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Hipersexualización en la infancia, o cómo volvemos a las niñas objetos sexuales

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Sexo + psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Acabamos de pasar el Día Internacional de las Niñas, conmemorado el 11 de octubre, y, pese a que en redes sociales se subieron diversas publicaciones sobre el porqué es necesaria esta fecha, otros post parecían tomar el día como el 30 de abril, más un festejo que un día de reflexión. Pero, ¿por qué un Día Internacional de la Niña?

El Día Internacional de la Niña se estableció el 19 de diciembre de 2011 en la resolución 66/170 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), deviene de instrumentos relativos a los derechos del niño, en particular los relativos a la niña, con inclusión de la Convención sobre los Derechos del Niño, la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. Busca el bienestar integral de las niñas, pero, sobre todo, erradicar cualquier tipo de violencia que las niñas pudieran estar viviendo. Y como sabemos, México es tristemente célebre en ejercer violencia hacia cualquiera que tiene o quiere tener una vulva.

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Desde violencia económica, psicológica, social, física, verbal, patrimonial, hasta sexual, las niñas de nuestro país han sido el blanco perfecto para nuestro sistema social. Para empezar, por ser infantes no se les reconoce su capacidad para pensar libremente, es común escuchar en los hogares mexicanos en casa se hace lo que yo diga, instaurando la obediencia ciega — tan peligrosa a esta y cualquier edad— y no el libre pensamiento. Como niñas, se les obliga a comportarse como mini adultas: no corras, no saltes, no te trepes, no te ensucies, no hables… en fin, el mensaje es claro, no seas niña, no te comportes de acuerdo a tu edad, actúa como alguien mayor.

Y es precisamente este último punto, sobre lo que quiero incidir en este artículo, el cómo hemos obligado a nuestras niñas a ser mayores y a la vez a odiar sus cuerpos, hablo de una violencia enorme que hemos normalizado, invisibilizado e incluso legitimado a niveles insospechados, la hipersexualización en la infancia, la sexualización de expresiones, posturas o códigos de vestimenta, actuar o pensar impuestos a las niñas. Básicamente, es hacerlas vivir una infancia como objetos sexuales.

Me imagino que, al leerlo así, de golpe, puede parecer hasta agresivo decir que como sociedad educamos a nuestras niñas para ser un objeto sexual, pero revisemos la evidencia:

  1. Concursos de belleza. No solo es vestir a las niñas con poca ropa y exhibirlas ante un público, también es la preocupación casi obsesiva por ser perfectas a los 4 o 5 años de edad. Un gran número de niñas que participan en estos concursos tiene sesiones de bronceado, diversas operaciones en nariz, pómulos o barbilla, además de inyectarse Botox de forma recurrente, y en los casos más extremos como el de Maddy Jackson, sus padres han pagado por implantes de senos y nalgas para lucir “mejor”. 
  2. Maquillaje infantil. El problema no es que las niñas se maquillen, a muchas les gusta jugar con eso — a veces por identificación con los padres, como un juego de roles—, el problema es la raíz del porqué las niñas se quieren maquillar, es decir, no debería ser normal como sociedad, instigar a nuestras niñas a ser o verse adultas o a resaltar su físico como atributo principal.
  3. Preguntar por novios. Por un lado, son niñas, lo único que conocen del amor son las películas Disney, que solo perpetúan estereotipos rancios del amor romántico y lo que observan de los adultos a su alrededor, que para los porcentajes de violencia que tenemos en nuestro país, podemos asumir que en su mayoría no hay modelos adecuados, y, por otro lado, se da por sentado que las niñas son heterosexuales, y que, si no tienen esta orientación, hay algo mal con ellas.
  4. Bailes sexualizados. Que parecen divertir más a los espectadores que a las participantes. Además, hay otras acciones que hacemos como darles besos en la boca, pidiéndoles que posen sexy para la foto o video, dejando que vean películas, series, o páginas en internet que no corresponden a su edad, presionarlos para besar a alguien y romantizarlo, entre otras. 

Pero, ¿por qué todo esto es un problema? “Si solo son bailes, o un poquito de maquillaje”, bueno, es un grave problema estar fomentando en la mente de las niñas que deben venderse como sexys para ganar la aprobación de un sector mayormente masculino. De aquí se desprende la cultura de la pedofilia por ejemplo, en donde las mujeres deben depilarse o no se les tiene que notar las arrugas o las canas, porque los cuerpos jóvenes y lampiños son mejores o se aceptan más, y ¿quiénes tienen cuerpos lampiños y pieles tersas? Las niñas. De igual forma, la hipersexualización delimita un modelo de mujer ideal basado en sus atributos sexuales.  En palabras de la psicóloga Cecilia Rodríguez:

Por un lado la sexualidad es un tema tabú, pero además vivimos en una sociedad moderna, donde se habla de valores internos, donde se dice abiertamente que debemos cultivar y valorar los valores y cualidades internas, más allá de lo físico. Sin embargo, los medios muestran otra cara haciendo uso de mensajes subliminales exponen el éxito en mujeres y hombres que tienen valor sexual.

