«Perlas negras», el primer libro de Luis Fernando Gómez Cota

 

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El poeta Luis Fernando Gómez Cota. Foto: Ramón Cuéllar Márquez.

El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). No todos los poetas tienen el aliento. No todos los poetas enloquecen con sus lauros obtenidos o persiguiéndolos para inflar sus egos. No todos los poetas navegan con una poética (que sí, hombre, entiéndanlo, lo que escriben es su poética aunque digan lo contrario) clara, definida y estructurada. Hay poetas a los que uno admira de siempre, de donde abrevamos para lanzarnos al vacío de los versos, a los que tenemos la oportunidad de convivir junto a él o ella en carne viva. Luis Fernando Gómez Cota es uno de esos poetas.

Conocí a Luis Fernando Gómez Cota en el taller de poesía de los sábados que dirigía Héctor Domínguez Ruvalcaba, uno de los mejores de su tiempo, cuyas bases cimentaron a un buen número de entusiastas versificadores que hoy continúan en activo y muy presentes. La particularidad del taller de Héctor era que la visión de una poética sobresalía por sobre todas las cosas, lo que importaba era el goce estético y la euforia de conseguir imágenes y metáforas extraordinarias. Nada más. La interacción nos iba formando no sólo como interesados en el arte, sino en las relaciones de amistad que aún hoy perviven y son muestra de que lo vivido fue fructífero. Había competencia, sí, pero no era desleal, ni nadie exigía a nadie, ni siquiera el tallerista, quien también se exponía en sus propios poemas. Todos sugeríamos, comentábamos y criticábamos (a veces ácidos, a veces justos). Fue un tiempo fenomenal e insólito.

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Y justamente de ese tiempo recuerdo que de los poetas que yo más admiraba era Luis Fernando Gómez Cota; bueno, para decirlo con otras palabras: yo envidiaba sus versos y llegué a imitarlos en alguno de mis poemas. Yo quería escribir como él. Me parecía uno de los muchachos más honestos y sinceros a la hora de construir, tenía la capacidad de deslumbrarme con sus contundentes imágenes breves, que parecían salidas de lo más profundo. Aquel taller de la Preparatoria Morelos sí hizo fuerte y siempre éramos llamados para hacer lecturas en la ciudad. En una de esas presentaciones Héctor dijo que estaba sorprendido de lo que hacíamos, que las imágenes de los chicos lo asustaban por la forma tan brillante en que las escribían. Con nosotros ocurría que nos asumíamos como poetas, que en verdad nos creíamos eso de que el arte era lo más importante. Cómo olvidar los versos de Alejandra Manríquez, Angélica Vega, Eduardo Rojas Rebolledo, Esteban Beltrán, Óscar Joel Mayoral y Rubén Rivera. Todos ellos talentosos y brillantes. Una generación que no sé si se repita. Y en ese tiempo Luis Fernando Gómez Cota convivía con nosotros, nos seducía con sus poemas, que provenían de los impactos de la vida cotidiana.

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Presentación de «Perlas negras», al lado del Gómez Cota, otro reconocido poeta: Rubén Rivera. Foto: Facebook.

En días recientes salió una plaqueta de poemas de su autoría. Hacía falta que sus poemas (que ya deben sumar cientos) se juntaran en una publicación dedicada exclusivamente para él. Perlas negras se llama. Es una colección de poemas que hablan de su oficio, que no ha olvidado la vena que lo movía, que su cualidad para nombrar los instantes de su vida, o de la familia o de lo divino o de un café o de un palacio gigante, todo compendiado entre versos vivos, sin ataduras de un lenguaje sinfónico, libre de decir con certera efectividad aquello que lo inquieta, siguen ahí latiendo como siempre. Si no vean:

Escuché

un murmullo de rebozos

livianos alejarse,

así como el agua

entre las piedras

y la huella de la luna

al atravesar tu cama.

 

O este otro:

 

¿a qué juega el café en nuestros labios?

a florecer nuestros lutos

en perlas del rosario.

