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La biblioteca pública “Maestro Justo Sierra no. 192”. Un bastión de la cultura en sudcalifornia

FOTOS: Cortesía

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Los jóvenes que cursamos la educación primaria, secundaria y profesional en La Paz de los años ochentas y noventas, recordamos con gran gusto las tardes en que acudíamos a la biblioteca Justo Sierra, que ya entonces estaba ubicada en lo que antaño fuera la cárcel municipal de la ciudad y la delegación, el famoso edificio Manuel Sobarzo. Su ambiente tranquilo y sobrio nos transportaba a años atrás en que este mismo sitio fue el hospital destinado para atender a las personas que habían contraído tuberculosis, pero que, gracias al esfuerzo de los gobiernos de la segunda mitad del siglo XX, había trocado este sitio a un templo del saber, la sede de una de las bibliotecas más antiguas de toda la península de Baja California.

De acuerdo a las investigaciones del emérito historiador sudcaliforniano Profr. Eligio Moisés Coronado, la biblioteca Justo Sierra fue fundada en esta ciudad y puerto de La Paz el 5 de mayo de 1939, siendo el jefe político y militar del territorio sur de la Baja California el Gral. Rafael M. Pedrajo. En sus inicios, la mencionada biblioteca ocupó un espacio en la sala principal de la que fuera la Secundaria No. 34 (que más tarde tomara el nombre del insurgente José María Morelos y Pavón).

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El edificio que ocupaba la mencionada institución se encontraba en la calle Belisario Domínguez entre 5 de mayo e Independencia. Algo que es necesario reconocer es que esta biblioteca nació bajo el signo de una gran estrella, el nombre con el cual fue investida nos remite a una de las grandes personalidades que ha tenido México en el campo de las letras y la educación. Por cuestiones de nomenclatura a esta institución le tocó llevar el número 192

Justo Sierra Méndez (San Francisco de Campeche, Campeche, 26 de enero de 1848; Madrid, 13 de septiembre de 1912) fue un escritor, historiador, periodista, poeta, político y filósofo mexicano, discípulo de Ignacio Manuel Altamirano. Fue decidido promotor de la fundación de la Universidad Nacional de México, hoy Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Se le conoce también como “Maestro de América” por el título que le otorgaron varias universidades de América Latina. Es considerado uno de los personajes más influyentes de la historia moderna de México” (Wikipedia)

Al dar arranque este eslabón de la cultura Baja Californiana, se designó a Fortunato Moreno Corral ser su primer administrador. Sus primeras acciones estuvieron encaminadas a clasificar y administrar los 1931 ejemplares bibliográficos con la que fue dotada. El Sr. Moreno informaba periódicamente al gobierno del territorio de sus actividades y entre las notas que enviaba se encuentra que el horario de atención de esta biblioteca era de las 9 a.m. a las 14:00 hrs y de 16:00 a 18:00 hrs., también menciona que los principales usuarios son los niños y los jóvenes y que los profesionistas no acudían. Cinco años después, en 1944, el gobierno del territorio encabezado por el Gral. Francisco J. Mújica V. comisiona al Profr. Alberto Miranda Beltrán para que se trasladase a la Ciudad de México y recibiera un curso de capacitación sobre bibliografía y bibliotecas, el propósito del jefe político era mejorar los servicios educativos y dentro de ellos las bibliotecas. A partir de este momento y a su regreso a esta ciudad, el Profr. Miranda pasó a ocupar el puesto de administrador de la biblioteca.

Lenta, pero de forma decidida, la Biblioteca Maestro Justo Sierra fue ganándose el reconocimiento de los estudiantes y la ciudadanía en general. En 1944, el director de la Secundaria José María Morelos y Pavón propuso la fusión de la biblioteca pública con la de su propia institución y así poder brindar un mejor servicio, sin embargo, la defensa férrea que presentó el Profr. Miranda Beltrán logró que esta institución se mantuviera autónoma. Ya para el de mayo de 1944 se observa un reporte con la afluencia de 642 personas a la biblioteca, 382 eran mujeres y 260 hombres, siendo las principales obras consultadas las bellas artes, los periódicos y revistas. En el año de 1945 se imprimieron catálogos con todos los libros que contenía esta biblioteca y en 1946 se elabora una propuesta de reglamento de préstamo a domicilio. Durante los siguientes años, el funcionamiento de esta biblioteca fue muy irregular e incluso hubo periodos en que permaneció cerrada.

