1

Almas liberadas

FOTO: Cortesía

Especial Día del Padre

 

Mención honorífica del concurso “Carta al Padre” 2022

Por Nikté Izel

 

 

Querido padre:

Escribo estas líneas con tinta de nostalgia y las lanzaré al viento como bandada de pájaros para que las atrapes con tus manos callosas, esculpidas por grasa y fierros oxidados por el olvido. En ellas te cuento un hermoso sueño con un final feliz. En mi sueño, tú realmente eras un padre.

Cerré mis pupilas dilatadas y caí en letárgico descanso, soñé que tus ojos no me veían con malicia, yo era la luz de tus ojos, tu princesa, veías en mí los años gloriosos de tu niñez, yo representaba los días más felices de tu vida.

Soñé que tus manos no robaban mi inocencia, tus manos sanaban los raspones de mis rodillas, me empujaban en los columpios y me sostenían cuando estaba a punto de caer.

Soñé que no oscurecías mi infancia con tu pecado, alumbrabas mis noches con historias y cuentos fantásticos, me hacías soñar con hadas y sirenas llenas de encanto.

Soñé que tus puños no me dejaban tatuajes en mi piel, tus puños mataban mis monstruos y mi piel de durazno brillaba con la luz de la luna y era la envidia del sol.

Soñé que me amabas como se ama a una hija, soñé que me amabas como se ama a Dios.

Soñé, solo fue un sueño…

Pero este sueño he decidido hacerlo realidad, los recuerdos tristes los he sepultado muy hondo, en las entrañas de la tierra, donde han quedado atrapados entre raíces con nudos apretados para que no intenten regresar a mí.

Hoy padre, la paz llegó a mi alma y me atrevo a decirte que yo si te amo como se ama a un padre. Tu ADN ha sobrevivido en mí, hoy es mi santuario de vida, mis células amontonadas son tus células, no reniego de ellas, y no porque lo digan las sagradas escrituras Honraras a tu padre y a tu madre, no, es porque he ganado la batalla, dejé ir al pasado, me he quedado con lo mejor de tu esencia. A pesar de todo, siempre te admiré por tu honradez y tu amor al trabajo, son las únicas cosas buenas que tengo de ti y con eso me quedo. Ya dejé de sacar el hilo negro de tus memorias aflorando tus errores y tu pecado, no soy juez recto y soberano para sentenciarte. He lamido yo misma mis heridas para poder sanarlas, sangraron por muchos años, pero por fin han cicatrizado, ¿por qué dicen que las cicatrices son feas? las mías son hermosas y representan la victoria de mi pasado. Dejé que pasara lentamente el tiempo y corrí detrás del viento en busca de mi verdadera identidad.

Ya no lloro más por ti, por mí, por nosotros, prefiero seguir bordando sueños de amor contigo, sueños en donde tú eres ese padre que me dio la vida y su vida misma, que luchó incansablemente por verme feliz, que mis sonrisas eran tu alimento de cada día.

Quédate en paz padre, que yo ya he sanado, volví a nacer, pero esta vez nací completa, entera, lo suficientemente fuerte como un roble para albergar cientos de pájaros y con mi alma desatada del tormento. Las lagunas de mi memoria se asentaron en el olvido, mi corazón roto ha sido remendado, hoy florece en todas las estaciones del año y guarda un espacio para ti.

A través del perdón me libero y te libero padre, vuela, vuela muy alto, no dejes de volar hasta alcanzar el cielo vasto de estrellas y conviértete en una de ellas, yo alzaré mi vista para buscarte cada noche, mi alma desencadenada intentará escuchar tu voz junto con el canto de los grillos y el murmullo del aire. Te abrazaré en cada puesta de sol, extenderé mis brazos hasta el horizonte para poder alcanzarte, guardaré el olor de las rosas cada primavera para enviártelo como regalo de reconciliación en día de muertos, a través de alguna alma mensajera.

Entre salmos y proverbios elevaré mi pegaría al cielo y pediré una sola cosa, que estés donde estés, seas absuelto de tu pecado, para que se te abran las puertas celestiales y te unas al coro de ángeles, porque creo en los milagros.