 

Perlas negras es un manojo de poemas que sacuden e invitan a la delicadeza, pero también a detenernos en las partes esenciales de la palabra, de cómo todas ellas son células que conforman el sentido. Cada verso libre es muestra de que no es fácil escribir bajo ese estilo. Escribir verso libre no es hacer una lista del mandado ni ocurrencias alegres que suenan bien, pero que no funcionan; o como decía el gran Óscar Joel Mayoral: “Es bonito, más no bello.”

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Un merecido homenaje a este poeta que se ha destacado por su incansable labor cultural en pro de la lectura. Perlas negras es un repaso, una síntesis del oficio de un poeta que aspira a los latidos vivos de sus criaturas, que para nada tiene que pedirle nada a las latitudes e inquietudes de otros poetas; antes bien, nosotros a él. Con este libro confirmo mi admiración por un poeta que recién entra al mundo de las publicaciones, pero que siempre estuvo codo a codo combatiendo con sus delirios, sus fantasmas, sus imágenes increíbles, seguro de que el arte es curativo y revolucionario, una necesidad fundamental, un bálsamo para lo cotidiano, una terapia colectiva de la que podríamos salir fortalecidos y más humanos. Luis Fernando Gómez Cota es un poeta mayor.

*Luis Fernando Gómez Cota, Perlas negras, La Paz, BCS, Cuadernos de la Serpiente, Poesía, 2017, 24 páginas.




Cómo escribir mejor que tu abuela

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¿Escribir mejor que la abuela? Los interminables recovecos de escribir Literatura. Imágenes: Internet

Colaboración Especial

Por Octavio Escalante

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Al ver a mi abuela de 72 años agregarme a Facebook para que le diera like a su página sobre un libro que escribió, de prosa poética contra las telenovelas, me doy cuenta que los géneros literarios todavía tienen mucho qué ofrecer. Algunos se han opacado, otros irán apareciendo. Uno de ellos, antiquísimo, persiste a pesar de no tener éxito comercial como las novelas. Ese género (o subgénero) es la poética.

Ha existido desde los griegos. No es la poesía, sino un tipo de manual en el que se trata de ofrecer al aspirante de poeta-escritor, consejos para lograr una efectiva obra literaria, sin grandes tropiezos, y con la mejor expresividad.

La poética de Aristóteles y la de Horacio son ejemplos clásicos de este asunto. En ellas se establecen las pautas que hay que atender para que no se nos destartale a medio camino la epopeya o la tragedia. Sorprende que entre sus tips para escribir bien se hayan colado algunos otros buenos tips para cocinar papa, para aprovechar el aceite de ballena y para fabricar mermelada basada en betabel. Más allá de esos detalles gastronómicos, los textos se concentran en la escritura.

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Con el paso de los siglos encontramos poéticas que, como en el caso de Horacio, no iban dirigidas al público en general, sino que eran cartas enviadas a destinatarios específicos, como los Pisones, o al joven poeta y soldado que milenios después mantuvo correspondencia con Reiner María Rilke. El género de la poética o arte de creación literaria no es ejercido solamente por los buenos autores. Habemos muchos a los que nos gustaría hacer nuestro propio decálogo sobre cómo escribir, sin por ello ser buenos aprendices. Mi hipótesis al respecto es que, después de tantos intentos, hemos identificado muy bien los consejos que quisiéramos seguir y que, no obstante, nunca cumplimos con disciplina.

La idea de un manual de escritura repele casi a cualquiera. En lo personal, me he dado cuenta con el tiempo que la repugnancia que me causaban dichos manuales era resultado de mi falta de experiencia. He encontrado que si bien algunos preceptos de poética podemos pasarlos por alto, hay otros que dan en el clavo, y que su estancia en el librero de los libros empolvados de la humanidad no ha sido fortuita, sino basada en una constante revisión por los autores modernos que encuentran en ellos elementos eficaces hoy, aplicables hasta en las redacciones más experimentales.

