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Raúl Antonio Cota, intemible a la palabra. 40 Años de poesía

FOTOS: Modesto Peralta Delgado

El Beso de la Mujer Araña

Por Modesto Peralta Delgado

 

Temer al mar

cuando las aguas podridas de los astilleros

y las turbias de los muelles

exijan clasificación aparte

y el cuerpo de la amada

el llanto y las miserias

no estén en el mismo pan

en el mismo verso.

Raúl Antonio Cota

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En 2018, Raúl Antonio Cota fue homenajeado en el Encuentro de Escritores Sudcalifornianos que llevó su nombre. Desgraciadamente, para esa fecha no pudo estar publicado su antología Temer al mar,la cual, hoy en día, ya está disponible y a la venta. Yo tuve la fortuna de leer el boceto aún no publicado, y constatar lo que no es un secreto: don Raúl es un gran poeta. No hay duda de que siempre estará enlistado entre los mayores exponentes de las letras sudcalifornianas. Y para escribir una imagen redonda, completa, a veces no hacen falta tantas palabras, como en estos versos: Esto que sobresale de la espuma / es una ballena en el / centro mismo de su tedio. Y en otro aún más breve: La ballena es / el desembarco de las olas. Ambos, contenidos en esa publicación que en recientes días ya salió a la luz. La presente, es una entrevista de un serial especial realizado para el Centro de Artes, Tradiciones y Culturas Populares (CATCP), que se realizaron el año pasado.

Me tocó entrevistarlo en su casa una fría mañana de diciembre de 2018. Me prometió un café de talega, pero al final me debí tomar dos o tres tasas. El hombre está por cumplir 70 años; se mueve despacio, bien abrigado, pero posee esa chispa y amabilidad que, al menos a mí que lo conozco desde hace algunos años, siempre me ha inspirado su trato. Está lejos, muy lejos, de poses y palabras ensayadas —de hecho me negué a copiar textualmente su reseña, preferí la plática natural, conforme sorbíamos el café y me mostraba fotos en la mesa de su comedor.

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Una cachora que llegó muy lejos

Raúl Antonio Cota nació en La Paz, BCS, el 13 de marzo de 1949. Ha publicado 20 libros de poesía, y también de ensayo, cuento y reseña. “En 1979 tuve la preocupación de publicar una revista que se llamó La cachora, por su sencillez e identidad sudcaliforniana; la revista llegó a su número 79 y la intención era que los ejemplares aparecieran cada mes, pero por razones económicas se publicaba cada dos o tres meses, hasta su último número, en 1984, cuando se suspendió por problemas de financiamiento”. La cachora —contó— circuló en varias partes de México, e incluso en el Sur de los Estados Unidos, Perú y Guatemala. Esta revista de literatura ha sido tan importante en Sudcalifornia, que hay un par de libros que han compilado sus textos y/o comentado su contenido.

Fue Jorge Ruiz Dueñas, entonces Secretario General de la Universidad Autónoma Metropolitana —quien también escribía poesía—, quien le proporcionó un directorio de las principales publicaciones culturales del mundo de habla hispana, y así, la publicación llegó muy lejos, pues con gracias a ese directorio se intercambiaron la revista y a Cota le llegaban otros materiales. “Ese fue un momento de intensa de movilidad literaria para La cachora; el principal propósito de esta publicación era promover a los escritores sudcalifornianos y lograr establecer contacto con escritores de otros puntos de América Latina”. ¿Cómo se mantenía la revista? “era una publicación independiente; yo vendía suscripciones y ejemplares, también hubo dos ocasiones en las que gané una beca literaria de la revista Tierra Adentro, la cual otorgaba premios a revistas independientes, que consistía en una ayuda económica para que pudiéramos seguir sacando las publicaciones.  Gracias a eso, La cachora cobró mucho impulso, pero después la revista fue decayendo y tuve que suspenderla”.

