La fecha de fundación de la Misión de La Paz. Un enigma a desentrañar

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En nuestra tierra californiana, la influencia del periodo jesuita fue definitiva para la consolidación del dominio de la Corona Española y la entrada de la cultura de esta nación en nuestras tierras. Sólo la fe inquebrantable y la obstinación propia de los misioneros de la Compañía pudieron ser rivales contra la aridez de nuestra península y la hostilidad de sus lugareños. Poco a poco, a partir de 1697, se fueron internando los misioneros en las entrañas de la California milenaria y fundando las famosas misiones, por medio de las cuales se planeaba la conversión de los californios en la religión que ellos ostentaban así como el cambio de toda su forma de vida.

Sin embargo, no siempre fue tarea fácil el poder datar con exactitud la fecha en la que se fueron fundando estos enclaves misionales, como ahora lo vamos a poder conocer en el caso que nos ocupa, que es el enigma de la fecha de fundación de la Misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz.

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Sin lugar a dudas, todos los historiadores de la California han tenido que remitirse a los textos que nos han heredado los misioneros jesuitas para poder tener una referencia de los diferentes sucesos que se dieron durante los 70 años que permanecieron en esta península (1697- 1768). Afortunadamente, existen repositorios en nuestro país en donde se han concentrado una gran cantidad de informes que rendían de forma constante y permanente los ignacianos a sus jerarquías dentro de la Compañía.  Estos repositorios son el Archivo General de la Nación, Fondo Antiguo de la Biblioteca Franciscana, Fondo Franciscano y la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco, etcétera. También a nivel internacional se cuenta con el Archivo General de Indias (Sevilla, España), Fondo Jesuita (Roma, Italia), y la Biblioteca Bancroft en Berkeley, California, entre otras.

Antes de continuar con este derrotero en la búsqueda de la fecha exacta del establecimiento de la Misión de La Paz, es importante contextualizar al lector. Para definir la fundación de una misión, se llevaba a cabo todo un proceso que involucraba presupuestos, personal que se destinaría para su funcionamiento e incluso hasta el nombre que llevaría el mencionado establecimiento. Como bien sabemos, los jesuitas concertaron una autorización virreinal con el  marqués José Sarmiento y Valladares para poder trasladarse a la California e iniciar la conversión de los naturales. La mencionada autorización no fue fácil de conseguir, pero dado que los Ignacianos se ofrecieron a realizar esta conquista espiritual sin pedir un solo quinto a la Corona Española, esto fue lo que inclinó el fiel de la balanza a su favor. Sin embargo, este ofrecimiento representó, durante todo el tiempo que permanecieron en la California, un gran reto ya que tenían que ingeniárselas para conseguir el dinero suficiente para sostener a las misiones. Desde un principio esto lo consiguieron solicitando “donaciones” a las caritativas almas piadosas entre los ciudadanos más ricos de la Nueva España. No sin grandes dificultades pudieron poco a poco conseguir el dinero suficiente para iniciar y expandir su odisea en las Californias.

Una vez que se contaba con el dinero que garantizara el sostenimiento de una misión, se planeaba cuidadosamente el lugar en el que se iba a establecer procurando que fuera una ranchería muy poblada, con abundante agua y tierra para practicar la agricultura, aunque fuera de forma modesta. Posteriormente, se definía a qué sacerdote le correspondería el alto honor de realizar el recorrido hacia el paraje seleccionado y construir los incipientes edificios (templo, barracas, plaza de armas, almacenes, vivienda para el sacerdote y los soldados, etctérea) que darían pie a este nuevo enclave misional. Finalmente, se acordaba la fecha de partida, las personas que acompañarían al sacerdote en su travesía así como la mejor ruta para llegar al lugar marcado. Casi siempre los sitios seleccionados ya eran conocidos con antelación (dos o tres años anteriores), pero se esperaba hasta tener el suficiente sostenimiento económico y el personal necesario para iniciar la fundación de estos centros, lo anterior garantizaba que su permanencia en el tiempo fuera exitosa.

