1

Día de Muertos o Halloween, ¿cuál tradición es más fuerte en BCS?

FOTOS: Internet.

Tierra Incógnita

Por Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En la actualidad, es de lo más común observar en las escuelas y diversos espacios culturales y cívicos de nuestra Sudcalifornia, diversas manifestaciones en recordatorio de los “fieles difuntos” y de los “santos inocentes” —como se les denomina en la religión católica a los jóvenes y adultos que ya fallecieron, los primeros; y los niños, los segundos—. También los concursos para ver quién se disfraza de la mejor “Catrina” son bastante concurridos.

Sin embargo, es necesario que se conozca que este tipo de “culto a los muertos” apenas inició de la manera que se ha descrito en la década de 1980 en adelante en nuestras ciudades. Cuentan los mayores, que antes de los años 80’s, en todos los pueblos y ciudades de Baja California Sur, por lo general la forma de celebración del Día de muertos era simplemente acudiendo a los panteones de la comunidad a limpiar las tumbas y rezar un Padre Nuestro o un Ave María por el eterno descanso del familiar. También se acostumbraba a acudir a las misas que se daban en las diferentes iglesias por el descanso eterno de las personas difuntas. ¡Y eso era todo!

También te podría interesar: La rebelión de los pericúes. Un grito de rebeldía en la California ancestral 

Muchas personas creemos que este tipo de manifestaciones culturales, como los “Altares de Día de Muertos” y “Las Catrinas” llegaron junto con el arribo de personas de grupos étnicos, sobre todo de Oaxaca, Guerrero y Estado de México, los cuales venían a trabajar en los campos algodoneros del Valle de Santa Domingo o San Juan de Los Planes. Las personas de estos grupos se reunían en casas en donde entre todos construían Altares y esperaban la llegada de sus difuntos tal como lo hacían en sus comunidades de origen. También es importante resaltar que los Altares de Muertos en los Museos, Casas de la Cultura, Presidencias Municipales, etcétera, fueron obra de artistas y académicos los cuales las habían podido apreciar en sus viajes a diferentes lugares de la República Mexicana y quisieron compartir estas manifestaciones culturales con los habitantes de este rincón de la patria. Finalmente, también jugó un papel de gran relevancia el Consejo Nacional para la Cultura y Las Artes (Conaculta) el cual fomentó, a través de programas de radio, televisión y medios impresos la masificación de los festejos de Día de Muertos de las comunidades indígenas y/o mestizas de diferentes partes de México.

El culto prehispánico

El culto a la muerte se ha practicado en BCS desde antes de que fuera ocupada por los exploradores españoles y los sacerdotes jesuitas. Se han encontrado entierros rituales con una antigüedad de entre 1000 y 1700 años en los sitios que actualmente conocemos como Ensenada de Muertos, Isla Espíritu Santo y Rancho Rodríguez, en el municipio de La Paz; El Médano, Barco Varado y playa Las Destiladeras, municipio de Los Cabos; San Juanico, las islas Margarita y Magdalena municipio de Comondú; y en Bahía Concepción, municipio de Mulegé.

En estos sepulcros, los cuerpos estaban envueltos en pieles de venado y firmemente atados con trozos de cuerdas realizadas con hoja de palma o de maguey machacadas. En ocasiones las piernas de los cuerpos eran flexionadas hacia atrás, con los tobillos a la altura de la cadera. Finalmente se depositaban los restos sobre una cama de conchas de almejas —es por ello que estos entierros se les denomina “concheros”—, la cual se ubicaba en un hoyo en la arena a unos 50 centímetros de profundidad. Por lo general, estos entierros se realizaban cerca del mar y casi siempre eran individuales aunque en ocasiones se han encontrado parejas —hombre y mujer— enterrados juntos. Se han estudiado estos entierros de forma más sistemática desde finales del siglo XIX por algunos investigadores como Edward Palmer y el francés León Diguet, y algunos de los investigadores contemporáneos son James R. Moriarty, George Shumway, C. N. Warren (1959); Carl L. Hubbs (1961); Malcolm J. Rogers (1966); Emma L. Davis (1976); María Teresa Uriarte (1977); Magdalena R. Sánchez y Eric Ritter (1994); y Matthew D. Lauriers (2003), entro otros.

