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Legalizar las drogas, “ese es el camino”: Héctor de Mauleón

FOTO: Luis Roldán.

Por Modesto Peralta Delgado

La Paz, Baja California Sur (BCS). En 2009, cuando se enfrentó a la justicia a El Pozolero y se descubrió en las afueras de Tijuana un rancho en donde se disolvió en ácido —literalmente— a cientos víctimas de las que sólo quedaban las uñas, por lo que en el terreno había “un sembradero de uñas y dientes”, “parecía el colmo del horror, que habíamos llegado a lo inimaginable”, expresó el periodista Héctor de Mauleón en su conferencia Periodismo en tiempos de violencia, el pasado jueves 26 de octubre en La Paz, durante su participación en las Lunas de Octubre realizado por el Instituto Sudcaliforniano de Cultura.

Durante la plática, de aproximadamente una hora, ante un nutrido público que soportó el calor en el Centro Cultural La Paz, el columnista de El Universal habló del peligro que representa ejercer el periodismo en estos tiempos del combate al narcotráfico, desde el sexenio de Felipe Calderón, y que hasta la fecha, sumaría más de 200 mil víctimas —”200 mil historias atroces, de horror”. Dejo entrever que México aún no tocado el suficiente fondo del sufrimiento y ese ‘pozo’ puede seguir llenándose —”el fondo no llega hasta que uno no quiera”—, al recordar el caso de El Pozolero, el llamado Niño Sicario o el más reciente, el de las víctimas desolladas en Nayarit.

Al final de su charla, Héctor de Mauleón dejó sembrada la inquietud de que, tras once años, si no podríamos pensar que la guerra contra el crimen organizado fracasó y si no sería tiempo de poner sobre la mesa la discusión de legalizar las drogas. “Todo es peor, todo es más violento, todo es más sangriento; no hay avances, la droga sigue pasando, la muertes sigue ocurriendo, las lista de objetivos que tenía el Gobierno Federal (…) abatidos o presos, ¡y esto no termina! También la siguiente discusión socialmente responsable, sería ¿es ese el camino o esta probado que no es el camino? ¿No ha llegado la hora de ponernos a discutir la legalización del algunas sustancias? Da clic AQUÍ para el ver el video de la conferencia completa.

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Luego de la conferencia, CULCO BCS tuvo una breve entrevista con el periodista de la Ciudad de México, quien en 2016 ganó el Premio Nacional de Comunicación José Pagés Llergo por su trabajo sobre las bandas delictivas que operan en la colonia Condesa, en la CDMX. Sólo fueron dos temas. El primero: ¿cual es la visión desde el centro del país sobre la violencia en Baja California Sur? ¿Se sabe de ella o se sigue creyendo que es un paraíso?

“Yo creo que está muy claro que la violencia se ha disparado en los últimos años —dijo—, que la detención de El Chapo provocó una crisis en esta zona y que al mismo tiempo la incursión o el crecimiento desmedido que ha tenido en el sexenio actual el Cártel Jalisco Nueva Generación terminó golpeando la antigua calma, digamos, paradisíaca, de Baja California Sur. Se volvió un territorio de pugna entre los sucesores de El Chapo y este grupo que ha ido creciendo, que estaba formado por ser un brazo armado de otros capos y terminó apoderándose de 20 estados del país con operaciones internacionales y que es considerado, incluso, ya uno de los cárteles más poderosos del mundo”.

Héctor de Mauleón en la conferencia, fue presentado por Juan Cuauhtémoc Murillo. FOTO: Modesto Peralta Delgado.

“Por otro lado —continuó—, se le dio la debida atención al caso de Max Rodríguez que ilustra, por otro lado, ya en detalle, el nivel de violencia que se vive en el Estado”. Invitado a participar también en el segundo día de las Lunas de Octubre: el viernes 27, el lunes siguiente publicó el El Universal el texto Correrá sangre en Baja Sur, donde da a conocer su impresión de lo que ha generado la violencia en La Paz, recorriendo el malecón.

