1

Ciencia y rebeldía en la lactancia materna

FOTO: Internet.

Mamá Científica

Por Marián Camacho

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La leche materna es el alimento perfecto para las crías de los mamíferos, incluidos los bebés humanos, como resultado de millones de años de evolución. En el resto de las especies animales que producen leche para alimentar a sus crías, no existen (o al menos no lo sabemos) prejuicios ni necesidad de explicaciones acerca de por qué es el único alimento que deben ofrecer las madres a su descendencia en los primeros meses o años de vida. Sin embargo, los seres humanos, tan especiales como podemos ser, hemos desarrollado una cantidad increíble de dudas y discriminaciones sobre el natural y ancestral acto de amamantar a nuestros bebés.

Si bien es parte de nuestra naturaleza humana cuestionarnos y buscar respuestas sobre el mundo que nos rodea, la inserción en sociedades que dejan de lado la información científica y basan sus actividades en mitos y pilares de moralidad, puede llegar a castigar o, peor aún, impedir las manifestaciones de nuestro diseño biológico, moldeado y perfeccionado a lo largo de nuestra historia sobre la tierra.

También te podría interesar: Violencia obstétrica en BCS. Eliminando la cultura de la invisibilidad

De tal forma, el presente texto pretende aportar información y referencias científicas, a través de los hipervínculos contenidos en él, sobre aspectos básicos de la leche materna. Asimismo, constituye una reflexión sobre las penalizaciones sociales asociadas a las madres lactantes y cómo es que, actualmente, la lactancia materna constituye un acto de rebeldía por parte de aquellas que osamos llevarla a cabo sin importar las consecuencias.

Comprobado científicamente

Paradójicamente, aun siendo científica de profesión, considero que no es indispensable que las mujeres conozcan a detalle la información que ha generado la ciencia acerca de la leche materna, para ofrecer ésta como el principal alimento en las primeras etapas de vida de nuestros hijos e hijas. Digo esto porque nuestro cuerpo produce leche sin importar si sabemos o no algo en particular acerca del proceso o del resultado final. Esto es así, porque los años de evolución han dotado a todas las hembras humanas con la maravillosa capacidad de alimentar a nuestras crías a través de nuestras glándulas mamarias, salvo en rarísimas excepciones, aún mucho antes que existiera la ciencia.

Sin embargo, dado que la mayoría de las sociedades modernas valora el conocimiento científico (o al menos así lo anuncian), aunque muchas veces no lo comprendan del todo o no lo utilicen dentro de sus pilares de desarrollo, los argumentos que utilizan la frase “científicamente comprobado” contienen cierta autoridad y pueden poner en tela de juicio ideas sin fundamento. Así, aunque estoy consciente que, para amamantar, como acto biológico, no es necesario conocer datos científicos sobre la leche materna, reconozco que, increíblemente, como un acto social, la lactancia materna parece requerir un escudo de información para justificar su cabida en nuestra cotidianidad. Por tanto, a continuación, presento algunos de los principales hechos, científicamente comprobados, que podrían ayudar a más mujeres en su decisión de iniciar o continuar con la lactancia de sus crías en este mundo moderno y muy civilizado.

  1. La leche materna es la nutrición perfecta para las crías humanas ya que se ajusta perfectamente a los requisitos individuales de cada bebé.                                                                   
  2. La leche materna contiene muchas proteínas complejas, lípidos y carbohidratos, cuyas concentraciones se alteran dramáticamente durante una sola toma, así como durante el tiempo que dure la lactancia, para reflejar las necesidades del bebé.
  3. Además de proporcionar una fuente de nutrición para los bebés, la leche materna contiene incalculables componentes biológicamente activos. Estas moléculas poseen diversos roles, guiando el desarrollo del sistema inmune de los bebés y de la microbiota intestinal, derivando en una excelente protección contra enfermedades.
  4. La leche materna promueve el desarrollo del cerebro, particularmente el crecimiento de la materia blanca.
  5. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna exclusiva durante seis meses, la introducción de alimentos apropiados para la edad y seguros a partir de entonces, y el mantenimiento de la lactancia materna hasta los 2 años o más.

