Juan María de Salvatierra y Visconti. Ut sementem feceris, ita metes

FOTOS: Internet.

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Este 17 de julio se conmemora el aniversario luctuoso número 302 del Apóstol de las Californias, el sacerdote jesuita Juan María de Salvatierra y Visconti. Un hombre que dejó una profunda huella en la construcción de la California colonial, ya que sin sus gestiones ni su maestranza en la organización y gestión de recursos en el Fondo Piadoso de las Californias, jamás hubiera sido posible el que uno sólo de los asentamientos misionales en nuestra península fructificara. Tuvo una vida intensa y llena de privaciones, pero también de grandes logros y aciertos. Fue un hombre de su tiempo, el cual vivió y murió convencido de la importancia de la obra misionera para redimir a tantos gentiles que habitaban en la California, sus amados indios californios.

De acuerdo a sus biógrafos, Salvatierra nació el 15 de noviembre de 1648, en la famosa ciudad de Milán, Italia. Era descendiente de una familia acomodada (los duques de Milán). A la edad de 17 años tomó la decisión de ingresar en la Societas Iesu, e ingresó al Colegio de Génova donde inicia sus estudios religiosos. Desde su ingreso, manifestó su deseo de encaminarse a la vida misionera y, utilizando las influencias de su familia, logró ser trasladado hacia la Nueva España, en donde concluye sus estudios en el Colegio de Tepotzotlán y se ordena sacerdote. Debido a su gran dedicación y nivel académico, es nombrado maestro de retórica en el Colegio de Puebla.

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Sin embargo, su vocación de misionero siempre lo llamó, por lo que en el año de 1681 se le concede iniciar este ministerio en la Sierra Tarahumara, en la Misión de Chinipas, uno de los lugares más remontados y de difícil acceso en aquella serranía. Durante 10 años desarrolla su ministerio con gran entusiasmo, logrando fundar varios asentamientos religiosos en aquellos parajes.

En el año de 1681 se le cambia su ministerio a las regiones del Noroeste de la Nueva España, lo que actualmente son los estados de Sonora y Sinaloa. Durante su peregrinar por estas tierras conoce y entabla una amistad, la cual perduraría durante todo el resto de su vida, con el sacerdote, también italiano, Francisco Eusebio Kino. En sus interminables charlas por los caminos hacia las diferentes Misiones de aquellos lugares, Kino logra entusiasmarlo y motivarlo narrándole sus experiencias de más de 2 años de estancia en la California, donde tuvo la oportunidad de explorar un territorio casi virgen y en el que abundaban los gentiles, tierra fértil para convertirlos a la gracia de la Fe, y una excelente oportunidad para experimentar la construcción de la idílica sociedad comunal a la que aspiraban los Jesuitas. Fue así como inician una serie de viajes a la Ciudad de México, en la que buscan por todos los medios el conseguir la aprobación de sus planes por parte de los Rectores de la Compañía de Jesús, así como la autorización real del Virrey.

No es sino hasta el año de 1696, un 6 de febrero, que el virrey Dn. José Sarmiento y Valladares, conde de Moctezuma, otorga a la Compañía de Jesús, la Licencia y Cédulas Reales para proceder con la colonización de la California. Todo esto, sólo fue posible debido a los oportunos donativos que se hicieron por hacendados acaudalados, así como de algunas órdenes religiosas de la Nueva España, que aceptaron y vieron con buenos ojos el entusiasmo desmedido y ferviente de los padres Salvatierra y Kino, por iniciar la labor Misionera en aquellas tierras, que siempre habían sido consideradas de inútil importancia para la Corona y vedadas a la exploración. A la compañía de Jesús se le concedió la máxima autoridad en estas tierras Californianas, a cambio de no pedir un solo centavo del tesoro de la corona para sufragar sus viajes y futuros asentamientos.

