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Ignacio Alejandro del Río Chávez. Un historiador de intachable honestidad intelectual

FOTOS: Internet

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Realizar este tipo de trabajos donde se indaga en la vida de personalidades tan importantes como es este el caso, quienes fueran celosos defensores de su privacidad, es un trabajo un tanto arduo. Sin embargo, afortunadamente el Dr. Ignacio del Río vivió una gran parte de su vida en este puerto y durante todo este tiempo cultivó amistad con personas que aún recuerdan vivamente sus logros, tanto en su juventud como en los últimos años de su vida.

Nuestro personaje en comento nació en la Ciudad de México el 19 de agosto de 1937. Realizó sus estudios de primaria y los de secundaria en nuestro puerto de La Paz, Baja California Sur. A estas tierras sudcalifornianas llegó debido a que a su padre, el Ing. Ignacio del Río Arteaga, había sido llamado por el General Francisco J. Múgica para que supervisara algunas de las obras que realizaría durante su mandato. Una de las obras en mención fueron los  famosos “Portales” construidos en la calle 5 de mayo entre Francisco. I. Madero y Revolución de 1910, a un costado del Jardín “Máximo Velasco”, obra que aún perdura hasta nuestros días.

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Para realizar sus estudios de educación media superior se fue a la Ciudad de México e ingresó en la preparatoria No. 5 de Coapa (actualmente Escuela Nacional Preparatoria No. 5 “José Vasconcelos” dependiente de la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM).

Algo que pocas personas conocen, incluso aquellos que han sido acuciosos lectores de las obras del Dr. Del Río fue su exitosa incursión a una edad muy joven en el teatro. El poeta Raúl Cota Álvarez, en su libro “Reseña gráfica del teatro en La Paz” nos comenta sobre esta etapa que vivió al lado del Dr. Ignacio del Río:

En 1954, el Profr. César Piñeda Chacón organizó el primer grupo de teatro experimental al contar con la asesoría de Humberto César García, quien también había recibido una sólida formación teatral en la Ciudad de México, en donde incluso participó en varias representaciones, tales como “El idiota” y “Seis personajes en busca de autor” (de Luigui Pirandello). En el grupo “Huaxoros” (un grupo del movimiento “Scout” que formó el maestro Piñeda Chacón años atrás) surgió la idea de formar una escuela de arte dramático. El curso “Inflexión de la voz” sería impartida por Piñeda Chacón, y Humberto César García coordinaría la disciplina de “arte dramático” (con la técnica de Elia Cazan, del Teatro Studio de Nueva York). Se incorporaron al proyecto Fernando Escopinichi O., José Hernández, Carlos D. Tapia, Juan Ramos Cepeda, Rosalva Castro, Ignacio del Río, Panchito González, etc. La primera representación, ya en esta atmósfera nueva, y que sirve de galardón fundador de la “Sala IBO”, nuevo espacio escénico en La Paz, fue con la obra “Sumergidos” (de L. Stuart y Le Vergue Show), en diciembre de 1956. En ese entonces Ignacio del Río contaba con 19 años.

La “Sala IBO”, espacio breve y denso de la representación escénica; por él desfilaron declamadores, actores que sólo actuaron unos y otros que luego dirigieron con tino una serie de obras: Ignacio del Río, Aníbal Angulo, Sixto Rodarte, Juan Melgar, Raúl Antonio Cota y Eligio Moisés Coronado. Multiplicadores del entusiasmo y amor por el teatro fueron: Ignacio del Río, Aníbal Angulo y Sixto Rodarte.

Ignacio del Río, desde sus estudios en la Ciudad de México, en 1957, se había dedicado a la puesta en escena del monólogo en tres actos “Muñeca muerta” (de Horacio Ruiz de la Fuente), bajo la dirección de Carlos Ancira. Lo trajo a La Paz y lo presentó en una temporada iniciada en la “Sala IBO”, el 11 de febrero de 1958. Fue recibido el monólogo con gran aclamación de la sociedad paceña. Posteriormente Ignacio del Río (1966 – 1967), desde sus clases de actuación en la Casa de la Juventud (hoy Instituto Sudcaliforniano del Deporte), se habría de constituir en espíritu unificador de un grupo de jóvenes de los que saldrían promotores, directores, actores de la talla de Rubén Salmerón, Sixto Rodarte (que ya había sido iniciado por Humberto César García), Nieves Cadena, Rubén Sandoval, Marcelo Pimentel, Jorge Arce, Salvador Covarrubias, etc. El grupo participó en representaciones teatrales en la Ciudad de México, de donde se recuerda aquel segundo lugar nacional, obtenido con mucho prestigio con la obra “Cargamento de sueños” (teatro del absurdo), excelentemente protagonizada por Rubén Salmerón y Nieves Cadena. Tanto el director como los actores merecieron críticas favorables de la prensa capitalina.

Ignacio del Río, continuó con varias puestas en escena: Sartre, Chéjov, etc… pero, desafortunadamente para el teatro en Baja California Sur, Nacho, como le decimos los paceños, decidió estudiar Historia y se fue a la UNAM.

