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Luca: un visor a nuestra niñez

FOTOS: Internet

Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

La Paz, Baja California Sur (BCS). Una de las grandes cualidades de Pixar es la capacidad de dotar a sus historias y personajes de empatía, así como humanidad, partiendo de los sentimientos que a todos nos hacen ponernos la piel de gallina. De alguna u otra forma, logra movernos fibras sensoriales que provocan un alborotamiento acelerado de recuerdos y experiencias que nos recuerdan lo importante de vivir.

Porque más allá de los enormes y sofisticados avances en animación, lo que ha hecho grande a Pixar son sus historias, que aunque en los últimos años han batallado más en encontrarlas, pero con Luca —la más reciente producción estrenada hace unos días en Disney+—, vuelven a generar una historia sencilla, llena de vida, de corazón y empatía que puede generar una pequeña revolución en nuestros recuerdos.

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La historia nos sitúa en la costa italiana, donde vive una comunidad de monstruos marinos que al salir del agua se transforman en humanos. Por obvias razones, viven escondidos y temen salir a la superficie, pero esto cambia cuando Luca conoce a un monstruo marino que habita en la superficie y lo invita a acompañarlo para descubrir el mundo.

Es ahí cuando empiezan las aventuras, su lucha para adaptarse a la vida del pequeño pueblo al que llegan, en el cual los habitantes le temen a los monstruos y solo están buscando la oportunidad de ver uno para cazarlo. En palabras del director Enrico Casarosa la película está basada en los veranos que en su niñez pasaba en la costa italiana, sin duda tiene éxito al lograr recrear la idílica experiencia que fue esa etapa de su vida.

Tanto con la animación, los paisajes generados, como con el desarrollo de personajes. El viaje a Italia es un recorrido a nuestro pasado, a nuestros propios proyectos y recuerdos infantiles. Sin duda llegará el momento en que la memoria nos traiga de vuelta esos épicos partidos de futbol en la calle, o el momento en que los niños de la cuadra se juntaban en la puerta de la señora de la tiendita a comprarle los hielitos de fresa, mango o chocolate para mitigar el calor veraniego.

Luca tiene el poder de volver a hacernos niños de nuevo, de recordar aquellos proyectos, aquellos amigos, aquellas aventuras que decíamos haríamos cuando fuéramos grandes, y que conforme fuimos creciendo se hicieron más difíciles. Con Luca podemos intentar ser niños, a imaginar y a disfrutar como ellos. Re imaginar el sueño de irnos nadando hasta el Polo Norte, llegar en patineta hasta Los Cabos, o convertir nuestra bicicleta en una Harley con un poderoso motor construido con un Frutsi aplastado.

En aceptar y lidiar libremente, con nuestros sentimientos, en permitirnos soñar y construir con generosidad y perseverancia. De nueva cuenta Pixar lo vuelve a hacer y crea un pequeño visor a nuestro interior. Porque la verdadera historia de Luca no es la que vemos en la pantalla, sino la que se genera en ese momento en nuestros corazones.

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¿Qué tal esta “Coco”?

FOTOS: Internet.

Colaboración Especial

Por José Leónidas Alfaro Bedolla

 

San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). Coco. Así se llama la película que apareció en cartelera la semana pasada, película gringa en 3D producida por Pixar. Empiezo por declarar que aunque me gusta el cine, nunca he sido un crítico de ese género, así que mi comentario dista mucho de hacer gala de ello, pero sí, como simple cinéfilo, puedo decir que la obra me impresionó, particularmente por el tema basado en nuestra mexicana forma de recordar el Día de Muertos. Estimo que deja muy bien expuesta una de las costumbres más arraigadas de nuestra cultura popular, la que por cierto, se ha visto, desde hace al menos una década, terriblemente afectada por la penetrante influencia gringa con su Halloween. Sinceramente, creo que los medios de difusión, principalmente la televisión, han  tenido mucha culpa de ello, otro tanto los maestros en las escuela y mucho más los padres de familia que se han dejado seducir; esto es reprobable porque no aporta nada favorable a nuestra cultura, al contrario, nos invade negativamente.