Rulfo

Mientras hojeaba un álbum fotográfico, unos reconocimientos y recortes de periódico hice la trillada pregunta de cómo inició, ¿qué le motivó a escribir poesía? Hay que anotar, para esto, que el primer concurso que ganó fue el Premio Estatal de Poesía, en el Festival de Otoño en Todos Santos, en 1978, lo que habla de una trayectoria de 40 años en 2018. “Yo no tenía pretensiones de escribir, pero sentía una extraña fascinación por la creación literaria, porque iba descubriendo que las palabras tenían efecto, como los versos, un poema, y obviamente ese atractivo te lleva después a querer escribir algo como eso. Y fue por allí que surgió, por el efecto de palabra y la fascinación por escribir. Los premios y los concursos también son un impulso; el primer concurso que gané fue el Premio Estatal de Poesía, en el Festival de Otoño en Todos Santos, en 1978. Entre que estudiaba la Licenciatura en Educación Media Superior y mi trabajo como profesor en una preparatoria, alternaba con la creación literaria, pero el trabajo como maestro también me ‘jalaba’ a escribir y a leer mucho”. En sus inicios, fue un lector de aquellos famosos del Boom latinoamericano: Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar; de Borges y Álvaro Mutis.

Y un escritor que admiró, le llegó a conceder una entrevista en los años 70’s: Juan Rulfo. “En ese entonces yo trabajaba en Difusión Cultural del Ayuntamiento, y me tocó atenderlo porque Rulfo se presentaría junto con Edmundo Valadez y otros escritores en una mesa redonda, así fue el acercamiento. Le pregunté a Rulfo acerca del lugar que ocupaba la Literatura Mexicana en el contexto de la Literatura Latinoamericana; él decía que era una de las más fuertes e impactantes en el mundo. También le pregunté sobre los escritores que más habían influido en su quehacer literario, y mencionaba a las narradoras brasileñas como Nélida Piñón, Lygia Fagundes Telles, Clarice Lispector, y me comentaba que las leyera”.

Siendo profesor, Raúl Antonio Cota leyó a Salvador Díaz Mirón, y se dio cuenta que éste se movía entre la Literatura popular y la clásica; “incluso en Arte poética dice que debe imperar en cada verso tres heroísmos en conjunción: el heroísmo del pensamiento; el heroísmo del sentimiento; y el heroísmo de la expresión; o sea, que el poema te lleve a una reflexión sobre cierta quema de la realidad, que los versos expresen las cosas emotivamente, de una forma como nadie las ha dicho antes”.

El efecto del mar

¿El poeta “nace o se hace”? Pregunté. “Considero que si existen ciertos impulsos emotivo-biológicos que lo llevan a uno a no desatender una expresión literaria, sino sentirte aliado con ésta, no puedes permanecer diferente ante la expresión poética. Y después, tú quieres aportar a la poesía tu cuota de vivencia. Yo creo que sí se nace poeta, igual que un músico y su fascinación por la música. Pienso que la pasión por el arte uno la trae en los genes; en mi caso, creo que mis genes culturales y literarios vienen de mi abuelo materno, a quien le decían El catrín. Él era contador, y tenía ese apodo porque, aunque era un medio humilde donde él se movía, siempre andaba con chaleco y sombrero”. ¿Escribir poesía es más fácil que otros géneros? “Cualquier persona puede garabatear una hoja con pretensiones poéticas, pero la poesía es antes que nada efecto de palabra, y saber cómo dar ese matiz a un poema, lograr conmover a quien escucha o a quien lee, no cualquiera lo hace, y sí se requiere oficio y disciplina. No es fácil escribir un poema y menos si no te adentras en la dinámica del texto literario, se necesita esfuerzo y pasión para moldear las expresiones”.