Algunas evidencias encontradas hacen suponer también que cuando fallecía un integrante de una de las diferentes etnias que habitaron nuestra Sudcalifornia, se procedía a su cremación, preparando diferentes objetos del difunto para que se le colocaran a su lado. Finalmente resalta un descubrimiento sumamente interesante el cual se realizó a partir del año del año 2000. El antropólogo físico Alfonso Rosales-López, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), informó que las pruebas físicas y biológicas indican que los esqueletos fueron enterrados dos veces. Primero, el cadáver era colocado dentro de una fosa, una vez que tenía un avanzado estado de descomposición era desenterrado, para posteriormente seccionarlo manualmente y realizar una segunda inhumación”. Este sistema de doble enterramiento, tenía como finalidad terminar con el sufrimiento de la persona fallecida, puesto que “el concepto de muerte (como biológicamente lo entendemos) no existía, pero, los cambios físicos provocados por el proceso de descomposición hacían creer que experimentaba dolor, por lo que se pensaba que seccionando el cuerpo liberaban al individuo de este padecimiento. “Para ellos este momento no era de muerte, sino un simple cambio de estado, en donde el dolor era una constante, porque el cuerpo cambia de coloración, le salen moretones y arroja líquidos por los orificios.

¿Dulce o tradición?

Es obvio que con la desaparición de los casi 40 mil indígenas — cantidad que había a la llegada de los exploradores europeos y el inicio de las Misiones, en la Antigua California—, las costumbres y simbolismo de los entierros practicados por estos grupos, se perdió. Con el auge de las misiones se desplazaron las creencias de los pocos indígenas que quedaban así como de los mestizos y colonizadores que iban llegando a estas tierras. Ya para finales de 1700, en la Antigua California sólo existían las creencias traídas por los sacerdotes y los colonos extranjeros y con las cuales se rindió “homenaje” a todas las personas que partían de este reino mortal.

Finalmente, es importante no soslayar la influencia que ha tenido el festejo angloirlandés denominado Halloween en los diferentes estratos sociales de nuestro estado. Si bien es cierto que este festejo no tiene nada que ver con el culto y respeto hacia los seres que ya fallecieron, es una actividad colectiva que se ha introducido paulatinamente en nuestra cultura y que es practicada por niños, jóvenes y adultos. Esta actividad fue proliferando a partir de los años 70’s con la llegada de grandes cantidades de turistas, sobre todo estadounidenses, los cuales acostumbraban festejarlas en los hoteles de los diferentes destinos turísticos.

Con el paso del tiempo invitaban a ciudadanos mexicanos para que compartieran con ellos y se desplazaban por diferentes partes de algunas ciudades del estado disfrazados con atuendos típicos de este festejo. Posteriormente los comerciantes, restauranteros y dueños de bares encontraron una posibilidad de explotar este “festejo” para obtener ganancias y empezaron a promover entre los niños y jóvenes la realización de “Noches de Brujas”, “Fiesta de disfraces de Halloween”, etcétera. En bares y restaurantes, con una gran concurrencia. Las dulcerías y lugares donde se vencían golosinas también empezaron a adornar sus escaparates con los objetos típicos del “Halloween” y aprovechaban la llegada de los niños y jóvenes que pedían su jalowi, para que los adultos que los acompañaban comprara algún producto de la tienda.

No cabe duda que nuestra hermosa tierra sudcaliforniana tiene una heterogeneidad de costumbres, tiene historia y tiene un pasado pleno de tradición en el “Día de Muertos” y con la llegada de las diferentes manifestaciones culturales sobre este mismo festejo, nos enriquecemos y crecemos aún más.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




¿Conoces la leyenda de El Sobarzo, en La Paz?

sobarzo

Actual Biblioteca “Justo Sierra”, ubicada en la zona centro de La Paz. Fotos: Archivo Histórico “Pablo L. Martínez”.