Si bien, las aseveraciones antes expuestas están soportadas con artículos científicos, contenidos en los hipervínculos correspondientes, estoy al tanto que estos últimos son literatura demasiado especializada y de difícil acceso tanto por su descarga (la cual recomiendo hacer a través de Sci-hub, únicamente pegando la dirección del sitio web en la caja de escritura que aparece) como por estar escritos en inglés. De tal forma, que si usted, querida lectora o lector, coincide en alguna de estas situaciones, le hago la más grande de mis recomendaciones: la lectura del libro “Un regalo para toda la vida” de Carlos González. Este maravilloso pediatra español, escribe una joya de la divulgación científica sobre el tema de la lactancia materna, de la forma más amigable, divertida y comprensible que he conocido hasta el momento.

La leche que se volvió rebelde

Algo pasó en nuestra historia de sociedades humanas alimentadas con leche materna. Algo pasó con aquellas que durmieron en cavernas, cazaron mamuts, inventaron la rueda, crearon la ciencia, escribieron los textos más bellos e inteligentes, aumentaron la esperanza de vida como nunca antes y manifestaron el “progreso” de nuestra especie sobre el planeta. Algo pasó que, un día cualquiera, despertamos con varias consideraciones aceptadas, sin cuestionar, sobre la lactancia materna:

-No está bien amamantar en público.

-Volver al trabajo es la prioridad, la lactancia es secundaria; si no se puede continuar, la “mejor” alternativa es la leche de fórmula.

-No todas las mujeres pueden dar leche.

-Los niños “mayorcitos” (no hay una definición clara a qué edad se hace referencia) ya no deben tomar leche materna porque se hacen mañosos, ya no les sirve, ya no lo necesitan, etc.

Así han pasado mucho más días, con millones de mujeres cuestionándose su capacidad para alimentar a sus bebés, incluso cuando la OMS ha establecido, con base en estudios científicos internacionales, que prácticamente todas las mujeres pueden amamantar, siempre que dispongan de buena información, del apoyo de su familia y de un sistema de atención de salud. Es importante aclarar que hay rarísimas excepciones de mujeres que realmente poseen glándulas mamarias que no producen leche (una condición médica llamada hipogalactia), sin embargo, y alarmantemente, actualmente existen muchas mujeres que consideran que “no dan leche” cuando esto no es así y el problema radica en otros factores que nada tienen que ver con cuestiones biológicas.

Por otro lado, aunque la falta de información biológica genera grandes problemas para iniciar o continuar la lactancia, es relativamente fácil de solucionar. Sin embargo, las presiones socioeconómicas y culturales son desafíos mucho más difíciles de trascender. Esto queda evidenciado con millones de madres enfrentándose a un sistema económico con horarios y condiciones laborales que no favorecen en absoluto la conservación de la lactancia más allá del máximo de 90 días de la llamada “incapacidad”. Este último término nos coloca, de nuevo, en una imagen de debilidad al llamarnos incapaces, por no poder seguir produciendo al mismo ritmo que requiere el sistema. Sin embargo, es fundamental considerar que, nuestra capacidad para dar vida en un nuevo ser humano es innegable y que un término más adecuado con respecto a nuestra situación laboral sería algo como “pausa por maternidad”, ya que ni el embarazo, parto o puerperio (posparto) son enfermedades que nos incapaciten.

Asimismo, algunos sistemas laborales “apoyan” a las madres de familia a través de los servicios de guarderías y otras prestaciones, como una hora menos de jornada laboral o tiempos destinados a la extracción de leche, para que éstas puedan continuar trabajando. Desafortunadamente, ninguno de estos “apoyos” contribuye realmente a facilitar la lactancia materna, la cual debería ser a demanda de la hija o hijo y directamente del pecho de la madre.

