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A propósito de la caravana migrante, algo sobre Milán Kundera

FOTO: Noticieros Televisa / Interiores: Internet.

Colaboración Especial

Por José Leónidas Alfaro Bedolla

 

San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). Milán Kundera nació en la República Checa el año de 1929. Al término de la Segunda Guerra Mundial ingresó al Partido Comunista. Siendo su padre, Lubvick Kundera, un concertista de piano y director de la academia de música, lo ingresó a la academia Carolinum de Praga donde estudió música y literatura. Sus inicios como escritor fueron de poesía y ensayos, pero se dio a conocer como novelista.

La broma fue la novela que motivó ser separado de su cargo como maestro de cinematografía en el Instituto de Cine en Praga. Toda su creación ha sido de impacto debido a que ellas impone la ironía y el sarcasmo de manera despiadada y magistral. Pero fue el romper con las reglas, sobre todo cuando desnuda la severidad del régimen bajo el cual vivía reprimida la sociedad checa, lo que dio soporte a Milán Kundera. La broma vendió más de 120 mil ejemplares en un tiempo récord de tres meses, pero eso no bastó para ser exonerado, al contrario, la sentencia que le impusieron fue más allá, pues fue despojado de su nacionalidad.

Francia lo acoge, le da trabajo y premia su quehacer literario. El exilio lo aprovecho Milán Kundera para descubrir un nuevo mundo con aires libertarios, acicate que le permitió profundizar en su alma de dónde sacó arrestos y talento para exponerlos con la crudeza necesaria y crear una extraordinaria variedad de temas, así logró ubicarse como uno de los mejores escritores de nuestro tiempo.

La broma surgió de cuando era estudiante y miembro del Partido Comunista. Tenía una amiga en Brno, su ciudad natal, pero ella se fue a estudiar a Praga; él, intentando iniciar una comunicación epistolar le mandó una tarjeta postal y en ella le declaró: “soy cristiano, renuncio a ser comunista”. Ella, sin mala fe, mostró la postal a un amigo, este tomó nota y sin más, denunció a Milán ante el Comité de las Juventudes Comunistas de la Universidad; fue sometido a juicio y lo encontraron culpable de conspirar en contra del régimen, y fue expulsado de la universidad. Un par de amigos que creyeron en su defensa, pues alegó que aquello había sido una broma; le ayudaron consiguiéndole un empleo en cinematografía.

En 1967, al publicar La broma, fue expulsado del país. Las obras que habían antecedido a este libro fueron: El libro de los amores ridículos (1963) y El sueño comunista (1965). A la distancia, el motivo que hizo que Milán Kundera fuese expulsado, suena pueril, pero sucede que los gobernantes ante la crítica se muestran muy sensibles, no permiten que pueda existir algo que ponga en riesgo la fuerza del poder. El sarcasmo manifiesto a través de los personajes fue suficiente para considerar que el autor se burlaba de los gobernantes, y el temor de otros, exponía la brutalidad con que mantenían al pueblo rendido y sojuzgado, nadie podía romper con las reglas del comportamiento exigido, so pena de sufrir terribles consecuencias.

La Peste, en esta historia se refleja la crudeza feroz del sistema que el Comité Central del Partido Comunista Soviético, imponía al bloque de países comunistas: Alemania del Este, Bulgaria, Albania, Hungría, Rumania, Checoslovaquia y Polonia. Aunque la novela en sí, no trata de este asunto, la historia encierra uno de los efectos de aquella imposición. La historia se centra en las vicisitudes de dos parejas que se entrecruzan en aquella tragedia que viven en medio de una pandemia letal. Un médico cirujano que por castigo es enviado a una granja donde se concentran a los infectados; él y su pareja, Teresa; ambos mueren en un extraño accidente. La otra pareja la forman Franz y Sabina, ambos pintores que buscan la libertad, para darle a sus vidas un motivo más razonable que justifique sufrir en medio de aquella caótica situación. Ambas parejas se entrelazan, y eso es lo que arrebata más la atención. Y si usted es de los que creen que se las saben de todas todas, en eso del amor, le recomiendo lea La insoportable levedad del ser, es una cátedra sobre el tema.

Otra de las cuestiones que nos enfocan las historias de Milán Kundera, es sobre los asuntos políticos, ahora que estamos por estrenar nuevos gobernantes, y que ya están calentando el ambiente con eso de sí es cierto o no la esperada Reconstrucción Nacional, es oportuno leer a Kundera, sus niveles son para reflexionar, y eso nos permite lograr más claridad.

El escritor checo comenta sobre su exilio: El exilio me liberó, por tanto elegí un lugar donde quería vivir y también elegí la lengua en la que quería hablar.

La crueldad, la belleza, la emoción, la sentimentalidad, o lo que debe provocar el arte, son otros de los muchos elementos de reflexión que trata el escritor y que cruzan los nombres y hechos más importantes del siglo XX, como las Primaveras, las de París y la de Praga.

Milán Kundera fue reconocido por sus colegas con lo que convivió en París, fueron: Céline Kafka, Juan Goytisolo, Curzio Malaparte, Carlos Fuentes, Gabriel García Marquez, entre otros. Casi todos ellos también emigrantes.

Los premios que ha obtenido: 1981.- Cammon Wealth, 1985.- Premio Jerusalen, 2000.- Premio Herder, 2001.- Premio Grand Prix de Litérature de L´Academie Francais y 2009.- Premio Mundial Ciño Del Duca.

