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Entre musas

Especial Día del Padre

Carta ganadora del Segundo Lugar del concurso “Carta al Padre” 2023

Por Valery Vélez Valencia

Hay una historia familiar que me viene a la mente cuanto recuerdo a mi abuelo. En una de las tantas exposiciones en las que participó, justo en el lobby de Teatro de la Ciudad de La Paz, se acercó una señora que muy atenta nos sonrío a una tía y a mí, a modo de hacer plática me preguntó que si era la hija pintora del Maestro Agustín, amablemente de dije que no, en su intención de continuar me dice Entonces eres la que escribe, nuevamente respondí con un cortes no, y finalmente, en su tercer intento dice ¡Tú eres la que actúas!, nuevamente con y ya con mucha pena conteste que no, la señora me dirigió una mirada extrañada reprochando lo que para ella eran una falta de cualidades artísticas que debía haberme heredado mi abuelo.

En ese momento nos reímos mucho, aunque si me causó un cierto remordimiento, por no tener a flor de piel los talentos que aludían a mi abuelo, con los años entendí que, si estaban ahí, son la herencia que atesoro porque afloran cuando necesito paz y tranquilidad, son mi centro.

Ese centro era el Abuelo, el gran padre de mi familia paterna, un pintor, poeta, filósofo de la vida, pero sobre todo un soñador, que encontraba a las musas de la inspiración en cada paso de su andar.

No era fácil entenderlo, vivía en sí mismo, en un mundo que era desconocido y siempre viendo las cosas como las quería ver, pero fue quien nos enseñó que todo tenía belleza.

Desde un trozo de papel y una pluma, cajas, maderas, pinturas, lentejuelas, todo en sus manos resurgía del abandono de la basura para dotarles de un alma vibrante. Justamente así era mi abuelo Agustín, un poeta crítico de la vida, que en la aridez del desierto floreció con miles de imágenes que se escondían en sus ojos claros, que encontró en estas tierras una de sus más grandes fuentes de inspiración, las choyas secas eran magia.

Esas choyas que nadie podía encontrar bellas se convirtieron en pinturas rupestres, ballenas saltarinas, brujas para asustar a sus nietos, cada una de ellas fueron retornando en mil formas.

No estoy segura de que haya sido el mejor padre o abuelo, es más hoy a la luz de los años creo que tampoco fue el mejor esposo, amaba a mi abuela, pero más allá de amar un alguien físico sus amores eternos fueron sus musas del arte, la pintura, leer, escribir, vivía para estar creando y eso lo llevaba a mundos difíciles de penetrar para los mortales que no han soltado sus amarras del suelo.

Era libre, navegaba entre cuadros de un Quijote que siempre buscaba a su Dulcinea, barcos que llevaban a puertos lejanos, caballos que galopaban por rutas desconocida o entre leyendas de esta Sudcalifornia que nos arraigó.

​Aún se me figura verlo platicar en el Museo de Antropología que era su otro lugar, ahí se refugiaba para dar grandes disertaciones de arte, historia y como podían hacer un mundo utópico.

Esos días cuando te fuiste, te aferrabas a no dejar este plano, aún tenías mucho que darnos, mucho por crear, mucho que pelearle a la vida, pero tu cuerpo no resistió, tenía una alma tan grande y soñadora que ya no cabía en este espacio.

Por ti, mi alma busca la paz en fotografías, dibujos al aire y uno que otro escrito, todos son vagos intentos por tenerte presente y volver a esos años de la infancia donde toda la familia nos congregábamos en las galerías a ver lo que presentarías.

Gracias abuelito, eres mi gran padre, por ti cuando miro esta tierra que nos ha dado un hogar, veo las choyas y el mar, me doy cuenta lo mucho que haces falta ahora que estás en el mundo de los sueños eternos con tus musas eternas.

Vavel



Palabras al cielo, con dedicatoria a mi Ángel Guardián

FOTO: Cortesía

Especial Día del Padre

Carta ganadora del Primer Lugar del concurso “Carta al Padre” 2023

Por Verónica Sánchez Aguirre

Hoy también, quiero darte las gracias por el valor que tuviste, al enfrentar a los delincuentes que asaltaron nuestra casa, cuando yo solo tenía tres años; tu sólo como un verdadero súper héroe los confrontaste; arriesgando tu integridad para salvar a mi madre y a mí. Saliendo avante, con la frente en alto.

