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“Víctimas del poder”: protesta rock en homenaje al periodista Javier Valdez

FOTO: Cortesía

La Paz, Baja California Sur (BCS). Rinde homenaje al periodista sinaloense, Javier Valdez Cárdenas,  la banda mexicana de rock independiente Venados Muertos, de Baja California Sur (BCS), en su sencillo “Víctimas del poder”, primero del trabajo discográfico “Libertad en miligramos”.

En los últimos segundos de la canción, puede apreciarse un fragmento del discurso del cronista mexicano, recibiendo el Premio Internacional a la Libertad de Prensa del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ) en 2011: Javier puso nombre y rostro a las víctimas del narco.

“Esta es una guerra, sí, pero por el control del narco. Pero nosotros los ciudadanos, ponemos los muertos y los gobiernos de México y Estados Unidos, las armas”, habla Javier Valdez en la canción.

“Y ellos, los encumbrados, invisibles y agazapados dentro y fuera de los gobiernos, se llevan las ganancias”, dice en medio de su emblemático discurso en Nueva York, EE.UU.

Los sudcalifornianos recuerdan al autor de más de 9 libros y fundador del semanario Ríodoce, tras cumplirse 3 años de su asesinato en su natal Culiacán, Sinaloa, el 15 de mayo de 2017.

La banda señala que su segundo EP, “Libertad en miligramos”, bajo el sello independiente PatitoRecords, se distingue por letras cargadas de crítica social en temas como el ejercicio del poder, la religión y el control social.

“Víctimas del poder, humanos desechables”, sentencian los músicos en el coro de la canción, grabada además con la participación especial de Jaime Peláez, al violoncelo.

“Ellos creían en mundos perfectos, ahora son el pasado y el futuro lo perdieron entre tantos miligramos… Víctimas del poder”, cantan los Venados Muertos.

El sencillo se encuentra disponible desde el pasado 30 de mayo en Spotify, Deezer, Apple Music, Google Play, YouTube, además de sus redes en Facebook e Instagram.

La banda, oficializada en 2019, son: Carlos Ibarra (voz), Iván Gaxiola (guitarra), Alan Flores (bajo eléctrico), Javier Lucero (guitarra), Geovani Vizcaíno (guitarra) y Eduardo Hampl (batería).

 

Enlaces:

  1. Spotify: https://open.spotify.com/track/5e3N38pw5bxDu9mmQS67gn?si=MYkmiFJqReKLmz6VORrSSA
  2. Deezer: https://www.deezer.com/us/album/150634132
  3. YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=MRtPCfH7IGg
  4. Apple Music: https://music.apple.com/mx/album/v%C3%ADctimas-del-poder/1515262797?i=1515263123
  5. Google Play: https://play.google.com/music/preview/B777vzbizufl6fotqs6jn5gr3ia?u=0#
  6. Facebook: https://www.facebook.com/VenadosMuertos/
  7. Instagram: http://www.patitorecords.mx/artist/venadosmuertos/



A un año del asesinato de Javier Valdez Cárdenas

FOTO: Aristegui Noticias.

Colaboración Especial

Por Leónidas Alfaro Bedolla

 

San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). La ausencia de nuestro entrañable amigo y compañero periodista es sensiblemente dolorosa, también lo es para miles, tal vez millones de seres que cifraron en su quehacer periodístico una esperanza. Su trabajo estaba inspirado en su alma, y en la fuerza de todo su ser; buscaba con profundo sentido humanista la verdad. La verdad para exigir justicia; la verdad para encarar la vida con un pretexto valioso que le diera sentido a la existencia; la verdad para intentar descifrar los porqué de la barbarie; la verdad para encontrar la razón de tanta desigualdad; la verdad para saber por qué tanta corrupción; la verdad para entender por qué tantos muertos, tanta soledad y tanta insensibilidad. Todo se pierde en el oscuro socavón de la injusticia.

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Analizando el contenido de sus obras, intentamos encontrar las respuestas, sobre todo una muy importante, Javier Valdez murió por una causa, tenía fe en su trabajo de periodista, y se aferró como si fuera la única forma de atacar al monstruo, su objetivo: encontrar sus motivos y denunciarlo.

Javier tenía muy claro que la verdad era lo único con lo que podía atacar y liquidar, de una vez por todas, la barbarie que se ensaña contra un pueblo desvalido, un pueblo que no tiene un gobierno que le favorezca con la aplicación de la justicia, esto por causa de que los que representan  la Ley, que en su mayoría se venden al mejor postor. Desdeñan lo sanamente político, único camino para lograr un honesto equilibrio social.