Dicen algunos que los logros obtenidos hasta ahora por Morena en las cámaras de Diputados y Senadores, son alentadores. Estimo que es muy temprano para echar las campanas al vuelo. Son muchas las deudas pendientes. Mientras no se den efectos verdaderos en la detención de la corrupción, la impunidad, la aplicación de justicia, sobre todo en los salarios y prestaciones para los maestros y trabajadores en general; la eficacia de los gobernantes sigue pendiente, también en el caso  de nuestro compañero y amigo JAVIER VALDÉS CÁRDENAS; se cumple año y medio sin resolverse plenamente. EXIGIMOS: ¡JUSTICIA! ¡JUSTIIA! ¡JUSTICIA!

Leónidas Alfaro Bedolla. Escritor de La agonía del caimán.

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Cuando me alcanzó El Perseguidor de Julio Cortázar; 103 años de su natalicio

FOTOS: Internet.

La Paz, Baja California Sur (BCS). A pesar de que en el librero de mi casa paterna había unos cinco libros de Julio Cortázar, no fue realmente hasta la universidad, más o menos por el año 2000, cuando leí —y con mucho trabajo— al escritor argentino. Este sábado 26 de agosto se cumplen 103 años de su natalicio, y este es un buen pretexto para hablar de un autor que ha fascinado a generaciones enteras y que parece hacerse más famoso a través del Facebook.

En mi adolescencia había descubierto que Julio Cortázar era un autor imprescindible de la literatura latinoamericana y que si soñaba en hacer literatura tenía que leerlo, es más, ¡tenía que gustarme! Gran error de diletante, porque hasta la fecha, creo que éste no es un escritor para principiantes. Si queremos crear cuentos, son casi lecturas obligadas Continuidad de los parques o La noche boca arriba; sin embargo, algunos de sus libros más extensos, como el híbrido inclasificable de Historias de famas y cronopios o su inmortal Rayuela, necesitan de ojos más cargados de lecturas. Difícilmente un adolescente podría entenderlas o disfrutarlas.

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En ese gran error de obligarme a digerirlo, y casi con vergüenza —lo confieso—, obligarme a que me gustara, no se cumplía por que simple y llanamente no pasaba de dos páginas: ¡no le entendía! Cuando estudié en Mexicali, un maestro me guió con paciencia a leer a los cronopios y luego a El perseguidor. Al segundo texto, clasificado como cuento largo, o lo que parecería una novela corta, tampoco le entraba bien, hasta llegué al diálogo casi al final y se destapó el pivote hacia la literatura cortazariana. Esa alegata que hace el protagonista, metafísica pura, me conmovió y me hermanó al personaje, del mismo modo que lo hicieran en otros momentos El lobo estepario de Hermann Hesse o La vida está en otra parte de Milán Kundera.

Yo no concebía que contar mal, adrede, era un atajo para contar algo bueno. Pero no ser políticamente correcto con la sintaxis, hace justamente que este escritor tenga su sello propio: ser lúdico. Hasta la fecha, quien quiera consultar de qué se trata  y cómo está escrito El perseguidor, podrá parecerle una anécdota simple pero una lectura rara. Bruno es un periodista que escribe la biografía del saxofonista de jazz, Johnny Carter, quien sufrió la muerte de su hija y sufre su adicción al alcohol y la mariguana. Es París en los años 50’s. Es todo. Y ¿qué persigue El Perseguidor?

Persigue la inmortalidad —no la fama. Persigue lo que no está y sin embargo, tiene una idea vaga de que debe existir, de que lo alcanza. Si esto se transformara en términos místicos, estaríamos hablando de Dios o de religión, sin embargo, desprecia estos términos. Cuando Carter tocaba el saxofón, en medio de lo que a nuestra mirada actual, parecería la biografía del típico genio talentoso e incomprendido, en realidad le valía madres: en ese momento en que hacía música, es el momento en que pisaba ese territorio del otro lado, la metafísica, el que debe haber otra cosa. Y por eso lo hacía. El alcohol y las drogas hacían otro tanto de ese trabajo de fugarse de la realidad. De pronto, daba un salto a la realidad, donde por más aplaudido o lisonjeado por el propio biógrafo, se encontraba amargado por la burda vida. Creo, al estilo de La náusea, de Jean Paul Sartre, el personaje estaba asqueado de la existencia mundana, y perseguía ese otro lado de la orilla.

Por todo esto dicho —mal dicho, si quieren—, por lo abstracto que pueda resultar, y lo complicado incluso para explicarlo, decimos que algunos textos de este escritor son difíciles de abordar a la primera y de golpe. Pero una vez que captas su estilo y sus temas, esa nostalgia, otros de sus libros vienen con la expectativa de un reto divertido que puede degustarse exquisitamente. Aquella ridiculez de que “me tiene que gustar”, murió. Era un jovencito, y ahora entiendo que era eso: un esnobismo, un cliché, un pose. Si te gusta, te gusta, si no, no pasa nada. El que nos pueda gustar Julio Cortázar tampoco nos hace genios. Decía en el primer renglón que me parece que en el Facebook se ha popularizado enormemente. Quien sabe si todos los que publican su foto o sus frases lo haya leído. Pero es bueno, porque a aquel que nunca lo haya leído le dé curiosidad y lo lea. Su legado es asombroso.

Antes hubiera creído que era un artista sobrevalorado, por que me dormía o me perdía en sus páginas cuando intenté leer de pequeño, pero cuando su perseguidor me alcanzó, cuando lo comprendí, lo abracé para siempre.