En un principio, los temas más recurrentes de Raúl Antonio Cota eran los que le provocaban los paisajes: el desierto y el mar, pero el mar lo conmovió más, y se echó un clavado a las aguas de la inspiración sin remedio. “Me atrajo de una manera muy poderosa, de allí el título de mi poema Temer al mar. Temer no significa tener un miedo físico hacia el mar, sino dejarse mover por la potencia simbólica que posee el mar, es un miedo metafísico y de asombro, como estar frente a un precipicio y no saber si aventarte al vacío o replegarte para seguir escalando”. Ese libro, que recoge sus letras desde 1979 a la fecha, y que en teoría debería estar publicado en 2019, contiene esas artesanías hechas con palabras, olorosas a la sal marina, y siempre maravilladas por las ballenas. Por lo pronto, y para la posteridad, algunas líneas de ese poemario están inscritas en una banca escultura rumbo a El Coromuel. Unas cuantas palabras de alguien que admira a la mar, estarán impresas en piedra por algún tiempo.

“No creo ser una figura muy relevante. Estoy en un grupo de personas que escriben, que se preocupan por el mar y el desierto, y lo que éstos modelan en los actos cotidianos”, dice. Asegura que el oficio de escritor le ha dejado “una visión más amplia para apreciar y conocer más o conocer menos al ser humano, al mexicano y al escritor de otros ámbitos en el país (…) También me ha dejado la oportunidad de conocer a personas honestas, sinceras, que me han acercado a la cultura”. Ese café se agradece. También esos dulces que tenía en su mesa. Las fotos, los recuerdos y esas palabras que, más que buscar el homenaje, buscan la simple expresión, la compañía de un amigo.

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*Esta es una serie de cinco entrevistas realizadas para el Centro de Artes, Tradiciones y Culturas Populares de Baja California Sur, institución que posee el derecho de autor de estas publicaciones.

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Christopher Amador celebra 10 años como escritor con ‘Canto a una mujer azul’

FOTOS: Cortesía.

La Paz, Baja California Sur (BCS). En 2008 apareció Canto a una mujer azul de Christopher Amador Cervantes, uno de los poetas más sobresalientes de Baja California Sur; conmemorando una década como escritor, CULCO BCS publica este texto revisado y corregido por el propio autor. Decimos que “apareció” porque ni él mismo lo supo en su momento y no quedó conforme, así que tiró —literalmente— su libro a la basura, pero cuando los ejemplares fueron rescatados lo buscaron, y al final lo presentó en el vestíbulo del Teatro de la Ciudad. Esta anécdota marca el inicio de una trayectoria que ha cosechado más de una quince de libros publicados.

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Los versos los escribió a los 18 años —recordó, en una charla concedida a este medio—, cuando Cervantes Amador era estudiante de la preparatoria Morelos, en La Paz, y se quedaron abandonados en una libreta. Años después, cuando éste tenía 24 años, una persona que creyó en su talento lo sorprendió con el regalo de publicarle los textos, por supuesto, sin que él los hubiera revisado, corregido y autorizado. Canto a una mujer azul fue publicado el 25 de junio de 2008 en la Ciudad de México, y para el 5 de julio los ejemplares ya estaban en esta ciudad.

Su sorpresa no fue grata: se autocriticó de forma tan dura al ver sus letras impresas, que aventó los ejemplares a un tambo de aluminio de la Primaria “Torres Quintero” por donde iba pasando. Un par de días después, el recolector de basura se los dejó a un maestro, luego pasaron por manos del director del plantel y finalmente con un periodista que los llevó al Instituto Sudcaliforniano de Cultura. Dieron con él, quien —avergonzado— negó haberlos arrojado a la basura y aceptó presentar su poemario, el 11 de septiembre de aquel año.

Editorial Samsara fue la casa editorial que publicó este poemario logrado con versos cortos pero imágenes contundentes, que tienen como columna vertebral el erotismo; sí, quizá con rimas un poco en desuso, nada grave para ser un muchacho de preparatoria, pero que ya contenía poderosas imágenes como los ríos no llevan agua / sino sólo el nombre líquido del tiempoUno cree ver una estrella / pero somos sólo el ojo que la sueña.

CANTO A UNA MUJER AZUL

0

La mujer que se largó con dos maletas

me dejó colgada el alma

en una soga de violetas.

