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¿Dónde y cómo observar lluvias de estrellas?

FOTO: fabiodevilla | Shutterstock

Científicamente divertido

Por Miguel Ángel Norzagaray Cosío

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Tan frecuentes como interesantes para los aficionados y el público en general, las lluvias de estrellas a menudo pasan inadvertidas o sorprenden a campistas y trasnochados. Pocos conceptos básicos y cualquiera podrá disfrutar de este fenómeno astronómico con mayor seguridad. Veamos qué son y cómo observarlas.

¿Qué es?

Es la entrada a la atmósfera terrestre de pequeños restos dejados en el espacio tras el paso de algún cometa. Al acercarse al Sol, la radiación y el viento solar excitan la superficie del cometa, que libera materiales volátiles, arrastrando sólidos. La Tierra, en su movimiento de traslación alrededor del Sol, choca con esas enormes nubes de polvo y pequeños trozos de material. En su mayoría son pequeños, como la arena, pero puede haber mayores, como granos de arroz o frijol.

El sentido común nos hace pensar que se destruyen por fricción, pero esto no es así en realidad. Al aproximarse a la Tierra, llegan a capas atmosféricas compuestas por gas a baja densidad. La luz que vemos y llamamos estrella fugaz no es más que los gases atmosféricos ionizados, tras calentarse por la presión que ocasiona cada meteoro por la velocidad con la que entra a la atmósfera, como a 100 kilómetros de altura. Eventualmente, la cercanía con este calor termina desintegrando la diminuta piedra, convirtiéndola en gas y polvo.

Cuando el cometa que deja tal nube de partículas es periódico y regresa, nutre la nube, enriqueciendo la lluvia de estrellas asociada. En esos casos, pueden ofrecer espectáculos formidables, aumentando de manera notable la cantidad de meteoros por hora que se pueden observar. Ocurren las así llamadas tormentas meteóricas. Se da nombre a la Taza Horaria Zenital a la máxima cantidad de meteoros que se observan durante una hora en condiciones ideales (lejos de la ciudad, sin Luna ni fogata).

Estas nubes que dejan los cometas a su paso pueden ser tan grandes que la Tierra, que viaja como a 30 km/hr, tarda días en atravesarlas. La fecha donde suelen observarse la mayor cantidad es la que indica, pero días antes y después también pueden observarse, aunque en menor cantidad.

¿De dónde salió el nombre?

Un observador cuidadoso, podrá darse cuenta de que las estrellas fugaces asociadas al mismo cometa, parecen surgir de un punto fijo en el espacio, tal y como se ilustra en la imagen siguiente:

A ese punto que parece el origen de todas, se le llama radiante. Cada lluvia de estrellas tiene su propio radiante y la constelación donde se ubica el radiante es la que da nombre a cada lluvia. Así, las Gemínidas tiene radiante en Géminis y las Leónidas en Leo.

Con el paso de los años, las nubes de polvo en el espacio van rotando y dispersándose de complicadas maneras alrededor del Sol, por lo que las coordenadas del radiante pueden ir cambiando poco a poco.

¿Dónde y a qué hora observarlos?

Todos hemos visto estrellas fugaces. Es algo tan rápido que, en cuanto la anunciamos sorprendidos, desaparece antes de que quienes nos acompañan puedan voltear a observarlas, excepto algunos casos de bólidos más grandes y duraderos. Cuando los interesados en disfrutar de estos fenómenos salen a observarlos, es común observar el cielo desde temprana hora de la noche. Sin embargo, lo primero que hay que buscar es la constelación donde se encuentra el radiante. Si tal constelación sale del horizonte a las 10 de la noche, podrán comenzar a verse algunos meteoros, pero cerca del horizonte son menos visibles. Es necesario esperar varias horas a que el radiante se eleve en el cielo, de ser posible al máximo, lo que se llama su culminación. Por eso, la mejor hora para observar lluvias de meteoros es luego de la media noche.

Esto se ilustra en la siguiente figura:

Lluvias de estrellas importantes

Se sospecha que hay cientos de lluvias de estrellas, pero de manera sólida se conocen poco más de 100, con radiante bien definido y cuya evolución se ha seguido por años. De estas, podemos decir que las más evidentes son poco más de 10. La lista a continuación muestra las cinco más profusas y fáciles de observar.