Finalizo estas líneas cargadas de esperanza, en donde el borrador ha terminado con mi llanto y la tinta de mi conciencia reconoce que heredé tu carácter fuerte, esto te lo agradezco, es lo que me ha mantenido viva para florecer en desiertos y tierra estéril. Que encuentres la paz eterna y tu descanso regocije tu espíritu.

Nikté Izel

P.D: Deseo que renazcas en colibrí, te poses en el árbol de bugambilias de mi jardín y con tu canto me digas que tu alma a encontrado el esplendor de Dios.




Un beso con alas

FOTO: Cortesía

Especial Día del Padre

 

Carta ganadora del Cuarto Lugar del concurso “Carta al Padre” 2022

Por Susana Aguiñiga 

 

 

Sabes papá hoy desperté pensando nuevamente en ti y aunque ya no te pueda ver he podido escuchar tus latidos en ese corazón mecánico que conservo en mi buro y no sé si algún día tenga el valor de guardarlo. Quiero decirte que tu ausencia me ha deja con una sensación de orfandad. No me ha sido fácil cumplir con tus mandatos, ¡De verdad lo intento!, pero tú me conoces bien, sabes que llevo en mis genes tu sensibilidad y un grifo que me delata.  En ocasiones he tenido la necesidad de ahuyentar tus recuerdos para poder estar erguido ante los demás. Desde tu partida me siento perseguido por la vulnerabilidad, indefenso y solo.

Cada vez que entro al baño de tu casa vienen a mi esas nuestras platicas a solas, como cómplices en busca de resolver la vida de todos. Entre espuma de jabón tus preocupaciones, tus encargos y tus tantas dolencias. Cómo olvidar tus lágrimas revueltas entre las aguas tibias que recorrían tu cuerpo frágil, tu cúmulo de angustias, y malos ratos de toda una semana. Aún está ahí, esa maltrecha coladera que también sabia de tus penurias cotidianas, y de nuestros nudos en la garganta mientras juntos buscamos los pies.

¡Te extraño!  ¡Y como no romperme si tú estás en mi sangre como un manantial que recorre todo mi ser!  El artista jilguero de tu barrio, consejero de aves en arribo, protector de sangre y de aquellos extraviados que se unieron como familia.  Te escribo esta carta para decirte que no puedo seguir fingiendo, siento que te estoy fallando. A veces creo desmoronarme, con una necesidad de salir corriendo a buscar tus brazos de hierro y no los encuentro. ¡Padre tengo que reclamarte algo! me dijiste todo lo que debía hacer, más olvidaste decirme, ¡Cómo no extrañarte tanto!

Quizás ya lo hayas visto desde esa nube que parece estar anclada sobre la casa, pero te lo cuento –no soy tan fuerte como tú me lo decías, porque me paralizo cuando tengo que hablarles de ti a mis hermanos que aun te lloran, no puedo ser el valiente, apapacharlos a todos y hablarles con palabras limpias sobre un proceso de duelo cuando yo no he vivido el mío propio. ¡No puedo mentirles más! No puedo aparentar fortaleza, porque tan solo al entrar a tu cuarto me inundas con tu perfume olor a madera. Un mundo de imágenes aparece, tú, en ese sillón café de franjas desgastadas, dictando tus deseos, tus pendientes, tus preocupaciones y los encargos a resolver a la mayor prioridad. Tu última petición la más dolorosa para mí y en la cual tuve que callar por mucho tiempo, tu funeral, tu entierro, tu melodía preferida como una despedida ¨puño de tierra¨ ¡Fuiste tan precavido! que te preparaste para dejar hasta para el café con leche y galletas

FOTO: Cortesía

¿Verdad que es difícil ser fuerte y domar a los sentimientos?, ¡Tú lo sabias muy bien! ¿Verdad que aparentar no sentir ni un mínimo dolor es cansado? Yo te admiraba por la apariencia de una roca, la dureza de como agarrar al toro por los cuernos, y también tus enseñanzas. Aprendí tanto de ti, ¡Gracias por las técnicas de camuflaje que me compartiste! ¡Carajo! ¡Te extraño!  ¡Y cómo no romperme si tú estás en mi sangre como un manantial que recorre todo mi ser!