Por otro lado, al crecer con estos estereotipos sexualizados, promovemos que su autoestima o valor propio sea medido por cuan hermosas o provocativas son, lo que puede desencadenar en baja autoestima, trastorno de ansiedad, trastorno de la conducta alimenticia, pero, sobre todo, las vuelve posibles víctimas de violencia sexual.

Aunque prevenir la hipersexualización infantil es algo complicado, ya que los medios masivos de comunicación así como la sociedad actual lo perpetúan, si hay acciones que podemos comenzar a implementar para prevenirla. En primer lugar, identificar estas señales en las niñas o niños que tengo a mi alrededor, dosificar y supervisar contenidos, fomentar la comunicación, pero, fundamentalmente, dejar de festejar conductas no apropiadas, la infancia es un periodo único del desarrollo del ser humano, permitámosles crecer y desarrollarse en un ambiente adecuado para su sano, pero sobre todo feliz desarrollo.

 

Bibliografía

  • Naciones Unidas. (2009). Resolución aprobada por la Asamblea General el 19/12/2011. Recuperado de https://undocs.org/es/A/RES/66/170
  • Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (2020). ¿Cómo afecta la hipersexualización a niñas, niños y adolescentes? Gobierno de México. Recuperado https://www.gob.mx/sipinna/es/articulos/como-afecta-la-hipersexualizacion-a-ninas-ninos-y-adolescentes?idiom=es
  • (2018). Día Internacional de la Niña, ¿por qué se celebra hoy? Milenio. Recuperado de https://www.milenio.com/estilo/dia-internacional-de-la-nina-por-que-se-celebra-hoy
  • Ortiz, S. (2016). Niñas bailan perreo y profesores aplauden. El Puntero. Recuperado de http://elpuntero.com.mx/n/16011/ninas-bailan-perreo-y-profesores-aplauden

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¿Día del Niño? Bien, pero ¡que las niñas también practiquen deportes!

Fotos: Internet.

Adrenalina paceña

Por Laura E. Cruz Reyes Mendoza

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). “¡No corras! ¡Deja ese balón, eso es para hombres! ¡No juegues así, te vas a ensuciar!” ¿Estas frases les suenan familiares? Es lo que les dicen a la mayoría de las niñas cuando deciden correr, atreverse, tomar una pelota y salir al patio. Pero, ¿por qué se les restringe a las niñas cuando desean jugar y divertirse sanamente? Estas limitaciones se deben a la idea generalizada de que las mujeres son más delicadas y por ello deben cuidarse, realizando actividades más pasivas. Es decir, jugar sentadas, leyendo y la mayoría de las actividades dentro de casa. Así, los niños son incentivados a realizar juegos que incluyen balones, trabajo en equipo, aire libre y fomento deportivo. Esto ¿en qué se traduce?, que al crecer un alto porcentaje de las mujeres no realizan deporte ni actividades físicas lo cual va en detrimento de su salud. En el marco del Día del Niño, te invito a reflexionar sobre este tema.

De acuerdo con las maestras Illeana Ross y Maylín Carballo de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y Deportes de La Habana, Cuba, el problema principal radica en la visión histórica de que las actividades deportivas son exclusivas de los hombres y esta postura debe modificarse para alcanzar la igualdad de género, ya que al realizar alguna disciplina deportiva se permitiría el acceso  de las mujeres a los espacios públicos donde pueden reunirse, desarrollar habilidades y disfrutar de la libertad de expresión y de movimiento.

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Es raro ver a las niñas corriendo ya sea en su escuela, un parque o en el patio de su casa. Buscando en Internet encontré este video donde un papá se dedicó a emular el programa Ninja Warrior en el patio de su casa para su hija de cinco años, me pareció una idea brillante que fomenta en ella su gusto por las actividades al aire libre y que no le pongan límites a sus capacidades físicas.

Recordemos que somos el país más obeso del mundo en personas adultas e infantiles. Esto nos da la suficiente razón para promover el deporte entre las niñas y mujeres. Curiosamente, hace pocos días la Secretaría de Salud Federal anunció que su plan para reducir la obesidad infantil ha funcionado principalmente entre los varones. Esto significa que se está prestando mayor atención a la reducción de peso y mejoramiento de salud de los niños; nuevamente entre las niñas y las adolescentes la sociedad no promueve con la misma intensidad el mejoramiento de sus cuerpos.

Actualmente, existen equipos infantiles de diversas disciplinas como el fútbol soccer que permiten la participación de las niñas y las adolescentes en sus torneos, tradicionalmente jugados por varones. Ellas cuentan con el apoyo de su familia quienes luchan diariamente contra la diferenciación existente  y promueven su inclusión en el deporte de su preferencia.