En el sitio del puerto de La Paz, ya este lugar había sido explorado desde el año de 1533 con la fallida y desastrosa expedición de Fortún Jiménez, dos años después arriba al lugar Hernán Cortés, el cual por casi 12 meses estuvo porfiando el lograr establecerse de forma permanente pero al final tuvo que retirarse sin haberlo logrado. En el año de 1683 también se había intentado fundar una nueva misión, la cual llevaría el nombre de Nuestra Señora de Guadalupe de las Californias, y a pesar de que durante dos meses una fuerza comandada en lo militar por Isidro Atondo y Antillón, y en lo espiritual por Eusebio Francisco Kino, permanecieron en el sitio, tuvieron que abandonarla abruptamente. En el año de 1716, el sacerdote Juan María de Salvatierra había organizado una expedición por la “Nación Guaycura” buscando un paso para llegar al puerto de La Paz y fundar una Misión, pero el carácter belicoso de los Californios de ese sitio se lo impidió.

Fue hasta el primer día del mes de noviembre de 1720 que los sacerdotes Jaime Bravo y Juan de Ugarte, a bordo de la balandra “El Triunfo de la Santa Cruz”, deciden emprender el establecimiento definitivo de una Misión en el puerto de La Paz. A ellos se les sumaría diez días después el sacerdote Clemente Guillén, el cual por tierra realizaría la travesía para encontrar a sus hermanos de Orden.

En estas fechas de salida de la expedición coinciden todos los historiadores, los cuales como ya mencioné, se han basado en los escritos que heredaron los misioneros jesuitas, tanto los tres que participaron, como sus hermanos ignacianos que estuvieron enterados de esta aventura. Sin embargo las discrepancias sobre la fecha de fundación de la misión ha sido motivo de diferencias, las cuales expondré a continuación.

El historiador y profesor Pablo L. Martínez, en su libro Historia de la Baja California menciona lo siguiente sobre este particular: La misión de La Paz fue fundada el 4 de noviembre de 1720, si por fecha de la fundación debe tomarse el día de la llegada de los fundadores, los PP. Ugarte y Bravo, quienes habían salido de Loreto en la balandra «El Triunfo de la Cruz» el día 1º. del referido mes de noviembre. Escogido el lugar apropiado «en una loma alta que domina las playas, a tiro de escopeta corta de aguaje, y de suelo duro y llano, con una mesa muy espaciosa», se dio principio al desmonte, el cual estuvo terminado en cuatro días. En otro de sus libros titulado Efemérides Californianas: 1533-1933, nuestro autor reafirma esta misma fecha como el aniversario de fundación de la Misión de La Paz. Como podemos apreciar, Martínez es categórico en la fecha de la fundación, sin embargo, tengo que hacer la siguiente consideración: casi ninguna de las misiones que se fundaron en la California toma como el día de este importante acto cuando arriban a un sitio. Según tengo entendido, la única Misión fundada el mismo día de la llegada a un lugar fue la misión establecida por E. F. Kino en el puerto de La Paz en 1683. Por lo general, el primer día de la llegada, los colonos se dedicaban a descansar, a reconocer el sitio para escoger el mejor lugar para construir la iglesia, las barracas, almacenes e incluso establos para los animales que les acompañaban. El desmontar el terreno y levantar todos estos inmuebles, por más frágiles y sencillos que fueran, les llevaba varios días, así que declarar el día de la llegada de la expedición a un paraje como el día de la fundación de la misión era un excepción rarísima.