¿Por qué no me dejaste tu valentía?, aquella que te hacía salir de toda batalla, victorioso y con una sonrisa de orgullo. Nada te vencía, peleabas contra todo pronóstico, contra toda dificultad. Ni el cáncer, ni tampoco los dos cambios de marcapaso, fracturas, embolias, tu falta de visión. Cuando caías era solo para darte un descanso porque después te levantabas con toda gallardía, con más fuerza como un mar impetuoso o un viento que sacudía a todos para mostrarnos una fortaleza y enseñanza de vida, ¡Eras tan valiente que nunca vi el miedo en tus ojos! Estabas tan reconstruido de tu cuerpo, pero a la vez también de tu alma. Era fácil sentir tú brillante llamarada de amor alojada en tu pecho y en esas caricias reflejadas en el par de avellanas dulces.

Te despediste durante ocho inviernos de mí, como recordatorio a lo que debía hacer al ausentarte, eras tan organizado que no olvidabas ningún detalle. ¡Perdón papá por no ser tan fuerte!, por fallarte a ratos ¡Extraño tus silencios largos, tus palabras de aliento, tu dureza sabia y también tus lados flacos, tus historias, tu música de José Alfredo y tu canto!

Hoy quisiera poder llegar a tu casa sin que me falte la respiración, quisiera también no tener que obligar a mis ojos a que se oculten tras una alegría falsa. Deseo bajarme del automóvil y verte ahí sentado sobándote las manos, o escucharte discutir con mi madre. Darte todos los besos que me faltaron, poder de decirte que sigo siendo el mismo, pero no es así, ¡me haces tanta falta!

Sé que habrá otros momentos de tristeza como la que tengo ahora en esta carta bañada con lágrimas, de hermosos recuerdos, ¡Lo intentare nuevamente!, seré fuerte, valiente y haré honor a ti, con mis acciones porque me enseñaste que, al podarme, al pulirme puedo recrearme y que el dolor también es algo bueno. Gracias una y otra vez porque aún en tu ausencia me estás enseñando a entender que es la esencia de los ausentes la que se lleva dentro, y que recordar, es recibir con cariño un beso. ¡No te defraudare papá!, y prometo ser mejor persona, no rendirme nunca. Cumpliré todo lo que me pediste, cuidaré de mi madre y mis hermanos hasta que yo me haga viejo. Confía que lo haré bien y cuando nos encontremos te rendiré las cuentas y estarás orgulloso de mi ¡Te lo prometo!

¡Hasta que nos volvamos a ver!

Un beso con alas de tu hijo Javiercito El ventanita morada.

 




Pa´, me dijeron que te escribiera una carta

FOTO: Cortesía

 

Especial Día del Padre

 

Carta ganadora del Tercer Lugar del concurso “Carta al Padre” 2022

Por Ana Silva Yuen Fiol

 

Pa´, me dijeron que te escribiera una carta, pero no me sale. Aun así, lo intentaré con todas mis fuerzas, expresar en unas cuantas líneas todo el sentido que le ha dado a mi vida, el que Dios me haya elegido tu hija. Pero, a veces las líneas se quedan cortas, no me alcanzan los dedos, ni me alcanza el tiempo.

Si pudiera conocer ese poder superior que manifiesta el amor inefable que surge desde mis entrañas, por el simple hecho de ser tu hija, no me alcanzaría mi existencia para agradecerle.

Y es que puedo encontrar a través de cada día, una expresión de vida, y es ahí donde nace mi sentido de pertenencia al mundo que me trajiste, pa´.

Cuando mi edad avanza, me percato que el lugar donde me diste la vida fue elegido con un objetivo. Porque al visitar cada rincón incierto, te siento. Siento que pertenezco al sonido de cada ola del mar, como si estuviera aún en el vientre de mi ma´, siento que al escalar cerros y montañas puedo llegar a volar como las torcacitas que me gustaba corretear, y es ahí donde ahora encuentro mi libertad; y cuando el sol se funde en su más grande radiación, es donde el calor me hace sentir viva, y te recuerdo a ti, pa´, como un cálido día de verano en cualquier extensión de playa del mar Bermejo, donde íbamos y veníamos, recordando alguna vez, mi infancia llena de intrepidez.

