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3 años, 3 océanos y 80,000 kilómetros. Quinto centenario de la vuelta al mundo

FOTO: Internet.

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En la actualidad, cualquier niño de 4 ó 5 años sabe que la Tierra es más o menos redonda (ahuevada). La mayoría de nosotros desde muy pequeños hemos visto programas de televisión, mapas por computadora e incluso diseños en 3D que ilustran la forma que tiene nuestro planeta, así como los diferentes fenómenos naturales a los cuales está sometida año con año (estaciones, tormentas, fenómenos de El Niño y La Niña, etcétera). Sin embargo, esta imagen de la Tierra no siempre fue así. Hace más o menos 500 años aún se pensaba que la Tierra era cuadrada y que, si se navegaba lo suficiente hacia cualquiera de los  cuatro puntos cardinales, se podría caer del mundo hacia un vacío infinito.

Gracias a la entereza y valentía de algunos hombres aventureros, pero también consumados cosmógrafos y científicos, que arriesgaron su vida para probar sus ideas de avanzada, se demostró la falacia de estos dogmas y se inició una nueva era del renacimiento de las ciencias. Tal fue el caso de la vuelta al mundo que realizó el portugués Fernando de Magallanes.

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Nuestra historia inicia el año de 1518, cuando el explorador Magallanes acude ante el Rey de Castilla, Navarra y Aragón, Carlos I, para plantearle la empresa de localizar una ruta marítima que le permitiera a su reino el llegar a las islas Molucas, conocidas como de especias, sin necesidad de realizar el cansado y peligroso viaje rodeando el continente africano por el Cabo de Buena Esperanza. En un primer momento, Magallanes planteó este proyecto al Rey de Portugal, sin embargo, al no obtener una respuesta positiva, decide llevar su planteamiento ante el Rey Carlos I (también conocido como Carlos V, por ser el V emperador del Sacro Imperio Romano Germánico), al cual logra convencer.

En esas épocas, la Corona Española estaba deseosa de encontrar una ruta alterna para llegar a Asia, debido a que 24 años antes se había visto obligada a firmar un tratado con sus competidores más cercanos, los portugueses, en donde se delimitaba hasta dónde podían extender sus navegaciones en el mundo conocido. A este documento se le conoció como Tratado de Tordesillas. En el mencionado escrito, la única ruta conocida hacia las Molucas era por territorios que quedaron bajo el dominio portugués y, por lo mismo, vedados para ellos.

Después de diversas precisiones y las garantías respectivas, el 22 de marzo de 1518, Magallanes y el Rey Carlos I firman un documento conocido como Las Capitulaciones de Valladolid, en donde el navegante se comprometía a encontrar la mencionada ruta hacia las Islas de Especias, navegando hacia el oeste del mar Atlántico; y por su parte la Corona Española le dotaría de cinco barcos con 239 marineros, así como el avituallamiento y sueldos para todos los contratados. Fue el día 10 de agosto de 1519 que la expedición, con sus cinco barcos, parte del puerto de Sevilla. Los nombres de los barcos fueron: Trinidad, San Antonio, Concepción, VictoriaySantiago.

En el diario que se conserva de este apoteósico viaje, se narra que tuvieron una gran cantidad de contratiempos, los cuales casi estuvieron a punto de que la empresa se malograra. El primero de los problemas fue el hambre, debido a que por lo dilatado de la empresa, así como la dificultad de mantenerlos en buen estado en un medio húmedo, los pocos alimentos se pudrieron, por lo que se vieron en la necesidad de desembarcar en varios puntos buscando alimentos, lo cual representaba un grave peligro puesto que se arriesgaban a ser atacados, cosa que ocurrió en no pocas ocasiones.

Otra de las dificultades que tuvieron que arrostrar fueron las tormentas y las calmas, las cuales ocasionaban que se perdiera el curso de la navegación o, incluso, que lo poco que se avanzaba en un mes entero, en pocas horas se retrocediera, con el gran desánimo y descontento de sus tripulantes. No olvidemos que los 5 navíos sólo contaban para su impulso en la navegación con la fuerza del viento, así que cuando este dejaba de soplar o soplaba en contra de la ruta que querían, les ocasionaba una gran pérdida de tiempo, amén de las corrientes marinas que también les ocasionaban serios contratiempos.