Javier Valdez fue un hombre en toda la extensión de la palabra. Un hombre bueno, honesto, con valores profundamente bien sustentados. Su origen humilde lo reconfortó con el ejemplo de sus padres, y supo extenderlo a sus hijos en compañía de Griselda, su esposa. Su preparación académica le dio sentido a  su profesión, la abrazó con decisión. ¿En qué momento decidió convertirse en férreo defensor de los marginados? Exactamente quizá no lo sepamos nunca, pero sí queda claro, que al caminar por esos senderos del asfalto, al visitar esas colonias olvidadas, esas crujías atestadas de miseria, esos lupanares y antros sórdidos, al andar por esos caminos de terracería, escuetos y tenebrosamente desiertos; al ver los sembradíos de las grandes extensiones agrícolas llenas de niños trabajando, y las parcelas entre las montañas, sembradas, donde  hombres, mujeres y niños trabajan, por necesidad y por miedo, la maléfica yerba. Al visitar los hospitales de asistencia social,  las cárceles y las calles, donde  los niños huérfanos del narco, huérfanos de la madre prostituta, huérfano del sicario, huérfano del policía, huérfanos de afectos maternales, huérfanos con mirada sin brillo, sin esperanzas, sin futuro, sin mañana.

Javier amó profundamente a su familia, ese amor lo extendió a la gente sin nada, en especial a las madres con hijos desaparecidos; a ellas les manifestó su profundo dolor, y las apoyó solidarizándose en la difícil tarea de buscarlos, inmerso en ese mundo de desolación, de cuando en cuando, salía a respirar, recobrar sus fuerzas. Se alimentaba con el amor de su amada Griselda y sus hijos, pero también se daba un tiempo para conversar con sus amigos.

FOTO: Hilo Directo.

Lo conocí siendo él muy joven, fue cuando trabajaba para el Canal 3 de la televisión local (en Sinaloa), me hizo una entrevista. Un día del año 2006 lo busqué para que me firmara su primer libro: De azoteas y olvidos –Crónicas del asfalto—.

–¿De veras, Vato, te gusto? —Sí, le dije, es algo distinto. –Me gustaría escribir una novela—, me dijo. –Tal vez algún día la escribas, pero esto del periodismo es lo tuyo, y le das tinte novelesco. Y quiero que sepas, yo admiro mucho a los periodistas. –¿Por qué, Vato? —Porque ustedes son los que escriben las verdaderas novelas de la vida, y se arriesgan para hacerlo. La cara se le iluminó. Desde entonces, nos vimos muchas veces, él me invitó a participar en un semanario en Sinaloa, por eso, pero mucho más por su amistad, siempre le guardé y le seguiré guardando mi admiración y respeto.

En una de aquellas muchas ocasiones, en las que a veces brindamos con ambarinas, me dijo: –Vato, ¿no te has dado cuenta de una cosa? –¿Qué cosa, Compa? –Que nuestra ciudad está convertida en un panteón. Se refirió a los cenotafios que tenemos por todas partes, y en la periferia muchos cadáveres enterrados clandestinamente. -¿Vato, tienes idea cuantos morros duermen en las calles? -¿Serán unos cien? –Me refiero en el país. –¡Uta Compa! Ni idea.- -Millones Vato, millones, los pobres son enganchados por los mafiosos, los explotan como: limosneros, vendedores de droga, sicarios y hasta les extraen sus órganos para venderlos. —¡Que salvajes! –Por eso como periodista, no me hago pendejo. –Te arriesgas mucho, Compa. –No hay de otra, Vato. —¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo? –Sabes Vato, ¿qué es lo que más me apasiona? –No, Compa, ¿qué es? —Escuchar la soledad. –Explícame. –¿Nunca has visitado un cementerio cuando está totalmente solo? Si no lo has hecho, hazlo, Vato. Escucharás cosas increíbles. —¿Las voces de los muertos? –¡Eso cabrón!, y muchas cosas más, pero también verás que es un lugar lleno de vida, allí están las historias más interesantes: en los nombres, en los epitafios, en las formas de las tumbas, mausoleos y las cosas que contienen… Algunas provocan risa, neta.

¿Quién mató a Javier Valdez? Ya se sabe de los que jalaron el gatillo. Los familiares, amigos y miles de seguidores de su verdad, esperamos detengan también a los más importantes: los que ordenaron su muerte. Su entrega fue total, por eso, los que idearon su muerte, también se quedaron huérfanos de él. Ya no sabrán de las verdades que dejó pendientes. Sus libros nos ponen a pensar, imaginar;  ¡Carajos! ¿Qué diría Javier de todo esto?