Tu peculiaridad que te caracteriza, esa carga de energía que transmites con ímpetu y que vas derramando por tu paso en esta tierra, no te basta hacer tan poco dentro de lo complicado que la vida te va presentando, no te basta enfrentarlo, no te basta caerte y levantarte, si no compartes la lección aprendida con los seres que te rodeamos, es como si no vivieras la caída. Tus ásperas manos, con las que enfrentaste la escuela de la vida y te enseñó infinidad de trabajos, tu piel tostada y llena de cicatrices que me inspira aventurarme por el universo, ese eres tú, mi pa´, con un cúmulo de historias que contar, y una que otra vez, de exagerar, para presumirle a tus amigos lo bien que te ha tratado la vida. Tu voz firme y crítica, que en algún momento me impusieron y llenaron mis ojos de lágrimas, pero con una expresión siempre llena de afecto.

Hoy que soy una mujer adulta, me cuestiono todo y reflexiono, en este mundo tan maravilloso e injusto, tan incierto y versátil, ¿Cómo es que saliste adelante, con tan grandes retos? He de confesarte que alguna vez, fui tu propio juez. Te llegué a juzgar sin saber, ni comprender, pero reconocí que tuviste tu propia historia y hoy admiro las decisiones que tomaste, aun siendo tan joven, eternamente pusiste a tu familia en primer lugar. Y es que eso es un padre, una prueba de las acciones que conllevan muchos errores, pero que van acompañadas del amor más leal y puro que existe.

Pa´, me duele escuchar que, al nacer una niña, se espera más sufrimiento por su vida, que su felicidad. Y quizá, si me he enfrentado a un mundo desalentador por vestir de rosa y portar moños, tanto que, me llegué a sentir indefensa y abatida por la incertidumbre e injusticia de mi género, pero constantemente estuviste tu ahí, velando mis temores y alentando mis capacidades. Creo firmemente que la seguridad que me diste, al cubrir mi espalda y fomentar mi valor con firmeza, me impulsan a seguir de pie en la lucha por un sociedad más justa y libre.

Estamos en épocas de reconocer el camino recorrido, sanar heridas pasadas, y desaciertos cometidos, que nos han valido nuestra salud mental. Por lo tanto, reconozco que un padre hace todo lo que está en sus manos con las herramientas y recursos que tuvo a su alcance, dejando su vida de lado, y viviendo a través de su hijo, aceptando el reto de cambiar patrones pasados para no repetir historias, educar con el constante cambio que demanda la sociedad, admiro y aplaudo a cada uno de esos padres.

¿Quién soy yo? Tu hija, la vida que creaste con paciencia y ahínco, junto a lado de mi ma´ y hermanos, formaste ese árbol de raíces fuertes, con la firme convicción de que tu legado será el fruto de la afortunada educación que nos dedicaste, la cual se muestra con el significado de como tus hijos percibimos y enfrentamos la vida, con esa avidez de perseguir nuestros sueños.

Eres mi centro de carga y sótano de confesiones, donde mis miedos salen, pero me cobijas y proteges al instante. Me guías como un buen marinero a su tripulación, me señalas el cielo, recordándome que es el límite de mis talentos y habilidades, y si tenemos que luchar juntos, lo haces con seguridad y valentía.

Cada año te veré más cansado y viejo, más canoso y caprichoso, pero estoy muy segura que tu espíritu libre perdurará permanentemente, solo pido que me alcance la vida para regresarte ese amor incondicional que me brindaste, y si no nos alcanza el tiempo, no me preocupo, porque estoy muy segura que nos veremos en alguna parte del inmenso mar, ahí estarás tú, guiando las mareas y protegiendo la fauna marina, por fin veremos ese misterio que siempre quisiste ver en los océanos, y en algún momento nuestras almas se fundirán en un solo abrazo, con collares de perlas brillando, corales hermosos y una revolución de peces de colores revoloteando sin cesar.

Pa´, siempre si pude escribir la carta, me di cuenta de que no hay tiempo que perder, hay mucho que expresar acerca de mi sentir y amor hacia el ser que me obsequió la vida.

Hoy más que nunca, celebro y reafirmo, desde mi gratitud, por la vida simple, afortunada y grandiosa que hoy me ha tocado vivir, y todo es gracias a ti, pa´.