A partir de ese año, se inician los preparativos por parte de la Compañía de Jesús para adquirir los barcos y los bastimentos, así como el personal que acompañaría a Kino y Salvatierra en su empresa en la California. Lamentablemente para ellos, el año de 1697 fue abundante en rebeliones por parte de los naturales de la tarahumara y Sonora, por lo que, en varias ocasiones, tienen que acudir ambos sacerdotes a tranquilizar a la gente e imponer la paz en aquellos sitios. En el mes de octubre de ese año y ya casi para zarpar, el sacerdote Kino es llamado, con carácter urgente y de obligatorio cumplimiento, a sofocar una rebelión que se daba entre sus pupilos de la Pimería Alta, por lo que un solitario Salvatierra tiene que partir el 10 de octubre a su encuentro con las tierras Californianas.

Después de varias exploraciones en la península, y basado en los documentos y experiencias que le trasmitiera el sacerdote Kino de su estancia en estas tierras, Salvatierra desembarca y funda la Misión de Loreto, la cual queda consagrada con una solemne ceremonia el 25 de octubre de 1697. A partir de esa fecha, se dedica a promover la obra misionera para la que se había preparado con tanto esmero y la cual le había significado grandes esfuerzos. Empieza una vigorosa catequización de los naturales de aquellas tierras, así como la exploración de los sitios en los cuales se concentraban grandes comunidades de naturales. Con gran pesar del sacerdote Salvatierra, en el año de 1704 es nombrado Provincial de la Compañía de Jesús y tiene que viajar a la Ciudad de México, en donde permaneció hasta que finalizó este encargo, y de inmediato solicita ser devuelto para continuar su ministerio misionero en la California.

Es importante mencionar que, sin importar el haber desempeñado los cargos más altos de la Orden en la Nueva España, o tener un nivel académico de primer nivel entre sus demás hermanos ignacianos, él siempre se comportó de forma humilde y prudente, desempeñando todas las actividades que era menester, en su afán de continuar expandiendo la influencia de la catequización por toda la península.

Cuenta el sacerdote Miguel el Barco, que en no pocas ocasiones y debido al atraso en la llegada de las provisiones, que se enviaban desde Sonora y Sinaloa para la subsistencia de las Misiones en las Californias, el sacerdote Salvatierra, al igual que todos los naturales de estas regiones, tuvo que salir al monte a recolectar plantas y animales de la región para poder sobrevivir. Jamás le escucharon algún lamento, alguna queja. A pesar de que pudo haberse sustraído a estos estragos, pidiendo su cambio a cualquier lugar que él deseara, ya sea en la Nueva España o en Europa, él siempre quiso estar entre sus amados indios californios.

Contando con 69 años de edad, cansado y enfermo de un mal que, en aquellos años se le conoció como “el mal de piedra” (litiasis vesical o cálculos en la vejiga), es llamado por el virrey Marqués de Valero, para que acuda a la capital de la Nueva España a ayudar a la redacción de un libro que, por órdenes del Rey Felipe V, debía de elaborarse, y en el que se consignara la historia de California. Siempre fiel al cumplimiento de sus obligaciones y deberes, el sacerdote inicia lo que sería su último viaje. Llega a la ciudad de Tepic, en donde se agravan sus dolores y, sintiendo ya muy cercana su muerte, le pide a sus hermanos sacerdotes que lo lleven a la ciudad de Guadalajara, ya que desea exhalar su último aliento en la capilla dedicada a la Virgen de Loreto, advocación mariana de la que fue ferviente seguidor, y la cual se encontraba en el interior de la iglesia de la ciudad de Guadalajara, misma que promovió su construcción cuando fue rector del Colegio Jesuita de aquella ciudad.

Durante la noche del 17 de julio de 1717, el sacerdote Salvatierra se despoja de su vestidura carnal, entre las muestras de cariño y tristeza de todos los que le rodeaban, sabiendo que, en esos momentos, se iba uno de los grandes hombres que había dado su vida en pos de la catequización de sus amados hijos californios.

La memoria del sacerdote Juan María de Salvatierra y Visconti, se va diluyendo cada vez más en el trajín de la sociedad actual, pocas son las personas que aún lo recuerdan y, mucho menos, aquellos que estudian su vida y obra. Es menester que las instituciones que tienen por objetivo la difusión y custodia de La Historia de nuestra media península, fomenten, con acciones certeras y organizadas, el que se conozca lo que hicieron los grandes hombres que vivieron y murieron por darnos una identidad.