*Leónidas Alfaro Bedolla. Escritor. Busque sus novelas en librerías: Educal, México y Gonvill.




Miedo y vulnerabilidad, ejercer el periodismo en BCS: foro en la UABCS

UABCS. Fotos: Modesto Peralta Delgado.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hacia el mediodía de este miércoles 31 de mayo, en el foro de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), se llevó a cabo el Conversatorio Desyglo sobre la violencia hacia la libertad de expresión en México Un día sin periodistas; a pesar de iniciar con retraso y con duda de hacerlo debido a que hubo poca asistencia, el evento fue transmitido en vivo alcanzando miles de reproducciones en redes sociales, incorporándose a la charla algunos periodistas locales y tocando temas torales respecto a las dificultadores por las que pasa el periodismo en BCS.

Aunque la cita fue a las 11:00 horas, el foro lucía casi vacío, por lo que la maestra Lorella Castorena Davis propuso realizar el evento el próximo semestre; tras unos 25 minutos de espera, se animaron a dar la charla, a la que se fueron incorporando algunos comunicadores, y cuyo video transmitido en vivo alcanzó, sólo en la cuenta de Facebook del reportero Ezequiel Lizalde, más de 6,700 reproducciones.

El conversatorio puso especial énfasis en los asesinatos de Max Rodríguez en esta entidad, y el de Javier Valdez Cárdenas en Sinaloa, sin embargo, fue el punto de partida para que estudiantes del doctorado de Desyglo de la UABCS profundizaran en la vulnerabilidad por la que pasa el periodismo en BCS, en especial el de la nota roja, por lo que una palabra que se repitió en los testimonios fue el “miedo”.

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Diana Cuevas, en su ponencia sobre Agresiones a periodistas habló justamente de la vulnerabilidad de ejercer el periodismo en México, “una de las profesiones más peligrosas del país”. Entre las cifras que presentó —basada en Artículo 19—, señaló que sólo en 2016 se presentaron 426 agresiones hacia los comunicadores; que éstas aumentaron del 2015 al 16; que han muerto 36 periodistas en lo que va del sexenio de Enrique Peña Nieto; y que sólo en lo que va de este 2017, van siete, entre ellos, Max Rodríguez y Javier Valdez.

Por su parte, Carlos Ibarra contó su testimonio de haber cubierto la nota roja en Rosarito, Baja California, cuando tenía 24 años, y a pesar de que llegó a ser “adictivo”, empezó a notar las dificultades y emigró a este estado, poniendo así el título a su texto: Regresé a BCS porque acá no mataban periodistas. A pesar de que luego cubrió información respecto al Medio Ambiente, fue demandado, por lo que en broma y en serio, dijo que “tampoco funciona” y que el peligro de la censura o la agresión estaría en prácticamente cualquier tema en el que realmente investiguen o denuncien los reporteros.

Rodrigo Rebolledo, Lorella Castorena Davis, Carlos Ibarra, Gilberto Santiestaban y Diana Cuevas, en el conversatorio sobre la violencia a los periodistas. En la UABCS.

Rodrigo Rebolledo aludió al libro Los huérfanos del narco de Javier Valdez, mencionando que estos “son malos tiempos para la niñez en México“, en un país donde los infantes tienen que agacharse en sus aulas cuando ocurren balaceras. Leyó un fragmento del citado libro, lo que conmovió a algunos de los participantes en la charla, cuyo tema fue despegando hacia la cruda realidad de las ejecuciones y cómo lo cubre la prensa local, que fue cuando tocó el turno a Gilberto Santiesteban, quien escribe la nota roja en El Independiente desde hace cuatro años, iniciando cuando estaba fácil, pues “sólo tenían que tomar fotos al choque más fuerte”.

El reportero contó las vicisitudes actuales de su trabajo, como el desamparo en que se encuentran pues aseguró que no conoce “un solo funcionario que dé una propuesta que sirva” para protegerlos, y que “no pasa de ser un simple discurso”; así como la actitud de la Procuraduría de Justicia de BCS para informar, la cual “no es de puertas abiertas”. “No te puedes hacer rico haciendo periodismo, pero te empodera, te das cuentas que lo que haces, lo que escribes, genera una reacción”, dijo Santiesteban.