Respecto a la imagen pública de una madre amamantando a su bebé, niña o niño (recordemos que la OMS recomienda un mínimo de dos años), ésta ha pasado de ser un ideal romántico de amor abnegado e incondicional a una transgresión a las buenas costumbres y el pudor que las mujeres decentes deben mantener. Desde mi visión, el acto de amantar no debe estar polarizado utilizando ninguna escala sentimental o moralista, incluso más allá de que, efectivamente, se desencadenan muchas reacciones hormonales que nos producen sentimientos de apego con la cría; en cambio, este mamiferísimo acto debería ser identificado y aceptado por los espectadores únicamente como el acto vital de alimentación de las crías humanas, al igual que dormir o respirar.

Las buenas noticias somos las muchas mujeres, que cada día somos más, rebelándonos contra estas consideraciones modernas, que nos informamos correctamente, buscamos y planteamos alternativas sobre las formas de iniciar o continuar la lactancia en cualquiera que sean nuestras actividades cotidianas (las cuales pueden, o no, incluir trabajos remunerados), y que, sobre todo, confiamos y amamos nuestros cuerpos con diseño biológico perfecto.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




¿Dónde están las madres? Cuando acusan la ausencia de las mamás en una tragedia

FOTOS: Internet

Hilo de media

Por Elisa Morales Viscaya

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). De sobra se ha hablado de la inseguridad que ahoga nuestro país: homicidios, infanticidios y feminicidios de los que dan cuenta los medios de comunicación. Cuando la víctima es un menor de edad, suelen saltar quienes esgrimen un ejército de dedos acusadores y preguntan airados ¿Dónde estaba su madre,que lo permitió? Y esto nos lleva a preguntarnos, realmente, ¿dónde están las madres?

En México, de acuerdo con cifras del cuarto trimestre de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2017, el porcentaje de hogares monoparentales sostenidos económicamente por una mujer ha ido en aumento, registrándose que al 2017, casi el 30% de hogares es mantenido por una jefa de familia.

También te podría interesar: Feminicidios en México, la indiferencia de un sistema corrupto

No es de sorprender entonces, que la participación de las mujeres que son madres en el mercado laboral es notoriamente más alta para las madres solteras (69%) y para las que son separadas, divorciadas o viudas (45.6%). Lo que no implica que las madres con pareja no estén en trabajando.

En total, de las mujeres económicamente activas, 73% tiene al menos un hijo. De estas madres ocupadas en el mercado laboral, de acuerdo con cifras del cuarto trimestre de la ENOE 2017, seis de cada diez trabajan en el sector informal. Es decir, un alto porcentaje de madres se ve en la necesidad de cruzar diariamente el umbral de su hogar para garantizar el sustento de su familia ante la imperante necesidad de salir adelante, por ellas mismas y por los suyos, con la culpa a cuestas; estas madres ejercen un rol laboral que muchas veces no permite que permanezcan al lado de sus hijos, y requieren de apoyo para garantizar sus cuidados.

Sin embargo, ¿existen estos apoyos? Como ya vimos, existe una alta participación de mujeres en empleos informales, lo que se refleja en un bajo nivel de acceso a beneficios laborales: están expuestas a salarios inferiores, a condiciones de inseguridad laboral y suelen darse sin acceso a prestaciones sociales como las pensiones, la licencia por enfermedad, el seguro de salud, y, en específico, al cuidado y atención infantil como prestación laboral, entre otras (ONU Mujeres, 2017).

¿Quién los cuida?

Del total de mujeres solteras con al menos un hijo y que trabajan, sólo 11.4% tiene el beneficio de cuidado maternos por parte de su trabajo y, de acuerdo con cifras del primer trimestre de la ENOE 2017, apenas el 12.5% tiene la prestación de guardería para sus hijos.

La mujer trabajadora se encuentra en la encrucijada terrible de necesitar salir por el sustento de sus hijos sin que existan, ni por asomo, suficientes espacios otorgados por el Estado para garantizar que los menores queden a buen resguardo.