Entre 1959 y 1960, inició sus estudios en la Universidad Nacional Autónoma de México en la licenciatura en historia. Posteriormente, la maestría en Historia de México y el doctorado en Historia, obteniendo menciones honoríficas en todos los exámenes de titulación. El Ing. Gilberto Enrique Amador Soto me comentó que recuerda que en el año de 1965, cuando cursaba el primer año en la secundaria “José Ma. Morelos y Pavón”, el entonces Lic. Ignacio del Río les dio clases durante ese ciclo escolar y posteriormente retornó a la Ciudad de México.

El Dr. Miguel León-Portilla, en un reportaje donde habló sobre su primer encuentro con Del Río Chávez, nos dice lo siguiente: Conocí a Ignacio del Río según recuerdo hacia principios de la década de los años setentas del siglo pasado, después de tratarlo y conocerlo un poco más, le dije que si quería venir como becario al Instituto de Investigaciones Históricas del cual yo era director, él me dijo que le encantaba la idea y se vino. Al venir aquí, me mantuve en contacto con él no solamente porque era becario sino porque le dirigí la tesis de licenciatura en historia. Su tesis versó sobre lo que llamó “El régimen jesuítico en Baja California”, es decir, la presencia de los misioneros jesuitas. Fue de veras notable, tan notable que cuando presentó su examen algunos de los sinodales decían “pero esta tesis sería buena para un doctorado”. A partir de entonces seguí de cerca sus trabajos, se incorporó ya de plano como investigador de tiempo completo a este Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM y aquí laboró siempre en torno al tema de Baja California.

Del Río fue jefe del Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México a partir del año de 1965, secretario ejecutivo de la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia (1965-1967) y secretario académico del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM (1975-1976). Como investigador en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (IIB-UNAM) catalogó el Archivo Franciscano (1969-1971), en ese entonces contaba con 32 años, a partir de lo cual definió lo que sería su principal campo de interés como docente e investigador: la historia del noroeste mexicano. Fue investigador de la UNAM desde 1969, cuando empezó sus actividades en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas al cual estuvo adscrito hasta 1971, para después incorporarse al Instituto de Investigaciones Históricas desde donde alcanzó la categoría de investigador titular C.

Ignacio del Río compartió el Instituto con otros investigadores con quienes disfrutó su pasión por el estudio de la historia del norte de México, de ese modo y como consecuencia natural, a los pocos años de su ingreso fundó junto con Sergio Ortega y Noriega el “Seminario de historia del Noroeste de México” en el año de 1979. Cuando ya este seminario estuvo consolidado cambió el nombre, por el de “Seminario de Historia del Norte de México”. Como bien se expresó en un cortometraje elaborado por la UNAM y cuyo título es “Ignacio del Río Chávez. Una trayectoria intelectual” que dice lo siguiente: Al abrigo de ese Seminario florecieron trabajos de investigación y se formaron historiadores que participarían en la renovación de los estudios del norte de México, estigmatizado hasta entonces por ser una historia de campanario como la ha calificado Luis González y González, para dar paso a la integración de una historiografía académica en esta reconfiguración.

Dentro de su vasta trayectoria académica se desempeñó como profesor de asignatura en la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM, donde impartió materias de licenciatura y posgrado (Nueva España: las provincias internas y Nueva España, historia socioeconómica), y en el posgrado, en donde ha tenido a su cargo materias como: Historia económica moderna de México y el Seminario de historia regional). Fue miembro del Sistema Nacional de Investigadores, en el que obtuvo el nivel de investigador nacional III. Impartió cursos tanto en la UNAM como en las universidades de los estados de Querétaro, Tamaulipas, Sinaloa, Sonora, Baja California y Baja California Sur. Así mismo, fue director de una gran cantidad de tesis de licenciatura y posgrado, así como creador de artículos y ponencias, seminarios, semanas de historia, congresos, etc. en instituciones de enseñanza superior y demás.

En una interesante biografía que elaboró el Mtro. Eligio Moisés Coronado, historiador, profesor emérito y miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua, sobre Ignacio del Río Chávez nos dice que el mencionado historiador Afirmaba que la historia de México se examina muchas veces desde una perspectiva centralista, que ignora la diversidad de los procesos formativos regionales y que supone que todo lo sucedido fuera del núcleo central del país carece de entidad propia. Por ello, Del Río Chávez fue constante y entusiasta cultivador y promotor de la historia regional; insistió en que, sin considerar los procesos formativos regionales, es imposible la comprensión de la dinámica histórica del país entero.

Algunos de los libros, escritos en autoría o en coautoría por Ignacio del Río, son: “Breve historia de Baja California Sur”, “Crónicas jesuíticas de la antigua California”, “Guía del Archivo Franciscano de la Biblioteca Nacional de México, Volumen I”, “Historia general de Sonora”, “La fundación de la California jesuítica. Siete cartas de Juan María de Salvatierra, S. J. (1697-1699)”, “Vertientes regionales de México. Estudios históricos sobre Sonora y Sinaloa (siglos XVI – XVIII)”, “Conquista y aculturación de la California jesuítica”, “Tres siglos de historia sonorense”, “Nicolás Tamaral informa sobre las misiones del sur peninsular. Año de 1730”, “Todos Santos, una misión californiana”, “Velázquez de León, Joaquín, Descripción de la antigua California, 1768, presentación, transcripción paleográfica y notas”, “Vertientes regionales de México”, “A la diestra mano de las Indias”, “Descubrimiento y ocupación colonial de la Baja California”, “El régimen jesuítico de la Antigua California” y “La aplicación regional de las reformas borbónicas”.