Legalizar las drogas

El segundo tema, fue preguntarle directamente, si él creía que una posible solución para aminorar el complejo problema de la inseguridad en el país era legalizar las drogas. Él contestó “creo que es el momento ya, tenemos que avanzar hacia eso. Eso le quitaría una fuente grandísima, altísima de ingresos a los grupos del crimen organizado y sobretodo sacaría a los jóvenes de los callejones en donde están en contacto con los criminales para que los que quisieran adquirir lo que quisieran pues vayan a una farmacia o a una tienda, no tengan que estar en contacto con delincuentes que luego terminan reclutándolos, etcétera; y sobre todo plantear ya el asunto de que no podemos seguir siendo los policías de Estados Unidos. No podemos seguir poniendo los muertos, mientras ellos están en la fiesta y nos devuelven las armas (…) Yo creo que ese es el camino.

Urgen protocolos

Regresando a su conferencia Periodismo en tiempos de violencia, centrado en este oficio en medio de esta crisis de inseguridad en todo el país —que él denomina “loa años de horror, la historia negra del periodismo en México”—, habló de varios casos concretos —censura, chantaje, muertes y desapariciones de comunicadores— y de la necesidad de un protocolo de seguridad para reporteros.

Más de un centenar de periodistas han sido asesinados en lo que va del siglo —explicó De Mauleón—, y se han cerrado medios, por lo que además de todo, “una tragedia nacional que no hemos percibido, son las zonas silenciadas de México“. Contó historias de comunicadores que fueron, tanto literal como figurativamente, amordazados por los criminales, y que no existen autoridades confiables para sentirse protegidos. “La herida psicológica no la conocemos en esta generación”, dijo, y reiteró que “somos uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo”.

Ante la situación, urgió a que exista un centro nacional de protección a periodistas, “pero autónomo, ciudadano”; que haya talleres permanentes de capacitación y protocolos, para saber qué hacer en caso de amenazas; “no venderse, no pedir dinero, eso hace que no tengas compromisos”, aunque también habló de los sueldos “miserables” de los reporteros que hacen que unos acudan al llamado ‘chayote’. “Nuestra conclusión: vamos por un protocolo, vamos a cuidarnos entre los periodistas.”




Miedo y vulnerabilidad, ejercer el periodismo en BCS: foro en la UABCS

UABCS. Fotos: Modesto Peralta Delgado.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hacia el mediodía de este miércoles 31 de mayo, en el foro de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), se llevó a cabo el Conversatorio Desyglo sobre la violencia hacia la libertad de expresión en México Un día sin periodistas; a pesar de iniciar con retraso y con duda de hacerlo debido a que hubo poca asistencia, el evento fue transmitido en vivo alcanzando miles de reproducciones en redes sociales, incorporándose a la charla algunos periodistas locales y tocando temas torales respecto a las dificultadores por las que pasa el periodismo en BCS.

Aunque la cita fue a las 11:00 horas, el foro lucía casi vacío, por lo que la maestra Lorella Castorena Davis propuso realizar el evento el próximo semestre; tras unos 25 minutos de espera, se animaron a dar la charla, a la que se fueron incorporando algunos comunicadores, y cuyo video transmitido en vivo alcanzó, sólo en la cuenta de Facebook del reportero Ezequiel Lizalde, más de 6,700 reproducciones.

El conversatorio puso especial énfasis en los asesinatos de Max Rodríguez en esta entidad, y el de Javier Valdez Cárdenas en Sinaloa, sin embargo, fue el punto de partida para que estudiantes del doctorado de Desyglo de la UABCS profundizaran en la vulnerabilidad por la que pasa el periodismo en BCS, en especial el de la nota roja, por lo que una palabra que se repitió en los testimonios fue el “miedo”.

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Diana Cuevas, en su ponencia sobre Agresiones a periodistas habló justamente de la vulnerabilidad de ejercer el periodismo en México, “una de las profesiones más peligrosas del país”. Entre las cifras que presentó —basada en Artículo 19—, señaló que sólo en 2016 se presentaron 426 agresiones hacia los comunicadores; que éstas aumentaron del 2015 al 16; que han muerto 36 periodistas en lo que va del sexenio de Enrique Peña Nieto; y que sólo en lo que va de este 2017, van siete, entre ellos, Max Rodríguez y Javier Valdez.