En consecuencia, en México hay cerca de 3 millones de niños que son cuidados en casas y, de estos, el 61% es cuidado por sus abuelos, que seguramente ejercen estos cuidados con mucho amor, pero no necesariamente se encuentran en las condiciones físicas, emocionales y económicas de afrontar la responsabilidad de guiar el desarrollo de los nietos, sin contar con que ellos ya han cumplido este rol con sus propios hijos.

Baja California Sur

En BCS, hasta el 2017 existían 33 mil 627 hogares monoparentales encabezados por una jefa de familia, de las cuales el 46.6% trabajan en actividades informales, con las desventajas que ya hemos planteado. Al respecto de los servicios de cuidado infantil en el estado, existen, por parte del ISSSTE, cuatro estancias infantiles; así como 14 guarderías por parte del Instituto Mexicano del Seguro Social, con atención a dos mil 408 menores en un horario de 7:00 a 16:00 horas. Un fuerte sostén para las madres con empleos informales o carentes de esta prestación, lo fueron las llamadas guarderías Sedesol, que contaban con un subsidio que permitía que el costo del servicio fuera accesible, desafortunadamente, con los recortes del gobierno federal a este apoyo, de las 74 que trabajaban en el 2017 solo sobreviven 60, y, de éstas, en casi todas se ha desplomado la matrícula hasta en un 50 por ciento.

¿Conciliación de horarios?

Cuando los menores ya están en edad escolar, el panorama puede parecer menos sombrío. Las horas que los hijos pasan en la escuela suelen ser las que las madres ocupan trabajando, sin la necesidad de procurar un tercer cuidador. Desafortunadamente, los horarios, días feriados, vacacionales y asuetos escolares, pocas veces empatan con la oferta laboral a la que se tiene acceso. Y nos enfrentamos entonces de nuevo a la acusación inclemente contra la madre que se retrasa a la salida de la escuela, la que manda al hermano mayor a recoger al menor, la que llega rápido por el niño y nunca para a averiguar de festivales o tareas, porque apenas tiene media hora para recoger a su hijo y dejarlo en casa de la abuela, antes de volver a trabajar.

Y ha sido ahí, en esos espacios de inseguridad que las necesidades económicas generan en muchas familias mexicanas, donde niños y niñas quedan expuestos a monstruos disfrazados de personas, que violan, que matan, que descuartizan.

Es urgente que nuestras autoridades fomenten puntos de encuentro para reflexionar sobre la posibilidad de adecuar y conciliar condiciones y horarios laborales y escolares, para proponer medidas y políticas concretas en favor calidad de vida de los 6.9 millones de hogares que se encuentran bajo la responsabilidad de una mujer y los casi 12 millones de niños en edad escolar que viven en pobreza.

¿Qué hacer entonces?

Organismos internacionales resaltan la necesidad de impulsar políticas dirigidas a reconciliar al trabajo y a las familias y, ante la creciente incorporación de las mujeres al ámbito laboral, citan políticas que alienten a las madres trabajadoras, cómo dar tiempo para el cuidado de los infantes después del parto, la seguridad social universal, apoyo con horario flexible que permita organizar su vida en familia y el cumplimiento de todas sus obligaciones laborales sin afectar salarios y derechos (ONU Mujeres, 2016), por ejemplo:

  • Incentivos fiscales a las empresas que implementen jornadas continuas con flexibilidad horaria de entrada y salida.
  • Incentivos a las empresas que permitan el trabajo desde casa
  • Regulación y financiación de un sistema de permisos remunerados parentales, así como la implementación de excedencias y reducciones de jornada por cuidado de hijos pequeños
  • Ampliación del permiso de paternidad, para favorecer la corresponsabilidad del cuidado de los hijos, y
  • Por supuesto, ampliar la cobertura y alcance de los servicios de cuidado infantil.

No basta con las buenas intenciones de una clase política que se esconda tras el discurso y haga proclamas en pro de la mujer trabajadora. Exijamos a nuestros gobernantes acciones reales que permitan conciliar la esfera pública y privada, congruente con las necesidades y responsabilidades de las madres trabajadoras.