Por otra parte, ni los diez mandamientos, ni las señales de tránsito, ni la ley de ingresos para el ejercicio fiscal, son reglas que se tengan que seguir al pie de la letra. De vez en cuando podemos pasarnos un semáforo en rojo, evadir nuestros impuestos o no santificar las fiestas sin que por ello caiga necesariamente sobre nosotros el rayo destructor de Jehová. Lo que no podemos dejar de hacer es estar conscientes de que, aunque Jehová esté muy ocupado rodeado de su corte de ángeles y arcángeles, decidiendo quién será el próximo delegado del planeta, otros agentes pueden caer sobre nosotros como un rayo, por ejemplo Hacienda, un fanático o un auto que se nos estampa porque para él la luz sí estaba en verde.

El destino de los individuos es misterioso y el de la humanidad entera en cada época da muestras de ser atroz e irreversible.

De vez en cuando aparecen miles de libros, también atroces e irreversibles, que provocan la destrucción de grandes bosques alrededor de la Tierra, tan fatales como la producción de aceite de palma o las mineras. Las glorias literarias actuales, como las musicales, están muy por debajo de las glorias de la música clásica (el año pasado Mozart vendió más discos que nadie) o de El Quijote, si las midiéramos por su éxito comercial. No se trata de que nos quedemos en una parálisis que sólo mira al pasado y lo imita de forma lamentable. Pero ya que no somos como los venados o casi cualquier fauna, que al nacer aprende lo que debe hacer el resto de su vida como si se hubiese levantado de un sueño y no del vientre materno, necesitamos echar un ojo a lo que nos precede, que encierra tanta riqueza, a la que por buena fortuna hoy podemos acceder a través de Internet, o de esos asilos de ancianos que los antiguos llamaban bibliotecas.

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En numerosos escritores canonizados encontramos confesiones íntimas, diarios o decálogos sobre consejos para escribir. Algunos intentan persuadir de que se pueden llegar a escribir 14 cuentos a la vez, poco a poco, pero simultáneamente. Otros dan consejos tan devastadores como dejar de escribir si la escritura no te somete, te obliga y quiebra tu alma. Otros más sobrios, hablan sobre no dejar de escribir al menos una frase al día, con la intención de ir formando la propia voz, como suelen decir, y que no es otra cosa que un acento muy bien trabajado, que sólo puede aparecer después de muchas correcciones, documentos en la papelera de reciclaje, desempleo, divorcios, problemas con la policía, sentimientos de culpabilidad, complejos de inferioridad, delirios de grandeza, robo en supermercados y otras cosas por las que pasan los escritores antes de escribir un libro breve y aceptable.

Hoy en día tenemos a nuestro alcance conversaciones videograbadas sobre el oficio de escribir, donde nos habla gente que a todas luces es común y corriente, pero que se ha dedicado con disciplina e intentado comprender las entrañas de la literatura hasta donde su capacidad lo permite. Es gente tan común y corriente como tú y yo que, a veces, al verlos, uno se desencanta de la imagen poco pintoresca del escritor actual. Pero el cambio de esa imagen poco singular de los escritores de hoy tienen ciertas ventajas que no se tenían en el pasado, como el usar condones de látex, y no de tripa de cerdo, ni tener que posar más de una hora para que les tomen una foto; tampoco tienen que soportar mucho tiempo la sífilis, entre tantas otras cosas, como la peste, la carencia de medicamentos y la brevedad de la vida, aun mayor en aquellos tiempos que ahora. Teniendo en cuenta las aflicciones de los escritores del pasado, no resulta tan decepcionante parecer un personaje de comedia gringa y al mismo tiempo ser escritor.

Mis únicos consejos respecto a la escritura es leer todo lo que se pueda, leer también a los clásicos, revisar en Internet los programas de estudio de las carreras de Letras y echarle un vistazo a los autores que estudian. Ver entrevistas sobre esos escritores, escucharlos hablar sobre su trabajo, oír sus opiniones y escribir lo más que se pueda, todos los días, dejar reposar lo escrito, releerlo y no publicarlo nunca, hasta que alguien por error o una casualidad misteriosa lo lea y te suplique que lo publiques, ¡por el amor de Dios, mándalo a una editorial, dejaste tus tripas ahí!; luego comprarte un automóvil usado, comenzar a salir con alguien, beber más cerveza en bares y menos en los parques, aprender a cocinar cosas raras, aceptar el abandono de tu nueva pareja, y volver a escribir.