Tú no dejaste que la maldad, y avaricia de los hombres nos alcanzara; resurgiste como el ave fénix. Como el hombre valeroso y aguerrido que siempre fuiste.

No tengo palabras para agradecerte que siempre te preocupaste por impulsarme a realizar mis sueños, aunque en algunas ocasiones no estuvieras de acuerdo con mis decisiones.

Con nostalgia recuerdo tus enormes brazos, los cuales me cargaron y abrazaron tantas veces. Como cuando en la adolescencia, al entrar a la edad de la punzada, sufría constantemente “grades decepciones del corazón”, y tú estabas ahí para consolarme…

Gracias, mi querido padre, por no soltarme de tu mano, por enseñarme a amar el mar, por los paseos, por tus cuentos e innumerables platicas, por tus historias, por acompañarme y enseñarme el mundo…

Te quiero agradecer por permitirme la oportunidad de irme a otra ciudad, para realizar mi sueño de estudiar una carrera, y convertirme en una mujer de bien…

FOTO: Cortesía

Gracias por tus llamadas cuando estaba lejos, que me alentaban a seguir adelante, y no doblegar mi espíritu…

Estas líneas no serán suficientes para expresar todo el amor, que siento por ti. Mi agradecimiento eterno, por haber soportado mis berrinches de niña caprichosa, mis enojos propios de la niñez y adolescencia, los cuales soportaste de manera estoica.

Hoy que no estás presente físicamente, te extraño mucho me haces tanta falta. En estos años he mantenido tu recuerdo intacto; haciendo lo mejor posible para que desde donde te encuentres sientas orgullo de mí…

Te amo con todo mi corazón, te respeto; como te dije la última vez que te tuve cerca Nunca voy a olvidarte.

Desde niña te vi como mi príncipe azul, y aún lo sigues siendo en mi corazón…

Tu luz es tan brillante, que nunca se apagará… Siempre iluminará mi camino, hasta el momento que Dios nos vuelva a reunir…

Por siempre tu chachita: IRALDA …

Destinatario: DIÓGENES SÁNCHEZ ZÚÑIGA




El ritmo del bastón

FOTO: Cortesía

Especial Día del Padre

 

Mención honorífica del concurso “Carta al Padre” 2022

Por Beck Martínez

 

 

Papá:

Veo tu rostro cansado, acabado por el paso del tiempo, por las preocupaciones, por tus problemas de salud, por luchar a contra corriente como si fueses un salmón.

Me recibiste como padre primerizo, tuviste demasiadas dudas, y gracias a tus dudas recibí la atención médica necesaria, aún cuando mi mamá no lo creía así. Incluso más adelante, cuando dudaban de lo que sentía, tú me acompañaste al médico, y de esa insistencia que mostraste siempre me valí, para ahora siendo adulta recibir mi tratamiento.

Jamás desistes de las cosas, de tus intenciones, y al paso de los años ha sido un arma de doble filo.

Cuando era niña, siempre acudía a ti para que me acompañaras a salir de compras, a llevarme a un convivio, todo eso. Hoy, me veo acompañándote, detrás de tu bastón, leyendo las cosas por ti, incluso cargando las bolsas del mandado, porque el paso del tiempo ha sido cruel contigo, sin dar ningún tipo de recompensa a tu sacrificio.

Pelear, luchar, insistir, trabajar, pero nunca descansar, es lo que siempre he vivido contigo. Pareciera que no hay una pausa al tiempo para disfrutar, porque cuando algo se arregla, otra cosa empeora.

Aun a tu edad, tus limitaciones, el desgaste emocional de una vida de estrés, tus heridas de la infancia negligente que tuviste, sigues teniendo la energía para hacerte valer. Tus años de juventud, tus peleas callejeras, te han dado un respeto entre tus conocidos, e incluso en aquellos que no te conocen para nada, que no vislumbraron tus años de proezas.

Cada vez que hablo de ti, hablo de las peleas callejeras que ganaste, de como fuiste un boxeador no reconocido que representó a este estado, de todas las obras de construcción en las que trabajaste, de aquellos accidentes tan horribles a los que has sobrevivido con cierto orgullo, pues me gusta la idea de ser descendiente de un linaje fuerte.

Por fuera pareces un hombre duro, inflexible, digno de respeto, casi un ser indestructible, pero dentro del hogar vives momentos curiosos, que muestran tu personalidad graciosa, demuestras que eres un hombre sensible, con ansias de expresar sus sentimientos, el cariño que siente.

