Gobernador de BCS encabeza reunión de evaluación tras el paso del huracán “Lorena”

FOTO: Gobierno del Estado.

La Paz, Baja California Sur (BCS). El gobernador Víctor Manuel Castro Cosío encabezó este lunes una reunión de trabajo con el gabinete legal y ampliado, en la que se evaluaron las acciones realizadas durante el paso del huracán Lorena, destacando la entrega y disposición de todo el personal del Gobierno del Estado que se desplegó en los diferentes municipios para atender a la población.

En este encuentro se reconoció la labor de los cuerpos de Protección Civil, policías, bomberos, de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), así como de la Guardia Nacional, quienes se mantuvieron en alerta permanente para salvaguardar a las familias sudcalifornianas.

De manera especial, el mandatario subrayó la colaboración de los grupos voluntarios de Protección Civil conformados por mujeres, hombres y jóvenes de las comunidades de La Bocana y Punta Abreojos, quienes demostraron solidaridad en momentos de dificultad, particularmente en las labores de apoyo en las carreteras.

Finalmente, el Gobernador de BCS anunció que, una vez que concluya el monitoreo por la posible formación de la tormenta «Mario», se emprenderá una jornada de limpieza en todo el Estado, así como la puesta en marcha de un programa emergente de bacheo para atender de manera inmediata las vialidades afectadas.




Cuando el mar respira hondo: crónica urgente de «Lorena» en Los Cabos

FOTOS: Luz Noticias | INTERIOR: José Luis Cortés.

Vientos de Pueblo

José Luis Cortés M.

 

San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). La madrugada olía a tierra batida y a miedo viejo. Septiembre abrió con un temblor de 4.3 en San José del Cabo —recordatorio de que aquí la tierra también cruje— y, enseguida, con la respiración pesada del Pacífico: Lorena. El nombre repite cada seis años como si la memoria se aprendiera por rimas. Esta vez, el ciclón nació huracán, se acercó, dejó ríos desbordados y luego se degradó a tormenta tropical; pero la degradación semántica no reduce el agua que cae ni el lodo que empuja. “Vientos en rachas, oleaje y corrientes que amenazan la vida”, advirtió el Centro Nacional de Huracanes (NHC) en su aviso matutino del jueves.

¿Actuaron a tiempo las autoridades? El Consejo Municipal de Protección Civil en Los Cabos entró en sesión permanente, abrió los refugios del Plan A y suspendió clases y trámites antes de la fase más severa del temporal, medidas anunciadas oficialmente el miércoles. Son decisiones de manual que se agradecen cuando el cielo se dobla. Medios nacionales reportaron, ya con los arroyos interrumpiendo calles y cortes de energía, 19 albergues abiertos aunque apenas 64 personas habían ingresado hasta la tarde. La cifra revela una tensión conocida: la gente prefiere aguantar en casa hasta el último minuto —y esa costumbre, en estas latitudes, suele costar caro.

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¿Se apoyó a la población? Entre comunicados y brigadas, hubo presencia institucional. CONAGUA/SMN avisó de lluvias torrenciales para el Sur de la península, con vigilancia de presas y cuerpos de agua; Protección Civil Nacional pidió extremar precauciones; y el NHC mantuvo advertencias de oleaje peligroso hasta el viernes. La coordinación interinstitucional mejoró respecto de viejas emergencias: el canal de información es más claro, las gráficas de riesgo llegan al teléfono y las suspensiones preventivas ya no se discuten como lujo. Pero la entrada a refugios fue baja y hubo afectaciones en servicios de salud, como la suspensión de consulta en la clínica 6 del IMSS y el Hospital General de San José del Cabo por inundaciones, lo que desnuda frágiles puntos de la infraestructura.

¿Qué aprendimos de los otros nombres que nos marcaron? Odile, 2014: derribó 520 torres eléctricas y dejó sin luz al 95% de BCS, con miles de viviendas y escuelas dañadas; un cataclismo que obligó a repensar todo, desde cables hasta protocolos. Lidia, 2017: al menos seis personas muertas en Los Cabos y 4,200 desalojadas, prueba de que la trampa mortal sigue estando en arroyos y pasos a desnivel. La memoria de esas pérdidas —y de las reconstrucciones posteriores— no es una cita al pie; es el mapa de lo que sí y lo que nunca más.

¿Y ahora, con Lorena? Los datos duros importan: el jueves 4 de septiembre, el sistema se debilitó a tormenta tropical, con lluvias capaces de acumular hasta 150–250 mm en zonas de Baja California Sur y de generar inundaciones y deslaves, de acuerdo con partes del SMN y reportes internacionales. En Los Cabos se registraron cortes de luz, suspensión de transporte y afectaciones viales por arroyos. No hubo un impacto directo del ojo en Cabo San Lucas, pero las bandas nubosas hicieron el trabajo sucio: agua, viento, desazolve a martillazos.

