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Crítica: Guardianes de la Galaxia Vol. 2; ¿mejor que la primera parte?

Los Guardianes de la Galaxia Vol. 2. Imágenes: Internet.

Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

Calificación: ***** Bien actuada, escrita y dirigida

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En 2014 Los Guardianes de la Galaxia llegaban como una apuesta menor al universo Marvel, pero resultó ser una película que vino a refrescar el cine de superhéroes y lanzó nuevas pautas para su realización. Bajo este panorama, la segunda parte se enfrentaba, ahora sí, a la presión de entregar un producto a la altura y que respondiera a unas altas expectativas que el público, fans, crítica y la industria en general esperan, y puedo afirmar que no defraudará  a nadie.

Los Guardianes de la Galaxia Vol. 2 es una película muy entretenida, llena de acción, efectos especiales y mucha comedia. En realidad, más que un filme de superhéroes, es una comedia espacial muy atípica pero muy acertada, dándose lujos de usar referencias pop ochenteras en los límites del universo y aún así, mantener su atención de manera explosiva y emotiva.

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El director y escritor de la saga, James Gunn, demuestra que la primera parte no fue obra de la casualidad y muestra una evolución y madurez en su estilo que desemboca en un espectáculo visual que está perfectamente cimentado en un argumento sólido y en un guión casi perfecto, que sabe lo que quiere, que lo consigue y además, logra independizarse del universo Marvel para crear una saga por sí misma. Es decir, se quita de encima la sombra de Iron Man que ha sido el eje de este universo y si por alguna razón, en la próxima película de The Avengers aniquilan a todo el equipo, Los Guardianes de la Galaxia sin ningún problema podrán continuar riéndose de todo y salvando el cosmos existan o no Shield, Tony Stark o el Capitán América.

El reparto, liderado por Chris Pratt como Star-Lord, también presume una evolución en sus personajes y logran desarrollar su “anti-química” de manera hilarante, sobre todo con el personaje al que da voz Bradley Cooper Rocket Racoon, que pudiera parecer algo simple, pero es destacado que un personaje creado por computadora logre un nivel de comunión con el equipo como una pieza clave del mismo y llevándose uno de los momentos más emotivos de todo el filme. En anteriores reseñas me he quejado amargamente del CGI, pero aquí, todo está tan bien construido, que pronto se te olvida que Rocket es un  mapache creado a computadora.

Asimismo, el Drax de Dave Bautista sorprende como el alivio cómico de sí, una comedia –perdón por la redundancia– mientras Zoé Saldaña como Gamora es la que menos evolucionó en su personaje, pero su propio arco argumental logra ser parte importante de la trama. Y claro, Baby Groot con la voz ¿¡!? de Vin Diesel arranca suspiros de ternura al por mayor.

El segundo volumen de esta saga espacial con miles de referencias y alguno que otro cameo ochentero es una reelaboración de la fórmula que conocimos en 2014. Es el mismo platillo, pero con adiciones que le añaden sabor y espectacularidad. Y en el eterno debate de “segundas partes nunca fueron buenas”, en esta ocasión yo digo que sí, esta segunda parte es mejor que la primera. Y si comenzamos con los argumentos, antes de empezar con todo lo que acabo de exponer en párrafos anteriores, los retaría a encontrarle un pero a la escena de créditos de iniciales. ¡Qué inicie el debate!

La calificación de Kinetoscopio:

5 Estrellas: Clásico imperdible

4 Estrellas: Bien actuada, escrita y dirigida

3 Estrellas: Entretiene

2 Estrellas: Sólo si no tienes otra opción

1 Estrellas: Exige tu reembolso

0 Estrellas: No debería existir

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Doctor Strange: entre ciencia, hechizos, kung fu y Wi-Fi

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Kinetoscopio

Por Marco A. Hernández Maciel

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Marvel Studios tiene la fórmula dominada a la perfección. Sus producciones tienen un sello y un molde definido y lo manejan con soltura, con autoridad. Este es el caso de Doctor Strange, donde si bien exploran el lado más psicodélico de su universo, este se mantiene apegado a las reglas que Kevin Feige –presidente de Marvel Studios– tiene férreamente definidas y no altera en absoluto la existencia del mismo. En este universo donde todo es posible, las reglas de su existencia son bastante estrechas, pero también son la base para el éxito descomunal que han conseguido sumando la experiencia de más de diez películas desde el el estreno de Iron Man en 2008.