 




Padre ausente

FOTO: Cortesía

Especial Día del Padre

 

Carta ganadora del Segundo Lugar del concurso “Carta al Padre” 2022

 

Por Gil Rodríguez

 

 

Me es imposible recordar el día en el que ya no tuve la oportunidad de ir corriendo por ti para que me acompañaras a la cama y que me ayudaras a buscar en ese cuarto obscuro a algún monstruo que pudiera aparecer en mis sueños, o bien, que me dieras ese beso durante cada noche que me permitiera dormir con la seguridad de que papá velaría mis sueños y despertar e ir nuevamente corriendo a buscarte para comenzar un día mágico y lleno de alegría.

Yo era muy pequeña para saber ¿Qué había pasado?, ¿Por qué ya no estabas ahí?, ¿Por qué tenía que despertar todos los días en casa de mis abuelos?, ¿Por qué mamá quería que le dijera papá a una persona que no eras tú?; esas y tantas preguntas poco a poco he ido tratando de contestarlas, de entenderlas y he tenido que crecer más rápido que todos mis compañeros, he tenido que vivir situaciones que mis amiguitos no tienen que pasar ellos tienen juntos a mamá y papá.

Mamá me ha dicho que tú no estás, que tú decidiste irte, que tú ya no me quieres en tu vida, que tú estás mejor así, y me repite muchas veces que tú eres un padre ausente y sabes, he podido corroborar muchas cosas.

Aún soy muy pequeña, pero no sabes como disfruto cada que me platicas todo lo que paso el día en que nací, me encanta ver la foto que tomaste cuando mi cabeza iba saliendo del cuerpo de mamá en ese cuarto lleno de doctores, y que me digas que tú fuiste el primero en verme llegar a este mundo, pero sabes, me gusta porque tus ojos se llenan de nostalgia y de entusiasmo cada vez que me lo dices. Estoy segura de los cuidados que le diste a mamá y a mí durante esas primeras horas de mi vida porque son los mismos cuidados que sigues teniendo conmigo y me siento orgullosa de que tú hayas sido mi papá, porque solo tú eras capaz de darnos esas atenciones que tanto necesitábamos en ese momento, sabes, mamá ya me llevo a conocer ese hospital donde nací y ¡woow!, solo puedo decir gracias.

A veces quisiera poder ir hacia el pasado, y nuevamente sentir tus brazos de consuelo cada vez que despertaba con hambre por las noches, te imagino con los ojos cerrados levantándote y cargándome para llevarme a la cama con mamá y poder comer, tenías que esperar a que yo pudiera terminar y volvías a cargarme para sacar ese aire que probablemente no me dejaría dormir, me brindabas ese arrullo para volver a caer en ese profundo sueño acurrucada en los brazos de papá y tú sin demostrar cansancio por el trabajo del día y aún sabiendo que tu día comenzaría muy temprano al día siguiente, y aun así no lo dejabas de hacer.

Hoy día, a mis 6 años me pregunto ¿Qué tanto son 1,508 Km?, y creo que no es mucho, no puedo entender muy bien donde está La Paz y donde está la Ciudad de México, sé que me lo has enseñado en un mapa y hasta mamá dice que tú te fuiste lejos, pero tú me haces sentir que no es así, te siento muy cerca con cada mensaje que me escribes en la mañana preguntando ¿Cómo dormí?, con esos mensajes a lo largo del día, en donde a lo mejor es una simple carita, pero es una carita que me puede decir que estás pensando en mí, y si creo cada vez que me dices que todo el tiempo estás pensando en mí; me entusiasma que llegue la tarde porque sé que me hablaras y me preguntarás ¿Cómo me fue en la escuela?, ¿Qué hice en el día?, ¿Qué comí?, ¿Qué si ya cené?, y todo aquello que me dices en esa llamada que todos los días me haces en la que puedo darme cuenta que es cierto cada que me dices que soy el amor de tu vida.

FOTO: Cortesía

También me haces sentir importante y sé que tú también lo eres, porque vienes a verme en avión, necesitas volar para que podamos estar juntos y cada mes lo haces, te veo una o dos veces por mes y esas veces volteo a ver el cielo para ver si en ese avión vienes tu y ya vendrás a recogerme, perdóname las veces que has venido y mamá no me deja verte, sé que llegas cansado y por el simple hecho de que vas a verme se te olvida, lo sé porque tienes la energía para que hagamos muchas cosas, para que juguemos y salgamos, te duermes después de mí y despiertas antes que yo y así me he dado cuenta de que tú eres incansable. Sé que son pocas horas las que llegamos a estar juntos, pero gracias por dedicarme cada segundo de esos días que estás aquí, conmigo.