Es autor, además, de varios libros de texto, preparados junto con otros investigadores universitarios entre los que destacan: “Culturas, sociedades y naciones”, libro de texto de ciencias sociales para segundo año de secundaria, “México: su evolución cultural”, libro de texto de ciencias sociales para tercer año de secundaria, “México y el mundo contemporáneo”, libro de texto de ciencias sociales para primer año de secundaria.

A lo largo de su vida recibió diversos reconocimientos, como el Premio Universidad Nacional en el área de investigación en humanidades en 2004. Asimismo, obtuvo el premio al mejor artículo del periodo novohispano del Comité Mexicano de Ciencias Históricas por su texto “Comercio, libranzas de Real Hacienda y circulación monetaria en el norte de la Nueva España (1773-1810)”, publicado en Estudios de Historia Novohispana, núm. 35, julio-diciembre 2006.

Es de sobremanera importante y un acto de justicia a su memoria y legado, el mencionar que fue el Dr. Ignacio del Río un incansable promotor para la creación de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) al lado del destacado maestro Román Pozo Méndez, éste último, comisionado por el entonces gobernador Ángel César Mendoza Arámburo para la formación de nuestra máxima casa de estudios. Este anhelo se vio concretado el 26 de diciembre de 1975, cuando fue aprobada por el Congreso del estado la creación de esta importante institución. También se debe al firme impulso del Dr. Del Río, que junto a un equipo integrado por el Dr. Rubén Sandoval, Mtro. Jorge Amao Manríquez y la Dra. Martha Micheline Cariño Olvera, crearon la Licenciatura en Humanidades (1989) y, posteriormente, la Licenciatura en Historia (1993), la Maestría en Historia Regional (1994) y, finalmente, el Doctorado en Historia de México (2004), todos ellos ofrecidos por la UABCS.

En una ocasión Del Río Chávez dijo: …una investigación sólo puede ser en algún grado valedera si se realiza con plena honestidad intelectual. Se trata de no engañarnos a nosotros mismos por pura soberbia ni mucho menos incurrir en falsía tratando de engañar a los demás. El error o la insuficiencia no son moralmente reprobables; lo es, en cambio, la simulación, que, obviamente, jamás podrá ser una vía para enriquecer el conocimiento. La honestidad pide también ser congruentes con nuestras más altas responsabilidades sociales: ser profesionales de la investigación nos obliga a no quedarnos cortos en el esfuerzo, a emplear al máximo nuestras mejores capacidades…

La Dra. Edith González Cruz comenta lo siguiente sobre la obra de Ignacio del Río: Su carácter de promotor de proyectos académicos, proyectos editoriales y proyectos culturales en el caso concreto para Baja California Sur pues vamos a ver que el doctor Del Río tuvo que ver en la creación de la licenciatura en historia de nuestra Universidad que se abrió en 1989, también al doctor Del Río se debe el Posgrado en Historia, en la Maestría en Historia Regional que se abre en nuestra Universidad en 1994 y, a él se debe también el Doctorado en Historia. Quiero decirte que la Maestría de Historia Regional que surge en 1994 aún se mantiene, o sea tiene cumplidos 20 años este 2014 de estar funcionando. El doctorado se dijo desde un principio que era una promoción solamente y así fue, pero a él se debió la apertura del doctorado en historia, a él se debe también la creación del Seminario en Historia Regional que se abrió en la Universidad de 1990 y que en este Seminario participaron investigadores de las carreras de Ciencias Políticas y de Humanidades, un seminario que fue muy fructífero porque pues de él resultaron varias publicaciones y a él se debe también un proyecto que se llama “Fuentes para la historia de Baja California” y que vamos en el sexto volumen; entonces creo que en ese sentido el doctor Del Río pues nos dejó  una gran obra.

Por su parte, la Dra. Rosa Elba Rodríguez Tomp menciona, sobre la obra del Dr. Del Río: “Ignacio del Río es una figura muy importante para la historiografía de Baja California Sur, yo diría que para la instauración del norte de México, por supuesto, pero en términos de mi trabajo de investigación y yo creo que también en términos de la recuperación de toda una serie de elementos historiográficos que fueron fundamentales para empezar a trabajar de manera académica el tema de la historia de la historia regional y de la historia de Baja California Sur, pues las obras de Ignacio del Río han sido fundamentales”.

El Dr. Francisco Altable Fernández nos explica las características de una de las  obras que para él es de las más importantes del Dr. Del Río Chávez: Si tuviera que elegir una elegiría sin duda la de su libro “Conquista y aculturación en la California jesuítica”. En esta obra don Ignacio del Río aborda, entre otras cosas, pero de manera central, justamente el proceso de aculturación; es decir, este proceso de cambio cultural con el que la Compañía de Jesús pretendió integrar religiosa y socioeconómicamente a los indios californianos; la aportación en esto en particular sería la de que al entrar en contacto estas dos culturas: la española y la indígena; y ser una de ellas dominantes (la española)  eso hizo posible, eso hizo viable, justamente el cambio cultural, independientemente del grado de éxito de ese cambio cultural. Hubo un proceso de cambio cultural, es innegable, pero ese proceso no hubiese sido posible sin este factor de dominio, entonces está este concepto esta idea que es muy sencilla pero que don Ignacio del Río lo explica elegantemente, concienzudamente, en el libro y sirve evidentemente no solamente para explicar el proceso de aculturación en la California sino en general, por lo menos en las provincias norteñas de nueva España. Creo que esa sería la gran aportación historiográfica de don Ignacio del Río en esta obra en particular.