Cada vez que te veo, reflexiono y siempre concluyo lo mismo: la vida es demasiado agresiva, no tiene consideración de nadie, pero tú, has estado protegido por quién sabe qué ángel guardián, que no ha permitido que te vayas en ninguno de tus accidentes, pero al mismo tiempo, me pregunto qué clase de ser eres para atraerlos tanto, incluso aquellas malas experiencias producto de malos seres humanos.

El ritmo que marca tu bastón al caminar es evidencia del tic tac en el reloj de la vida. Marca el ritmo de seguir en la búsqueda de una mejora en esta misma. Tu mirada se parece demasiado a la de mi abuelo ahora, lo cual es la propia naturaleza recordándonos que vamos a dónde mismo.

El día que te vayas, me quedaré con tus errores y aciertos. Me apropiaré de tu firmeza, de tu fuerza para actuar. Recordaré con cariño todos esos programas de televisión del tipo paranormal que veíamos juntos. Mientras tanto, disfrutaré los días que estés con nosotros, sentado en tu sillón.

A pesar de todos tus defectos, no eres una persona mala, realmente eres bueno, y, si te tratases de un árbol, nosotros como tus hijos, somos el fruto de tus valores y moral. Has logrado tener dos hijos que siguen tu ejemplo en lo bueno, y que discernimos lo malo para no repetirlo.

Gracias. Te agradezco por tener la vida en contra, heridas cicatrizadas, un temperamento difícil, y aún así, ser responsable y consciente de buscar siempre nuestro bienestar, de tomar la decisión de romper los patrones de crianza, de contarnos tu dolor y valorar tu esfuerzo, porque sin esto, no tendría la energía para vivir, habría tardado en lograr la madurez que tengo hoy, y no disfrutaría de los momentos de paz que existen.

Gracias a ti, me doy cuenta que la vida es injusta y cruel, pero no podemos hacer nada para que ella sea benévola, solo tenemos que tomarla con la misma fuerza que nos golpea.




Querido papá

FOTO: Cortesía

Especial Día del Padre

 

Mención honorífica del concurso “Carta al Padre” 2022

Por Laura Adelina Fernández Gómez

 

Querido papá:

Estas palabras no salen de mi pluma ni de mis pensamientos, salen de mi corazón agradecido. Naciste un año antes que terminara la segunda guerra mundial, nuestro país en vías de desarrollo, la mayoría de las comunidades sin agua potable, drenaje, energía eléctrica ni carreteras pavimentadas, solo caminos de terracería, herradura y brechas. Sin servicios de salud, ni de vivienda popular, un país con muchas necesidades para la sociedad, no había colonias, había barrios, como los barrios son una hermandad donde todos se ayudan todos cooperan y se protegen, las alegrías y las tristezas también eran compartidas. Así creciste tú, ese fue tu código de honor, la hermandad, siempre ayudando a quien necesitaba o compartiendo las tristezas para hacerlas más llevaderas. Vi como no solo eres la figura paterna para nosotros tus hijos, sino para mis primos también, los primos grandes, los canosos, que venían a la sombra de tu naranjo aquí en Fovissste, para escuchar tu consejo o compartir las lágrimas de la pérdida de sus amadas esposas.

¿Te acuerdas cuando nos robaron el carro? Que al día siguiente lo recuperamos en la procuraduría, los agentes nos dijeron que había sido robado por unos muchachos, que todos escaparon excepto uno, y que ese estaba en barandillas, pediste hablar con él, los agentes creyendo que lo reprimirías o insultarías te dejaron hablar con él, te vi a lo lejos hablando en un banca de la procuraduría con un muchacho desconocido, cabizbajo, roto, con las manos esposadas, y a ti, hablando serenamente como siempre, pasaron unos minutos y regresaste solicitando el indulto, los agentes no lo podían creer (ni el muchacho tampoco), trataron de hacernos tedioso el trámite pero lo llevaste a cabo.