Por su parte, Carlos Ibarra contó su testimonio de haber cubierto la nota roja en Rosarito, Baja California, cuando tenía 24 años, y a pesar de que llegó a ser “adictivo”, empezó a notar las dificultades y emigró a este estado, poniendo así el título a su texto: Regresé a BCS porque acá no mataban periodistas. A pesar de que luego cubrió información respecto al Medio Ambiente, fue demandado, por lo que en broma y en serio, dijo que “tampoco funciona” y que el peligro de la censura o la agresión estaría en prácticamente cualquier tema en el que realmente investiguen o denuncien los reporteros.

Rodrigo Rebolledo, Lorella Castorena Davis, Carlos Ibarra, Gilberto Santiestaban y Diana Cuevas, en el conversatorio sobre la violencia a los periodistas. En la UABCS.

Rodrigo Rebolledo aludió al libro Los huérfanos del narco de Javier Valdez, mencionando que estos “son malos tiempos para la niñez en México“, en un país donde los infantes tienen que agacharse en sus aulas cuando ocurren balaceras. Leyó un fragmento del citado libro, lo que conmovió a algunos de los participantes en la charla, cuyo tema fue despegando hacia la cruda realidad de las ejecuciones y cómo lo cubre la prensa local, que fue cuando tocó el turno a Gilberto Santiesteban, quien escribe la nota roja en El Independiente desde hace cuatro años, iniciando cuando estaba fácil, pues “sólo tenían que tomar fotos al choque más fuerte”.

El reportero contó las vicisitudes actuales de su trabajo, como el desamparo en que se encuentran pues aseguró que no conoce “un solo funcionario que dé una propuesta que sirva” para protegerlos, y que “no pasa de ser un simple discurso”; así como la actitud de la Procuraduría de Justicia de BCS para informar, la cual “no es de puertas abiertas”. “No te puedes hacer rico haciendo periodismo, pero te empodera, te das cuentas que lo que haces, lo que escribes, genera una reacción”, dijo Santiesteban.

Por último, Lorella Castorena Davis habló de la inquietud de realizar estas discusiones en torno al #NoAlSilencio que se generó tras la muerte del periodista sinaloense, aunque por supuesto, la historia de asesinatos a periodistas es larga y hasta el “Ya basta” se siente como una frase vacía, expresó. Hizo especial énfasis en la opacidad de las instituciones gubernamentales respecto al tema de la violencia, por ejemplo, que la página web de Gobierno del Estado no da información suficiente que permita hacer análisis o conclusiones.

Y tras la participación, con preguntas y testimonios, de periodistas, académicos y estudiantes presentes, la charla se llevó casi las dos horas de duración prevista, con el interés de repetirla y darle más difusión para el siguiente semestre. Si bien el foro no estuvo abarrotado nunca, como se mencionó líneas arriba, los videos en redes sociales han sumado a miles a oír los testimonios y las diferentes perspectivas de la problemática en torno a la violencia contra la libertad de expresión en México y en BCS.




Descanse en paz el reportero Max Rodríguez. Entrevista

La Paz, Baja California Sur (BCS). Esta tarde fue asesinado a tiros el periodista de la nota roja en La Paz, Max Rodríguez, en el estacionamiento de City Club en esta ciudad. Desde la prensa lamentamos profundamente este nuevo hecho violento, siendo el primer asesinato de un periodista en BCS, en el marco de una guerra entre bandas delictivas desde 2014, y que a la fecha, rondará por el medio millar de víctimas fatales.

Con todo el cariño por el compañero periodista, con todo respeto a su memoria y al duelo de su familia, compartimos de nuevo, íntegramente, la entrevista que el reportero concedió a CULCO BCS el 6 de diciembre de 2016. Descanse en paz Max Rodríguez, y exigimos justicia a las autoridades por este atroz homicidio.

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Entrevista con Max Rodríguez a CULCO BCS en diciembre de 2016. Foto: Luis Roldán.