Por último, Lorella Castorena Davis habló de la inquietud de realizar estas discusiones en torno al #NoAlSilencio que se generó tras la muerte del periodista sinaloense, aunque por supuesto, la historia de asesinatos a periodistas es larga y hasta el “Ya basta” se siente como una frase vacía, expresó. Hizo especial énfasis en la opacidad de las instituciones gubernamentales respecto al tema de la violencia, por ejemplo, que la página web de Gobierno del Estado no da información suficiente que permita hacer análisis o conclusiones.

Y tras la participación, con preguntas y testimonios, de periodistas, académicos y estudiantes presentes, la charla se llevó casi las dos horas de duración prevista, con el interés de repetirla y darle más difusión para el siguiente semestre. Si bien el foro no estuvo abarrotado nunca, como se mencionó líneas arriba, los videos en redes sociales han sumado a miles a oír los testimonios y las diferentes perspectivas de la problemática en torno a la violencia contra la libertad de expresión en México y en BCS.




Javier Valdez y una larga herencia de asesinatos en Sinaloa

El sombrero de Javier Valdez el día que lo mataron. Foto: Proceso.

Colaboración Especial

Por Leónidas Alfaro Bedolla

 

¿En dónde y quién incuba a la venenosa serpiente que ha impuesto la carta natural de la violencia en Sinaloa? Ésta y muchas otras preguntas surgieron a causa del terrible, pero más injusto asesinato de Javier Valdez Cárdenas, un culichi de estirpe guerrera y corazón alegre que conquistó a toda una nación al ejercer un periodismo valiente que sólo buscaba decir la verdad para que tuviéramos el valor de enfrentarnos al monstruo de la barbarie. Así lo hizo desde que ingresó como reportero en el Canal 3, luego trabajó para Noroeste, de ahí salió para cofundar Río Doce y luego se convirtió en corresponsal de La Jornada. En sus libros: Miss Narco, Los Morros del Narco y Narcoperiodísmo —escritos a lo largo de 20 años—, nos dejó un recuento, a la vez que un análisis de nuestra historia negra.

San José del Cabo , Baja California Sur (BCS). ¿En dónde y quién incuba a la venenosa serpiente que ha impuesto carta natural de la violencia en Sinaloa? Ésta y muchas otras preguntas surgieron a causa del terrible, pero más injusto asesinato de Javier Valdez Cárdenas, un culichi de estirpe guerrera y corazón alegre que conquistó a toda una nación al ejercer un periodismo valiente que sólo buscaba decir la verdad para que tuviéramos el valor de enfrentarnos al monstruo de la barbarie. Así lo hizo desde que ingresó como reportero en el Canal 3, luego trabajó para Noroeste, de ahí salió para cofundar Río Doce y luego se convirtió en corresponsal de La Jornada. En sus libros: Miss Narco, Los Morros del Narco y Narcoperiodísmo —escritos a lo largo de 20 años—, nos dejó un recuento, a la vez que un análisis de nuestra historia negra.

Una de aquellas muchas preguntas, fue esta: ¿Existen periodistas corruptos? Creo que una de las respuestas más claras sobre esta, la dio precisamente Javier Valdés cuando Enrique Mendoza Hernández, del semanario ZETA (2251 mayo 25), le preguntó: ¿Cómo ha sido recibido Narcoperiodismo en el gremio periodístico? Respuesta de JVC fue: “Yo siento que a los periodistas les vale madre los periodistas; que no hay una sociedad que acompañe al periodismo valiente y digno que se realiza en el país, entonces, mediáticamente bien pero no veo a los periodistas preocupados por lo que están pasando compañeros de Tamaulipas, Veracruz, Chihuahua, del extranjero porque se tuvieron que ir del país o Sinaloa (…) Si no eres de la Ciudad de México prácticamente no hay una condición en la que valoren tu trabajo, revisen, se preocupen; creo que el mejor ejemplo es Rubén Espinosa, que murió solo y desolado, abandonado en medio del páramo, refleja nuestra vulnerabilidad, nuestra fragilidad frente al narco, a la narcopolítica, como si no hubiera salvación; así siento yo que estamos (…) A los periodistas no le interesan los periodistas, no hay un proceso de revisión de que este libro o cualquier otro material sobre el trabajo que hacemos esté provocando una discusión, un debate, una revisión al interior, un ejercicio de autocrítica, absolutamente y eso me preocupa mucho, porque eso es más espantoso que estas historias que yo publico. Entonces, esa indiferencia social, esa apatía y la deshumanización se traslada al ámbito periodístico; yo al contrario, veo soberbia, veo arrogancia a este ejercicio de autocrítica”.