Desconoce causas de su abrupto despido; habló Sandino Gámez

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Sandino Gámez Vázquez. Fotos: Modesto Peralta Delgado.

Por Modesto Peralta Delgado

La Paz, Baja California Sur (BCS). En entrevista exclusiva para CULCO BCS, Sandino Gámez Vázquez, quien fuera Coordinador de Fomento Editorial del Instituto Sudcaliforniano de Cultural (ISC), da su versión de lo que —según sus propias declaraciones— fue un despido repentino y sin que hasta la fecha se le hayan dado razones. Tras varios días en que su salida generara muchísimos comentarios en redes sociales, el también escritor habló sobre sus resultados en su gestión y dejó entrever una falta de interés en la cultura por parte del Gobierno del Estado.

CULCO BCS: ¿Fue un despido? ¿Qué pasó?

Sandino Gámez Vázquez: El día 28 de febrero, en las oficinas de la Coordinación de Fomento Editorial fue recibido un oficio firmado por el director del ISC, Christopher Amador, en el que se me informaba que a partir de ese momento ‘quedaba a disposición’ —ése es el término técnico—, de la Secretaría de Finanzas del Gobierno del Estado y que en cuanto tuviera conocimiento de este oficio, me presentara en las oficinas de Recursos Humanos. Yo me encontraba en ese momento promoviendo la Feria Sudcaliforniana del Libro y la Lectura en Los Cabos que se celebró el 3 y 4 de marzo, así que me fue imposible acudir el 28 de febrero a las oficinas referidas, pero el 1 de marzo, a primera hora me presenté ahí, y para mi sorpresa me encontré con que ya estaba hecho un convenio de finiquito y ya estaba emitido un cheque con la cantidad legal de indemnización para un despido. A la fecha, día 9 de marzo, no he recibido ninguna explicación, ni oficial,  ni extraoficial, ni ninguna comunicación del Director General del ISC, ni de ninguna otra persona del Gobierno del Estado sobre el motivo del despido de mi destitución”.

Al preguntarle si, al no haberle dado razones, ¿cuál era su hipótesis? dio su respuesta más corta: “eso es algo que hay que preguntárselos a los responsables del despido”.

¿Cómo termina tu relación con el ISC —hablo especialmente del área directiva—; de forma ríspida?

“Mi trabajo ha sido en el intento de mejorar las condiciones de los creadores, los escritores, los promotores de lectura, y especialmente los lectores (…) A mí me extraña mucho un despido en el que ni siquiera se me da una explicación, pero tampoco —puede no haber una explicación—, no se me da tampoco la oportunidad de hacer una entrega responsable. Por lo tanto todos los recursos humanos y financieros que estaban a mi cargo quedaron bajo la responsabilidad del Director General del ISC a partir del 1 de marzo. No me siento especialmente dolido, ni triste, pues el trabajo que desarrollaba era un trabajo profesional de editor y gestor cultural para el Gobierno del Estado”.

¿Buscarías regresar? ¿Te gustaría?

“En las condiciones actuales en que se encuentra el ISC, no me gustaría regresar. El ISC, al menos en este momento, carece de un proyecto concentrado de trabajo definido que permita mostrarle a los sudcalifornianos que existe una propuesta viable para el desarrollo cultural del Estado (…) Yo hice una propuesta personal, pero internamente también hice muchas propuestas para el mejoramiento de las capacidades del ISC, y ninguna de ellas fue tomada en cuenta».

A propósito de propuestas, Gámez Vázquez elaboró un documento compartido en redes sociales titulado Notas para un plan de desarrollo cultural de Baja California Sur 2017-2021, en el que proponía una reestructuración operativa del ISC. Entre otras ideas, se pronunciaba la habilitación de una Museo de la Ciudad, Filmoteca, Pinacoteca, Conservatorio y Casa del Libro Sudcaliforniano en los cinco municipios de BCS. Al preguntarle la viabilidad de estos proyectos, y si para su realización hacía falta sólo voluntad o enfrentar vicisitudes de tipo jurídico o administrativo, dijo que “el actual Director del ISC tiene en el puesto desde febrero del 2014, y antes fue coordinador de bibliotecas del estado, así que es alguien que conoce el funcionamiento del sector cultural del Gobierno del Estado. El actual gobierno comenzó en septiembre en 2015, y ya ha pasado un año y 4 meses, cualquier persona que desee buscar cuál es el proyecto cultural de Carlos Mendoza Davis, es bueno que revise el Plan Estatal de Desarrollo 2015 – 2021, para que aprecie cómo este plan apenas tiene cuatro párrafos referentes al desarrollo cultural.