Una hermosa frase en latín reza de la siguiente manera: “Ut sementem feceris, ita metes”, lo cual podemos traducir al español Como sembrares, así cosecharás. La siembra del padre Salvatierra fue buena y abundante, ahora queda a aquellos que tenemos su legado en nuestras manos, el hacernos dignos de sus afanes y esfuerzos, y ser corresponsables de un futuro promisorio y honorable para esta hermosa tierra de la California, la California Original.

 

Bibliografía:

«Cartas sobre la conquista espiritual de Californias» (México, 1698) y «Nuevas cartas sobre Californias» (1699) – Juan María de Salvatierra.

Misión de la Baja California – Juan María Salvatierra.

El apóstol mariano representado en la vida admirable del venerable padre Juan María de Salvatierra de la Compañía de Jesús – Miguel Venegas

California, Juan María de Salvatierra y los californios – Eligio Moisés Coronado

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Museo de las Misiones en Loreto, el único de arte sacro en el Noroeste

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Cristo en el Santo Sepulcro, pieza clave en el Museo de las Misiones. Fotografías: Modesto Peralta Delgado.

La Paz, Baja California Sur (BCS). El Museo de las Misiones, ubicado en el corazón de Loreto —exactamente a un costado de la Misión de Nuestra Señora de Loreto— es el más antiguo de la península de Baja California, también es el único dedicado al arte sacro en el Noroeste Mexicano, y quizá sea el más visitado de Baja California Sur, dio a conocer Joaquín Muñoz Rendón, director, en entrevista exclusiva para CULCO BCS.

“Este inmueble se construye en el marco de las llamadas Reformas Borbónicas. El visitador José de Gálvez ordena la construcción de un almacén general posterior a la expulsión jesuita, estamos hablando del último tercio del siglo XVIII, cuando se construye este inmueble que sirve como almacén general. Posteriormente queda en estado ruinoso y de abandono, en el siglo XIX, y es hasta mediados del XX que es rescatado tanto por la comunidad como por las autoridades; se le da el uso de secundaria federal; y en 1973, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) lo convierte en el Museo de las Misiones Jesuísticas de Loreto”, dijo.

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La privilegiada ubicación del Museo de las Misiones hace que sea un imán para todos los turistas que visitan Loreto.

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“En su conjunto —explicó Muñoz Rendón— el museo forma un discurso que nos habla del proceso histórico cultural y en ese sentido todas las piezas son valiosas”; se trata de óleos del siglo XVIII y objetos de uso cotidiano de los siglos XVIII y XIX. Sin embargo, hay piezas claves que consiguen llamar más la atención de los visitantes: tres pinturas al óleo, una de San Ignacio de Loyola, precursor de la Compañía de Jesús; objetos antiguos provenientes de Asia; el trapiche y la noria; y en especial, la escultura de Cristo en el Santo Sepulcro.

“En la última sala tenemos una escultura del Cristo en el Santo Sepulcro, una escultura casi tamaño natural, articulado. Esta pieza en particular formó parte de una exposición que fue a Estados Unidos y a algunos museos de México, y es considerada pues, por su estado de conservación y la manufactura, como una de las piezas más importantes, creo, no sólo de este museo, sino del Noroeste de México”, señaló el Director del Museo de las Misiones Jesuíticas de Loreto.

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Cristo en el Santo Sepulcro. Data del siglo VXIII.

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La escultura es del siglo XVIII, es de madera tallada, estofada y policromada, y formaba parte de la ornamentación de la Misión de Nuestra Señora de Loreto. “Los comentarios que tenemos —los registros orales—, es que esta pieza se encontraba en la sacristía de la Misión cuando ésta se encontraba en estado de bastante deterioro”; luego, la pieza fue trasladada a la Ciudad de México donde se restauró y se incorporó como parte de las colecciones del museo.