En la calle, la crónica suelta sus propios números. “Nos dijeron que abrieron refugios, pero mi mamá no quiso salir; ‘ya pasó lo peor’, me dijo. Luego se fue la luz y empezó a meterse el agua”, me cuenta por teléfono Mariela, vecina de colonia Leonardo Gastélum, mientras organiza toallas en la puerta. Su testimonio conecta con la estadística de baja ocupación en albergues: el instinto de aguantar puede más que el aviso.

¿Nos toma siempre descuidados? No exactamente. Hay avances verificables: avisos tempranos, sesiones permanentes de los consejos, planes de refugio activados, suspensiones preventivas. Pero las brechas persisten: drenaje insuficiente en colonias de crecimiento acelerado, servicios de salud que se inundan, viviendas en cauces reactivados y la cultura del “no me va a pasar”. A eso súmele que el mes arrancó con sismos —en el país y en San José del Cabo, particularmente el 1 de septiembre— y entenderemos el estrés compuesto que enfrenta la población, cuando el suelo y el cielo se mueven en la misma semana.

¿Qué hacer ya, no mañana? Tres acciones concretas y realistas: 1.-Priorizar limpieza y desazolve de arroyos y pluviales antes del siguiente pulso de lluvia; es barato y salva vidas. 2.-Aumentar la ocupación de refugios con campañas puerta a puerta en zonas de riesgo, usando mapas locales de inundación y testimonios —“quien vive cerca del arroyo, no gana discusiones al agua”. 3.-Blindar infraestructura crítica (clínicas, plantas de bombeo, subestaciones) con bordos temporales y compuertas estancas mientras llegan inversiones mayores; ya aprendimos con Odile que sin luz ni agua la emergencia se vuelve espiral.

Porque Lorena pasará del parte meteorológico a la anécdota. Lo que no puede pasar es nuestra responsabilidad. Baja California Sur no elige la ruta de los huracanes, pero sí cómo se para cuando llegan. Si seguimos apostando a la suerte, la suerte nos seguirá cobrando intereses.

La resiliencia no es una palabra bonita: es una coreografía humilde entre aviso, decisión y cuidado colectivo. Que cada alerta se convierta en puerta abierta, cada arroyo en línea roja y cada vecino en brigadista. Porque aquí, donde el mar respira hondo, la esperanza se construye con botas de hule y manos juntas. En Los Cabos, la valentía no es aguantar el golpe: es movernos antes de que pegue.

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Pronostican de 16 a 20 tormentas y huracanes para BCS: Protección Civil

FOTO: Archivo.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Entre 16 y 20 fenómenos hidrometeorológicos se prevén para esta temporada de lluvias y ciclones tropicales 2025, informó el subsecretario de Protección Civil en Baja California Sur, Héctor Amparano Herrera, en el marco de la reunión nacional, que se realiza del 7 al 9 de mayo en Mérida, Yucatán, encabezada por la coordinadora Nacional de Protección Civil, Laura Velázquez Alzúa.

Señaló que, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), para este año se espera la formación de 8 a 9 tormentas tropicales, 4 a 5 huracanes categoría 1 y 2, así como 4 a 6 de clase 3, 4 y 5.

Recordó que BCS es el Estado del país con mayor afectación por motivo de estos fenómenos naturales, con un 13.8%, por ello la importancia de seguir fortaleciendo todas y todos, la cultura de la prevención.

Indicó que el principal objetivo de esta reunión anual, es reforzar la capacidad de respuesta, protocolos de actuación de las autoridades que integran los sistemas nacional, estatal y municipal de Protección Civil.

Además de la impartición de cursos enfocados en la atención a dicha temática, con el propósito de avanzar en la profesionalización del personal.

En este sentido, puntualizó que la coordinación de recursos, acciones y voluntades, la prevención y preparación de gobiernos y población es primordial para disminuir situaciones de riesgo, ante la amenaza de un huracán.

Héctor Amparano recordó que la temporada para el Pacífico inicia el 15 de mayo y concluye el 30 de noviembre, por lo que en próximos días se instalará el Consejo Estatal de Protección Civil, donde participan instituciones de los tres órdenes de gobierno y sociedad organizada.




Mañana concluye temporada de huracanes en BCS; sólo hubo lluvias ligeras

FOTO: Protección Civil de BCS.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Mañana sábado 30 de noviembre concluye, de manera oficial, la temporada de alerta de huracanes y ciclones tropicales 2024, así como de incendios forestales, así lo dio a conocer Héctor Amparano Herrera, Subsecretario de Protección Civil de BCS, a través de un boletín de prensa.

Precisó que, durante el periodo ciclónico en el Pacífico hubo poca actividad, solamente un fenómeno tocó tierra en Baja California Sur, trayendo consigo lluvias ligeras, que de acuerdo con los registros de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), únicamente alcanzó los 15 milímetros en algunas regiones, principalmente, en los municipios de La Paz y Los Cabos.

El Subsecretario de Protección Civil de BCS agregó que, de igual forma, culmina la temporada crítica de incendios forestales en la entidad, siendo 2024 un año con menor incidencia de estos siniestros, gracias a la coordinación interinstitucional entre los tres órdenes de gobierno y voluntarios de las localidades, quienes previamente realizaron acciones de prevención en los sitios con presencia de arbustos y palmarés.