Colaboración Especial

Por Gamaliel Valle Hamburgo

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Sobre la calle Altamirano esquina con Constitución, en el Centro Histórico de La Paz, se encuentran las instalaciones de la Biblioteca Pública Estatal “Maestro Justo Sierra”. El edificio construido en 1918 por el ingeniero Manuel Balarezo se erige en paredes de piedra cantera y techos de madera, y en su primera función fungió como casa habitación para el general Manuel Mezta; en la década de 1930, la viuda del General vendió el lugar al Gobierno del Estado y es así que se convierte en un hospital antituberculoso con el nombre del “General Manuel Sobarzo”.

Así, comentan sus trabajadores, que tal vez por su pasado histórico el sitio guarda cierta vibra mística en donde con cierta regularidad se observan fenómenos paranormales como ruidos de pasos y siluetas que avanzan. ¿Es posible que este sitio sea un punto de encuentro para vivos y muertos?

Al caer la noche algunos vecinos comentan que se pueden escuchar varios sonidos que provienen del interior del recinto sin que nadie esté dentro de él. Llantos, gritos y temibles sombras pueden ser divisadas por los grandes ventanales con vista a la calle Altamirano. En sus inicios cuando aquel hospital era anti tuberculoso murieron docenas de personas debido a la tuberculosis, enfermedad que abrazaba al entonces Territorio Sur; algunos años más tarde aquel recinto de piedra cantera se convirtió en cárcel pública, barandilla y más tarde en Delegación de gobierno.

Los empleados, así como los presos, fueron presa del terror en innumerables ocasiones, ya que se decía que en los pasillos de aquel lugar merodean las almas de aquellos que no descansaron en paz.

sobarzo_3

El relato más conocido ocurrió en 1932 al sargento Agustín Loera, encargado de la Policía, y muy querido en el entonces denominado Territorio Sur. Agustín dijo haberse sentido muy mal una noche mientras estaba de guardia, pues unos incesantes ruidos parecían provenir de todas direcciones, escuchó llantos, golpes en el techo y en más de una ocasión las farolas se apagaron. Varios —entre ellos los internos—, se burlaron de él e incluso estuvo a punto de perder su trabajo, sin embargo, días después al tocarle la guardia, de nueva cuenta, le tocó ser participe de esta manifestación paranormal, pues por la mañana un segundo guardia llegó para tomar el turno y al ver que Loera no estaba alertó a los presentes diciendo que Agustín había abandonado la guardia sin autorización.

Un gendarme, finalmente, encontró a Loera en el calabozo número cinco. Se encontraba muerto bocabajo recostado en el piso. Lo impresionante de este asunto es que las llaves de aquel calabozo tenían por lo menos dos años perdidas y estaba cerrado en su totalidad, fue necesaria una veintena de hombres y un automóvil para tirar la reja y de esta manera sacar al Sargento Loera, pero lo que todavía era más notable el rostro de aquel hombre se encontraba desfigurado y con la cara desencajada de dolor perpetuo.

Aquella fue la historia más comentada entre la sociedad paceña, sin embargo otra historia tiene que ver con una de sus ilustres internas llamada Nastia Pavionovera Pondolovoc, quien fue detenida por enriquecimiento inexplicable y que escapó poco antes del huracán Liza, para jamás volver. Aquella mujer tenia lujos en la cárcel y según algunos documentos de época se descubrió un túnel que conectaba su celda al exterior por el cual ella salía y entrada mientras todos dormían.

Actualmente, el inmueble es la biblioteca pero se dice que aún ocurren situaciones poco explicables: que en más de una ocasión han hecho partícipe a los empleados quienes pensando que se trata de un lector más, lo ignoran, hasta que a la mala se dan cuenta de que es un alma en pena.

sobarzo_2

 




Por la mexicanización del Halloween

halloween_principal

En vez criticar el Halloween, “por no ser mexicano”, ¿no deberíamos de adoptarlo definitivamente? Fotos: Internet.