Finalmente el Mtro. Ignacio Rivas Hernández expresa sobre Ignacio del Río: De la obra de Ignacio del Río he retomado para mis trabajos de investigación el sentido que le da a lo regional, las perspectivas que él ve en el enfoque regional, el enfoque de historia regional para la investigación histórica de México y, sobre todo porque él nos advierte de que estas perspectivas se pueden ampliar en la medida en que nosotros nos distanciemos de las interpretaciones “esencialistas”, es decir aquellas que conciben a la región como algo, como comunidades históricas e integradas en sí mismas sin relación con su con su entorno, entonces él en esta interpretación ve que si bien reconocen que hay cambios también son interpretaciones que mantienen la idea que hay elementos que se sostienen de manera perdurable y que no cambian.

El Dr. Ignacio del Río falleció en esta ciudad de La Paz, B.C.S. el 10 de junio del año 2014.

Personalidades de la estatura de Ignacio Alejandro del Río Chávez, que tanto dio no sólo a la historia de las Californias sino en la formación de cuadros que ahora son investigadores e historiadores de primera línea en las instituciones superiores de todo México, deben estar siempre presentes en nuestra mente y ser recordados como personas que supieron ocupar el lugar que la historia les iba marcando, pero sin perder ese espíritu de fraternidad y compartir que debe caracterizarlos.

 

 

Bibliografía:

 

Archivo Histórico “Pablo L. Martínez” del gobierno de Baja California Sur

“Ignacio Alejandro del Río Chávez” – Mtro. Eligio Moisés Coronado

(biografía elaborada en base a información personal y algunos textos alusivos.)

http://www.sudcalifornios.com/item/personajes-celebres-sudcalifornios-13

Documental: “Vida y obra del Dr. Ignacio del Río”.

Video realizado por el Departamento de Extensión y Divulgación Científica del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S.C bajo la dirección de la Lic. Cinthya Castro Iglesias, a solicitud expresa de la Dra. Edith González Cruz, investigadora-profesora de la UABCS.

Presentado durante el Simposio Internacional de Antropología, Historia y Estudios Culturales de las Tres Californias, que se llevó a cabo en La Paz B.C.S

VIDEO ENTREVISTA A IGNACIO DEL RÍO – ESTUDIOS HISTÓRICOS SOBRE LA FORMACIÓN DEL NORTE DE MÉXICO

http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/autores/delrio.html

UNAM – INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS

Ignacio del Río – Mercados en asedio. El comercio transfronterizo en el norte central de México (1821-1848)

http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/autores/delrio_mercados.html

UNAM – INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS

Dirección General de Asuntos del Personal Académico – UNAM

https://dgapa.unam.mx/index.php/semblanzas-anio-pun-2015/semblanzas-2004-pun-2015/236-2004a09-del-rio-chavez-ignacio-alejandro

Dr. Ignacio Alejandro del Río Chávez – Investigación en humanidades

https://dgapa.unam.mx/index.php/semblanzas-anio-pun-2015/semblanzas-2004-pun-2015/236-2004a09-del-rio-chavez-ignacio-alejandro

Mtro. Raúl Cota Álvarez – “Reseña gráfica del teatro en La Paz”

Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora – Comité Internacional de Ciencias Históricas.

VIDEO “Vida y obra del Dr. Ignacio del Río”

Idea original de la Dra. Edith González Cruz

Dirección Cinthya Castro Iglesias

Extensión y divulgación científica – Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste.

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El Archivo Histórico “Pablo L. Martínez”. La Casa de la Historia Californiana

FOTOS: Cortesía.

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hablar de la conformación del Archivo Histórico de Baja California Sur es hablar uno de los episodios más fecundos de nuestra tierra, de una historia de amor a los hechos y protagonistas de los mismos que nos han dado identidad y presencia en todo el mundo. Nuestro Archivo Histórico “Pablo L. Martínez” cumple el día de hoy sus primeros 50 años de existencia, pero gracias a los vientos de cambio que soplan en la actualidad se verá fortalecido para cumplir muchos años más.

Desde la llegada de los primeros colonos europeos a estas tierras sus hazañas se vieron documentadas en los diarios de navegación que por obligación debían de llevarse en estos viajes. Algunos de estos diarios eran más prolijos que otros, por ejemplo los de las expediciones de Rodríguez Cabrillo y Francisco de Ulloa por su naturaleza de exploración y descubrimiento venían saturados de información de sitios y sucesos que acontecían en su día a día así como mapas de los recorridos que hicieron, sin embargo hubo otros bastante escuálidos como los documentos que se guardan de la expedición de Hernán Cortés a nuestra península, tal como si pareciera que el militar extremeño no quisiera dejar huella de su desastrosa visita.