Heme aquí dudando amarla

mientras chupo los listones

del corsé de la serpiente.

1

Gota mínima de aceite

entre los pétalos temblando.

Eso justo sí que eres

oh caricia de cuchillo

hallando filo entre mis dientes.

2

El hombre deposita su fantasma

en la morada de los santos.

Mujer: tu vientre es madriguera

de luciérnagas en llanto.

3

Me gusta que seas pequeña

porque así me cabes en los ojos.

Sólo al verte mi alma llenas y en mi cara

dice rápido su nombre el color rojo.

Me gusta que te acerques a beber

de la nostalgia de mis ojos.

Me gusta ser el mar

cuando la sed de tus desiertos

se me acerca poco a poco.

4

Son tus ojos dos zafiros enquistados

en el oro de mis versos.

El agua del río se regresa

con tal de besarte dos veces.

¡Este amor es más redondo y más azul

que el planisferio!

(Anteayer pensando en ti

se puso azul mi pensamiento.)

5

Sensual pitonisa de blanca simiente

Tu madre la Luna te supo serpiente

Orquesta celeste tu voz convincente

Hechizas y engañas oh estrella terrestre

Si Dios no existiera serías inocente

Cual flor, cual manzana…

¡Costilla silvestre!

6

Me sobran rosas pero eres manca.

Mi amor por ti llenaría en un día

todos los floreros.

7

Acuérdate de mí cuando te entregues a otro cuerpo.

Recuerda que los ríos no llevan agua

sino sólo el nombre líquido del tiempo.

8

Tu sexo es una selva recorrida.

Andarte, re-correrte,

es ser un árbol que soñando dice y jura

que camina.

9

Naciste rota, remendada y deprimida.

Te pareces demasiado a la poesía.

10

Celos de esposa,

cama de clavos para la espalda

del doble turno.

11

El amante encuentra todo menos alma.

Se gana uno el infierno

por buscarle los cachetes a Jehová

en un par de nalgas.

12

Mujer: la muerte

entra vestida de tu cuerpo

a nuestra alcoba abriendo brazos.

Amarte es despertar en una tina

sin riñón pero silbando.

13

Cada mirada es un puerto.

Cada corazón es una nave

en el oleaje del recuerdo de tu beso.

14

Uno cree ver una estrella

pero somos sólo el ojo que la sueña.

15

Niña de los ojos guillotina

con mirada de cadalso.

Si me subo a tus pupilas es por darte

la semilla de mi llanto.

Cuando ruede mi cabeza tú sabrás

que yo era lágrima en mi canto.

16

La alegría de ver tu cuerpo morirá tarde o temprano.

Sólo queda disfrutar aquel ensayo del perdón

que sin tu abrazo no sería.

He matado a una mujer toda la vida.

17

Después de ti no tiene caso el Universo.

Se parecen a tu piel mis breves días.

18

Me miras y reinventas hasta el código en mi sangre.

Cuando ríes dejas semillas en el aire.

19

Niña de los ojos que enloquecen

cuando miras el otoño

los cadáveres del sol se reverdecen.

20

Mi semen es un látigo de besos

azotándose en tu sangre.

21

En la punta de mis ojos duermen peces

que han soñado conocerte mar adentro.

22

Ebrio de estrellas

bebía de tu boca

la noche.

23

Llano en llamas fue tu pubis

releído por mis besos.

24

Tu sexo brota en ríos mentales.

25

Tus piernas son los remos

con que viajo hacia el orgasmo.

26

Sólo el huérfano te sabe

(al ver tus brazos) los delitos.

27

Yo rompí la copa que soñaron en tus muslos

los desiertos.

28

Fruto elástico es el sexo

deshaciéndose en la lágrima ontológica

del tiempo.

29

Ella abrió su corazón

y sólo había un sapo podrido.

30

Penetrarte con amor

es suspirar un corazón desde la médula espinal.

Desabrocha el corazón sobre las sábanas humeantes.