Nos diste una lección de humanidad que no se encuentran en los templos, perdona a tu prójimo, pon la otra mejilla, ama a tu prójimo como a ti mismo, tú, tan Guadalupano y amoroso humano como siempre. Nosotros, tus hijos fúricos, no podíamos perdonar a quien intentó despojarnos de lo nuestro, pasaron los días y unas personas de aspecto extraño tocaron a nuestra puerta, tú como el protector, saliste a atenderlos, era la familia de aquel muchacho, la mamá, la abuela, los hermanitos y el mismo muchacho, con una bandeja llena de empanaditas de cajeta, agradeciéndote la madre menciona entre lágrimas que el indulto que les diste significaba otra oportunidad de vida, te contó un poco de ellos, donde el padre del pretenso a ladrón, los había abandonado cuando él era un niño, y que siempre le faltó esa figura paternal, que agradecía a los cielos la plática que le diste mientras estaba esposado, aceptaste las empanadas, les deseaste bien y regresaste a la sala, veías la televisión mientras degustabas las empanadas rellenas de gratitud, sin hacer espaviento de la gratitud recibida, humildemente aceptaste y les deseaste bien, yo siendo una adolescente no comprendía bien lo que sucedido, lo que sí pude comprender es que tengo tanto padre que hasta me sobra para compartir.

Papá como no te voy a querer si fuiste el mejor proveedor de nuestro hogar en aquellas devaluaciones de nuestro país de 1982 y más dura la de 1994, cuando el Gobierno Federal entregaba una tarjeta para comprar un kilogramo de tortillas por un peso y no sobraba un peso para comprarlas (hasta teníamos que juntar centavos para completarlo). Entonces buscaste un trabajo extra para poder solventar las necesidades, en esa época te miraba irte temprano antes de las ocho de la mañana, salir a las tres de la tarde, llegar a comer, platicar con mamá, descansar un rato a las cuatro con treinta minutos ya estabas en camino para La Normal Superior, regresabas después de las diez de la noche a casa para cenar y platicar de nuevo con mamá. Recuerdo cuando regresabas de largas jornadas de trabajo en San Lucas, escuchaba tu carro rugir desde la esquina, salíamos mi hermano y yo a recibirte, ni bien te bajabas cuando ya estábamos prendidos de tus piernas, papito había regresado a casa, siempre con un chocolatito para nosotros, en épocas donde no había centavos para tortillas, los chocolates tenían tres veces su sabor.

Nunca te vi cansado, enojado, molesto o renegar por la situación económica del país, siempre te vi responsable, trabajador, mi ejemplo a seguir, dignificando el trabajo, y disfrutando al máximo el tiempo con la familia, cuando venías cansado del trabajo de campo, ese trabajo que implicaba recorrer muchos kilómetros supervisando, aun con el cansancio que tu trabajo significaba, siempre tuviste tiempo para cargar el carro de nuevo y llevarnos a la playa, aunque solo compartiéramos sandias con limón y sal, no notaba en ese tiempo que había carencias económicas en todo el país, pues tú siempre nos diste experiencias para que el hambre y el frio no nos nublara la infancia, gracias papito, por todos esos bellos recuerdos, llenos de sal, limón y arena.

Tu paso por el magisterio mexicano es amplio, nutrido y profundo, tu huella esta en donde has laborado, maestro de maestros, tu sencillez siempre busco dignificar a los maestros distinguidos de Sudcalifornia, tramitando en varias escuelas para que llevaran sus nombres, siempre preocupado de rendir tributo al magisterio, y no buscando el propio, así de humilde eres, y eso te hace grande.

A pesar de tus constantes capacitaciones y nivel de estudios, te vi descargando libros, llevando y trayendo material de construcción para las nuevas escuelas, a veces llegabas lleno de sudor y con los zapatos sucios, siempre en pie de lucha para mejorar las situaciones de las escuelas rurales.
En 1997 tuvimos la pérdida de mi abuelita Adela y mi mamita, ambas, tu mamá y tu esposa nos dejaron el mismo año, por primera vez te vi llorar en silencio, abrazar los vestidos de mi madre que aún conservaban su perfume, hacer una oración una plegaria y volverlos a guardar en el ropero. Para ti papá, no hubo tiempo para estar triste, había que sacar adelante a 5 hijos que había perdido a su madre. Fuiste nuestro papá y mamá, asumiste todas las responsabilidades que mi madre había dejado, los desayunos que nos hacías en la secundaria, los recuerdo con mucho cariño, o como nos despertabas para que no llegáramos tarde a la escuela. Lo hiciste muy bien papito, estamos eternamente agradecidos, cuando más la extrañábamos estuviste tú, con tu corazón lleno de amor y tristeza, nos arropaste para no perder la unión que mamá nos daba.