Max Rodríguez, informar desde la sangre

Desde un triple homicidio ocurrido en Los Planes (municipio de La Paz) el 31 de julio de 2014 hasta este 6 de diciembre de 2016, el Grupo de Reporteros Policíacos registra aproximadamente 362 ejecutados como probables víctimas de una histórica lucha por el poder entre grupos del crimen organizado en BCS; Max Rodríguez, uno de los pocos reporteros de la nota roja en la Paz —miembro de dicho grupo—, concedió una entrevista exclusiva para CULCO BCS donde aporta estos datos y platicó sobre los avatares de su trabajo.

Prácticamente no hay cifras oficiales de las muertes por la guerra entre narcotraficantes en Baja California Sur. Además, luego de la entrada en vigor del Nuevo Sistema de Justicia Penal (NSJP) en la entidad, fuentes como la Procuraduría General de Justicia del Estado emite información mínima sobre estos hechos —por ejemplo, casi siempre omite nombres, edades y ciudades de origen de los fallecidos. Sin embargo, el Grupo de Reporteros Policíacos en BCS ha llevado un puntual registro “con muy poco margen de error”, según Max Rodríguez.

En sus cuentas,  de 2014 a la fecha se estiman 362 muertos con huellas del crimen organizado en todo el estado. La entrevista se realizó el 2 de diciembre, ese viernes el conteo de ejecutados iba en 356, sin embargo, en sólo los primeros 4 días de este diciembre hubo 6 muertes más. Además, contabilizan entre 42 y 47 lesionados en balaceras, y según el periodista, se calculan entre 10 y 12 muertos inocentes —incluyendo niños— que al parecer no tenían nada que ver con bandas criminales. En septiembre de 2015 que Carlos Mendoza Davis asume la gubernatura del estado, se registraron 10 homicidios de este tipo, y las cifras parecían bajar, siendo de 1 a 3 entre octubre de 2015 y marzo de 2016; sin embargo, repuntó drásticamente en los últimos meses de este año, llegando a ser prácticamente uno diario en agosto, septiembre y noviembre pasados.

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Modesto Peralta Delgado entrevista a Max Rodríguez. Fotos: Luis Roldán.

Así se hace la nota roja

El Grupo de Reporteros Policíacos de BCS lo conforman Luis Roldán (NBCS Noticias), Ignacio Estrada (Zona Roja), Erick León (Noticias La Paz), Gilberto Santiesteban (El Independiente), Alejandro Patrón (“El reportero urbano”) y el propio Max Rodríguez, quien publica la nota roja para Colectivo Pericú desde 2014. Él cuenta que hacía comentarios en Facebook y estaba alejado de la “vida reporteril”, hasta que una balacera cerca del parque de la colonia Infonavit, la noche del 20 de noviembre de ese año, lo hizo saltar de la cama, vestirse, ponerse cámara al hombro e informar detalles del evento violento —entonces, aún eran considerados hechos inusuales— a su amigo Cuauhtémoc Morgan. El director de Colectivo Pericú le preguntó después, cuando había pasado el susto “‘Max ¿qué pasó, dónde estás?, ¿tiene las nota?’ ‘Sí, te la hago ahorita’, y así fue como me incorporé a la policíaca”.

Desde el 20 de noviembre de 2014, y hasta la fecha, Max Rodríguez cubre la policíaca en Colectivo Pericú. ¿Cuál es la mecánica para publicar una nota roja?, le pregunté. “Para comenzar, cuando un suceso de este tipo —de los llamados de alto impacto—, tenemos fuentes que nos comunican sobre dónde es. De inmediato nos ponemos en contacto un grupo de compañeros para confirmar lo que fue, dónde fue, cómo fue, si es necesario, nos trasladamos todos los que formamos parte del grupo al lugar de los hechos (…) Nos llegan datos vía telefónica, que te voy a decir, no sé cómo consiguen nuestro teléfono y también por inbox —vía Facebook— (…) Lo primero que hacemos es checar con las personas alrededores, ya que por el NSJP se tienen más limitantes, se tiene que hacer por nuestra cuenta (…) Primero recibimos la información, checamos, confirmamos dos veces y entonces ya nos trasladamos”.