Colaboración Especial

Por José Soto Molina

 

Ciudad Constitución, Baja California Sur (BCS). La penetración del Halloween en la cultura mexicana es un hecho irreductible. Las culturas nunca han sido fijas, y la mexicana es el ejemplo de hibridaciones y mestizajes a lo largo de la historia. El Halloween y el Día de Muertos se presentan por separado, a veces mezcladas en su parafernalia, pero el sentido que el mexicano le concede a la muerte es exclusivo de México y reconocido en el mundo.

Cuando planteamos la idea de “mexicanizar” el Halloween nos referimos a la idea de adoptar, satirizar, apropiar, asimilar, resemantizar, territorializar y hegemonizar las tradiciones norteamericanas a los valores de la cultura mexicana. La idea no es nueva ni siquiera original, lo que le quita controversia al asunto. Ya el cristianismo del siglo XVI introdujo las ideas de salvación en las culturas amerindias. El impacto en la cosmovisión indígena se registró en los rituales, danzas y tradiciones, teniendo en la virgen de Guadalupe: un ejemplo claro de asimilación y mexicanización.

La resistencia de las civilizaciones indígenas y la sociedad colonial y postcolonial española ha perdurado bajo diversas formas hasta consolidar una tradición del Día de Muertos que puede estructurarse en la visita a los panteones y las ofrendas; en el pedir calaveritas, que compite con pedir el Halloween; en las calaveras literarias y las Catrinas; en el montaje teatral de los Tenorios; y otros que pertenecen a las múltiples regiones mexicanas.

catrinas_muertos

La cultura anglosajona de muchas formas ha sido asimilada en México, lo mismo que la influencia francesa durante la etapa positivista (de Juárez a Díaz). El Halloween puede mexicanizarse igualmente durante la celebración de muertos en tanto no se pierdan sus elementos de identidad. Debe su éxito al comercio, a la moda y al cine de monstruos y fantasmas. Su mayor presencia se observa en la franja fronteriza y entre los grupos juveniles o de clase media. El Día de Muertos mexicano tiene una larga tradición cultural muy arraigada en los mexicanos, tanto que en California el Halloween enfrenta cada vez la influencia latina por la creciente inmigración mexicana.

El sentimiento anti-norteamericano sigue presente; por eso se critica la entrada de McDonald’s, de Blockbusters y del Halloween. Pocos norteamericanos han advertido el proceso inverso de mexicanización de Estados Unidos –el Taco Bell, por ejemplo- y hasta gustan de los mexican curios como La Llorona, las Catrinas y otras manifestaciones culturales de millones de residentes de origen mexicano. El Día de Muertos se ha convertido en festividad cultural nacional de los mexicanos en Estados Unidos, asociada al Halloween, por la coincidencia de fechas.

Al Halloween no hay que temerle ni combatirlo. Las culturas indígenas han resemantizado productos extranjeros, como la Coca Cola en ceremoniales chamulas. Lo mismo puede hacerse con el Halloween, que es un divertimento para niños y un negocio que genera grandes derramas. No es el caso del Día de Muertos, donde prácticamente se paraliza México y se pueblan los panteones.

No podemos culpar al sistema educativo nacional ni a la pérdida del nacionalismo cultural por la entrada del Halloween. La mexicanización parte de fortalecer nuestras raíces culturales, utilizar el genio de los mexicanos para recrear las tradiciones en una época postmoderna y globalizada. El Día de los Muertos sintetiza en muchas maneras el culto a la cultura mexicana en el mundo. Por eso se le declaró Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.




Cine de terror en La Paz

cine_terror

Isabel Adjani y Sam Neill en “Posesión”. Fotos: Internet.