Papá, sírvase esta carta para expresarte mi admiración por tu trayectoria profesional, fuiste maestro rural, director, supervisor y jefe de sector de educación primaria, jefe del departamento de escuelas rurales, jefe de educación audiovisual, jefe de materiales didácticos y culturales de la SEP en Baja California Sur, jefe de extensión cultural y relaciones públicas de la Normal Superior, aun así siempre tuviste tiempo de jugar con nosotros, ponernos la hamaca, reparar el fregadero del baño o hacernos los disfraces que necesitábamos para nuestras presentaciones escolares. Siempre tuviste tiempo para todo, para el trabajo y para nosotros, tu ejemplo es nuestra mayor guía para con nuestros propios hijos, hoy que ya eres abuelito, tus ocho nietos son la extensión de tu grandeza.

Gracias papito por las idas a la playa, por los cuentos que nos leías, por despertarnos en las mañanas nubladas, por soportar nuestra adolescencia, gracias por los desayunos, por laborar doble turno, gracias por tu cansancio, por tu amor, por tu grandeza, gracias por ser padre para muchos, gracias por las escuelas que fundaste, las aulas que construiste, las fotografías que tomaste, gracias también por los regaños y reprimendas, pues no tolerabas la holgazanería ni la maldad, gracias por darnos tanto amor ayer, hoy y siempre, gracias por ocupar el lugar de mamá cuando faltó, por escucharnos aunque nuestros temas de conversación te parecía raros y extraños, siempre tenías tiempo de preguntarnos -¿Cómo te fue hoy?-, ahora yo te pregunto padre mío, viejito de mi corazón ¿Cómo te ha ido hoy? Cuéntame todas las historias que quieras, estoy aquí para escucharte, pon el café, yo llevo las galletas roncadoras.

Te Amo Papá.

Atte. La Güereja

Dedicada a Mario Guadalupe Fernández Caro




Carta a un actor sin teatro

FOTO: Cortesía

Especial Día del Padre

 

Mención honorífica del concurso “Carta al Padre” 2022

Por Rodolfo Tejeda Martínez

Querido padre,

Desde el origen surgieron tus claros oscuros, los mismos que compartimos desde la raíz. Y a cada paso, cegado por tu luz, recurriste a la actuación. ¿Qué es nuestra familia? Una plataforma en la que podías creer lo que quieras, como un actor sin teatro ni escenarios.

Surgió una procreación idealizada. Aún recuerdo la fascinación que yo tenía por los actores de televisión, mientras que tú eras un simple profesor, como de niño juzgaba, ellos podían ser doctores, carpinteros, astronautas o cualquier cosa habida y por haber.

¿Papá quien eras tú?, ¿Quién soy yo? ¿Hacia dónde va todo este melodrama? No preguntes, tan solo sigue actuando. Esta filosofía que con tanta vehemencia sigues. Actuar sin teatro es algo extraño, un día era Español y a la siguiente hora Matemáticas, con las mujeres Religión y con los hombres jugar a ser hombres o el guion que dictaba el cómo sin un porqué. Era extraordinario el ojo agudo de nuestra familia masculina, con sus sombreros de cuero, su botella de tequila como un perfecto escenario y un guion que no se le escapa nada., mucho más agudo que el ojo de una mujer, analizando cada detalle, como si la vida de un trapecista dependiera de ello, con entrega y el fuego de la pasión.

¿Qué es la vida? Nada más que un salto al vacío, ¿Qué tiene que ver mi madre con conocerte? Mucho. De mi madre admiro su capacidad de dejar que las cosas sucedan sin involucrarse en lo más mínimo, esperando a que yo pueda descifrar el rompecabezas. Mi madre y yo nos comunicamos mediante un novedoso código morse; cuando se activa su rabia significa que es verdad, cuando evade el tema es un te estás acercando y cuando es socialmente imprudente es un “toma el mensaje porque yo sola no puedo con esto”. Y contigo únicamente es un juego a la ignorancia mientras en lo profundo de tu ser gritas para ser descubierto.

Es por eso que escribo esta carta con letras tan básicas, la vida misma es tan indescifrable que no tiene sentido complicarla más. Como profesor has visto el problema; de cientos de alumnos pocos han podido entender, no solamente eso, después de la escuela es caminar a ciegas por la vida.

De mi madre el show debe continuar, de ti el amor al arte. Al negarme mi vocación pudiste salvarme de ser un bufón. Padre mío, adoro tu capacidad de resistencia por llevar un papel muy pesado. Gracias a tu amor me ayudaste a escapar de esa coraza. A veces la ayuda es por apoyo y otras por oposición, en silencio o rompiendo ventanas. Ahora entiendo el porqué de tu odio por el cine, así como por las expresiones artísticas. El cine como el teatro son un fenómeno masivo, una ventana hacia el público; alabanzas o repudios. El coste de ser una estrella es alto y el de una estrella sin plataforma escénica es caótica pero no masiva.