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Pero volvemos a Coco. Es admirable la forma en que aterrizan para el inicio de la trama, desde un principio jala el personaje de la abuela mandona que detesta la música, pero a la vez, la recia posición de su nieto Miguel que se aferra a talento musical que lo trae en sus genes; esas escenas de uno y otro, desarrolladas en un pueblo netamente mexicano, la verdad me convencieron.  Cuando el niño está en la plaza lustrando las botas del mariachi, mi recuerdo regresó 65 años, de cuando cargando mi cajón de bola incursionaba entre la algarabía concurrente en el Mercadito Rafael Buelna; dejando a un lado la nostalgia, vuelvo a la imagen dura de la abuela y la espantada cara del mariachi que huye de aquel torbellino. Pero el niño no se arredra, se anima con una convocatoria a un concurso de canto, y seguido de su fiel amigo, un perro choloiztcuincle, decide robar la guitarra expuesta en un mausoleo del panteón, en el recinto se muestra un gran cuadro del ídolo, con esa imagen los cinéfilos nos alegramos, me pareció muy atinada la inclusión del más afamado charro, actor y cantante mexicano. Pero,  de nuevo la bravura de la malvada abuela se impone, esta vez, demostrando su violento carácter al destrozar la legendaria guitarra del ídolo del pueblo.

Al entrar a las escenas fascinantes donde los muertos “viven” su mundo maravilloso, me quedé impresionado: la belleza, el colorido y todo lo que componía aquel ambiente tan mágico e increíblemente deslumbrante, dio a la historia una reactivación que me alegró y cautivó todavía más. Es en esta parte donde más se realza la música mexicana, tanto de mariachi como de banda sinaloense. La presencia de los que se nos fueron al Más Allá, entre otros, pude identificar a: Jorge Negrete, Cantinflas, María Félix El Santo y Frida; fue un gran acierto de los creadores del tema, ellos son: Lee Unkrich, Jason Katz, Mattew Aldrich y Adrían Molina.

Pero el personaje que viene a retomar, por decir la segunda parte de la historia, representa al traicionado por el ídolo impostor. Las aventuras del niño y aquél desdichado, son intrépidamente increíbles. Ese sesgo es de una importancia capital, luego veremos por qué.

Me entretengo un poco para manifestar mi asombro, a la vez el reconocimiento, por la tan atinada conformación de las calacas, las escenografías y la gran ambientación que nos envolvió de principio a fin, los diálogos y el manejo de las reacciones de los “actores”, que en ningún momento cayeron en la exageración, ni aun cuando se desarmaban. Todo ello debió costar un trabajo enorme a los hacedores de esta magia, son tecnologías de nuestra era, que por fortuna, nos permiten hacer realidad hasta lo impensable.

En mi etapa juvenil, fui miembro de las Juventudes Comunistas Mexicanas. Integré una célula que tenía por misión dogmatizar prospectos. En una ocasión tuvimos como tal a un albañil, cuando éste manifestó estar convencido de pertenecer a nuestras filas, le pedimos una muestra de su convicción; mi compañero, que era un grado más irreverente que yo, le puso como prueba que renegara de su religión, y para ello, debía destruir el pequeño altar que tenía en una esquina de su humilde sala. El albañil miró el rinconcito, luego a nosotros, y acto seguido, con arrebato demencial descolgó un machete y blandiéndolo gritó: ¡Ora verán hijos de chingada! ¡Seré ateo, pero a mí Virgencita de Guadalupe, me la respetan, cabrones! Salimos a la estampida con el albañil atrás; hizo que nos meáramos de miedo.

Traigo a colación ésta lejana anécdota, porque me resulta análoga al referirme a algo con lo que no estoy de acuerdo con los realizadores del guion de Coco. No entiendo por qué, o en todo caso, que los hizo sostener la idea de sugerir que nuestro máximo ídolo Pedro Infante Cruz, pudiera haber sido un malvado ser humano. El sesgo que da la historia al enfilarse hacia el final, sugiere que el mejor cantante y actor del cine mexicano, mi eterno ídolo, en la película, se manifieste como un abominable engañador y asesino. Eso de ¿Dónde dejé mi AK-47? ¡Jijos del máiz, no lo puedo aceptar!

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Se han rebasado los seis meses, y Quirino y Estavillo, siguen sin entender para qué están en sus puestos, no han atendido nuestro reclamo: ¡JUSTICIA, JUSTICIA, JUSTICIA! Para JAVIER VALDÉS CÁRDENAS.