31

La mujer es un perfume redondeándose en el aire,

un corazón con levadura.

32

Tus muslos son dos nubes sosteniendo el aguacero.

¿Quién pretende abrir el mar mientras empuja su velero?

33

El poeta al empuñar docto la rosa

no redacta los perfumes:

saca vida de sus venas con caricias espinosas.

Christopher Amador

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CANTO A UNA MUJER AZUL. 10 AÑOS. Versión (corregida y revisada) a partir de apuntes de cuaderno del año 2002, publicados en 2008 por Samsara Editorial.




Un libro muy perro de Juan Pablo Rochín

FOTOS: Cortesía.

Colaboración Especial

Por Rubén Manuel Rivera Calderón

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Siempre que presento un libro me pregunto por qué motivo alguien debe tomarse la molestia de conseguirlo. Abrir un libro y leerlo implica tomar una decisión, una acción relacionada con nuestra voluntad y nuestra libertad. A todos aquellos a los que obligaron a leer El Quijote de niños, tal vez quedaron invitados a alejarse de la literatura, al menos por un tiempo. A pesar de todas las bondades que implica la lectura, que adquieren un “extra” especial cuando se trata de obras literarias, por diferentes motivos leemos poca literatura, y para colmo de males, lo último o lo que menos leemos es poesía.

Yo como buen hado padrino de El perro es ahora el señor de la casa, con mi pluma mágica le deseo que tenga muchos e intrépidos lectores. Pero no te quiero dejar a solas en tu audaz acto, amable lector: el trampolín de la solapa puede catapultarte a negruras abisales desconocidas en esas diabólicas letras de Juan Pablo Rochín, no el papá, sino el poeta.

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Por lo tanto, me tomaré la licencia de compartir mi lectura contigo, a través de una especie de guía sobre lo que puedes encontrar o esperar de este libro, desde mi muy retorcido punto de vista. El orden es más o menos arbitrario. Hallarás…