Fue hasta el 24 de marzo de 1966, durante el gobierno del Gral. Bonifacio Salinas Leal, que aparece publicado en el boletín informativo del gobierno territorial lo siguiente: “se pone en servicio la biblioteca Justo Sierra en los altos del edificio construido en la Plaza de la Constitución”. La responsabilidad de esta nueva etapa de la institución corrió a cargo de Angelina Carrillo de Gutiérrez. Durante los siguientes años el acervo bibliográfico, que ya era de 2657 libros, se ve ampliado con las donaciones de los siguientes benefactores: Pedro Vázquez Colmenares, secretario particular del gobernador en turno, Néstor Agúndez Martínez, Ignacio del Río Chávez, entre otros. También el Archivo Histórico Diplomático Mexicano de la Secretaría de Relaciones Exteriores realizó una importante donación.

Es un acto de justicia el reconocer el loable desempeño que tuvo Angelina Carrillo de Gutiérrez en la dirección de la biblioteca: formó un Club de Lectores con el propósito de leer y conversar sobre obras de literatura universal, al mismo tiempo que todos ellos agenciaban material bibliográfico para engrandecer el acervo, el lema de este Club fue Cultivar nuestras mentes es engrandecer a Sudcalifornia. También pretendió desarrollar un Servicio de Orientación Vocacional destinado a los usuarios que egresaban de la educación secundaria. Fue una permanente asistente a las actividades de las instituciones culturales nacionales y de los cursos que estas ofertaban, en donde estableció un trato cordial y respetuoso con sus dirigentes los cuales le ofrecieron todo el apoyo en capacitación y en materiales para fortalecer la biblioteca de esta ciudad. Propuso un anteproyecto de un plan para establecer bibliotecas en el Territorio, el cual consistía en formar una “biblioteca modelo” que se encargara de clasificar los libros que se distribuirían, así como el capacitar y actualizar al personal que trabajaría en ellas, promovería los clubes de lectores, procedimientos de registro de usuarios, donaciones, canje y, en general, establecer un servicio de comunicación entre todas las bibliotecas del territorio.

Con la conversión de nuestro Territorio a Estado Federal vinieron cambios en los representantes de las diferentes instituciones; fue el primero de abril de 1978 que nuevamente es reinaugurada la biblioteca pública Maestro Justo Sierra, pero ya en una nueva sede, el remozado y acondicionado edificio Manuel Sobarzo, ubicado en la esquina de las calles Altamirano y Constitución, siendo su directora Mary Nogales. Ya para ese entonces la biblioteca llegó a contar con 5697 libros. El 30 de agosto de 1984 la biblioteca fue incorporada al Programa Nacional de Bibliotecas Públicas, recibiendo la dotación de 3282 libros, un pie de biblioteca y una cantidad considerable de estantería. Durante los siguientes años continuó ofreciendo los diferentes servicios a sus usuarios, sin embargo, debido a un accidente ocurrido en el año de 1992 (caída de algunas losas del techo), se suspendió la atención y se ordenó que los materiales fueran guardados hasta que se solucionara este problema de infraestructura. El 15 de marzo de 1994 volvió a abrir sus puertas este recinto y hasta el día de hoy sigue ofreciendo su trabajo, con un acervo documental de 12,500 libros, con la calidad y calidez que ha logrado recabar en estos 80 años de vida.

El escritor y predicador francés Jacques Benigne Bossuet dijo alguna vez “En Egipto se llamaba a las bibliotecas el tesoro de los remedios del alma. En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás.” Creo que, a través de los años, la biblioteca pública Maestro Justo Sierra No. 192 se ha ganado el título de ser el remedio del alma de todos los sudcalifornianos que tuvimos el honor de estar en ella.

 

Bibliografía:

  • Varios Autores, 2019. “Textos breves de la Historia de la Biblioteca Mtro. Justo Sierra”, Ed. Gobierno del estado de B.C.S., México. 32 p.
  • Columba Galván Gaytán. Tradición y actualización bibliotecaria en Baja California Sur.
  • Lomelí Venegas, Leonardo (2011). «El proyecto de Justo Sierra». Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, ed. La UNAM en la historia de México. De la inauguración de la Universidad Nacional al final del rectorado de Balbino Dávalos. La Universidad durante la década revolucionaria (1910-1920). México, D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México. pp. 9, 10.

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