En este sentido, comentó que de acuerdo a la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), quien coordina las acciones de prevención, control y combate de incendios forestales, se informó que durante la temporada se registraron en la entidad 11, de los cuales 8 fueron en ecosistema de palmar y resultaron afectadas 71.5 hectáreas, una notable disminución respecto a los años anteriores.

Amparano Herrena reiteró finalmente el llamado a la población a permanecer atentos a los distintos medios oficiales de comunicación, ante cualquier situación que se pudiera presentar en estos días. Además, de prevenir daños a la salud ante la llegada de frentes fríos.




Huracanes: ¿Estamos listos en BCS?

FOTOS: Pexels.

Vientos de Pueblo

José Luis Cortés M.

 

San José del Cabo, Baja California Sur (BCS). BCS, un paraíso donde el desierto se encuentra con el mar, enfrenta un dilema crucial. En plena temporada de huracanes, surge una pregunta inquietante entre sus habitantes: ¿estamos realmente preparados para enfrentar un fenómeno natural de la magnitud de Odile? Este huracán, que en septiembre de 2014 tocó tierra como categoría 3, dejó tras de sí una estela de destrucción. Más de 25,000 viviendas afectadas, daños en la infraestructura turística que superaron los mil millones de dólares y un impacto psicológico que aún persiste en la memoria colectiva.

La historia de los huracanes en esta región es rica, aunque trágica. En 1997, Javier, aunque menos intenso que Odile, provocó inundaciones y deslizamientos de tierra. Un mes después, Paulina dejó un saldo de 20 muertes y daños considerables. Sin embargo, la narración de desastres comienza mucho antes. La Michoacana, que en 1905 golpeó La Paz, fue devastador, causando miles de muertes. En 1974, Celia también dejó su huella, evidenciando la vulnerabilidad de la infraestructura local ante fenómenos de tal magnitud.

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En octubre de 1976, el huracán Elisa fue un evento meteorológico significativo que impactó BCS. Se formó en el océano Pacífico y tocó tierra en la península, afectando principalmente a La Paz. Alcanzó la categoría 1 en la escala Saffir-Simpson y causó inundaciones significativas debido a las intensas lluvias y los vientos fuertes. La infraestructura de la ciudad sufrió daños considerables, incluyendo viviendas y servicios públicos. Para controlar el nivel del agua en la presa de La Paz, se tomó la decisión de abrirla, lo que, aunque era necesario, contribuyó a las inundaciones en áreas cercanas. Elisa dejó una huella en la memoria de los habitantes, resaltando la vulnerabilidad de la región ante fenómenos meteorológicos y la necesidad de mejorar las medidas de preparación y respuesta ante desastres.

Zona de huracanes

Como puede verse, la geografía de BCS, con su costa expuesta al océano Pacífico y al Mar de Cortés, la convierte en un blanco fácil para los huracanes. A pesar de las mejoras en la infraestructura desde Odile, más del 40% de las viviendas en áreas costeras no están diseñadas para resistir aquellos intensos. Esta realidad plantea un riesgo inminente para sus habitantes. La falta de planificación urbana y la expansión desenfrenada del turismo han aumentado la vulnerabilidad de la región. La urbanización en zonas de riesgo y la deforestación limitan la capacidad del suelo para absorber agua, lo que puede resultar en inundaciones catastróficas.

Con la reciente cancelación del Fondo de Desastres Naturales (FONDEN), la incertidumbre se ha apoderado de gran parte de la población. Este fondo era vital para la reconstrucción y la atención de emergencias, y su ausencia compromete la capacidad de respuesta ante futuros huracanes, alimentando la sensación de desprotección. Las lecciones de los huracanes pasados son claras. La falta de comunicación entre autoridades y población fue evidente durante la crisis de Odile.

Vientos de cambio

La necesidad de un sistema de alerta temprana más eficiente y la importancia de la educación sobre la preparación ante desastres se han vuelto cruciales. Las comunidades que implementaron medidas preventivas, como refugios temporales y planes de evacuación, lograron mitigar el impacto del huracán.

Ante la inminencia de un nuevo huracán, BCS debe reforzar sus medidas de preparación. Es fundamental invertir en la construcción de viviendas resistentes y mejorar los sistemas de drenaje. La implementación de programas educativos que enseñen a la población a prepararse, incluyendo la creación de kits de emergencia, es esencial. Además, establecer un sistema de alertas accesible y realizar simulacros de evacuación ayudará a preparar a la población y a las autoridades locales.

La historia nos recuerda que la naturaleza puede ser implacable. No se trata de si un huracán volverá a golpear BCS, sino de cuándo lo hará. La preparación y la resiliencia son claves para enfrentar lo inevitable. La comunidad debe unirse, aprender de los errores del pasado y construir un futuro más seguro. La voluntad de sanar y reconstruir es lo que permitirá a Sudcalifornia resistir el embate de la tormenta, y quizás, salir más fuerte que antes. Sin embargo, la incertidumbre que rodea la cancelación del FONDEN añade un reto adicional que debe ser atendido con urgencia por las autoridades y la colaboración de todos los sectores de la sociedad.

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