Otro de los doctos investigadores que expresó la fecha de la fundación de la Misión de La Paz fue el Dr. Michael W. Mathes, el cual en su libro Las Misiones de Baja California  1683 – 1849 dice lo siguiente: La Bahía de La Paz, descubierta por Femando Cortés en 1535 y nombrada como tal por Sebastián Vizcaíno en 1596, fue explorada por el Almirante Isidro de Atondo y Antillón en 1683 y el Padre Juan María de Salvatierra en 1716, ambos en busca de un sitio apropiado para una misión. El sitio de la Misión Nuestra Señora del Pilar de La Paz fue escogido por los Padres Juan de Ugarte y Jaime Bravo el 13 de Noviembre de 1720, quienes habían salido de la Misión Nuestra Señora de Loreto, doscientos treinta y tres kilómetros al norte, abordo de El Triunfo de la Cruz. Dotada por el Marqués de Villapuente, la misión fue fundada el 3 de diciembre por los Padres Ugarte y Bravo, y tres días después la llegada del Padre Clemente Guillén contribuyó al éxito de la fundación. Aunque muy dependiente del servicio de El Triunfo de la Cruz para abastecerse, la Misión se extendió para incorporar las visitas de San Blas, Angel de la Guarda y San Hilario. Aquí podemos darnos cuenta de la discrepancia tan grande, de casi un mes, entre la fecha establecida por Pablo L. Martínez y el Dr. Mathes, sin embargo hay elementos de peso, que en breve describiré, para que el Dr. William Michael concluyera esta fecha de diciembre.

También el historiador y cartógrafo Carlos Lazcano Sahagún, en un artículo publicado en el diario El Vigía y titulado Misiones de las Californias X: Nuestra Señora del Pilar de La Paz Airipí expresó lo siguiente sobre esta importante fecha: El 13 de noviembre de 1720, los padres Juan de Ugarte y Jaime Bravo salieron en barco de Loreto hacia la bahía de La Paz con el fin de hacer un nuevo intento por establecer una misión la bahía. La navegación la hicieron en «El Triunfo de la Cruz”, el primer barco construido en California.  Así, gracias al patrocinio del Marqués de Villapuente y a la mejor disposición de los guaycura, el 3 de diciembre de dicho año, los padres Bravo y Ugarte pudieron fundar la misión de Nuestra Señora de la Paz, en un paraje que los indios llamaban Airipí. A los pocos días del establecimiento, llegó por tierra a la misión el padre Clemente Guillén, quien abrió el primer camino terrestre entre las misiones de Loreto y La Paz, lo que mucho ayudó a consolidar esta naciente misión”. Como se puede percibir, tanto Mathes como Lazcano coinciden en la misma fecha sobre la fundación de esta misión.

El profesor e historiador Leonardo Reyes Silva nos deja la siguiente información en su libro Tres hombres ilustres de Sudcalifornia, sobre la fundación de la misión en comento: Del establecimiento de la misión de La Paz en 1720 existen tres valiosos documentos escritos por los padres Jaime Bravo, Juan de Ugarte y Clemente Guillén rescatados por el doctor Miguel León Portilla, mismos que aparecieron en un libro editado por el gobierno de Baja California Sur en el año de 1989 con el título de “Testimonios sudcalifornianos”. En la introducción, el doctor León-Portilla dice: El padre Juan de Ugarte, que ejercía por ese tiempo el cargo de visitador, encomendó la empresa al recién ordenado sacerdote, pero ya veterano en estas misiones, padre Jaime Bravo. Salieron así ambos del puerto de Loreto el 1º de noviembre de 1720, estrenando la balandra construida en la península, “El Triunfo de la Santa Cruz”. En sólo dos días y medio llegaron a la gran bahía. El 3 de noviembre desembarcaron y al día siguiente, sin concederse reposo alguno, levantadas las primeras barracas, formalmente quedó fundada la Misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz.

El profesor e historiador Jaime Holmos Montaño relata en su libro Apuntes cronológicos de Baja California Sur y los Cabos esta información: Noviembre 4 Se funda en La Paz, la Misión Nuestra Señora del Pilar de La Paz, Airapí, por los padres Juan de Ugarte y Jaime Bravo, este último duró ocho años al frente de la Misión ya que fue llamado a Loreto para que ayudase al padre Píccolo, debido a que estaba muy viejo y enfermo.

El emérito profesor e historiador Gilberto Ibarra Rivera en su libro La Paz, ciudad y puerto mexicano. Origen, proceso histórico y símbolos emblemáticos, comenta lo siguiente sobre este asunto: Después de la fundación de Loreto hubo de pasar dos décadas y tres años para que fuese posible el avance de los jesuitas hacia el sur y lograr, al término de ese tiempo, la fundación de la Misión de La Paz, lo que sucedió hasta el 3 de noviembre de 1720, con la advocación a Nuestra Señora del Pilar de La Paz, patrona del puerto, establecida entre los callejúes, una rama del grupo guaycura.