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Con la llegada de los jesuitas y el inicio de la colonización formal de nuestra California, se continuó con la reseña escrita de lo acontecido. Los gobiernos civiles que se establecieron desde aquellas épocas, resguardaron de forma más o menos sistemática documentos de distinta naturaleza y propósito. Al paso de los años todos estos documentos se fueron enriqueciendo con aquellos que emanaban de los poblados que se iban creando así como del registro del cúmulo de sucesos acontecidos en nuestra tierra durante La Colonia, la Independencia nacional, La Reforma, el Imperio de Maximiliano, el Porfiriato, La Revolución Mexicana, etcétera.

Lamentablemente no fue sino hasta finales de los años 60´s del siglo XX, que se decide investigar en dónde se encontraban almacenados estos documentos, los que existieran, con el fin de darles el tratamiento y el sitio privilegiado que deberían de tener como prueba de la historia viva de esta tierra californiana. Ya don Pablo L. Martínez había reseñado que durante la invasión del filibustero William Walker a Baja California (1853) y su precipitada huida de nuestra ciudad de La Paz ante el temor de ser tomado prisionero por el ejército federal, huyó llevándose en su barco todo el Archivo General del Territorio. Afortunadamente una gran parte de este fue recuperado y regresado a esta ciudad capital.

Al pasar de los años
y con la llegada a nuestra entidad del Lic. Hugo Cervantes del Río como
gobernador del territorio (1965-1970), se empezaron a realizar una gran
cantidad de obras de interés público para tratar de resolver el gran atraso que
existía en la entidad en este aspecto. Fue para el año de 1959 que acude a
nuestro territorio el emérito investigador Miguel León-Portilla para dar una
serie de conferencias ante la comunidad de historiadores. Durante su estancia,
el historiador León-Portilla empieza a indagar con las personas del gobierno
territorial sobre la existencia de algún archivo o los documentos que se
tuvieran sobre la historia de nuestra península. La tarea de buscar estos
documentos le tocó al profesor Armando Trasviña Taylor, en ese entonces
director de Acción Social y Cultural del gobierno del Territorio. Las pesquisas
dieron resultado y se tuvo conocimiento que en un cuarto del piso superior de
lo que era la cárcel municipal y delegación (el Sobarzo) se encontraban
almacenados todos esos documentos. De inmediato se dieron a la tarea de rescatarlos
y clasificarlos para iniciar con lo que fueran las bases del Archivo Histórico
del Gobierno del Territorio. Fue una labor titánica ya que los documentos
estaban amontonados sin el menor cuidado, muchos de ellos deteriorados por el
paso del tiempo y la nula protección ante los fenómenos atmosféricos, el polvo
y la fauna nociva. Gracias a la paciencia y trabajo del profesor Trasviña
Taylor y el Sr. León-Portilla, los documentos quedaron debidamente resguardados
y fue el 9 de mayo del 1959 en que el gobernador Cervantes del Río realizó la
ceremonia en la que se da formal existencia a este recinto de la historia.

De acuerdo a lo indagado por el profesor e investigador Gilberto Ibarra Rivera en su libro La Paz, ciudad y puerto mexicano Origen, proceso histórico y símbolos emblemáticos, el trabajo inicial de investigación fue realizado por la profesoras Guadalupe Pérez San Vicente y Beatriz Artega Garza, enviadas por el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, encargadas de ordenar, catalogar y brindar el adiestramiento del personal local, representados por Ernestina Sánchez, Blanca Estela Moyrón Fuentes y Virginia Acuña, quienes concluyeron la clasificación de las siguientes secciones: Justicia, Hacienda, Relaciones, Fomento y Gobierno. Posteriormente la organización definitiva quedó distribuida en los seis ramos siguientes: I. La Colonia (1744-1821), II. República Centralista (1822-1856), III. Reforma (1857-1875), IV. Porfiriato (1876-1910), V. Revolución (1911-1917), VI. Regímenes Revolucionarios (1917-1956).

Las personas que han tenido el gran honor de dirigir este repositorio han sido los siguientes: Virginia Acuña (1969-1971); José Andrés Cota Sandoval (1971-1975); Félix Lucero Félix (1975-1979), periodo que estuvo albergado en el Archivo General del Edo. y en 1977 adscrito a la Oficialía Mayor de Gobierno; Eligio Moisés Coronado (1979-1982); Blanca Estela Moyrón Fuentes, responsable de los servicios técnicos y en 1982 encargada de la dirección, pasando a depender nuevamente de la Dirección de Acción Social y Cultural del Gob. del Edo., a partir de 1983; Jorge Luis Amao Manríquez (1983-1992), a quien en 1986 le correspondió el traslado del Archivo en la planta alta de la Unidad Cultural Profr. Jesús Castro Agúndez; Leonardo Reyes Silva (1992-1999), en este periodo, pasó como dependencia del Instituto Sudcaliforniano de Cultura al crearse en 1994; Hilda Silva Bustamante (1999-2004) y Elizabeth Acosta Mendía, directora actual, a partir de 2004.

El 11 de enero de 1972 se le impuso el nombre del profesor e historiador cabeño Pablo Leocadio Martínez Márquez, que para efectos prácticos únicamente lleva el nombre de “Pablo L. Martínez”. El colocarle el nombre de este insigne sudcaliforniano no fue algo fortuito sino que fue en un justo reconocimiento a uno de los historiadores más destacados, y pese a no contar con una formación académica en historia ni muchos recursos para realizar sus indagaciones, pudo realizar una extensa obra de investigación así como de creación literaria de este género, la cual no ha podido ser igualada por nadie más hasta el momento.