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.

 




¿Porqué es tan frágil la masculinidad?

FOTO: Internet

Sexo y psique

Por Andrea Elizabeth Martínez Murillo

La Paz, Baja California Sur (BCS). ¿Qué significa ser hombre en nuestra sociedad actual? El ser hombre está asociado al coraje, fuerza, valentía, a lo masculino, sin embargo, el solo uso de una falda te hace ser poco hombre, entonces, ¿por qué es tan fácil poner en peligro la masculinidad de un hombre?

La masculinidad es una construcción social, ubicada en un tiempo y espacio determinado sobre lo que se considera ser un hombre.

También te podría interesar: Parafilias

Michael Kimmel menciona en su artículo Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad masculina que: “Dentro de la cultura dominante, la masculinidad que define a los blancos, de clase media, adultos jóvenes heterosexuales, es el modelo que establece los standards para otros hombres, con la que se miden otros varones y, a los que, más comúnmente de lo que se cree, ellos aspiran.”

El sociólogo Erving Goffman (1963) escribió que en Estados Unidos, hay sólo “un varón completo, íntegro”: un joven, casado, blanco, urbano, heterosexual norteño, padre protestante de educación universitaria, empleado a tiempo completo, de buen aspecto, peso y altura, con un récord reciente en deportes. Todo hombre que falle en calificar en cualquiera de esas esferas, es probable que se vea a sí mismo como indigno, incompleto, e inferior.”

Esta es la definición que llamaremos masculinidad hegemónica, la imagen de masculinidad de aquellos hombres que controlan el poder, los verdaderos hombres. La definición hegemónica de la virilidad es “un hombre en el poder, un hombre con poder, y un hombre de poder. Igualamos la masculinidad con ser fuerte, exitoso, capaz, confiable, y ostentando control”.

Las propias definiciones de masculinidad que hemos desarrollado en nuestra cultura, perpetúan el poder que unos hombres tienen sobre otros, y que los hombres tienen sobre las mujeres. A todo lo anterior se le conoce como machismo, mismo que abarca cada una de las esferas de nuestra sociedad, pero, ¿cómo interviene el machismo en todo esto? Si consideramos al machismo como un código cultural que incluye un modelo del verdadero hombre y las normas de conducta asociadas a él, resaltan ciertas conductas permitidas y otras no.

Si consideramos que el machismo establece roles familiares y sociales distintos para hombres y mujeres, se evidencia que en estas también hay diferencias marcadas sobre lo que se debe o no hacer, y si consideramos finalmente que en la división del trabajo afectivo los roles masculinos y femeninos se contraponen — es decir, los hombres deben de alejarse lo más posible de los atributos femeninos para afirmar su masculinidad —entonces veremos que las emociones prohibidas de cada lado le serán asignadas necesariamente al otro. Si los hombres no deben ser miedosos, entonces las mujeres lo serán.

Con base en lo anterior, el machismo se ha fortalecido por la opresión y la negación de todo aquello que es femenino, pero, retomando lo que se mencionó al principio, todo esto sigue siendo una construcción social, por ejemplo, lo feo, fuerte y formal se ha transformado en hombres más delgados que se preocupan por su apariencia, ósea, lo masculino se transforma dependiendo de la época histórica en la que nos encontremos, sin embargo, algo que no se ha modificado mucho en el último siglo son las emociones y comportamientos que realzan la masculinidad.

Dentro del modelo machista de la masculinidad, la ausencia de temor ocupa un lugar central: el verdadero hombre no debe tener miedo y si lo siente, no debe demostrarlo jamás, de hacerlo, se acercaría a lo femenino y eso está prohibido.

Desde pequeños, se alienta a los niños a demostrar quién es más valiente o quién se atreve a más, en la adolescencia es común que jueguen arrancones, o beban en exceso sin considerar las consecuencias, y hasta se involucren en peleas, en su mayoría innecesarias, solo para no parecer cobardes.