Ahora bien, toca el momento de analizar fuentes primarias de la historia, los escritos de los jesuitas que participaron en este evento multicitado. Afortunadamente, los tres sacerdotes que tuvieron el papel protagónico en esta aventura de fundar la Misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz escribieron relaciones en donde contaban cómo se llevó a cabo este suceso.

El padre Juan de Ugarte narra este acontecimiento en la Carta del padre visitador Juan de Ugarte al excelentísimo señor Marqués de Valero, Virrey. Fundación de la misión de Nuestra Señora del Pilar, en el puerto de La Paz. Marzo 15 de 1721. En este documento no se consignan fechas y simplemente es un relato general de lo que realizaron los sacerdotes desde el día que partieron de Loreto hasta el mes de marzo de 1721.

El padre Clemente Guillén también dejó una relación la cual se titula Expedición por tierra desde la Misión de San Juan Malibat a la Misión de La Paz en el seno Califórnico, año 1720, por el padre Clemente Guillén y aunque es un documento muy detallado en fecha y sucesos es de poca ayuda para establecer la fecha de la fundación de la misión ya que cuando él arriba a La Paz, el 6 de diciembre, es muy probable que la misión ya estuviera fundada.

Finalmente, el sacerdote Jaime Bravo nos ofrece la relación más completa y al parecer es en la que se han basado todos los historiadores del siglo XX para concluir las fechas en que probablemente se funda la Misión de La Paz. El documento del sacerdote Bravo se titula ¿Razón de la entrada al puerto de La Paz: conquista de la Nación guaycura y fundación de la Misión de Nuestra Señora del Pilar en California, año de 1720, por el padre Jaime Bravo. En el mencionado documento el ignaciano comenta que efectivamente, en la tarde del día 3 de noviembre de 1720 llegaron al puerto de La Paz y que a partir de ese día hasta el 6, se dedicaron a desmontar un terreno cercano a la playa, sin embargo también precisa que encontraron un paraje muy a propósito para fundar la Misión, arriba de una loma. Los demás días los dedican a construir algunas barracas y almacén así como para realizar exploraciones a lugares cercanos por tierra y visitando las islas Cerralvo, San José y Espíritu Santo en busca de naturales que acudieran para ser catequizados.

El sacerdote Bravo menciona que, al mismo tiempo que una parte de sus hombres van a explorar, otra parte empieza a desmontar la “loma alta que habían encontrado” y finalmente concluye lo siguiente: Al mismo tiempo que llegó la canoa, estábamos mudando todo el tren de barracas y demás cosas a la loma que se había despejado. Y todo quedó en ese día compuesto, y en el siguiente día del glorioso Apóstol de las Indias, San Xavier, armadas las tres barracas dentro de una trinchera de estantería de mezquites, con su plaza de armas y a los alrededores sus casillas que hizo la gente de mar, cocina, y corral, todo junto dominando toda la bahía, palmar y dilatados llanos, con admirable vista.

Este mismo día, después de las misas, se enarboló el estandarte de nuestra redención, la Santa Cruz, hecha de dos palmas muy derechas y fuertes, y la principal quedó de once varas de alto, con lo que le corresponde de brazos, hechura de un buen carpintero, y con aparejos reales y cabrias, en que son Inteligentes los marineros, se plantó en un hoyo de estado de hondo, y como está en alto y despejado, se ve desde muchas leguas a la mar.

El día en que se celebra al “glorioso Apóstol de las Indias, San Xavier” es el día 3 de diciembre, por lo que es muy probable que todos los actos que relata Bravo que se llevaron a cabo ese día, hayan hecho concluir al Dr. W. M. Mathes, que no fue el 3 de noviembre, sino el 3 de diciembre de 1720, el día en que “formalmente” se fundó la Misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz Airapí.