“Un aspecto muy importante —recalcó—: nunca vamos solos, siempre vamos un mínimo de tres compañeros, o dos si es muy difícil, menos de noche, para poder estar uno con otro y podernos cuidar de la situación”. Por último, envía las fotos por WatsApp a la redacción en Cabo San Lucas y se publica. Podrán verse notas policíacas en diferentes medios, pero en realidad, se cuentan con los dedos de la mano —como en este caso— los reporteros que realmente cubren este tipo de información. A la fecha, ignora cuántas notas y fotos ha publicado sobre la guerra del crimen organizado en BCS, y es que no correspondería con el número de ejecuciones, pues es común que se envíe la nota de “Última Hora”, otra con información detallada y en otras ocasiones dar seguimiento o “lo que pueda salir”.

Al preguntarle el porqué de esta nunca antes vista escalada de violencia, señala que “es una lucha por el poder, por la fuerza de la droga aquí en el estado, acuérdate que estamos en una zona muy importante, tenemos dos mares, en una zona prácticamente difícil de vigilancia por los litorales que tenemos, el paso de la droga, y la que distribuye en todo el estado. Es la lucha por el poder del narcotráfico”. ¿Y qué opinas de la actuación de los gobiernos al respecto? “¿Qué podemos decir? Nosotros no podemos opinar en esto más que la propia sociedad, se lo dejamos a la sociedad que lo diga. Se ha llegado a lo máximo, hoy aparecieron dos mantas muy importantes en donde se llegó a la amenaza no solamente a la sociedad sino al gobierno, al ejército y a la armada” —la entrevista se realizó el día que aparecieron las narcomantas aludidas en el puente de El Triunfo, en La Paz, y en Ciudad Constitución.  ¿Algún patrón en común entre los asesinados? “La gran mayoría de los ejecutados tienen horas o unos cuantos días de haber salido del Cereso”, dijo.

Muere un reportero en sus brazos

Al preguntarle sobre el caso más fuerte que le ha tocado cubrir, Max Rodríguez no duda en hablar sobre la muerte del camarógrafo Adolfo Lucero, quien murió de un infarto —prácticamente en sus brazos— al momento de cubrir una balacera en Pino Payas y Francisco J. Mújica, en esta capital. “Fue el 28 de mayo del año pasado, cuando prácticamente murió en mis brazos un compañero de trabajo: Adolfo Lucero. Llegamos a cubrir un evento en Pino Payas y J. Mújica, llegamos casi juntos él y yo, por la J Mújica, dejamos los vehículos uno tras otro y nos dividimos en una barda, porque nos pusimos de acuerdo, ‘yo voy para allá, tú ve para allá’, como trabajamos, vamos a hacer las mejores tomas, él tomaba video y yo fotografía. Y cuando nos quedamos de ver en un lugar específico, él estaba haciendo tomas de video y voltea y me dice ‘Ayúdame Max, ayúdame’. Yo le vi los ojos en ese momento, y te digo que fue algo que sentí de inmediato el impacto por la forma en que lo vi”.

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Última foto de Adolfo Lucero en una balacera en La Paz, donde minutos después perdió la vida. “Se la tomé por accidente”, dijo Max Rodríguez.

“Cuando él me alcanza a dar la cámara —sigue—, yo la pongo en el piso para detenerlo, en ese momento llegaron Alejandro Patrón y Eliseo Zuloaga, los tres estuvimos ahí; nos vio un elemento de la policía de los carabineros que estuvieron aquí un tiempo, nos hizo a un lado para darle RCP, en ese momento yo gritaba por teléfono ‘Cayó un compañero, cayó un compañero’, porque sentí que le habían dado… Oímos balazos a lo lejos todavía. Yo pensé ‘sí le dieron’. No fueron las balas asesinas (la causa de su muerte) pero fueron a causa de esas balas que murió mi amigo (…) Te juro que aún siento la mirada de Adolfo en que me decía ‘Ayúdame’ y ya no podía hacer ya nada, cuando lo tenía en mis brazos. Te juro que te digo esto y aún lo siento así. Ese día sí lloré, lloré mucho a mi amigo”.