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Intentando encontrar una respuesta a la ancestral violencia que nos lastima y denigra, que nos hunde en una nostalgia amarga y dolorosa. Voy a citar los recuerdos remotos y actuales de acontecimientos que nos han cimbrado, pero que a la vez nos ratifican como una entidad violenta; y esto se lo debemos a unos cuantos, entre los que destacan malos gobernantes.

A veces me pregunto si ello es una maldición. No sé que pasó antes del 29 de septiembre de 1531 en este lugar cuando aún no era una ciudad, pero sí un conglomerado que contaba con aproximadamente 10,000 habitantes, algo así como 200 poblaciones en lo que ahora abarca el municipio de Culiacán. Esto fue lo que encontró el conquistador don Nuño Beltrán de Guzmán, cuando en aquella fecha fundó La Villa de San Miguel de Culiacán. Tal hecho fue violento, ellos, los españoles, impusieron sus leyes y religión con base en la violencia, el despojo y el sometimiento. Ayapín era un aborigen, se reveló y les dio pelea. No pasó mucho tiempo cuando fue aprendido por las fuerzas españolas, y para que sirviera de escarmiento, se convocó a la población para que asistieran a la plaza, donde ahora está la Catedral, y vieran como fue descuartizado por cuatro caballos. El horripilante suceso y la sangre del caudillo se regó, causando el terror y el miedo perenne en la población de los tehuas. ¿Será aquella sangre la que nos mantiene la maldición de la violencia?

En el año de 1941, a las 2:10 horas en el hotel Belmar, lugar donde había un sarao de carnaval, fue asesinado el coronel Rodolfo T. Loaiza (1893-1944). Él era el Gobernador del estado, la causa de su asesinato quedó enredada y oscurecida por manipulaciones de sus enemigos políticos; para ello ligaron el caso con el narcotráfico que había sentado sus reales en Badiraguato, pero lo que sí quedó claro, fueron las recurrentes zancadillas que sus enemigos políticos atizaron durante su mando.  La muerte del coronel, fue una puñalada para la gente del pueblo, pues él había demostrado con obras que intentaba dar avance al progreso del Estado. Fue un político brillante que ocupó dos diputaciones federales, dos senadurías, la Secretaría de Gobernación y Jefe del Estado Mayor Presidencial.

El 1 de octubre de 1989, a las 9:45 a.m., por la carretera internacional No. 15, cerca del poblado de Tacuichamona, un camión pesado arroyó al ingeniero Manuel de Jesús Clouthier Del Rincón, “Maquío” (1934-1989). Fue un empresario de mucho éxito, ello se debía a que trataba a sus empleados, obreros y gente del campo en general, con justicia; les brindaba protección social y económica más allá de lo que dictaban las leyes. Ocupó puestos de líder en el sector campesino y empresarial. Al darse cuenta de la abusiva política impuesta por el unipartidismo, decidió participar y en 1988 fue candidato a la Presidencia de la República. Los resultados favorecieron holgadamente al ingeniero Cuahutémoc Cárdenas, pero el PRI se las ingenió para sabotear. Al día siguiente Maquío declaró: “la razón por la que cayó el sistema de cómputo fue que los representantes de los partidos de oposición descubrieron un banco de datos ya con resultados, esto fue apenas dos horas de concluida la jornada electoral”. Así se comprobó el fraude y Maquío inició la lucha civil, lo que a la postre le costó la vida. Para nadie es un secreto que su muerte fue un crimen de Estado.

15 de mayo de 2017, al filo de las 12:00 horas del día, muere asesinado, cerca de las oficinas del Semanario Río Doce, Javier Valdez Cárdenas. Sus asesinos intelectuales —bestias de panza insaciable y mente retorcida—, es posible estén en una cómoda residencia primaveral, de una playa o un rancho, tragando carne asada, mariscos, bebiendo cerveza o vino tinto con canapés de caviar. Entonces aquí surge esta pregunta: ¿Qué sigue? La respuesta es única: ¡Hemos de seguir el ejemplo de Javier! Alcemos nuestras voces, manifestemos nuestro repudio a los asesinos y exijamos al gobernador Quirino Ordaz Coppel, al presidente Enrique Peña Nieto y a todo el aparato gubernamental y político que respondan y castiguen a los culpables. ¡Entiéndalo señores! ¡Javier no debió morir! ¡Javier, estás con nosotros!