  1. La construcción de una voz poética o un personaje lírico. Por favor, no te vayas con la finta. Aunque en poesía es más fácil identificar a la voz lírica con la voz del autor, son dos cosas diferentes. No digo que Juan Pablo, el hombre, no haya vivido con más o menos intensidad muchas de las cosas dichas en el libro; el poeta Juan Pablo construye una voz (polifónica, o sea que por momentos también asume a otras voces), crea una máscara que le permite llevar algunos accidentes (incluso la muerte), encuentros y desencuentros, reales o imaginarios, hasta sus últimas consecuencias; o al menos hacia terrenos desconocidos o arenas movedizas que sólo la poesía puede construir y la lectura conocer y recorrer.
  2. El libro no está desprovisto de una que otra palabra dominguera, o de esas que por sí mismas ya tienen una cierta carga poética (las menos, por cierto, pues la poesía de Juan Pablo Rochín no se caracteriza por estas pedanterías librescas). Lo que sí hallarás, lector, particularmente al inicio, es un uso más intensivo y sistemático de las mal llamadas palabras altisonantes, que todos usamos muchas veces al día, pero que algunos se resisten a verlas impresas en un libro: pendejo, puñetas, caca, chaquetas, coger, culo, nalgas, encabronado, puta… No son tantas, pero como están en los primeros textos, a lo mejor algunos lectores puritanos y pendejos pueden desanimarse y abandonar el libro (lo cual es su irrenunciable derecho); pero yo los invito a que lo tomen como un recurso creativo, como una vacuna, una provocación o una declaración de principios; es decir, una manera de infundirle vida al poema, de que irrumpa la voz de lo cotidiano en estos artefactos literarios, cuyo lenguaje a veces es tan elaborado, fino o rebuscado, que los lectores los miran con el mismo respeto que a una estatua de un personaje ilustre, o un pedazo de excremento, sin entender o saber una jota de por qué es ilustre y para qué diablos se le hizo un monumento o una oda.
  3. El lector también hallará poemas dedicados a la palomilla literata o intelectual. A veces con humor, muchas más con sarcasmo, ironía y críticas directas o indirectas. Juan Pablo apunta sus flechas envenenadas a las corazas de papel de creadores y críticos literarios, de la creación poética, la lectura y la poesía misma. Todos seres del lenguaje, por cierto, que viven, aprenden, medran, disfrutan o fueron hechos del lenguaje o por él. Bueno, a quien le guste el mitote, que busque a Juan Pablo para que le pregunte a quién le tira tanta mierda. Yo, aunque me gusta el chisme, les puedo decir que muchos poetas rescriben su arte poética en cada libro, vociferan contra colegas conocidos y lejanos, se deslindan de lo ya escrito; y los mejores, como Juan Pablo, convierten la violencia de esas críticas, en última instancia, en una suerte de autocrítica que inicia por el otro, y termina siempre en uno mismo, mirándose al espejo.
  4. El lector encontrará humor, que a veces extraño mucho en la poesía, pero también encontrará a la muerte, como tema de largo aliento en el poemario que da nombre al libro, y que requiere de una lectura más atenta, que otros apartados más desenfadados, críticos, sensuales o sentimentales.
  5. Por supuesto, la obra no está exenta de alusiones a escritores como Sabines, Paz, Chumacero, a poemas o frases de Neruda, o que me recuerdan a Elizalde, Lorca… Epígrafes de Machado o Los Tigres del Norte; notas al pie, dedicatorias, guiños para amigos, digresiones líricas, citas no convencionales, pequeños homenajes… Es un libro muy trabajado, pero no aburrido.
  6. Y hablando de los trabajos del poeta, uno de ellos ha sido y es des-automatizar el lugar común (Efraín Huerta: Del dicho al lecho hay un gran trecho). Juan Pablo lo hace en su libro, utilizando frases que juegan con el lugar común, como y la sábana en luna hiena ( en vez de llena); poniendo el dedo en la vulvar imagen (en vez de vulgar); esa larva agonía (en lugar de larga agonía). También a los poetas les da por acuñar sus propias palabras, lo cual no es algo extraño, sino parte del oficio (desde el modernismo). Un ejemplo lo tenemos en la página 80: Alguien, desde arriba, apedreaba con gaviotas / ese cielo nuberoso que desmira.
  7. Aunque estoy de acuerdo, en lo general, con Antonio Cienfuegos, sobre el libro de Juan Pablo (liminar y contraportada) no voy a repetir lo que dice… Pero Juan Pablo no sólo es descontento, desarraigo y antipoesía. También se permite giros románticos, que coquetean con lo cursi, pero que sólo coquetean, sin entregarse o naufragar, por ejemplo: Cómo no desear su talle / si usted me mira solicitando un mar de besos / desde el cuarto menguante de la luna (p. 75). ¿Quién que es, no es romántico, decía mi abuelo.
  8. En la poesía del colega Rochín, atento lector, encontrarás una suerte de bipolaridad, no en el sentido psiquiátrico del término, sino más como un armazón de extremos unidos por un tono claro y definido. Me explico. Alguien me dijo “no vas a encontrar unidad en el libro”. Y es cierto, tiene al menos cinco apartados o capítulos al interior de los cuales se abordan temas o asuntos diversos (misceláneos), pero eso no es necesariamente un defecto ni implica una falta total de sentido de composición o ausencia de unidad temática. Las obsesiones de un escritor y sus fantasmas lo acompañan durante todas sus obras, como al sibarita los placeres de la carne, la bebida y la comida. La unidad del libro está en la voz, en los recursos literarios, en la manera en que construye una estructura poética sobre la base de metáforas logradas (unas más sencillas, otras más deslumbrantes; una menos predecibles que otras), engarzadas a frases llanas o coloquiales que introducen giros del habla cotidiana, sin excederse con el uso de frases demasiado chabacanas, hechas o comunes.
  9. Algunos lectores se quedarán con lo que entienden a la primera. Con la complejidad de lo sencillo que muestran algunos versos (por cierto nada improvisados, aunque el tono sea espontáneo, hay mucho trabajo detrás, a lo Sabines). Otros más exigentes o audaces aceptarán la provocación de Juan Pablo Rochín: adentrarse en los caminos bifurcados, difuminados, en la imagen que se dispara semánticamente en el pie y lanza sus perdigones por caminos que no ha recorrido; inefables, incluso, para el creador del poema. Quiero decir que la obra de Rochín permite una lectura creativa; provoca al lector activo, o proactivo; lo invita a “ponerle de su cosecha”, a añadir a lo que está presente, lo que está escondido en el mismo lector, eso que las metáforas de Juan Pablo sacuden, despiertan, espabilan. Estás imágenes no se atienen a la lógica aristotélica, a la mera consistencia convencional; no se traducen como si fueran parábolas; no tiene un referente inmediato, una idea definida, una interpretación racional… Hay que tomarlas como vienen, como olas o bestias que embisten al lector, y que adquieren sentido según la capacidad para la danza y el capote de cada quien.