El impacto emocional

En La Paz no hace falta ser un reportero de la nota roja para encontrarse con balaceras, muertos y heridos, le comenté a Max; y los estados de ánimo y las reacciones varían, desde el pánico hasta la adrenalina. Sin embargo, él opina que tienen que dejar las emociones a un lado: “no podemos manejar una emoción porque no podríamos hacer nuestro trabajo, hay que usar la cabeza fría y poder pensar lo que vamos a hacer (…) Sí nos da, hay veces que se siente muy mal cuando vemos estas cosas, pero tenemos que hacerlas a un lado, no podemos trabajar si tenemos esos sentimientos así, ya me pasó una vez así. No podía hacer las cosas, inclusive, no me da vergüenza decir cuando lloré enfrente de un compañero, y te repito, las emociones las dejamos a un lado, pero a veces nos gana”.

¿Has sufrido amenazas? “Amenazas las ha tenido todos los que andamos en esto, pero acuérdate que éstos no amenazan: actúan, aunque estas mantas son otra cosa. Sí me hablaron por teléfono que ‘ya le pare, que no lo haga, que va a cargar…’ cosas así. Me habló uno que ya me hizo reír cuando dijo ‘Habla el abogado de mi cliente’ —rió—, y cuando le dije que sí le hacía caso pero que mandara su cédula y título hasta ahí paró la amenaza”. ¿Miedo? “Dicen que el miedo no existe, ‘No me da miedo’, pero eso es una mentira, el miedo existe, el miedo se da, que no lo expresemos es otra cosa, pero ahí está”.

Al finalizar la entrevista, pregunté si habría algo importante por añadir, y Max Rodríguez habló de un “reconocimiento muy fuerte a las esposas de quienes trabajamos en la sección policíaca, porque cuando ellas se quedan, no sabes lo que ellas se quedan al pendiente. Se queda con ‘el Jesús en la boca’. Sí quisiera hacer un reconocimiento a nuestras esposas, a los hijos, a los nietos, eso es muy importante”, concluyó.




Max Rodríguez, informar desde la sangre; ¿cuántos ejecutados van en BCS?

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Un hombre llora ante el cadáver de uno de los centenares de ejecutados en La Paz. Foto: Max Rodríguez.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Desde un triple homicidio ocurrido en Los Planes (municipio de La Paz) el 31 de julio de 2014 hasta este 6 de diciembre de 2016, el Grupo de Reporteros Policíacos registra aproximadamente 362 ejecutados como probables víctimas de una histórica lucha por el poder entre grupos del crimen organizado en BCS; Max Rodríguez, uno de los pocos reporteros de la nota roja en la Paz —miembro de dicho grupo—, concedió una entrevista exclusiva para CULCO BCS donde aporta estos datos y platicó sobre los avatares de su trabajo.

Prácticamente no hay cifras oficiales de las muertes por la guerra entre narcotraficantes en Baja California Sur. Además, luego de la entrada en vigor del Nuevo Sistema de Justicia Penal (NSJP) en la entidad, fuentes como la Procuraduría General de Justicia del Estado emite información mínima sobre estos hechos —por ejemplo, casi siempre omite nombres, edades y ciudades de origen de los fallecidos. Sin embargo, el Grupo de Reporteros Policíacos en BCS ha llevado un puntual registro “con muy poco margen de error”, según Max Rodríguez.

En sus cuentas,  de 2014 a la fecha se estiman 362 muertos con huellas del crimen organizado en todo el estado. La entrevista se realizó el 2 de diciembre, ese viernes el conteo de ejecutados iba en 356, sin embargo, en sólo los primeros 4 días de este diciembre hubo 6 muertes más. Además, contabilizan entre 42 y 47 lesionados en balaceras, y según el periodista, se calculan entre 10 y 12 muertos inocentes —incluyendo niños— que al parecer no tenían nada que ver con bandas criminales. En septiembre de 2015 que Carlos Mendoza Davis asume la gubernatura del estado, se registraron 10 homicidios de este tipo, y las cifras parecían bajar, siendo de 1 a 3 entre octubre de 2015 y marzo de 2016; sin embargo, repuntó drásticamente en los últimos meses de este año, llegando a ser prácticamente uno diario en agosto, septiembre y noviembre pasados.

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Modesto Peralta Delgado entrevista a Max Rodríguez. Fotos: Luis Roldán.