“Para que se realice un proyecto como el que hemos propuesto, sólo hace falta aplicar las leyes, las leyes que ya están (…) Hace pensar que la carencia más bien es de voluntad política. Quizás es algo que habría que preguntarle al Gobernador y al Director del ISC, quizás (falta) interés sobre el sector cultural, pues las propuestas que colocamos todas son viables. Alguien dirá ‘pero es que falta el dinero’.  ¡El dinero existe! Este ISC tiene un presupuesto como el que no ha habido en toda su historia de 20 años, tiene un presupuesto de casi 100 millones de pesos para este 2017; sin embargo, esta dividido de forma muy centralizada, con un 77% sólo aplicado para La Paz y un 23% para todo el estado; también de 400 trabajadores que tiene, ninguno de ellos está fuera de La Paz.

Gámez Vázquez estuvo casi 5 años y medio al frente de Fomento Editorial del ISC —entró el 15 de septiembre de 2011 y fue despedido el 28 de febrero pasado. En dicho período, se publicaron 150 libros, y según el ex Coordinador, actualmente no hay libros pendientes, excepto los ganadores de los concursos literarios del año pasado.

“Existía un rezago editorial bastante amplio, una carencia de elementos de trabajo al interior de la Coordinación. Yo recuerdo que no había ni una silla para que el Coordinador se sentara. Hoy existen dos edificios, un equipo de diseñadores, una nómina de correctores de estilo, una distribución de publicaciones que de hecho sigue sin existir en la mayoría —sino todos—los estados de la República. Había 24 salas de lectura y actualmente existen 124; se producía 1.9 al mes, y ahora se producen en promedio tres libros al mes. En estos 5 años y 4 meses se logró la producción de 150 títulos. También se descentralizaron las ofertas de actividades, pero especialmente la publicación de libros: ahora ya hay libros de todos los municipios, algo que no existía antes de 2011. También las Ferias del Libro —como evento separado—, importante para los municipios, ahora existen en La Paz, Santa Rosalía, Los Cabos y Guerrero Negro. El resultado ha sido positivo en la existencia de muchas personas interesadas en los libros sudcalifornianos. Cuando entramos en 2011, el promedio anual de dinero que entraba por parte de Fomento Editorial era de 36 mil pesos, y en enero de 2017, el ingreso que pudo dar la Coordinación fue de 50 mil pesos; sólo en enero, se vendieron entre 750 y mil ejemplares (…) Si alguien nos pide un resumen consistente, podríamos decir que hemos conseguido en este periodo hacer todas las actividades relacionadas con el libro y la lectura, no sólo publicar los libros —eso ya se hacía—, ahora formamos lectores, públicos, tenemos incipientes, nuevas editoriales; existen muchos programas de radio y TV que hablan de los autores sudcalifornianos; y en suma hemos conseguido que muchas personas en BCS se hayan vuelto a interesar a los libros sudcalifornianos, ahora que se abrió el grupo de los escritores publicados”.

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¿Por qué no hubo un Consejo Editorial? ¿Quién y cómo decidía qué se publicaba y qué no?

“Cuando llegamos en el 2011 no existía un Consejo Editorial en el ISC. Nosotros, lo que hicimos fue establecer una cola de producción y de publicación que eran los rezagos de las publicaciones, los compromisos institucionales y propuestas ciudadanas; al hablar de ‘una cola’, quiere decir que todos los que se colocaban es que iban terminar siendo publicados. ¿Quién decidía? El orden de las publicaciones, eso lo tenía que decidir el Coordinador a partir del conocimiento que teníamos, de cuáles son los libros que hablan del patrimonio cultural de BCS; cuáles son los autores que han sido ya muy publicados y que no están colocando propuestas nuevas de aporte a la cultura —sino sólo propuestas estéticas personales—; y cuáles son los libros o los temas de los cuales no existe publicaciones en el catálogo de manera reciente. Sobre estos tres elementos, es que la cola de publicaciones se movía”.