Para proporcionarte una llave de entrada al libro, “amigo” lector (si llegaste hasta aquí, ya te puedo decir “amigo”), te invito a que leas esto, a continuación, de la página 8 (te recomiendo ampliamente los poemas de las páginas 28 y 30). Si no hubiera escrito más, este poema vale la pena muchos poemarios.

Soy como un niño paseándome en bicicleta

tengo caracteres tatuados en los brazos

y una declaración al alba

extendida

al paso lento y sostenido por el parque,

alguien murmura, con dulcísimo sentido:

“No mires a ese hombre, es agua sucia”.

 

No me distraigo,

voy triunfal dando conferencias

a estudiantes invisibles

y a las mujeres fugaces,

voy suspirando una balada tribal que,

lejana,

en un auto rojo en medio de la calle,

alberga gritos e insultos y estropicios.

 

Voy por las celdas del parque

soñando

que no pasan los días

que el viento en vano

interroga a fantasmas hostiles en movimiento:

 

Agotaré el esfuerzo de pedalear desnudo

hacia tu abismo.




Invitan a concurso de declamación en La Paz; habrá premios económicos

FOTO: Internet.

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El XV Ayuntamiento de La Paz a través del Instituto Municipal de la Juventud, invita a jóvenes de 12 a 15 años de edad a participar en el Tercer Concurso Municipal de Declamación A mi bandera querida, dio a conocer Alejandro Peñaloza, jefe del Departamento de Estudios y Derechos de la Juventud, a través de un comunicado de prensa.

El concurso se llevará a cabo el próximo 20 de febrero en las instalaciones de la Secundaria Técnica #01 Concepción Casillas Seguame. La convocatoria cerrará el próximo 16 de febrero, se lee en el boletín de prensa del Ayuntamiento de La Paz.

“El concurso de  declamación ha tenido gran aceptación y respuesta los años anteriores. Se trata de fomentar los valores cívicos en las nuevas generaciones, así como la participación. Sin duda hay jóvenes que demuestran otras habilidades dentro de este concurso y es ahí donde damos un seguimiento para que continúen participando dentro de otras actividades y convocatorias del Instituto Municipal de la Juventud”, dijo Alejandro Peñaloza.

Agregó que a nombre del Director del IMJ, Roberto García Mancillas, se realiza una invitación a todos los jóvenes que sean partícipes de este Tercer Concurso; “los interesados deberán presentar como requisito copia de identificación escolar, constancia de estudios así como el poema escrito en tres copias con nombre y autor del mismo”.

Para mayor información presentarse en las instalaciones del Instituto Municipal de la Juventud, ubicado Calle Sierra San Luis Gonzaga entre Sierra la Victoria y constituyentes, colonia 8 de Octubre Segunda Sección, o comunicarse al 1215849.




“Anotaciones sobre Odile” o cómo hacer la poesía del presente y lo concreto

FOTOS: Internet.