Nombre Fecha del máximo Taza Horaria Zenital
Cuadrántidas 3 de enero 120
Gemínidas 14 de diciembre 120
Perseidas 12 de agosto 100
Eta Acuáridas 5 de mayo 60
Oriónidas 21 de octubre 23

Más lluvias de estrellas y parámetros precisos pueden consultarse en la Wikipedia o en la liga del apartado siguiente. También hay una buena referencia de otras lluvias en el calendario lunar que edita Lonnie Pacheco y que puede conseguirse en la Sociedad Astronómica Mira.

Un paso más

Si se planea ir a observar una lluvia de estrellas, no cuesta mucho hacer un esfuerzo adicional y marcar la diferencia. El paso importante para que nuestra lúdica experiencia se transforme en ciencia es registrar lo que se hizo, comenzando por contar los meteoros durante al menos una hora.

Estas sencillas observaciones y registros, que ocurren al mismo tiempo en diversos lugares del planeta, permiten determinar y modificar la Taza Horaria Zenital de cada lluvia de estrellas. De esto se encarga la Organización Internacional de Meteoros, quien pone a disposición de los observadores sencillos formatos para que su observación se registre y cuente como reporte científico.

Si se desea mejorar aún más la práctica, hay dos cosas que se pueden hacer. Los observadores pueden colocarse cómodamente sentados espalda con espalda para dividirse el cielo. Si son muchos, varios observadores por región del cielo puede ser conveniente, mientras cada uno lleve su propio registro (y no se estén peleando por cuántas lleva cada quien o si me tocaba o no).

Además, si cada observador tiene su carta celeste, puede dibujar ahí el trazo en el cielo de cada meteoro, lo que permite estimar el radiante.

No hay duda de que las lluvias de estrellas son vistosas. Tirados en la arena, sentados en una silla o acostados sobre un carro en el monte, hay muchas maneras de disfrutar de este fenómeno.




¡Un telescopio como regalo de navidad! Ahora, ¿qué hago?

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Científicamente divertido

Por Miguel Ángel Norzagaray Cosío

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Tener un telescopio es el principio de grandes descubrimientos y de momentos de asombro compartido. Ello requiere un conocimiento mínimo de dos cosas: uso del telescopio y conocimiento del cielo. No cumplir estos dos requisitos equivale a tener carro sin saber manejarlo ni conocer la ciudad. De estas dos tareas, aprender a usarlo es lo más sencillo, porque conocer el cielo (o la ciudad, si seguimos con el otro ejemplo) puede llevarnos toda la vida. Revisemos una por una.

Usando un telescopio

Primera recomendación: NO VER EL SOL CON EL TELESCOPIO.

El telescopio colecta luz y la concentra en un pequeño círculo que es lo que nuestro ojo ve. Hay varios tipos, siendo el más conocido el modelo que usaba Galileo: un tubo largo de unos 6 centímetros o más de ancho, con una lupa en un extremo, llamada objetivo (o lente primaria). En el otro extremo, donde la lupa concentra la luz, se coloca una pequeña lupa conocida como ocular (la lente secundaria). Comúnmente termina en forma de L, con la intención de que sea fácil observar cunado el telescopio se apunta a objetos sobre nuestra cabeza. De otra forma, habría que estar casi acostado para asomarse por el ocular. También en este extremo del telescopio está otro tubo delgado llamado buscador que es como otro telescopio mucho más pequeño, destinado a encontrar rápidamente objetos que queremos observar, de ahí el nombre. Es la forma del clásico catalejo de pirata, con la diferencia que para usarlo sin que se mueva tanto se usa un tripié, adatándolo con lo que llamamos montura.

Cada telescopio suele comprarse y tener desde el inicio varios oculares intercambiables, de diferente tamaño que aparece escrito en la parte superior. Tamaños comunes son 25 o 20 mm para el mayor, 4 mm para el menor y en ocasiones alguno intermedio de 12 mm. El que se debe emplear para observar es el mayor, pues es el que aumenta menos el tamaño de los objetos y por lo mismo encontrarlos con el telescopio es más fácil. Sólo cuando un objeto está centrado en el ocular mayor, se cambia con mucho cuidado a uno de menor tamaño para que el acercamiento aparente sea mayor y distinguir más detalles. Con el tiempo, el aficionado entiende que es mejor una imagen pequeña y nítida a una grande que se ve borrosa y tiembla en exceso.