Aquí abro un paréntesis para aclarar lo siguiente. En diversos sitios de Internet y documentos que circulan dentro y fuera de nuestro Estado, se dice que la actual Catedral de la Ciudad de La Paz (ubicada en la calle Revolución de 1910 entre Independencia y 5 de mayo) corresponde al templo de la “Misión” que fundó Jaime Bravo y Juan de Ugarte en 1720. Esto es totalmente falso. Este templo, el que ahora vemos en el centro histórico de la ciudad, inició su construcción en el año de 1861 y en su fase primaria se culminó cuatro años después. El sitio donde se erigió tampoco es el lugar donde se cree que estuvo la Misión de Nuestra Señora del Pilar. De todo esto hay constancia en el Archivo Histórico de Baja California Sur “Pablo L. Martínez”.

Como conclusión general podemos decir que, de acuerdo a los documentos que se conocen en la actualidad sobre los sucesos que ocurrieron en las fechas en que llegaron a este puerto de La Paz los sacerdotes Bravo, Ugarte y Guillén, no definen explícitamente una fecha específica para decretar la fundación de la misión del sitio, tal como sí aparece, por ejemplo, en la fundación de la Misión de Nuestra Señora de Loreto. A la mejor conclusión que podemos llegar es que fue el día 3 de noviembre (no el 4, como asegura Pablo L. Martínez) la fecha de la llegada del contingente de colonos que venían a fundar una Misión en este puerto de La Paz.

Bibliografía:

Pablo L. Martínez. “Historia de la Baja California”

Dr. Michael W. Mathes. “Las Misiones de Baja California  1683 – 1849”

Carlos Lazcano Sahagún. “Misiones de las Californias X: Nuestra Señora del Pilar de La Paz Airipí”

Leonardo Reyes Silva. “3 hombres ilustres de sudcalifornia”

Jaime Holmos Montaño. “Apuntes cronológicos de Baja California Sur y los Cabos”

Gilberto Ibarra Rivera. “La Paz, ciudad y puerto mexicano. Origen, proceso histórico y símbolos emblemáticos”

Juan de Ugarte. “Carta del padre visitador Juan de Ugarte al excelentísimo seño Marqués de Valero, Virrey. Fundación de la misión de Nuestra Señora del Pilar, en el puerto de La Paz. Marzo 15 de 1721”.

Clemente Guillén. “Expedición por tierra desde la Misión de San Juan Malibat a la Misión de La Paz en el seno Califórnico, año 1720, por el padre Clemente Guillén”

Jaime Bravo. “Razón de la entrada al puerto de La Paz: conquista de la Nación guaycura y fundación de la Misión de Nuestra Señora del Pilar en California, año de 1720, por el padre Jaime Bravo”.

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La balandra El Triunfo de la Santa Cruz, una obra de ingeniería californiana

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Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Cada vez que escudriñamos los textos jesuitas, nos sorprende encontrar datos de hazañas logradas de forma casi milagrosa. Las tierras californianas durante muchísimos años fueron la frontera más septentrional de la Nueva España y, por lo mismo, las más aisladas. Sus habitantes tuvieron que echar mano de su ingenio para adaptar la tecnología europea y construir edificaciones y maquinaria, pero con variantes surgidas de la austeridad en que se vivía y de la mente ágil y versátil de los sacerdotes jesuitas y sus ayudantes, los Californios.

Como ya se ha escrito en diferentes textos, el aprovisionamiento de los escasos asentamientos humanos coloniales que había en la península, por lo general alrededor de las Misiones Jesuitas, se daba a través de las rutas de los navíos adquiridos por los sacerdotes para que hicieran los viajes entre poblados como Matanchel, San Blas y otros puntos de las costas de Sonora, y que, una vez cargados de alimentos, herramientas y demás implementos necesarios, los trasladaban hacia el puerto de Loreto, en donde eran guardados en un almacén y posteriormente distribuidos entre las misiones.