En la pantalla lo que callamos las mujeres, pero en la vida real tú callaras más que cualquier mujer. En la calle el instituto de la mujer y en tu mente el deseo insatisfecho de sentir tus emociones. En la mujer el derecho a ganar más, en el hombre no es el derecho a tener cosas físicas, sino a sentir y llorar. ¿Por qué has decidido dar el paso a la fantasía en vez de la realidad?

No lo sé, tampoco pienso forzarte a hablar, ¿Quién soy yo para arruinar el show? La mayor conquista humana es tan difusa a la vista, pero es tan real como palpable e invisible, es el más importante juego cósmico de nuestra vida. Con la frente en alto, con la corriente del corazón. Ya no es un personaje, tan solo camino por el parque después de jugar a la guerra.

Vamos a jugar a sentirse atacado, eso es un viejo truco para construir el guion. Admiro y a la vez me asombra la forma en que tu mente saca matices. Tenemos una gran productora de telenovelas dentro, con guiones controvertidos que enseñan al público que también tenemos la necesidad de ser vistos, que también existimos. Que forma tan ingeniosa de expresar lo inexpresable; el albur, las palabras en doble sentido, aquello que no puedes decir para no ser apedreado, pero que tanto permea en nuestros sueños más íntimos. Fingir no ser íntimo es tu mayor deporte., pero que forma tan original de evolucionar. ¿Qué es una obra de teatro? No es nada más que un jugar a hacer algo que no es cierto, donde no hay víctimas ni victimarios, únicamente sentarse a contemplar.

Es muy creativo jugar a ser hombres; con pantalones de mezclilla, unas veces la carpintería, otras ver el fútbol. No hay profesión más femenina; con sus colores, sus detalles, aquello que encaja y aquello que no. ¿Podría haber algo más femenino? Igual que un estilista que sabe de colorimetría y secretos de belleza, tú sabes como ser un camaleón. Eres una gran base de datos que proyecta los personajes de acuerdo a tu paleta de posibilidades.

Eres un artista en todo el sentido de la palabra, como una modelo que se preocupa por su rostro; un poco de rubor allí, un poco más por allá. Muestras al público tu personaje mientras caminas por la pasarela de la vida. Todavía recuerdo aquel momento en que te dije; ¡Papá quiero ser actor de televisión! Y por supuesto, no puedes apoyarme en tal locura porque tú ya eres un actor y sabes el costo de llevar un personaje las 24 horas. ¿Qué es la vida? Que pregunta tan ambiciosa, aquí entre nosotros esto es blanco y aquello color rosa, pero en la vida no hay colores. No hay propósitos, no hay significados de la vida, no hay actores, tan solo hay un profundo saber que no sé nada. Mientras que en tus telenovelas hay buenos y villanos, en la vida no existe ni el bien ni el mal. En la obra te gustan las manzanas verdes y en la vida las enchiladas suizas, en el show jugamos a la guerra, en la realidad las mujeres andan en pantalón y los hombres en falda, el espacio es tan inmenso como incierto, con una confusión en el paladar donde ya no sabes ni lo que te gusta.

Una obra tan falsa, pero mágica; donde los personajes se atraen por resonancia compartiendo lo que ven, lo que deben ser y en privado lo que son, y, por supuesto, llegan aquellos que son en todo momento. Estos últimos son los que dan tanto miedo, es como si en plena obra de teatro gritarán ¡Basta!, mientras el público queda suspendido sin saber qué hacer.

Es extraño como aquello que puede liberar es lo que más incómodo nos hace sentir. Hoy he salido de mi papel. Es algo mágico cómo la pandemia destruye los teatros, como mueve las emociones, las luces y las sombras. El universo sube y baja los ratings, teje nuevas formas de comunicación. Es extraordinaria la manera en que un acontecimiento mueve todo el rompecabezas. Una persona entre miles de millones fue necesaria para darme cuenta de tantas cosas. Impulsada por la fuerza vital de la pasión y apoyada por el universo. Las coincidencias, los impulsos. Existir es algo mágico. Al verte en tus verdes ojos pude ver mi propio reflejo y en mis pupilas puedes verte a ti mismo. Así de simple, así de extraordinario, como los actores sin teatro.

Gracias papá.

Dedicada a Rodolfo Tejeda Santillán