Así se hace la nota roja

El Grupo de Reporteros Policíacos de BCS lo conforman Luis Roldán (NBCS Noticias), Ignacio Estrada (Zona Roja), Erick León (Noticias La Paz), Gilberto Santiesteban (El Independiente), Alejandro Patrón (“El reportero urbano”) y el propio Max Rodríguez, quien publica la nota roja para Colectivo Pericú desde 2014. Él cuenta que hacía comentarios en Facebook y estaba alejado de la “vida reporteril”, hasta que una balacera cerca del parque de la colonia Infonavit, la noche del 20 de noviembre de ese año, lo hizo saltar de la cama, vestirse, ponerse cámara al hombro e informar detalles del evento violento —entonces, aún eran considerados hechos inusuales— a su amigo Cuauhtémoc Morgan. El director de Colectivo Pericú le preguntó después, cuando había pasado el susto “‘Max ¿qué pasó, dónde estás?, ¿tiene las nota?’ ‘Sí, te la hago ahorita’, y así fue como me incorporé a la policíaca”.

Desde el 20 de noviembre de 2014, y hasta la fecha, Max Rodríguez cubre la policíaca en Colectivo Pericú. ¿Cuál es la mecánica para publicar una nota roja?, le pregunté. “Para comenzar, cuando un suceso de este tipo —de los llamados de alto impacto—, tenemos fuentes que nos comunican sobre dónde es. De inmediato nos ponemos en contacto un grupo de compañeros para confirmar lo que fue, dónde fue, cómo fue, si es necesario, nos trasladamos todos los que formamos parte del grupo al lugar de los hechos (…) Nos llegan datos vía telefónica, que te voy a decir, no sé cómo consiguen nuestro teléfono y también por inbox —vía Facebook— (…) Lo primero que hacemos es checar con las personas alrededores, ya que por el NSJP se tienen más limitantes, se tiene que hacer por nuestra cuenta (…) Primero recibimos la información, checamos, confirmamos dos veces y entonces ya nos trasladamos”.

“Un aspecto muy importante —recalcó—: nunca vamos solos, siempre vamos un mínimo de tres compañeros, o dos si es muy difícil, menos de noche, para poder estar uno con otro y podernos cuidar de la situación”. Por último, envía las fotos por WatsApp a la redacción en Cabo San Lucas y se publica. Podrán verse notas policíacas en diferentes medios, pero en realidad, se cuentan con los dedos de la mano —como en este caso— los reporteros que realmente cubren este tipo de información. A la fecha, ignora cuántas notas y fotos ha publicado sobre la guerra del crimen organizado en BCS, y es que no correspondería con el número de ejecuciones, pues es común que se envíe la nota de “Última Hora”, otra con información detallada y en otras ocasiones dar seguimiento o “lo que pueda salir”.

Al preguntarle el porqué de esta nunca antes vista escalada de violencia, señala que “es una lucha por el poder, por la fuerza de la droga aquí en el estado, acuérdate que estamos en una zona muy importante, tenemos dos mares, en una zona prácticamente difícil de vigilancia por los litorales que tenemos, el paso de la droga, y la que distribuye en todo el estado. Es la lucha por el poder del narcotráfico”. ¿Y qué opinas de la actuación de los gobiernos al respecto? “¿Qué podemos decir? Nosotros no podemos opinar en esto más que la propia sociedad, se lo dejamos a la sociedad que lo diga. Se ha llegado a lo máximo, hoy aparecieron dos mantas muy importantes en donde se llegó a la amenaza no solamente a la sociedad sino al gobierno, al ejército y a la armada” —la entrevista se realizó el día que aparecieron las narcomantas aludidas en el puente de El Triunfo, en La Paz, y en Ciudad Constitución.  ¿Algún patrón en común entre los asesinados? “La gran mayoría de los ejecutados tienen horas o unos cuantos días de haber salido del Cereso”, dijo.