Cuando se gana experiencia apuntando con un telescopio, encontrar objetos es bastante fácil y el buscador se utiliza poco. Pero al inicio es de vital importancia su uso. Para ello, primero es necesario alinear ambos tubos lo más perfectamente posible. Primero se busca algún objeto fácil de apuntar con el telescopio, como un poste, una antena, un cerro o una construcción y luego se usan los tornillos del buscador para localizar la misma imagen. A veces hay que ayudarse hasta de los tornillos de sujeción (los que lo sujetan al tubo principal) o calzarlo ligeramente con papel o palillos. En el centro del campo de visión del buscador esté el objeto al que apunta el telescopio, se tendrá la comodidad de localizar objetos con el buscador para verlos con el telescopio.

El buscador es útil en el caso de telescopios como el modelo de la figura, pero hay otros tipos de telescopio. En el caso de los telescopios conocidos como newtonianos, el buscador es imprescindible para localizar objetos. Este tipo se reconocen porque en vez de tener una lente grande en un extremo del tubo, lo que tienen es un espejo cóncavo en el fondo (llamado espejo primario), que cumple la misma función de concentrar la luz del lente primario. Es un poco más difícil localizar objetos y por ello la necesidad del buscador, pero tienen la ventaja de ofrecer mejores imágenes regularmente.

Hay otros tipos de telescopios y monturas diversas, por lo que se recomienda acercarse a grupos de aficionados a la astronomía. En Baja California Sur, hay tres activos, localizables en la red social Facebook. Datos principales en la tabla siguiente.

Sociedad Astronónima Merak Santa Rosalía Eduardo Sández Aguilar
Sociedad Astronómica Mira La Paz Miguel Ángel Norzagaray Cosío
Sociedad Astronómica Cetus Los Cabos Benjamín Fernández

 

Otra buena sugerencia es seguir sitios de Internet como www.astronomos.org, donde aficionados serios y profesionales están siempre dispuestos a ayudar y contestar preguntas.

Conociendo el cielo

Ya que se practicó apuntar el telescopio con cerros, postes y otros objetos, es hora de ver el cielo nocturno. Antes que otra cosa, vale la pena decir que será cosa de tiempo y práctica aprender a observar, es decir, no se trata de ver rápidamente los objetos y darse cuenta de que sí son los correctos, hay que dedicar tiempo para determinar todos los detalles que el telescopio puede ofrecer de cada objeto. Por ello repetimos: no hay que mirar rápidamente, hay que observar con detenimiento. Poco a poco se desarrolla la costumbre y luego la búsqueda de detalles se hace de manera automática.

El primer objeto es sin duda la Luna. A simple vista es preciosa, nadie lo duda, pero con telescopio se observan en primera instancia los cráteres, cicatrices de los choques de meteoritos, y los mares, las regiones más obscuras. De preferencia la observación lunar debe hacerse antes de que la luna llene. Es natural que se cree que la Luna llena es buen objetivo, pero no es así. La Luna llena encandila demasiado, además de no permitir ver otros objetos en el cielo y como los rayos solares le caen de lleno, no hay sombras que permitan hacerse una idea del relieve.

Esa es sin duda una de las cosas que hay que observar con calma: las sombras, con las que percibimos la altura de los cráteres. Al observarla en fase creciente, hay una región iluminada y una obscura. La línea que separa una de la otra se llama terminador y es donde hay más sombras interesantes.

Otro rasgo curioso son algunos cráteres que parecen tener un pequeño monte en el centro. Estos fueron fuertes impactos en los que hubo un rebote del subsuelo lunar que dejó tal rasgo, como cuando se arroja una piedra grande al agua y luego de sumergirse bota una columna de agua.

crateres-de-la-luna

Los siguientes objetos recomendados son los planetas. Júpiter, con sus cuatro lunas y las franjas atmosféricas distinguidas por tonalidades distintas. Si se observa día tras día se verá como los satélites cambian poco a poco de posición. Saturno, con sus anillos y el satélite Titán. Venus, el más brillante, con su forma de Luna pues nunca lo vemos totalmente iluminado por estar más cerca del Sol que la Tierra.

¿Cómo localizar los planetas y otros objetos? Lo más fácil es utilizar un simulador para computadora, como Stellarium, gratuito y fácil de usar. Basta descargarlo, ejecutarlo e indicarle nuestra localización. También de apoyo pueden servir muchas aplicaciones que hay para celulares, que nos indican qué hay en cada región del cielo.

Para progresar vale la pena contactar otros aficionados y grupos locales para tener el gusto de compartir esta actividad divertida e interesante y que suele llegar a convertirse en más que un simple pasatiempo. Se comprobará que compartir con otros lo que nos apasiona es de lo más gratificante.