En 2014 —explicó—, Contraloría del Gobierno del Estado exigió un reglamento en todas las áreas del ISC, dentro de éstos, crear un Consejo Editorial. Gámez Vázquez contempló que contara con 18 personas, ocho representarían a todas las artes para que no fueran sólo libros de literatura, y dos por cada municipio para que no se centrara sólo en La Paz. “Este reglamento el 2014 fue colocado y aprobado en primera instancia por el Consejo Directivo del ISC, pero fue retirado por el director, Christopher Amador (…) Ese reglamento quedó en suspenso y no se pudo integrar un Consejo Editorial a partir de ese momento”.

Además, empezaron a aparecer otras publicaciones de otras áreas del instituto que publicaron materiales de autores como Juan Cuauhtémoc Murillo y Aníbal Angulo. “A partir del 2014, la decisión de lo que se publicaba aparentemente recaía en nosotros, pero nosotros seguíamos usando el criterio mencionado en el cual todas las publicaciones entraban a un trabajo editorial a partir de asignaciones de recursos, y cabe decir que cada vez fue menor, y sin embargo se seguían produciendo en promedio 30 libros al año”. En otras palabras ¿se congeló la creación del Consejo Editorial? “Se congeló hasta la fecha, y tengo un comentario extraoficial de que ya fue conformado, y está conformado por siete personas de las que no sé el nombre, pero si no está autorizado por un reglamento consistente, se corre el riesgo que sólo se una validación de proyectos personales; se corre el riesgo de que sea otra vez para un pequeño grupo de personas”.

Anímicamente, ¿cómo te vas?

«Yo me siento muy seguro, muy animado por tantas muestras de apoyo y solidaridad; me siento contento de todo el aprendizaje obtenido y de todos los servicios que pude aportar a BCS (…) Dentro del Gobierno del Estado hay muchísimas personas que quieren trabajar por su comunidad, por su Estado, y que les hace falta los recursos y las facultades políticas y administrativas para realizar bien su trabajo, y necesitan que las instituciones públicas les sirvan de apoyo y no de represo o de obstáculo. Yo me voy tranquilo y regreso a mi vida particular, a mi profesión que es la misma: de editor, escritor y analista de la realidad sudcaliforniana».

 




Escribir es un combate: el escritor como maquila

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Escribir, escribir, escribir… los dilemas del escritor moderno. Foto: Internet.

El librero

Por Ramón Cuéllar Márquez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Ser escritor en estos tiempos no es cosa fácil, y más en México. Se pasa la vida uno construyendo un nombre, pero nada de ventas, lo cual es el fin de obtener lectores. Y esa es una cosa horrible. Ser publicado por las instituciones no es cosa mala, porque de algún modo resulta un impulso, un motor de arranque. Pero no puede uno seguir a la espera a que nos publiquen los gobiernos cualquier cosa que escribamos. Eso sirve para caer en el olvido y que vivamos en el autoengaño. Daniel Sada decía que era la mejor forma de tirar a la basura miles de ejemplares que no se leerían jamás. El trabajo de escritor es un trabajo hormiga, de buscar aquí y allá una editorial que se interese por nuestros inéditos, sobre todo que sea rentable y lucrativo. Llegar a un producto de esa índole requiere años de oficio, de lecturas ininterrumpidas, diarias, o de plano gozar de una genialidad literaria que rompa los cánones de la noche a la mañana. No todos gozamos de esa suerte.

