animaciones, los videojuegos, las visiones de Tim Burton y Christopher Nolan, para adentrarse en los terrenos de una supuesta denuncia social.

Todd Phillips esgrime el estandarte del bufón dolido para cuestionarnos sobre la seriedad de un mundo donde la corrección política censura la esencia misma de la comedia: la irreverencia.

“¿Soy solo yo, o todos se están volviendo cada vez más locos allá afuera?”, pregunta nuestro nuevo El Guasón, y la respuesta es un hombre blanco maquillado como payaso que empuña un revólver y asesina a quien, supuestamente, lo merece. Un discurso muy poco adecuado para esta época de polarización social donde los tiroteos en masa y los discursos políticos de un presidente abiertamente racista contrastan con movimientos como el de #MeToo, el #FridaysForFuture y la cultura woke.

Ahí donde Marvel erosionó por completo la figura de los superhéroes hasta convertirlos en botargas, emerge El Guasón como el verdadero icono de una mitología invertida: el villano es ahora quién nos cautiva con su profunda personalidad. The Joker intenta hacer una crítica al sistema a través de un cine ácido de quemadura lenta, que termina siendo tan tóxico como peligroso.

Sin duda, estamos ante una película que pasará a la historia por su valor artístico pero también por ser la advertencia de un cambio de década hacía las crisis venideras: crisis políticas, económicas y ecológicas, que habrán de pasar por el filtro de las redes sociales; ese espacio donde la corrección política más recalcitrante y la intolerancia más grotesca conviven con el vacío alienante del capitalismo tardío y el maquillaje de esa sonrisa perpetua con que intentamos dar color a nuestras selfies.

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Spiderman: un nuevo universo. Los multiversos se crean, se destruyen y se transforman

FOTOS: Internet

Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

Calificación: ****Clásico imperdible

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  La vida es una caja. Nuestra vida es una caja. Presos de las rutinas, las obligaciones, los recibos de pagos y de las redes sociales, tenemos una caja que tiene muchas lucecitas, pero caja al fin. Nos polarizamos, nos simplificamos y descargamos nuestra ira en un meme o en un post que presume lo que queremos ser, no lo que somos. Y conforme pasa el tiempo, nuestro universo se va haciendo más chiquito, más reducido, claustrofóbico; y esa herramienta que nos iba a permitir navegar por el mar inmenso de la información y el conocimiento, nos está asfixiando gracias a nuestro nulo interés de dar unas cuantas brazadas más. Una lástima.

No diste clic en el lugar equivocado, en efecto estás leyendo una reseña de Spiderman: Into de the Spiderverse, la mejor película de superhéroes del año. Así, sin dudarlo. Y esto porque precisamente nos saca de la caja, sacude un poco las neuronas, revoluciona las técnicas de animación, cuenta con un guión loquísimo pero que es mucho más sólido que varias producciones superheroicas de los últimos años y tiene un desarrollo de personajes exquisitos, dándole su exacto valor a héroes y villanos. Si acaso su defecto puede ser que necesites tener algo de bagaje del Hombre Araña, pero realmente necesitas haber vivido debajo de una piedra —o en la más horrible caja de todas— para no tener un mínimo conocimiento del amigable vecino neoyorquino.

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Surgida de la mente de Phil Lord y Christopher Miller quienes firman el guión, la película se centra en el Spiderman “más nuevo”: Miles Morales, quien debe detener la fusión de universos alternos creada por The Kingpin para evitar una paradoja que ponga en riesgo el multiverso. Es entonces donde varias versiones de Hombres Araña se unen para contrarrestar la amenaza, pateando sin contemplaciones las paredes de esa caja que no nos permitía ver otras realidades.

Una hermosa locura geek escrita con dedicación, toneladas de ñoñería comiquera y una especial atención para hacer de este espectáculo accesible a todos. Una proeza que nadie más que Miller y Lord podían haber logrado, especialistas en “pensar afuera de la caja” como ya lo demostraron con la subvalorada pero divertidísima Lluvia de Hamburguesas y la exitosísima Lego Movie. Una hazaña que también deben de estar padeciendo las mentes maestras de Lucasfilm que los despidieron de la dirección de Han Solo por esas libertades creativas que se estaban tomando y que al final sufrimos el triste resultado de ese desabrido filme.

Así mismo, esta producción ayuda a quitarle la etiqueta infantil a cualquier película de animación, y con ello no quiero decir que no sea apta para niños, pero sin duda la disfrutarán mucho más aquellos de 8 años en adelante. De igual forma como lo mencioné anteriormente, la producción rompe esquemas y se da el lujo de experimentar en grande mezclando animación tradicional, anime, Looney Toones y lo más avanzado en animación por computadora.

Aunque los trazos puedan ser considerados simples, el detalle está en la maestría de los animadores para capturar un rango amplísimo de reacciones de cada personaje; asímismo, todos los escenarios creados encajan perfecto con la historia, y gracias a las libertades que permite la animación, se logran escenas y encuadres frenéticos, editados a un ritmo temerario que en un live action sería casi imposible de realizar. Aunado a ello, el soundtrack está perfectamente integrado a la historia y logra su cometido de aportar peso dramático a todas las escenas.

En resumen, no pierdan la oportunidad de ver esta película en pantalla grande, es una de esas experiencias que quedarán grabadas en tu memoria cinéfila. Salgamos de la caja, los multiversos están ahí afuera y no necesitamos superpoderes para encontrarlos, con levantar un poco la vista basta.

Nota final no patrocinada: Mención especial a Cinépolis que programó funciones de la película en idioma original con subtítulos aun siendo una película animada, algo que aquí en La Paz dudé que lo hicieran y lo cual se agradece a chorros.

La calificación de Kinetoscopio:

5 Estrellas: Clásico imperdible

4 Estrellas: Bien actuada, escrita y dirigida

3 Estrellas: Entretiene

2 Estrellas: Sólo si no tienes otra opción

1 Estrellas: Exige tu reembolso

0 Estrellas: No debería existir

Los invito a seguirme en Twitter y hablar de cine en @marcoaric

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