En los diarios de navegación quedó constancia que, debido al hambre que se padecía, muchos de los tripulantes fallecieron, y al no tener los sobrevivientes forma de conseguir alimentos, se abalanzaron sobre los cadáveres cometiendo canibalismo.

Aunado a lo anterior, entre la tripulación empezó a causar estragos el famoso Mal de Loanda (escorbuto), el cual es una enfermedad ocasionada por la abstinencia, en periodos muy largos, de la vitamina C. Por lo general, esta vitamina la absorbe nuestro cuerpo de los alimentos frescos que se consumen cotidianamente, pero en los viajes tan largos como este, los alimentos frescos eran los que primero se acababan o se echaban a perder. Los marineros atacados por el Mal de Loanda presentaban síntomas como cansancio y debilidad, encías inflamadas que sangran fácilmente en la base de los dientes, pérdida de dientes, hemorragias en la piel y otras hemorragias, por ejemplo, sangrado nasal, sangre en la orina o en las heces, estrías hemorrágicas debajo de las uñas; demora en la cicatrización de las heridas y anemia. Cuando la enfermedad está muy avanzada, imposibilita el movimiento a quien la padece y lo mantiene postrado en cama entre grandes dolores. Una gran cantidad de la tripulación enfermó y murió de este mal durante la travesía.

Finalmente, y para agregar un poco más de complicaciones, en varias ocasiones se suscitaron motines y combates entre los marineros, los cuales, cansados de tanto tiempo de navegar y no encontrar el paso hacia las Islas de Especias, le exigían a Magallanes el regresar a España. Producto de estas revueltas, la nave San Antonio fue tomada durante un motín y la obligaron a regresar. Como ya mencionamos, este viaje fue un viaje de descubrimiento, de exploración, por lo que los sitios por los que pasaba era la primera vez que una expedición europea llegaba hasta el lugar. Fue durante una exploración en las costas de Patagonia que la nave Santiago encalló contra unos arrecifes y se hundió, llevándose consigo a una buena parte de sus tripulantes. Unos pocos pudieron ser rescatados en las 3 naves restantes.

El día 21 de noviembre del año de 1520, por fin se encontró una ruta para poder sobrepasar la gran barrera que representaban las tierras que hoy conocemos como Argentina y Chile. A este canal se le impuso el nombre de Estrecho de Magallanes. Tras pasar por este sitio, llegaron a un inmenso océano, el cual se mostró sereno y en calma, por lo que Magallanes lo bautizó con el nombre de océano Pacífico. Continuando con su viaje hacia su destino, empezaron a observar que la nave Concepción se encontraba en muy mal estado y que, a pesar de reparaciones constantes, su fin era irremediable e inmediato. Magallanes ordenó a la tripulación que sustrajeran todo lo que pudiera ser utilizado y que, junto con los materiales, alimentos y tripulación, pasaran a los dos barcos restantes (Trinidad y Victoria).

En la parte final del viaje hacia las Molucas, llegaron a un conjunto de islas a las cuales se les llamó Islas Marianas y posteriormente a Borneo, Islas del Poniente y San Lázaro (actualmente son las Filipinas). En este sitio tuvieron varios altercados con los nativos, lo que ocasionó que, producto de estos embates, cayera muerto Fernando de Magallanes el 21 de abril de 1521.

Tras estos lamentables sucesos, el maestre de la nave Concepción, Juan Sebastián Elcano, tuvo que tomar la capitanía de lo que quedaba de la expedición y continuar su viaje hacia las Molucas o Especiería. Al llegar a este destino reparó sus naves, dio atención médica a su tripulación y realizó comercio de especias (clavo). Una vez que restablecieron sus fuerzas, tomó consejo con los principales de entre su gente y decidieron que era tiempo de regresar a España, pero lo harían prosiguiendo hacia el oeste, ya que regresar por donde habían venido era más que imposible, tomando en cuenta el mal estado de sus barcos y la poca tripulación que les quedaba.

Durante su travesía de regreso a España, cruzaron el océano Índico hasta llegar a las costas de África. Como recordaremos, esta zona estaba bajo la posesión de los portugueses, los cuales al avistar la nave Trinidad, la apresaron así como a sus tripulantes. Poco después, la única nave restante dobló al Cabo de Buena Esperanza, en la punta austral de África, de ahí atracó por un corto tiempo en Cabo Verde y, finalmente, llegó a España (Sanlúcar de Barrameda) el 6 de septiembre de 1522.