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Como es de suponerse, cuando los barcos se encontraban averiados o había mal tiempo, la navegación se interrumpía y podían pasar varios meses antes de que se lograra restablecer. Lo anterior, ocasionaba graves trastornos a la vida de los poblados californianos, ya que la gente pasaba grandes hambrunas y penurias.

Fue en una de esas ocasiones, en que uno de los barcos con los que se contaba para realizar los viajes de transporte de alimentos y enseres necesarios para las misiones californianas se destruyó y no se contaba con recursos para adquirir otro, que un sacerdote creativo, instruido y fuerte que había llegado a las Misiones Californianas, decide emprender la titánica y descabellada empresa de construir un barco totalmente manufacturado y con maderas de esta tierra peninsular. Me refiero al sacerdote jesuita Juan de Ugarte.

En su obra póstuma, Historia de la antigua o Baja California, el sacerdote Francisco Javier Clavijero menciona que el propósito que animó a Ugarte para realizar la construcción de esta balandra fue doble. Por un lado, deseaba tener un navío que le permitiera viajar por mar a todos los puntos de las costas de la California y Sonora en donde hubiera grupos de gentiles y poder predicar la palabra de Dios y con ello alentar su evangelización. Además de lo anterior, deseaba cumplir con uno de los encargos que constantemente realizaban los virreyes de la Nueva España, que era el escudriñar las costas del pacífico californiano, en la búsqueda de un puerto donde pudiera atracar el Galeón de Manila y ofrecerles alimento, agua y descanso a los cansados viajeros, que regresaban de su largo viaje por aquellas tierras.

También en su libro Historia natural y crónica de la antigua California, el sacerdote Miguel del Barco hace una breve referencia a la construcción de esta embarcación, elogiando la entereza y fuerza del sacerdote Ugarte en donde acota que en cualquiera cosa que ponía la mano hacía más que cuatro hombres juntos pudieran.

Debido a diversas experiencias que habían tenido los jesuitas con los constructores de naves en Nueva Galicia y Matanchel, desconfiaban de ellos (los llamaban arteros bellacos), por lo que Ugarte decide contratar un Maestro Constructor y varios oficiales (amanuenses hábiles que trabajaban bajo la dirección de un Maestro principal), a los cuales trajo probablemente de Matanchel o San Blas.

Debido a la aridez de estas tierras y al tipo de vegetación de matorrales y arbustos, se consideró que no había madera pertinente para extraer tablones que sirvieran para fabricar el barco. Ese fue el primer obstáculo a salvar, puesto que el traer este tipo de madera de la contracosta, además de representar un gran gasto, significaba decenas de viajes.

Pero como dice el viejo refrán Dios aprieta pero no ahorca, la solución le vino de parte de sus neófitos de la Misión de San Francisco Javier Vigge Biaundó, los cuales le comentaron que, a unas 100 leguas de su misión, al noroeste de Loreto, existían una sierra a la que los españoles llamaban de Guadalupe y en la cual había profundas cañadas en las que crecían árboles grandes y resistentes, de los cuales fácilmente podría extraer estas maderas. Estos árboles eran conocidos como guéribos o guáribos.

De inmediato Ugarte, junto con el Maestro Constructor y un grupo de neófitos, se dirigieron hacia aquel sitio. Al llegar pudieron apreciar al fondo de las barrancas una gran cantidad de estos árboles, sin embargo, sería una tarea casi imposible el trasladarlos hacia las costas donde se encontraba la Misión de Mulegé, unas 30 leguas, que fue el punto seleccionado para la construcción de un astillero improvisado. Aún así, cuando el Maestro Constructor le manifestó descorazonado este grave inconveniente, el sacerdote Juan de Ugarte le dijo eso déjemelo a mí y de inmediato puso manos a la obra.