De acuerdo a los datos de la obra ya mencionada del profesor Ibarra Rivera, hasta el año 2012 se reportó en el Archivo Histórico la existencia de sus activos en las cantidades siguientes: 69 158 documentos en todos los ramos y AGE; en la sección cartográfica o mapoteca: 437 mapas, planos, diseños y croquis (siglos XVIII, XIX y XX); en la sección hemerográfica: 7437 periódicos, 914 diarios, semanarios o mensuales y 1653 boletines; en la sección de biblioteca: 5325 ejemplares, conteniendo bibliografía especializada, bibliografía general, guías archivísticas, informes de gobierno y revistas; material litográfico: 3850 fotografías: paisaje, personajes locales y nacionales; rubro de donaciones, creado por participación social: 4950 documentos recibidos; así como también registra una sección administrativa de 151 catálogos e inventarios.

En la actualidad el Archivo Histórico realiza una gran cantidad de actividades como son la presentación de conferencias sobre temas históricos, realización de cursos y talleres, exposiciones fotográficas, seminarios, presentaciones de libros sobre temáticas históricas. También cuenta con presupuesto para reimpresión de diversos libros sobre temas de historia regional y para impresión de nuevos escritos con este corte literario, también se han editado DVDs sobre las pinturas rupestres de San Francisquito. Además de lo anterior cuenta con personal para resguardar y preservar la gran cantidad de documentos que contiene, y ofrece una atención directa a los investigadores o usuarios que deseen conocer sus acervos.

El Archivo Histórico inició su funcionamiento en el año de 1959 en un edificio que se encontraba en el cruce de las calles 5 de mayo e/ Fco. I. Madero y Belisario Domínguez, después estuvo establecido durante 27 años en la planta alta de la Unidad Cultural “Profr. Jesús Castro Agúndez”, hasta que se llevó a cabo la construcción del moderno y funcional edificio, sito en las calle I. M. Altamirano entre M. de Legaspi y A. Navarro, inaugurado el 5 de noviembre de 2013.

Baja California Sur cuenta hoy con uno de los archivos históricos más fuertes y activos de todo México. La vasta obra literaria, sus modernas instalaciones y el sello característico de calidez que se le ha impreso a la atención de los usuarios y la preservación de sus acervos, nos hace desearle una larga vida, y que estos primeros 50 años que festeja hoy sea el presagio de una larga vida y de un crecimiento cada vez mayor y mejor.




Gilberto Ibarra Rivera: la historia de la Historia de La Paz

FOTOS: Modesto Peralta Delgado

Colaboración Especial*

Por Modesto Peralta Delgado

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En uno de esos duros días invernales que hubo el año pasado, me tomé un café con el maestro Gilberto Ibarra Rivera, uno de los hombres más eruditos en Historia de Baja California Sur, a quien el Congreso del Estado le otorgó la Medalla al Mérito “Profr. Nestor Agúndez Martínez” en 2011; y en 1994, la SEP —a través de CONARTE—, le dio una medalla designada por una comisión de la UNESCO por su trayectoria en la historia de la educación y el normalismo. El 2018 salió publicado su Diccionario Sudcaliforniano, que aspira a convertirse en uno de los mayores referentes enciclopédicos del Estado, y que le llevó unos 15 años elaborarlo.

Llegamos puntuales a una cafetería ubicada por el Jardín Velasco. Él iba vestido muy sencillo, con una camisola morada y un pantalón de vestir. Al explicarle por teléfono el motivo de la entrevista, fue muy formal, pero ya en persona, es alguien que realmente disfruta contar la historia social, política y cultural de la media península; además, mucho lo leyó, pero mucho, también, lo vivió: platicar con él es platicar con un almanaque choyero viviente. No acude a ningún dispositivo ni agenda para dar puntualmente fechas, nombres y lugares. El 4 de febrero pasado cumplió 75 años, y asombra su lucidez y su memoria prodigiosa.

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Nació aquí, en la ciudad de La Paz, en 1944, y todavía recuerda que su Jardín de Niños fue el “Cristóbal Colón”, y su escuela primaria, la “Venustiano Carranza”. Al salir de sexto grado tuvo que trabajar mientras estudiaba la secundaria nocturna, y su primer empleo fue barriendo el hangar del capitán Antonio Colunga, y luego en el taller del piloto Juan Romero Ortega. A los 15 años terminó la secundaria y se incorporó a la Escuela Normal “Domingo Carballo Félix”. “Yo pertenezco a la decimoséptima generación, 1959-1962”. Claro, eran otros tiempos: “afortunadamente, cuando yo salí de la Normal se había conseguido que a los egresados se les diera plaza federal en BCS, Sonora, Sinaloa, BC, pero también a los estados donde la persona lo solicitara. Yo me quedé aquí en Baja California Sur, porque obtuve un quinto lugar generacional, y dejaban a los 10 primeros lugares en el que fuera el Valle de Santo Domingo”.