Si una editorial llega a interesarse en nuestros libros, ya tenemos el primer logro alcanzado; el siguiente es convencer a los lectores de lo que hicimos y que se vuelva viral, como ahora gusta decirse en términos de redes sociales. Ese primer libro va lleno de esperanzas, de entrega, de desvelos, de incertidumbre, de la mejor calidad literaria de que dispuso el escritor durante su creación. Me vienen a la mente varios títulos de libros que por la manera en que se construyeron pronto se convirtieron en clásicos de la literatura. Cien años de soledad es uno de ellos. Pedro Páramo es otro. Un asesino solitario, uno más.

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Uno siempre está lleno de prejuicios en torno a lo que nos gusta y no nos gusta, cuyos valores provienen de nuestro modo de pensar, nuestra educación, nuestros condicionamientos familiares, religiosos y sociales. Así que nos llamará la atención aquello con lo que nos identificamos o aquello que maneja un cierto tipo de lenguaje, cualquiera que éste sea. Leer, sin duda, nos pone a funcionar la imaginación y las neuronas. Un buen libro nos invita a querer otro más bueno, hasta que se vuelve un hábito. Una mente con lecturas es una mente que tiende a ser más creativa. Por supuesto, no es regla general. Compramos libros porque el autor está de moda, porque alguien lo recomendó o por aventurarnos a autores desconocidos para nosotros. A veces ocurren maravillas, otras sentimos que nos estafaron. De este modo, un escritor puede hacerse de un buen número de lectores y hasta de un club de fans.

Sin embargo, ¿qué pasa cuando un escritor se convierte en un best seller (un más vendido) y gana millones en su primera entrega? Para la editorial esto supone un momento importante, porque comercialmente el libro es muy lucrativo, y claro está, el propio escritor, quien ha entrado a las ligas de los que sí venden. Para quienes gozamos del libro, uno esperaría con pasión algo mucho mejor. Gabriel García Márquez le declaraba a Plinio Apuleyo Mendoza en su famosa entrevista de El olor de la guayaba, que su gran temor era convertirse en esclavo de Cien años de soledad; es decir, que dado el éxito del mismo, los lectores estarían esperando Cien años de soledad 2. Este pasaje de la vida de este escritor se entiende cuando lanzó al mercado El otoño del patriarca, que no tuvo las ventas espectaculares del anterior, pero sí demostró que no se había casado con el estilo de Cien años, y experimentó con otra forma de narrar. García Márquez se negó a convertirse en maquilador de su propia escritura.

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Gabriel García Márquez. Foto: Internet.

La pregunta que nos viene a la mente es: una vez instalados en el compromiso, en el contrato con la editorial, ¿perderemos la libertad de escribir cuanto tema se nos ocurra? La respuesta, en la mayoría de los casos, es sí. A la editorial no le interesan tus necesidades estéticas, tus necesidades filosóficas, o tu imaginación cuestionadora, a la editorial le interesa ganar y vender, lo cual es un hecho natural del mercado, puesto que son una empresa que viven de eso. Pero, ¿y el individuo, el escritor, dónde queda? ¿Se convierte en un trabajador, un obrero, un maquilador de las letras? ¿Ve frustrado su talento para acomodarse a las necesidades del mercado? Muchos hemos constatado que el primer libro resultó una maravilla porque no estaba sujeto a las presiones editoriales, sino a su propia entrega, carisma y capacidad de escribir. No obstante, los siguientes libros comenzaron a parecerse entre sí, pero no al primero. Algunas editoriales optan por exigirle al escritor sagas de aventuras para determinadas edades y públicos, con el fin de crear demanda. Conocen su negocio, pues. Sin embargo, el escritor, ¿dónde queda?, ¿qué papel juega?

Hace décadas los escritores pensaban en función de su obra, de su arte, de su estética, de su filosofía de vida. Hoy no es así o al menos no enteramente así. La narrativa es distinta. Sería difícil que un joven Gabriel García Márquez funcionara en el mercado de hoy, que tampoco es regla, pero esa es la tendencia. Escribir hoy en día no es para nada el ideal romántico del siglo XIX o de lucha como a mediados del siglo XX, donde el escritor es un héroe, un rockstar o de plano un marginal con clase (¡ay, Henry Miller!). Escribir hoy en día es un trabajo arduo y difícil, que no halla su camino ni el éxito tan fácilmente, y algunos morirán y no lo tendrán, o quizá después de la muerte (!Oh Kafka, mi Kafka!). ¿Quién quiere ser escritor?, de los que están horas nalga, de los que investigan, de los que corrigen una y otra vez, de los que arman un proyecto, de los que creen en lo que hacen, de los que no andan tras la lana como mendigos de su propia profesión, quienes mandan a concursitos de jóvenes sus libritos insípidos, pero al que no pueden entrar por rebasar la edad y utilizan a alguien para conseguir sus fines. Escribir, la verdad, es un combate con la vida.