De nueva cuenta, el machismo y la violencia de género aleja a las mujeres del deporte desde la infancia e inhibe su participación en actividades benéficas para su cuerpo y a la postre para la sociedad, una mejor salud pública repercute en menores gastos públicos dedicados a los servicios de salud. Deberían iniciarse campañas de promoción del deporte para las niñas y las adolescentes desde las escuelas, en los medios de comunicación y las redes sociales. Quitémonos de encima la idea de que las niñas y mujeres no pueden practicar todas las disciplinas deportivas, permitámosles y permitámonos ser libres. El deporte es una actividad humana que debe ser practicada por mujeres y hombres por igual.




Hipersexualización de la niñez, el robo de la infancia

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La película “Little Miss Sunshine”, de 2007, muestra perfectamente la hipersexualización en la niñez a través de los concursos de belleza para niñas. Fotos: Internet.

Sexo + Psique

Por Yaroslabi Bañuelos Ceseña

 

“Las muchachas, que son los sujetos de sus propias vidas, se convierten en los objetos de otras vidas”. Simone de Beauvoir

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Los concursos de belleza para menores siempre han sido objeto de controversia; por un lado algunos de los padres defienden estas competencias argumentando que sirven de motivación y mejoran las habilidades sociales de sus hijas, en el otro extremo, los críticos de estos concursos alegan que existe una sexualización precoz de las niñas, así como una posible explotación y abuso, ya que los concursos pueden significar una importante fuente de ingresos para las familias.

A la par de dichas competencias han surgido los reality shows donde se muestra a los televidentes la forma de vida de niñas que imitan el actuar de mujeres adultas. Asimismo, en la actualidad es común observar muchos casos donde la industria cinematográfica, musical y de la moda presentan en sus campañas la imagen de pequeñas con una apariencia y conducta completamente erotizada: niñas menores de 10 años posando sugerentemente y usando maquillaje exagerado, tacones, bronceados artificiales, tintes, minifaldas, escotes, extensiones de cabello y de pestañas, uñas postizas e incluso lencería y senos falsos, con el objetivo publicitario de seducir y motivar a los consumidores a adquirir el producto que la compañía vende y que sin duda responde a las demandas del mercado. Es allí cuando las pequeñas se convierten en una mercancía sexual que atrae por masas a posibles compradores. Una estrategia de marketing para ofrecer todo tipo de productos, desde una película o videoclip musical hasta zapatos, alimentos o juguetes.

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Precisamente es a esto a lo que se le llama “hipersexualización”, imponer a las niñas y niños códigos de vestimenta y expresiones cargadas de una fuerte connotación erótica y sexual, patrones de comportamiento que pueden ser considerados demasiado precoces para esta etapa del desarrollo humano.

Consecuencias de la erotización de la niñez

Las niñas sometidas a ambientes donde el atractivo físico y la belleza son las características más valoradas pueden padecer de una baja autoestima y altos niveles de estrés debido a las constantes presiones por cumplir los estándares que se les exigen. Las pequeñas aprenden a dar prioridad a premios o logros que tienen que ver con la aceptación de otros, por ejemplo, la atención de los muchachos o la admiración del público, lo que limita el desarrollo de una inteligencia emocional saludable a raíz de la baja tolerancia al rechazo que presentan. Al no cumplir con las expectativas de los demás, en cuanto a los patrones de belleza inflexibles que se supone deben seguir, se generan en las jóvenes sentimientos de angustia y ansiedad, los cuales frecuentemente derivan en una inestabilidad anímica. Asimismo, ante el bombardeo persistente de publicidad sexista, las niñas son susceptibles a tomar como único modelo de éxito el ideal de belleza que los medios le proponen, lo que provoca que las mujeres que son influenciadas por este esquema inviertan gran parte de su tiempo, dinero y energía en lograr esa meta. En muchos casos, al no alcanzar el ideal de belleza anhelado desde la infancia, las chicas pueden ver severamente perjudicada su autoimagen, así como su salud física y mental, ya que hay una fuerte relación entre el patrón de hipersexualización de la niñez con la posible aparición de trastornos alimenticios en la adolescencia como la anorexia nerviosa o la bulimia. Por otro lado, los niños que crecen observando esta dinámica de erotización de las niñas van asumiendo con naturalidad la condición de objeto sexual de las mujeres, lo que propicia las conductas machistas y de violencia sexual al llegar a la edad adulta.

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Proteger a los niños del arrebato de su infancia a manos de la hipersexualización es una misión que involucra tanto a los padres, la ética publicitaria y la sociedad; cabe mencionar que esto no es cuestión de moralidad ni mojigatería, sino de remarcar la importancia del respeto que los adultos debemos mostrar a la infancia de los pequeños, ya que impulsar el comportamiento sexual precoz provoca un desfase en las etapas naturales de desarrollo por las que tiene que pasar el niño, lo cual afecta profundamente su valoración como persona, su concepción del mundo y sus relaciones sociales.

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Por ello lo más saludable es no obligar a las niñas y niños a vivir roles que no pertenecen a la niñez y son propios de los adultos, así como orientar objetivamente a los menores con sus dudas e inquietudes respecto a la sexualidad humana cuando éstas surjan.