Doctor Strange, basada en los comics de Marvel creados por Stan Lee y Steve Ditko, nos cuenta la historia del doctor Stephen Strange, talentoso y exitoso cirujano que tras un terrible accidente necesita encontrar una cura para él mismo que le permita recuperar su talento y su vida. Es en esa búsqueda donde conoce los poderes mágicos que lo convierten en el Hechicero Supremo, defensor ante las entidades místicas que acechan la Tierra.

De un inicio, esta historia de 115 minutos de duración, escrita y dirigida por Scott Derrickson, asume que estamos plenamente empapados del universo Marvel por lo que nos hacen transitar muy rápidamente a la acción y debido a ello pareciera que estamos ante un héroe que sale, literalmente, por arte de magia. Esta rapidez, que por un lado golpea y debilita la construcción de personajes más sólidos, permite irnos en fast track a las secuencias de enfrentamientos entre los antagonistas que son los puntos más fuertes del film.

Con una agilidad vertiginosa, el film arrebata elementos místico-científicos de filmes como 2001 de Stanley Kubrick, Inception de Christopher Nolan, la saga Harry Potter, Matrix de las hermanas Wachowski, Superman de Richard Donner, Hugo de Martin Scorsese; y los utiliza de manera magistral para alimentarnos visualmente con una serie de planos que nos sumergen en los multiversos que apenas estamos por conocer.

Y el arrebato no se queda ahí. Al ser un mundo que toma también prestados elementos de la cultura oriental, tenemos kung fu, tenemos té, tenemos meditación y algo parecido a un sable –yo diría tenemos Kill Bill–, y ¿saben qué? también tenemos wi-fi y por ahí radica el gran acierto de la dirección, mezclar la ciencia, con la magia, misticismo, multiversos, viajes astrales, conocimiento, paciencia, la vida cotidiana y el kung fu sin perder el rumbo, trayendo a la vida una obra que lubrica y opera de manera magistral esos engranes visuales que parece le pertenecen a máquinas muy diferentes. Pese a ello el concepto total deja un sabor de haberlo probado antes en otro lado; sorprende la manufactura, mas no la originalidad.

En la interpretación, Benedict Cumberbatch como el Doctor Strange cumple a la altura del encargo, si bien el guión no le exige un trabajo a fondo, su presencia física y su enigmático tono de voz le dan el poder suficiente para ser el dueño del papel por mucho tiempo. Y lo mismo podemos decir de todo el reparto: Tilda Swinton, Chiwetel Ejiofor, Benedict Wong, son convincentes y cumplen su cometido. Caso aparte la actuación de Rachel McAdams que llega  a ser intrascendente para la historia y del villano Mads Mikkelsen, quien fiel a la tradición de las producciones de Marvel, es un villano que se queda corto ante el potencial que presumía.

Y ante multiversos, entidades místicas, conjuros y Wi-Fi, la fórmula Marvel sigue intacta, y a la vez se renueva. Ahí está el héroe que surge sin saber muy bien porqué, humor familiar que estuvo a una rayita de volverse molesto, conexión a otras películas e historias, el cameo de Stan Lee, dos escenas post-créditos –que los empleados del cine seguramente odian porque tienen que esperar a que terminen las letritas para poder realizar su trabajo, y los que estamos en fila esperando nos tenemos que aguantar las ganas de entrar a la sala aunque las palomitas se pongan aguadas con el chile y el refresco se vaya calentando–. Doctor Strange es un viaje vertiginoso en un sueño  lúcido que sería genial ver en formato IMAX, lástima que para La Paz eso se ve muy lejano.

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