El barco que logró llegar a su punto inicial fue Victoria, el cual arribó prácticamente hecho pedazos, con una gran parte de su madera podrida, e incluso, imposibilitado ya para navegar los últimos kilómetros, tuvo que ser remontado al puerto por otros barcos. De los 239 marineros embarcados, sólo sobrevivieron 18, los cuales llegaron semidesnudos y en un estado de desnutrición y enfermedad que los puso a un paso de la muerte. La travesía había durado 2 años y 351 días.

La venta del cargamento de especias (clavo) que traían en sus bodegas, dio suficiente capital para pagar todos los gastos de la expedición e incluso hubo ganancias. Al capitán de facto, Juan Sebastián Elcano, se le rindieron los honores como si él hubiera sido el iniciador de tan grande empresa. Dentro de los reconocimientos que obtuvo se le entregó un escudo con la leyenda Primus Circumdedisti Me (Fuiste el primero en rodearme).

Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano, deben ser recordados como hombres valientes e intrépidos, los cuales, en una época donde el oscurantismo y el dogmatismo cristiano se enseñoreaba en todas partes, sacrificaron su vida misma, para demostrar que la tierra no era plana sino semiesférica y, si se navegaba lo suficiente desde un punto,  hasta el oeste, se llegaría a este mismo punto, después de, eso sí, arrostrar grandes peligros y tras mucho tiempo de viaje.

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Los siete famosos planetas recién descubiertos

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Los siete nuevos planetas han despertado la fascinación del mundo entero, pero ¿qué tan cierto es todo lo que se ha dicho sobre ellos? Imágenes: Internet.

Científicamente divertido

Por Miguel Ángel Norzagaray Cosío

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Gran conmoción ha causado la noticia del descubrimiento de siete nuevos planetas, similares a la Tierra. La nota incluso motivó titulares exagerados que aseguraban que era muy probable que hubiera vida en alguno de ellos. Antes de aceptar ideas tan fuera de la realidad, revisemos el contexto en el que fueron descubiertos y qué tan prometedores resultan para el mundo científico.

Quisiéramos no estar solos

Nadie duda de que descubrir planetas orbitando estrellas distintas al Sol nos acerca a la posibilidad de encontrar vida similar a la que conocemos y, por qué no, hasta alguna civilización organizada. Desde la década de 1990, en que se encontraron los primeros exoplanetas (o planetas extrasolares), la cantidad ha crecido vertiginosamente. De 1995 a 1999 fueron en promedio menos de 10 por año, de 2000 a 2009 fueron decenas por año y de 2010 en adelante han sido cientos cada año. El año más prolífico ha sido 2016, con 1458 planetas confirmados. En total 3583 confirmados1 hasta el 26 de febrero de 2017.

Para cuando un exoplaneta es confirmado (es sospecha hasta que pasa ciertas pruebas), las diversas mediciones permiten establecer su tamaño, distancia con su estrella, periodo de traslación, masa y otros parámetros adicionales. En su mayoría se trata de objetos más grandes que la Tierra, incluso que Júpiter, en algunos casos, pero poco a poco aparecen aquellos que son similares a nuestro planeta, en tamaño, distancia a su estrella y además rocosos.

Tamaño y distancia a la estrella son importantes porque cuando se trata de buscar condiciones para la vida, estamos pensando en vida como la conocemos, por lo que importa que la fuerza de atracción gravitacional sea parecida y que el agua pueda existir en estado líquido. Si la estrella es más fría que el Sol, deberá estar más cerca que la Tierra mientras que si se trata de una estrella muy caliente, su órbita debe ser más lejana.

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Hay otras condiciones importantes al momento de pretender que un sistema sustente la vida, como una estrella relativamente tranquila y un camino recorrido por dicho sistema que tenga un clima galáctico adecuado. En nuestro caso, el Sol ha pasado por regiones tranquilas los últimos millones de años. Si hay vida en un planeta y explota una supernova a pocos años luz de distancia, lo más probable es que ocurra una extinción total.

Ya el año pasado había causado sorpresa el descubrimiento confirmado de un exoplaneta con estas condiciones en la estrella más cercana al Sol, Próxima Centauri, pues si se trata de ir a explorar, la distancia cuenta. No hay aún tecnología para ello, pero más vale que esté a 4 años luz que a 50. Si se emplea la tecnología actual, una nave tardaría decenas de miles de años en llegar a la estrella más cercana. ¡Más que el tiempo que tenemos como civilización!