Combinando su labor docente —esto en el municipio de Comondú—, a principios de los años 60’s, empezó a escribir sus primeros ensayos, crónicas y poemas. “Fui de los primeros docentes que ganó un año sabático, la beca al desempeño académico, y a los 32 años de servicio me jubilé y desde entonces me he dedicado a desarrollar la escritura, sobre todo como una forma de entretenimiento y terapia ocupacional. La investigación ha sido un aspecto formativo muy importante. Mi intención era dejarle algo a la juventud, a los que estudian”. Todo empezó con una biografía de Domingo Carballo Félix, porque cuando entró a la escuela “ni los alumnos sabían algo acerca del personaje que corresponde con el nombre de la Normal”. Investigó en los archivos de la escuela, en la SEP, y la biografía se publicó en 1980, y ya lleva 3 ó 4 reediciones, contó él mismo. El mismo año, con el apoyo del maestro Armando Trasviña, le fue publicado su primer poemario. Con esto, apenas le empezaba a agarrar sabor a lo que ha sido su pasión: la Historia de Baja California Sur. Si bien, no estudió una licenciatura en Historia, señaló que la Escuela Normal Superior lo formó en metodología e investigación, “herramientas para conocer las historias de los pueblos, de la tierra donde uno nació, lo que ha sido básico para mí (…) Fue en las reuniones de los maestros de Secundaria, alrededor de los años 70´s, cuando surgió esa inquietud; me preguntaban qué quería hacer en el futuro, yo respondía que deseaba hacer algo con mi propia especialización en Historia y Literatura. Y me puse esos objetivos, Yo tengo que escribir algo de historia, algo de literatura, algo de lingüística”.

En 1989, publicó El habla popular en Baja California Sur y Vocablos indígenas de Baja California Sur. Originalmente, ambos eran un solo volumen titulado Perfil sociolingüístico de Baja California Sur, pero cuando se iba a publicar, le dijeron que era demasiado grueso y que iba a ser costoso, por lo que se publicó como dos obras distintas; por el segundo obtuvo el Premio de Investigación Estatal en 1991. De ahí le siguieron, Historia de la educación en Baja California Sur, desde su origen hasta el siglo XIX; La historia de Baja California Sur en el siglo XX; Escritos y escritores de temas sudcalifornianos; entre otros. Han sido, en total, diez libros —tres más en coautoría, como Historia general de la Universidad.

“El último libro, Diccionario Sudcaliforniano, lo empecé en el año 2000 y lo terminé en el 2014, Sandino Gámez —en aquel entonces estaba al frente de Fomento Editorial—, era quien me estaba apurando para que lo entregara y publicarlo rápido; sin embargo, se tardó 3 años en publicarse debido a cuestiones de presupuesto, de formato, y se comenzó a vender ahora en el 2018.  El libro requirió una gran inversión de tiempo. Cuenta con 990 páginas “y se pueden encontrar datos desde la época antes de Hernán Cortés, los indígenas, la época colonial hasta la época actual”.

Como un experto de las diversas etapas históricas del Estado, le pregunté ¿cuál sería la época más gloriosa de BCS y La Paz? Y respondió “creo que la época de los 60´s y 70´s fueron décadas de gran desarrollo para la comunidad, sobre todo por la influencia de El Valle; porque por aquí salían los cargamentos de algodón y se miraba mucho movimiento; la llegada de los Ferris brindó también un importante desarrollo, la población se incrementó; posiblemente las condiciones económicas en las familias eran las mismas, pero en la ciudad sí era notable dicho desarrollo; ésta creció, se expandió, superada sólo por Los Cabos. Cuando se reabrió Puerto San Carlos se notó la caída de La Paz, cuando ya no era la salida de los productos del Valle de Santo Domingo. La caída del peso también tuvo que ver. Ha habido altas y bajas. En cambio, Los Cabos, ha ido siempre hacia adelante”

Sobre los acontecimientos clave que marcaron a esta capital sudcaliforniana, explicó que para él fue “la caída de los municipios libres, en el año de 1925-1927, que llegó a traer una especie de decadencia. Esa época es muy importante porque la gente pedía rescatar la democracia que se tenía, había desaparecido el aspecto democrático. Chucho Castro y Pablo L. Martínez decían “Vamos rescatando lo que teníamos, dando importancia a la gente que ya vivió y que nos dejó algo”. Hablar sobre el regionalismo, es lo que debemos rescatar, el regionalismo político y el regionalismo cultural. En el primero se pedía que se rescatara la cuestión democrática, que se eligieran a las personas que nos iban a representar en las Delegaciones del gobierno, porque ya habían desaparecido los municipios, y lo mínimo que se podía hacer era que esas personas fueran nombradas por la gente misma, que no se designaran. En la cuestión cultural, el rescate del regionalismo se dio a través de la historia, a través de la literatura, por ejemplo, Pablo L. Martínez creo la revista Sudcalifornia, en donde decía “Hay que hablar sobre nuestra entidad”. Aquí empieza a surgir la necesidad de conocer nuestra identidad. Con el paso de los años, se había creado un frente regional para luchar por un desarrollo industrial en el Estado, por un gobernante nativo, y el frente regional, por el sindicalismo que había crecido mucho, se convirtió en un partido, eso no le gustó a algunos participantes y se separaron para crear el Frente de Unificación Sudcaliforniana, en junio de 1945 —el famoso FUS. Es ese momento el que precisamente a mí más me interesa, de los años de 1925 a 1950, ya que son muy importantes para Baja California Sur, son años que te dejan ver aspectos de la identidad sudcaliforniana; también en una época anterior, la época de la Reforma, la cual encausó esa identidad”.