Muere un reportero en sus brazos

Al preguntarle sobre el caso más fuerte que le ha tocado cubrir, Max Rodríguez no duda en hablar sobre la muerte del camarógrafo Adolfo Lucero, quien murió de un infarto —prácticamente en sus brazos— al momento de cubrir una balacera en Pino Payas y Francisco J. Mújica, en esta capital. “Fue el 28 de mayo del año pasado, cuando prácticamente murió en mis brazos un compañero de trabajo: Adolfo Lucero. Llegamos a cubrir un evento en Pino Payas y J. Mújica, llegamos casi juntos él y yo, por la J Mújica, dejamos los vehículos uno tras otro y nos dividimos en una barda, porque nos pusimos de acuerdo, ‘yo voy para allá, tú ve para allá’, como trabajamos, vamos a hacer las mejores tomas, él tomaba video y yo fotografía. Y cuando nos quedamos de ver en un lugar específico, él estaba haciendo tomas de video y voltea y me dice ‘Ayúdame Max, ayúdame’. Yo le vi los ojos en ese momento, y te digo que fue algo que sentí de inmediato el impacto por la forma en que lo vi”.

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Última foto de Adolfo Lucero en una balacera en La Paz, donde minutos después perdió la vida. “Se la tomé por accidente”, dijo Max Rodríguez.

“Cuando él me alcanza a dar la cámara —sigue—, yo la pongo en el piso para detenerlo, en ese momento llegaron Alejandro Patrón y Eliseo Zuloaga, los tres estuvimos ahí; nos vio un elemento de la policía de los carabineros que estuvieron aquí un tiempo, nos hizo a un lado para darle RCP, en ese momento yo gritaba por teléfono ‘Cayó un compañero, cayó un compañero’, porque sentí que le habían dado… Oímos balazos a lo lejos todavía. Yo pensé ‘sí le dieron’. No fueron las balas asesinas (la causa de su muerte) pero fueron a causa de esas balas que murió mi amigo (…) Te juro que aún siento la mirada de Adolfo en que me decía ‘Ayúdame’ y ya no podía hacer ya nada, cuando lo tenía en mis brazos. Te juro que te digo esto y aún lo siento así. Ese día sí lloré, lloré mucho a mi amigo”.

El impacto emocional

En La Paz no hace falta ser un reportero de la nota roja para encontrarse con balaceras, muertos y heridos, le comenté a Max; y los estados de ánimo y las reacciones varían, desde el pánico hasta la adrenalina. Sin embargo, él opina que tienen que dejar las emociones a un lado: “no podemos manejar una emoción porque no podríamos hacer nuestro trabajo, hay que usar la cabeza fría y poder pensar lo que vamos a hacer (…) Sí nos da, hay veces que se siente muy mal cuando vemos estas cosas, pero tenemos que hacerlas a un lado, no podemos trabajar si tenemos esos sentimientos así, ya me pasó una vez así. No podía hacer las cosas, inclusive, no me da vergüenza decir cuando lloré enfrente de un compañero, y te repito, las emociones las dejamos a un lado, pero a veces nos gana”.

¿Has sufrido amenazas? “Amenazas las ha tenido todos los que andamos en esto, pero acuérdate que éstos no amenazan: actúan, aunque estas mantas son otra cosa. Sí me hablaron por teléfono que ‘ya le pare, que no lo haga, que va a cargar…’ cosas así. Me habló uno que ya me hizo reír cuando dijo ‘Habla el abogado de mi cliente’ —rió—, y cuando le dije que sí le hacía caso pero que mandara su cédula y título hasta ahí paró la amenaza”. ¿Miedo? “Dicen que el miedo no existe, ‘No me da miedo’, pero eso es una mentira, el miedo existe, el miedo se da, que no lo expresemos es otra cosa, pero ahí está”.

Al finalizar la entrevista, pregunté si habría algo importante por añadir, y Max Rodríguez habló de un “reconocimiento muy fuerte a las esposas de quienes trabajamos en la sección policíaca, porque cuando ellas se quedan, no sabes lo que ellas se quedan al pendiente. Se queda con ‘el Jesús en la boca’. Sí quisiera hacer un reconocimiento a nuestras esposas, a los hijos, a los nietos, eso es muy importante”, concluyó.

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Entrevista con Max Rodríguez, del Grupo de Reporteros Policíacos. Foto: Luis Roldán.