Por espacio de cuatro meses, el sacerdote Ugarte permaneció en aquel sitio y, haciendo equipo con sus neófitos y con una gran cantidad de integrantes de rancherías que existían cerca de aquel sitio, empezó a talar los árboles y llevarlos cuesta arriba para extraerlos de aquel sitio. Fue grande el cansancio, más de una vez el sacerdote tuvo que curar las heridas que se hacían los neófitos al cumplir el pesado trabajo, e incluso él mismo se hizo graves heridas en sus manos, sin embargo, su ánimo jamás desfalleció. Era el primero que se presentaba a realizar las tareas del día, el que más trabajaba y el último que se retiraba a descansar. Mientras los neófitos cortaban los guéribos y les quitaban ramas y follaje, él dirigía a cuadrillas de neófitos para que hicieran un camino por donde pudieran trasladarse los troncones, jalados por mulas y bueyes, hacia la misión de Mulegé.

Es importante mencionar que la clavazón y demás partes metálicas necesarias en este tipo de embarcaciones, fueron compradas en Matanchel y transportadas hasta la California bajo la supervisión del Maestro Constructor que había contratado el sacerdote Ugarte.

Los afanes que vivía diariamente el sacerdote Ugarte, tanto en la tala de los guéribos como en su traslado hacia la misión de Santa Rosalía de Mulegé, serían una titánica tarea que dejaría exhausto a cualquier ser humano y que le consumiría todo el tiempo de la jornada diaria, sin embargo, nadie sabe de dónde sacaba la fuerza y el tiempo para también dedicarse a la conversión de los gentiles de las rancherías cercanas, de los cuales hizo una gran cantidad, que con el tiempo se trasladaron hacia las Misiones de San Ignacio Kadakaaman y Santa Rosalía de Mulegé.

El sacerdote Ugarte era un hombre con un gran sentido de previsión y un amplio conocedor de la índole humana, por lo que, sabiendo que los constructores del barco, todos ellos venidos de otras partes de la Nueva España, rápidamente se cansarían de vivir en estos sitios tan inhóspitos y desertarían, decidió, además de pagarles rigurosamente el salario convenido, en proveerlos de la mejor carne de res que pudiera tener en su Misión de San Francisco Javier y, además de ello, diariamente les entregaba raciones prudentes del buen vino que se producía en California, con lo cual logró mantenerlos interesados en el trabajo hasta su conclusión.

Finalmente el 14 de septiembre de 1719, la balandra estuvo concluida y fue botada al mar para pasar la prueba de fuego y ver si todos los grandes afanes y cansancios padecidos, había valido la pena. Y no hubo decepción, la balandra flotó tal y como se esperaba; a partir de ese día, fue uno de los barcos que más utilidad proporcionó a las misiones jesuitas.

El sacerdote Miguel del Barco, describe lo siguiente de esta nave: “en opinión de todos los inteligentes era el buque más bello, mas fuerte y más bien hecho de cuantos hasta entonces se habían visto en el golfo de la California”. El nombre que le fue impuesto por Juan de Ugarte en el momento de ser bendecida para que tuviera una larga y útil vida fue El Triunfo de la Santa Cruz.

En esta balandra se transportaron Juan de Ugarte y Jaime Bravo, cuando vinieron a buscar un punto en la bahía de La Paz para fundar la Misión del lugar, y fue en este mismo bajel que hicieron su último viaje los jesuitas que en el año de 1768 fueron expulsados de la California por orden del Rey de España.

Nada se sabe del fin que tuvo esta balandra, lo que sí se puede decir es que por lo menos tuvo una vida útil de 50 años, lo cual se conoce por las referencias en los escritos de los sacerdotes Jesuitas hasta el año de 1768.

Hermosas epopeyas se pueden rescatar de los escritos misionales, tesoros que nos llenan de nostalgia y ensoñación, y que nos narran la valentía, el arrojo y sobre todo la entereza que tuvieron aquellos hombres, naturales de la California y colonos extranjeros, que sembraron con su sudor, su sangre y su valentía, estas tierras que hoy conforman nuestra entrañable sudcalifornia.

 

Bibliografía:

Historia natural y crónica de la antigua california – Miguel del Barco

Historia de la antigua ó baja california – Francisco Javier Clavijero

Noticias de la península americana de california – Juan Jacobo Baegert

Noticia de la california y de su conquista temporal y espiritual hasta el tiempo presente tomo 1-3 – Miguel Venegas

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