Amo salir de paseo y de vacaciones contigo, que quieras nadar a mi lado protegiéndome, porque yo quiero estar sin mis flotadores, y a pesar de que el agua esté fría y de que el sol esté quemando todo lo que sus rayos tocan, tú estás conmigo, procurando ponerme ese bloqueador solar y todo aquello que necesite, a pesar de que tú olvides ponerte y acabes todo quemado. Me da risa cada que paramos en estas tiendas Oxxo, con tal de conseguir todos y cada uno de los perritos de juguete que forman la colección, me encanta que vayamos platicando, cantando y jugando a ver los colores de los carros cada vez que estamos paseando tú y yo solos. Gracias por llevarme a cenar a donde yo quiero, esos taquitos que tanto me gustan, gracias por ir corriendo tras de mí mientras yo voy en bici, en patín o patines recorriendo ese hermoso malecón y tú vuelves a demostrar que eres incansable y que siempre estarás ahí para mí, hemos vivido tantas aventuras que ya me es imposible acordarme de todas, aun cuando has llenado de hermosos y maravillosos recuerdos mi vida.

He visto como te preocupas cada que enfermo y compras las medicinas o le pagas a los doctores desde tu celular, ese teléfono azul que te ayuda también a mandarme la despensa, a comprarme ropa, tenis e inclusive poder pagarme todo lo que necesito de la escuela, ¿Qué seriamos tú y yo sin ese teléfono? Ese mismo teléfono que nos permite mandar esos mensajes, esas llamadas y lo mejor de todo las videollamadas para poder ver tu cara todos los días.

Pero sabes, sufro cada vez que voy a verte porque aun cuando la casa esta limpia y la mantienes con vida, veo que estás muy solo, enfrentas cada día tu solito con tal de que a mí no me falte nada a pesar de la distancia, lloro mucho cada vez que estamos juntos y dejo de verte, sé que mamá te ha dicho que me pongo así porque no me brindas estabilidad emocional, pero sabes papi, es todo lo contrario, en ti encuentro toda esa paz emocional que necesito para sentirme bien.

Es por eso que me he dado cuenta y he podido corroborar que a pesar de lo que diga tanta gente que esta a mi alrededor, me has demostrado con todo lo que haces, con todo lo que tienes que luchar, que vivir, con el tiempo que me dedicas cada día, que en verdad soy tu princesa, tu muñeca, tu guerrera, tu amor incondicional, tu vida entera; y quiero decirte papi, que tú vives en mis palabras, en mis pensamientos y en mis sentimientos, por lo que jamás podrás ser mi PADRE AUSENTE.




¿Dónde queda el cielo?

FOTO: Cortesía

Especial Día del Padre

Carta ganadora del Primer Lugar del concurso “Carta al Padre” 2022

Por Daniel Alejandro Cota Salcido

Hoy por la mañana, jugaba tranquilamente en casa de mi abuela, cuando inesperadamente me hablaron a mí y a mis hermanas. Me quedé desconcertado, pues hasta ese momento no había hecho nada malo que ameritara regaño alguno.

Nos pasaron a un cuarto. Reunidos allí, se encontraban (aparte de mis hermanas), mi madre (o tal vez no, no lo recuerdo bien) pero de quien sí me acuerdo, es de mi tía. Tranquilamente, nos empezó a hablar de mi padre.

Mi padre… La última vez que lo vi, había sido unos pocos días atrás. Habíamos estado con él, ante su cama. Estaba como siempre, alegre, dándonos ánimos. Yo no entendía el por qué, sabía que estaba enfermo, pero lo veía tan bien, que pensaba que ya pronto lo vería en casa y que como siempre, él estaría allí con nosotros. Pero, él nos empezaba a decir que cuidáramos a mi mamá, que no la hiciéramos enojar, que le hiciéramos caso y yo seguía sin entender, pero si mi Viejo lo decía, estaba de acuerdo en ello.