Leónidas Alfaro Bedolla. Escritor, su novela Tierra blanca (La cuna del narcotráfico), búscala en: Educal, Gonvill, México y Porrúa.




Crítica: ‘Cars 3’

IMÁGENES: Internet.

Por Marco A. Hernández Maciel

Calificación: ***** Bien actuada, escrita y dirigida

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Desde el lanzamiento de Toy Story en 1994, Pixar tuvo una racha perfecta de producciones que fueron una amalgama exitosa en crítica y taquilla. La dirección de John Lasseter los llevó a concebir historías increíbles como Wall-E, Up! y Toy Story 3 y las predicciones apuntaban a ir más arriba. Pero entonces llegó Cars 2 y la racha perfecta se terminó. Con decisiones creativas muy extrañas, ­—seguramente se basaron en las ventas de los juguetes—  se decantaron por darle el protagonismo a Mate la Grúa, dejando en segundo plano todo lo que había hecho memorable a la primera parte.

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Con ello en mente, Cars 3 supera en todo a su antecesora, y se convierte en una digna secuela. Y al parecer, Pixar se tomó muy a pecho el desprecio por la segunda parte ya que la única referencia a ese film es que respetan el orden de los números, no quedando rastro alguno de esa exótica y rara aventura de espías que fue la segunda entrega. Con decir que incluso Mate es poco más que un cameo y —quizás hiera algunas susceptibilidades— no se extraña en lo absoluto.

En esta tercera parte, el Rayo McQueen es un corredor consolidado que domina su competencia cuando el tiempo, y la tecnología lo alcanzan para verse superado por los más nuevos competidores. Así que después de un suceso casi trágico, empieza a reevaluar su carrera y busca la manera de mantenerse vigente con la ayuda de una entrenadora personal llamada Cruz Ramírez, contratada por su nuevo, rico y poderoso patrocinador llamado Sterling, quien es un impulsor de la tecnología que no duda en desechar lo que no sirve.

Con esta premisa, la historia se convierte en un road trip que lleva al Rayo y a Cruz de viaje por muchos caminos donde la productora Pixar aprovecha para mostrar el gran avance tecnológico logran en cada producción que presentan en la gran pantalla. Las imágenes creadas tienen un nivel de textura que en algunas ocasiones parecen cien por ciento reales. La recreación de múltiples escenarios y climas es sobresaliente y ello contribuye a que la historia y los personajes sean aún más entrañables. En la playa, en el lodo, en el bosque, entre la niebla, en el desierto y dentro de la pista de carreras, todo está cuidado al más mínimo detalle. Con Pixar, el entorno se convierte en un personaje y todo el conjunto se sublima para crear un producto visualmente perfecto.

Y aunque toda la película se mantiene en ese nivel de perfección visual, hay tres secuencias que explotan al máximo esa cualidad: la carrera inicial, el entrenamiento en la playa y la batalla en el lodo. No contaré de más en la trama pero el ritmo de edición, los encuadres, movimientos de cámara y la coreografía de cada personaje están realizadas con maestría. La carrera nos lleva directamente al asfalto y sentimos en carne propia el vértigo, el calor y la emoción como nunca se había mostrado en el cine. La secuencia en la playa es sumamente divertida y todos aquellos fanáticos de Rocky no evitarán recordar aquella épica carrera entre Rocky Balboa y Apollo Creed en su preparación para derrotar al monstruoso Clubber Lang. Y la batalla en el lodo es un caos perfectamente sincronizado y que nos introduce a un personaje que seguramente será de los nuevos favoritos de la franquicia.

Sin embargo, el guion de Cars 3 batalla para mantener su nivel de emotividad hasta el final y decide tomar la vía fácil, la vía conocida sin arriesgar mucho en su historia. Se mantienen en la línea del homenaje a la nostalgia y se apega mucho a la primera entrega. Los malos resultados de la segunda parte los obligaron a irse por la segura, sin complicaciones, apelando al carisma de los personajes y transitando por el camino ya conocido. Un camino que deja vía libre para seguir explorando el mundo de Cars.

La calificación de Kinetoscopio:

5 Estrellas: Clásico imperdible

4 Estrellas: Bien actuada, escrita y dirigida

3 Estrellas: Entretiene

2 Estrellas: Sólo si no tienes otra opción

1 Estrellas: Exige tu reembolso

0 Estrellas: No debería existir

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