Quienes hemos leído, o al menos hojeado, alguno de los libros de Gilberto Ibarra Rivera, podemos constatar un oficio de investigación y un esmero en el cuidado de la escritura. Algunos de ellos, no son narraciones, son estampas y conceptos de nuestra tierra sudcaliforniana, pero dichos con una precisión que se convierten en referentes bibliográficos de alta calidad. Cuando se le ve al maestro, pausado pero preciso en su decir, se entiende que sin crear ficciones, también es un artesano de las palabras. Las “emperilja” como dijera el poeta Pablo Neruda.

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*Esta es una serie de cinco entrevistas realizadas para el Centro de Artes, Tradiciones y Culturas Populares de Baja California Sur, institución que posee el derecho de autor de estas publicaciones.

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Pablo L. Martínez, 121 Años del natalicio del más conocido historiador de BCS

FOTOS: Internet

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hablar de los hombres y mujeres que forjaron la identidad de estas tierras calisureñas es algo que debe de llenar de orgullo y satisfacción. Las regiones de la California ancestral nunca fueron fáciles de habitar; bronca, salvaje e indómita son palabras que pueden aplicarse fácilmente a este suelo, sin embargo, aun con estas desventajas dentro de su territorio, surgieron ciudadanos que fueron y son pilares fundamentales para el progreso de nuestra patria.

El caso que hoy trataré es el del maestro e historiador Pablo Leocadio Martínez Márquez. Nuestro personaje nació el 11 de enero de 1898 en el poblado de Santa Anita en el Distrito Sur de Baja California; sus padres fueron José Martínez e Isabel Márquez; desde muy pequeño fue muy dedicado a los estudios y por ello sus padres lo inscribieron en la escuela elemental del rancho La Playa, donde llegado el tiempo reglamentario culminó sus estudios con excelentes notas.

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Al concluir la escuela primaria, Pablo L. Martínez ingresó a la Academia para Maestros, especie de Escuela Normal Rural, que el profesor Vicente V. Ibarra creó en San José del Cabo, concluyendo el ciclo de tres años de 1912 a 1915. Sin embargo, desde 1914, al triunfar la Revolución Mexicana, obtuvo el cargo de Maestro de la Federación. Simultáneamente a su preparación docente, cursó un año de Geografía e Historia Universal, así como 2 de Latín y Raíces Griegas con el sacerdote italiano Celestino Grisciotti, y de 1922 a 1924 estudió las materias del programa de la Escuela Normal de México bajo la dirección del educador poblano Pedro González Orduña.

Inicia su labor docente en las primarias de los poblados de San Miguel de Comondú, San José del Cabo y Todos Santos hasta llegar finalmente la ciudad de La Paz; al mismo tiempo que desempeñaba sus tareas como maestro, tuvo una amplia participación en el periodismo, fundando en 1927 el periódico Labor omnia vincit en La Paz y El luchador en San José del Cabo. En 1928 participó en la revista Adalid dirigida por el profesor Jesús Castro Agúndez, y de 1930 a 1933 dirigió en esta ciudad capital un pequeño periódico llamado Sudcalifornia.

Deseoso de que la juventud de su estado natal lograra continuar los estudios posteriores a la educación primaria, en el año de 1929, Martínez Márquez fundó y dirigió la Escuela Secundaria Número 14, la cual con el paso de los años llevaría el nombre de “José María Morelos y Pavón”. En 1937 viajó a la Ciudad de México y a partir de esa fecha radicó de forma permanente en ese sitio. A la llegada del General Agustín Olachea a la gubernatura de Baja California Sur en enero de 1946, Pablo L. Martínez empieza la producción de diferentes libros entre ellos Efemérides californianas, con lo cual inició su inclusión dentro de los historiadores de nuestra entidad.

De 1950 a 1952 dirigió en la Ciudad de México la revista Baja California, en compañía de Alfonso Landera Quijada, quien la sostenía económicamente de forma altruista. Invitado por Braulio Maldonado Sández, gobernador de Baja California, en 1953 viaja a radicar a ese estado; en 1958 publicó el libro El magonismo en Baja California en donde escribe una defensa del papel de los hermanos Flores Magón en el levantamiento armado que se suscitó en la frontera norte de México en 1911.

Es durante los años de 1954 a 1959 en que Martínez Márquez realiza una extensa y minuciosa investigación sobre la historia de Baja California que culminó con el libro llamado Historia de Baja California; otra de sus obras más sobresalientes fue la Guía familiar de Baja California la cual contiene datos por demás interesantes del origen de los principales apellidos que hoy forman los troncos familiares en Baja California Sur.

El historiador sudcaliforniano falleció el 9 de enero de 1970 en la Ciudad de México a la edad de 72 años, debido a una neumonía complicada con un avanzado estado de inanición. Sus restos fueron sepultados en el panteón de San José del Cabo, y posteriormente trasladados a la Rotonda de los Sudcalifornianos Ilustres.

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