 

La reticencia a mostrar miedo impide a los hombres pedir ayuda. Ahí donde una mujer no vacilaría en buscar asistencia —en la carretera o en un lugar desconocido—, muchos hombres rehúsan mostrarse temerosos o inseguros y buscan solucionar dicha dificultad sin recurrir a alguien y a veces este alguien es solo un mapa. Esto se ve reflejado en las relaciones interpersonales, el miedo al rechazo y/o al abandono se viven en solitario, se privan de poder compartir su emoción y anulan la única ayuda real que podrían encontrar.

Otra emoción que hace tambalear la masculinidad es la tristeza. La postura estoica del hombre que nunca llora o que nada lo quiebra no puede durar por mucho tiempo. La tristeza es una de las emociones propias de la condición humana, todos estamos expuestos a la pérdida, las decepciones, enfermedades, entre otras. Además, la tristeza que no se asume puede manifestarse de otras formas afectando la salud física y psicológica y dando como resultado un mal manejo de la emoción, así que, en vez de demostrar la tristeza con llanto, melancolía u otra emoción similar, lo que emana es la explosión del coraje o frustración.

Por otro lado, el rechazar la tristeza, los aleja de poder recibir consuelo, cariño y simpatía de los demás. La tristeza es una emoción que necesita la compañía de un otro, al compartirla, se crean o se fortalecen los vínculos afectivos que permiten afrontarla y sobrepasarla.

La sociedad actual sigue considerando ciertas acciones como inaceptables para los hombres, algunas de ellas rayan en lo ridículo, como es el video que se ha popularizado sobre un hombre que no es capaz de limpiarse el trasero porque eso solo lo hacen los gays. Dentro de estos comportamientos encontramos también sentirse acomplejados porque la mujer sea más alta, o sentirse intimidados por un juguete sexual,  comprar productos de higiene básica que digan solo para hombres o tener que crear espacios varoniles como las barberías porque las estéticas son solo para mujeres. Por nombrar algunas. La realidad es que, tenemos tan introyectado lo que un hombre debe de ser, que no percibimos el alcance y por supuesto el daño que hace esta ideología sobre cada una de las personas que conforma esta sociedad.

El hecho de considerar ciertos sentimientos aceptables y otros no, la incapacidad de reconocer las emociones en uno mismo, la tendencia a reprimir, proyectar y distorsionarlas, la incapacidad de expresarlas adecuadamente, constituyen una seria limitación para la vida y para la felicidad.

Si lo pensamos detenidamente, ser hombre en esta sociedad tampoco es tan fácil como se cree, para poder mantener todos los privilegios deben de pagar un precio bastante caro, que es el nunca permitirse sentir ni expresar emoción alguna que no sea el coraje, rabia o frustración, de ahí, todas las demás emociones los hacen parecer menos hombre —ya que, un hombre de verdad controla todo de sí mismo—. Obviamente en la realidad esto se vuelve insostenible y en vez de poder hablarlo con alguien, recurren a los golpes o a los excesos, es por esto que es muy común encontrar hombres que solo borrachos expresen sus sentimientos.

Por lo tanto, lo que vuelve frágil la masculinidad es seguir apegándose a modelos de comportamiento del siglo pasado. Seguir perpetuando formas de ver la realidad distorsionadas de lo que el hombre debe de ser o hacer y justificar esta visión con la supremacía masculina solo porque la biología los hizo más fuertes.

La frágil situación por la que atraviesa la masculinidad en la actualidad, invita a todos los hombres a cuestionarse sobre el modelo que se ha impuesto como verdadero, no debe verse como una agresión al hombre, pero sí es y debe ser, una solicitud urgente de reflexión y de cambio, que permita ponerle fin al machismo, a la opresión y a la desigualdad.

 

Bibliografía

  • Capítulo V. El catálogo machista de las emociones. Autor desconocido.
  • Kimmel, M. Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad masculina. Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales.
  • Schongut, N. (2012). La construcción social de la masculinidad: poder, hegemonía y violencia. Universidad Autónoma de Barcelona. Psicología, conocimiento y sociedad.

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.