Mi tía me volvió a la realidad, cuando empezó a hablar de que mi Viejo se había puesto grave y que había estado sufriendo mucho y que Diosito había preferido llevárselo al cielo para que ya no sufriera más… Aún recuerdo sus palabras: Ya su papi se ha ido, él va estar mejor, pero los quiere mucho y siempre va estar con ustedes… Yo y mis hermanas no sabíamos que pasaba, bueno al menos yo no entendía, pero en ese momento ellas empezaron a llorar y les seguí, no sé porque, pero empecé a llorar con ellas. Lo que mi tía nos había dicho no me quedaba claro, sin embargo, en ese momento el dolor de mis hermanas, ese no se qué, me contagiaba y hacía sentir un dolor muy dentro de mí. Y lloré, lloré mucho, como cuando me quitaban algo que yo tenía por muy valioso… Pero pasado un rato, yo seguí igual, creo que volví a enfrascarme en lo que estaba haciendo o nos empezaron a alistar para no se qué… No lo recuerdo.

De allí en adelante, mi mente quedó en otro mundo, el tiempo pasaba muy rápido; veía que me miraban, que me abrazaban, que hablaban; veía gente llorando, sentía que íbamos de un lugar a otro. Sin embargo, yo estaba ido, me hacía muchas preguntas: ¿por qué te fuiste? ¿Dónde queda el cielo? ¿Quién es ese Dios con el que te fuiste? ¿Es acaso otro de tus amigos de parranda? ¿Por qué te has ido con él, acaso importa más que nosotros? ¿Te irás por mucho tiempo o volverás ayer? ¿Acaso sufrías por nosotros, por eso te fuiste? ¿Éramos mucha lata para ti? Vuelve viejo, te prometo que nos portaremos bien… ¡Pero si siempre nos portábamos bien! ¿Por qué te has ido, hay otro motivo? Yo sólo tengo 7 años, ¿qué mal pude haber hecho para que te hayas enojado así y hayas decidido irte? Está bien, has preferido irte al cielo, con tu amigote Dios, en lugar de quedarte con tus hijos y mi madre… ¿Para qué lloramos? Si te la has de estar pasando bien con tu amigote. Y ahora, ¿quién me sacará? ¿Quién más te dirá Viejo? ¿Quién nos llevará a la escuela? ¿Quién me enseñará a manejar? ¿Quién cuidará de nosotros? Nos has dejado solos.

Viejo, ¿por qué no vuelves? ¿Qué vamos hacer sin ti? Nos sentimos inseguros, ¿quién defenderá la casa, si alguien quiere meterse? Tú me decías que yo sería el hombre de la casa, pero no tan pronto, apenas soy un niño, qué puedo hacer yo, mucho menos mi madre y mis hermanas. ¡Ya déjate de berrinches y vuelve Viejo!

En ocasiones lloró por las noches, junto con alguna de mis hermanas, mientras mi madre tranquila se encierra en su cuarto. Ella no llora, no sé qué le pasa, a lo mejor ella sabe dónde estás, a lo mejor ella se ve contigo y no nos quiere decir. Pero me parece extraño que ella no llore.

Yo quiero irte a ver al cielo, con tu amigo Dios, pero no sé cómo llegar. L, le digo a mi madre y no me dice nada, se queda seria. Le pregunto a mis hermanas y ellas tampoco saben. La gente aprovecha que uno es chico y no te dicen nada o te dicen algo, pero de lo que te dicen, te lo dicen como para que no lo entiendas, porque hasta ahora yo no entiendo qué pasó contigo mi Viejo.

Yo no sabía que los padres abandonaran a sus hijos y menos tan chicos, mucho menos que pasaran tan poco tiempo con ellos, porque el tiempo que pasaste con nosotros fue poco, ¿no me vas a decir que fue mucho? o ¿tal vez sí?, porque pasaste todo el tiempo de mi vida conmigo, pero, lo que resta de ella, no lo sé. Si te decides dejar a tu amigote y volver donde nosotros… Una cosa sí te digo, aunque te hayas ido, yo Te Quiero Mucho y sólo puedo decirte que fuiste un buen Padre, que sólo de ti recibí cosas buenas, menos esta… Y si piensas quedarte con tu amigo Dios, pues lo felicito a él, porque se ha quedado con lo mejor que tenía y si es lo mejor para ti el estar con él, pues está bien, ya no te molestaré más, solo te doy las gracias Viejo, sólo eso puedo decirte… Gracias… Pero que alguien me diga, ¿Dónde queda el cielo?