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El despido de Sandino Gámez: el ISC le cortó la cabeza a Fomento Editorial

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Sandino Gámez Vázquez, quien fuera Coordinador del Departamento de Fomento Editorial del ISC. Fotos: Facebook.

Colaboración Especial

Por Raúl Cota Álvarez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El miércoles 1 de marzo, el coordinador de Fomento Editorial del Instituto Sudcaliforniano de Cultura, Sandino Gámez Vázquez, llegó a su oficina para encontrar sobre el escritorio un oficio comunicándole que a partir de ese momento dejaba de laborar para el Gobierno del Estado, esto a pesar de que Christopher Alexter Amador Cervantes, director del instituto, declarara en semanas recientes que no habría despidos en el área de cultura, y negara rotundamente que el ISC fuera a desmoronarse ante el adverso panorama presupuestal con el que recibía el año.

¿Por qué Sandino Gámez? El desempeño del coordinador, según la gran mayoría de los escritores, promotores, coordinadores de salas de lectura y talleres, así como lectores y personas involucradas de una u otra forma en la actividad de fomento a la lectura y el libro, había sido hasta el día de su repentino despido, positivo.

Como todo funcionario a cargo de un departamento y un equipo de trabajo, se encontró en el camino con errores, omisiones, y tomó decisiones que impactaron positiva o negativamente en diversas ocasiones la escena, lo que fue moldeando, mediante criticas —me incluyo en ellas—, una gestión de frente a las observaciones, y atendiendo la mayoría de ellas con resultados más buenos que malos.

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Gámez Vázquez llegó al 2017 al frente de la mejor versión del Departamento Editorial del ISC, en comparación con las anteriores gestiones:

Estas acciones, con los contrapesos ya mencionados, los cuales se estaban atendiendo, ponían el actual ejercicio por encima de los anteriores y arrojaba un balance por demás positivo. ¿Por qué fue despedido entonces? ¿Por qué en la antesala de la Feria del Libro de Los Cabos y La Paz?; ¿por qué sin un aviso, un período establecido para cerrar procesos y preparar a su reemplazo de manera adecuada?; ¿por qué esperar su ausencia para introducir a hurtadillas un documento tan delicado?

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El Director del ISC tiene que explicar las razones de una decisión que incomoda a la escena en su gran mayoría, por lo sencillo que se muestra el cesar a quien no comparte opiniones, opaca la imagen del jefe con resultados, y gestiona por su lado apoyos para una función neural del ISC; teorías todas éstas, ya que desde el jueves 9 de marzo se le busca por distintos medios para conocer las razones del despido, las acciones a seguir para mantener la actividad de Fomento Editorial sin mayor alteración, para dar certezas al equipo de confianza que queda en el limbo de la seguridad laboral ante esta situación que al no ser aclarada, despierta suspicacias y se inclina cada vez más hacia un posicionamiento político a costa de la escena cultural sudcaliforniana, pero sigue sin aparecer.

Además, debe comunicar de manera transparente y precisa, por qué la Dirección del ISC, la Coordinación Técnica y el área de Artes Plásticas editan libros tan caros (200,000; 350,000; y 700,000 pesos por título), por qué sus autores son funcionarios de la institución o familiares de funcionarios de la misma. Tiene que mostrar por qué no existe conflicto de intereses al publicarse él mismo un libro de poemas mientras se traba la producción de los creadores en la entidad, por qué siguen postergando la creación del Consejo Editorial; éstas y otras, muchas cuestiones que se han ido acumulando en su gestión y que siguen en la opacidad, guardadas en la comodidad de su oficina. Es hora de respuestas.