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Los siete planetas de TRAPPIST-1

Precisamente el año pasado, en mayo, un equipo de científicos reportó sus investigaciones sobre tres planetas del tamaño de la Tierra, orbitando una estrella de las más frías, llamada ahora TRAPPIST-1, a relativamente poca distancia del Sol (39 años luz). Emplearon el telescopio TRAPPOST (TRansiting Planets and PlanestIsimals Small Telescope) para monitorear la estrella en luz infrarroja (que permite ver objetos fríos) por 62 noches de septiembre a diciembre de 2015.

Las observaciones permitieron determinar que hubo 11 claras disminuciones de luz ocasionadas por pequeños objetos pasando frente a la estrella. La ayuda de otros tres telescopios en India, Chile y Hawaii permitieron concluir que 9 de los tránsitos eran debidos a dos exoplanetas, llamados TRAPPIST-1b y TRAPPIST-1c, que orbitan su estrella en poco más de uno y dos días respectivamente, a poca distancia (Mercurio da una vuelta al Sol en 58 días). Los otros dos tránsitos podían ser debidos a un solo exoplaneta o a dos más.

La estrella es una enana roja muy fría, de unos 500 millones de años (el Sol tiene 4 mil 500) de edad y mide la décima parte del diámetro solar, apenas mayor a Júpiter. Se sabe que planetas tan cercanos a su estrella, normalmente no tienen atmósferas de gases ligeros, como hidrógeno o helio, pues el viento estelar se los quita, así que debe tratarse de planetas rocosos. Ninguno de los dos está a la distancia adecuada para tener agua líquida.

Como la presencia de dos (o más) planetas del tamaño de la Tierra es ya interesante, hubo expectación por continuar su análisis, así que se le dedicó tiempo de observación el telescopio espacial Spitzer, de gran resolución en infrarrojo y en el VLT (Very Large Telescope) de Chile, así como telescopios en Marruecos, Sudáfrica y La Palma.  Con las nuevas observaciones se determinó que había cuatro planetas más orbitando la estrella, incluyendo uno posiblemente muy alejado que requiere confirmación adicional.

Las estimaciones indican que posiblemente todos tienen formación rocosa, cuya formación es parecida a la de los satélites de Júpiter, por la relación de masas entre planeta y satélites. Se cree que sus órbitas actuales no son las originales, sino que migraron de su lugar de formación a la posición actual, que resultó estable. Todos están más cerca de su estrella que Mercurio del Sol, pero debido a lo fría de TRAPPIST-1, tres de ellos están a distancia adecuada para tener agua líquida si es que tienen agua, cosa que aún no se sabe. Todo depende de la composición de la nube de gases que originó este sistema planetario y su evolución.

Lo frío de la estrella y la cercanía de los planetas hace de este sistema un ejemplo ideal para estudiar sus atmósferas con la técnica de espectroscopía de transmisión, en la que se mide el tamaño del planeta mientras pasa frente a la estrella. El tamaño sufre variaciones dependiendo de la composición química de sus atmósferas, lo que puede hacerse con el telescopio espacial Hubble; con el telescopio espacial James Webb, que próximamente se pondrá en órbita y con el EELT (European Extremely Large Telescope), que está por construirse.

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¿Qué sigue?

La respuesta rápida es seguirlos estudiando. En cuanto a las posibilidades para sustentar vida, aún es pronto para asegurar algo. Lo que se puede deducir de estos estudios preliminares es que la cercanía con la estrella causa una presión de radiación que puede tener efectos importantes en sus atmósferas. Incluso la pérdida de grandes cantidades de agua, en caso de haber.

¿Se puede enviar una sonda a estudiarlos directamente? Con la tecnología que actualmente hay, una nave tardaría cientos de miles de años en llegar al sistema planetario descubierto. En un futuro no próximo posiblemente sí, pero por ahora lo adecuado es estudiarlo con telescopios, tanto en tierra como en el espacio. En los próximos meses y años conoceremos más de estos planetas, la composición de su atmósfera y posiblemente surjan otros planetas incluso más prometedores en nuestros afanes de encontrar otro lugar habitable, vida extraterrestre y, por qué no, otra civilización.