De hecho, no es la única pieza del Museo de las Misiones que fueron encontradas en la Misión de Loreto. “Tenemos algunas pinturas y algunas esculturas que formaban parte de la ornamentación de la Misión de Nuestra Señora de Loreto y alguno que otro templo. En el período en que fueron restauradas, estas piezas fueron rescatadas, estaban en un avanzado estado de deterioro, y se consideró que el resguardo del museo era el adecuado y se complementó con otras piezas que llegaron con fines museográficos”.

En las diferentes salas se pueden apreciar óleos que muestran a algunos de los principales evangelizadores de la antigua Baja California; las salas nos llevan por diferentes etapas, que van desde los usos y costumbres de los antiguos cochimíes y guaycuras, hasta los objetos que actualmente se siguen utilizando en algunos ranchos. Destacan los “objetos provenientes de algunos países asiáticos, de Filipinas, de China y de Japón, que nos hablan justamente de la importancia del comercio marítimo de la Nao de China; y en el jardín del museo tenemos algunos instrumentos de labranza, parte de lo que fue la tecnología agrícola del siglo XIX, como el trapiche y la noria que también llaman mucho la atención”.

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Noria, técnica con la cual extraían agua en la antigüedad.

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Hasta 300 visitantes

Aunque no se tenían los datos precisos a la mano, Muñoz Rendón presume que el Museo de las Misiones podría ser el más visitado de BCS, recibiendo hasta 300 personas en un solo día, lo que en buena medida se debería a su ubicación; se estima que de cada diez turistas que llegan a Loreto, siete visitan este reciento que antiguamente fueron oficinas de tipo administrativo, pues no hay registro de que aquí haya sido habitado por religiosos o se realizaran actividades eclesiásticas.

“Es un museo muy visitado, porque Loreto, como “Capital de las Californias”, obviamente uno de sus atractivos es la Misión de Loreto y la de San Javier, y es un punto de referencia (…) En un día podemos registrar de 50 a 200 visitantes, en verano baja un poco, pero cuando viene un barco, pueden entrar hasta 300 personas en un día (…) Creo que el porcentaje que visita Loreto y visita el museo es muy alto, podríamos afirmar que de diez que visitan Loreto, al menos siete visitan este museo”.

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A la izquierda del Museo de las Misiones se encuentra la Misión de Nuestra Señora de Loreto, perfectamente visible, incluso de aspectos de su interior.

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El Museo de las Misiones Jesuíticas se localiza en Salvatierra 16, entre Misioneros y Pino Suárez, en la colonia centro de Loreto, al lado de la Misión y a unos pasos del Palacio Municipal. Tiene un horario de martes a domingo de 9:00 a 18:00 horas, con un costo de entrada de 50 pesos, pero es completamente gratis para estudiantes, profesores y pensionados, y los domingos también pueden entrar sin costo los turistas nacionales. Su teléfono es el 01+(613)+1350441.

 

 




A 320 años de fundación, la Misión de Loreto aún recibe hasta 800 feligreses

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Misión de Nuestra Señora de Loreto. Fotografías: Modesto Peralta Delgado.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cada año, el 8 de septiembre se logra convocar a miles de feligreses católicos a la Misión de Nuestra Señora de Loreto, la más antigua de la península de Baja California, cuya fundación data de 1697; a 320 años de fundación, el templo que le ha hecho ganar la fama al Pueblo Mágico como “Capital de Las Californias” sigue oficiando misa y siendo un importante referente religioso, histórico y cultural de Loreto.

El sacerdote Lucio Francisco Sánchez Loya —originario de Chihuahua, y a cargo de la Misión de Loreto desde hace 3 años—, concedió una entrevista a CULCO BCS sobre algunos datos curiosos y particularidades de este templo ubicado el corazón de Loreto, a un lado del Museo de las Misiones y a unos pasos del Palacio Municipal. De hecho, esta construcción fue la que dio pie al nacimiento de una antigua población donde los jesuitas evangelizaron a los nativos, y que hoy es la cabecera del municipio del mismo nombre.

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Atrio frente a la misión; la torre fue incorporada al templo en los años 50’s.