Colaboración Especial

Por Gabriel Rovira

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Un suceso extraordinario siempre deja hondas huellas sociales que inevitablemente termina convirtiéndose en signos y objetos artísticos, que hacen lo posible, en la pobreza del lenguaje, por transmitir una experiencia viva, y ser su digna memoria. Así es el libro de poemas que dejó como efecto el huracán Odile en 2014, el meteoro que todos sufrimos, y el que removió particularmente el corazón de Ramón Cuellar Márquez: Anotaciones sobre Odile.

Apenas lo abrimos y este libro nos sorprende, en un acto de moderna iconoclastia, cuando adorna la primera página con un epígrafe, como ahora parece obligado, tomado directamente de la Wikipedia, la fuente popular del conocimiento milenarista.

Porque este huracán en particular fue uno que pudimos vivir juntos como comunidad casi todo el tiempo, mientras hubo electricidad o baterías, en directo desde los lugares de los hechos, e interactuando por Internet, lo cual ya lo hace en sí un fenómeno cultural interesante.

Para acercarnos a su experiencia, supongo, Ramón Cuéllar Márquez escoge la forma de la segunda persona, instala la función apelativa y le habla al huracán de , y lo humaniza en hiperbólica prosopopeya. Y a través de esa perspectiva malabarista que mantiene casi todo el poema, lo increpa, le recuerda sus orígenes, sus culpas, su mundana historia, su relación con los viejos, sagrados, escatológicos recuerdos de su más serio precedente, el huracán Lisa de 1976.

Sigue la crónica —porque este poema es una crónica, muy personal, muy lírica, pero una crónica—, sumando los temas que los habitantes de la media península leíamos con ojos incrédulos desde el teléfono, desde los medios, desde la calle, de boca en boca; la fuerza de la noche, la oscuridad del viento, las piedras aullando entre las olas, los destrozos del día siguiente, las carencias, los saqueos, la ira y el miedo, pero también el amor repentino y la solidaridad, todo eso está ahí con nombres datos y fechas, poesía hecha historia, o viceversa.

Y no hay de qué sorprenderse porque la poesía se origina en Homero como una crónica de batallas, en verso para ser recordadas mejor.

A todos nos conmueve oír hablar de algo que vivimos hace poco y en eso apoya su eficacia emocional este poema, en la fuerza del recuerdo inmediato y en el miedo, y por lo tanto en la oportunidad y el riesgo artístico de lo cercano. Cuéllar Márquez valida en el libro la noción de poesía coyuntural, de respuesta o de emergencia, así la llamaban en los ochenta poetas como Benedetti: Letras de emergencia, como en las canciones políticas, como en los corridos. Lo cual no es poco, porque requiere de valor y compromiso con la realidad presente. Y el riesgo está en que la experiencia pasa sin digerir, tal cual, sin filtros en toda su brutalidad de experiencia verdadera, concreta, basta, burda, incluso ridícula o cursi como es la vida real… pero en verso, para ser mejor recordada. Y es nuestra opinión que este pequeño volumen, de largos versos y largo aliento, hace su homenaje al presente concreto con mucha dignidad.

El final del poema propone una tregua en el caos de esta guerra verbal contra el fenómeno natural. Una tregua también en el huracán cotidiano de la violencia, del narco, de la pestilente política, y del tsunami mental del Internet que nos separa irremediablemente de los otros. Es esa su forma de aliviar y exorcizar los fantasmas de los recuerdos: una paradoja que los hace perdurables en el registro memorioso del verso. Esos largos versos que eternizan el espanto que se quiere expulsar del cuerpo social.

¿Cómo se juzga un poema que nos habla del miedo presente, que inevitablemente nos conmociona, ya nada más que por la fuerza del recuerdo? Yo no puedo, estoy conmovido. Afortunadamente, Ramón Cuéllar Márquez posee una habilidad estética poco usual en su imaginación y su lenguaje, misma que seguramente será reconocida también por un conmovido porvenir.