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Si bien, el 10 de diciembre es el día de la Madonna de Loreto —explicó el clérigo—, el monseñor Modesto Sánchez dispuso que cada 8 de septiembre —Día de la Inmaculada Concepción de María—,  se festejara Nuestra Señora de Loreto. Todos los años, las festividades inician el 30 de agosto hasta ese día, lapso en el que se realizan largas procesiones en las que participan desde los policías hasta los bomberos, pues se invita a todos los gremios y al pueblo loretano que en su gran mayoría es católico. El día que celebran a la Virgen de Loreto llegan a ser tantos —de 2 mil a 3 mil asistentes, aseguró— que la misa se tiene que realizar en el atrio.

Actualmente, las misas en la Misión Nuestra Señora de Loreto son a las 7:00, 10:00, 12:00 y 19:00 horas, y según Sánchez Loya, con excepción de la primera, casi siempre se llena el templo que tiene capacidad para recibir de 700 a 800 personas. Además, la que se realiza al mediodía es misa bilingüe, pues como reciben a varios visitantes extranjeros, las lecturas y homilía se realizan en inglés y español.

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Robo y perdón ‘obligado’

Al preguntarle al padre Francisco si han sido víctimas de la delincuencia, contó que hace aproximadamente medio año robaron las alcancías de la iglesia, desconociendo el monto, aunque en un mes o poco más, habitualmente reciben hasta 5 mil pesos que son utilizados para mejorías y mantenimiento de la Misión de Loreto; sin embargo, y a pesar de que dieron con el presunto responsable, la Policía Ministerial tácitamente lo obligó a perdonar al ladrón para no ingresarlo a la cárcel.

“Lo sorprendente de todo esto, es que las leyes como que se hicieron para defender más a los ladrones que a las víctimas (…) Se supo (quien fue el ladrón), había huellas, pero antes, la gente del Ministerio Público nos decía que ‘si ustedes saben quién es, ustedes le darían el perdón, no lo podemos tener en la cárcel porque no está tipificado como delito grave’ (…) A mí se me hace que eso va a promover más delincuencia (…) Ahí juegan con las palabras, los Ministerios Públicos nos decían ‘ustedes son sacerdotes, deben perdonar’, y sí predicamos el perdón pero también la justicia”, dijo.

A raíz de ese incidente, han colocado cámaras ocultas en el templo. ¿Alguna vez les han robado arte sacro? “Gracias a Dios, no. De hecho el Gobierno Federal es el que está más atento a eso, todo lo que son las pinturas, óleos, tanto aquí como en San Javier, están muy bien protegidos”. A propósito, alrededor del 3 de diciembre se realizan las fiestas de la Misión de San Javier, pueblo ubicado al Oriente de Loreto y que logran convocar a visitantes, incluso, de Estados Unidos.

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Sacerdote Lucio Francisco Sánchez Loya.

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El legado de monseñor Modesto

Al momento de la entrevista, el sacerdote recordó mucho al monseñor Modesto Sánchez, párroco de Tijuana quien había llegado a Loreto procedente de la Diócesis de Guadalajara, y quien en la década de los 50’s, encontró en el templo en ruinas; sin embargo, luego de haberse sacado el premio mayor de la Lotería Nacional, lo invirtió en ampliar y restaurar el templo que, en aquel entonces, pretendió incluir el inmueble que actualmente es el Museo de las Misiones. “Don Modesto Sánchez la encontró toda deteriorada, solamente el puro solar sin techo sin nada todavía, el coro estaba totalmente destruido”. De manera que lo que hoy vemos y llamamos Misión de Loreto, en un gran porcentaje —por ejemplo, la emblemática torre—, fue una obra de ampliación por parte del fallecido sacerdote.

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“A él le tocó todo lo que es la evangelización del pasado histórico próximo, después de monseñor Felipe, el obispo que estuvo en las dos Californias, tanto norte como sur, y mandó a ese sacerdote para acá. Fue un sacerdote que vino con sus hermanas, aquí vivían todos (…) Fue una persona que amó mucho a Loreto, y era muy amado también por la gente, toda la gente lo ve como una institución. Todo lo que es la torre, el retablo, las pinturas, fueron donadas por él cuanto se sacó la lotería, cuando se sacó el premio gordo”, señaló el padre Francisco Loya.