Colaboración Especial

Por Lefteris Becerra

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). En octubre organizamos en el cineclub Medusa un ciclo de cine de terror en el que programamos cuatro filmes de diferentes años, países de producción y creadores, que en contraste coinciden en dos características: son filmes de culto y de producción independiente, por fuera de la industria hollywoodense. Para abrir proyectamos el clásico de serie B, I Walked with a Zombie (1943) del prolífico director de origen francés Jacques Tourneur, inolvidable sobre todo por los tres filmes que dirigió producido por el legendario Val Lewton, entre los que se cuenta el mencionado. Ambientado en una isla caribeña, la película de Tourneur es un hito cinematográfico al que se le reconoce el aliento poético de la puesta en escena de un drama que involucra rituales del vudú. Quien desee saber más sobre este singular creador y este filme, debe consultar el estudio de Chris Fujiwara, Jacques Tourneur: The Cinema of Nightfall reimpreso en 2011.

La sede del cineclub es el Big Sur Café, ubicado en Zaragoza #40, entre Artesanos y 16 de Septiembre en la colonia centro, teléfono 1226806. Funciones todos los martes a partir de las 20:00 horas. Se puede consultar su programación en la página de Facebook de la Red de Cineclubes de La Paz y en la del Big Sur Café Orgánico.

zombie

Continuamos con otros dos filmes de culto filmados en 1981, el primero en Francia bajo la dirección del director polaco Andrzej Żuławski, conocido en medios más undergrounds debido a su aproximación extrema, sin concesiones, al séptimo arte. Programamos Posesión (foto principal) con las actuaciones desquiciadas de la hermosa Isabel Adjani (Anna/Helen) y el neozelandés de origen irlandés Sam Neill (Mark). Se puede decir que se trata de una película de terror psicológico en el sentido de que todo lo que vemos puede ser interpretado como el producto de la mente desquiciada de Mark al confirmar sus sospechas de que su mujer Anna lo engaña. Cada secuencia de la película obedece a las ansiedades, terrores, pánicos, neurosis, delirios y demás alteraciones del equilibrio emocional cuyo origen está en la crisis de su matrimonio.

De hecho, Żuławski —tristemente fallecido el 17 de febrero de este 2016— experimentó por esos años una crisis similar a la de su personaje Mark, al ser abandonado por su esposa, la actriz Malgorzata Braunek, en fuga con un hombre que en la película se transmuta en el personaje de Heinrich —interpretado magistralmente por el actor alemán Heinz Bennent—; Malgorzata y Andrzej procrearon al ahora director de cine Xawery, quien tenía 9 años cuando se estrenó la película de su progenitor, dentro de la cual la paternidad tiene un espacio propio.

Como es sabido, la vida privada de Żuławski fue su principal fuente y, como Anna en la admirada secuencia en un túnel del metro, el artista polaco necesitaba expeler todo lo que guardaba en su alma enferma. El contexto y la búsqueda de un planteamiento más amplio que incluyera la dimensión política —la historia ocurre en un barrio de Berlín cuyo límite era el propio muro desde el que la policía de la Alemania socialista, escrudiña con aparatosos binoculares las vidas privadas de los alemanes occidentales; además, el propio Mark es un espía y está relacionado con ese submundo— y la metafísica, en su búsqueda por darle un rostro al mal y reflexionar sobre su naturaleza, no están fuera del filme, proveyéndolo de ese modo de una serie de capas y apuntes que le dotan de la densidad tan característica que posee y que sigue provocando la admiración —que puede manifestarse al mismo tiempo como fascinación y repulsión— a 35 años de haber sido pergeñada.

Aunque estrenada el mismo año que Posesión, 1981, Scanners o el descriptivo título con el que se le conoció en México, Telépatas, Mentes destructoras, se halla en otra exploración del género de terror. El artista David Cronenberg creó su séptimo largometraje como una más de sus extrañas exploraciones de fenómenos psíquicos atípicos, con potencial para hacer daño a escala masiva, en la línea de su interés por las epidemias y otros desastres humanos. Si Posesión es un filme sobre los tormentos de una pareja que se disuelve o divide, Scanners es sobre el potencial de unas supermentes para destruir y controlar a los otros.

Mientras todo en el filme europeo es, monstruo incluido, el producto del choque entre las psiques, en la película de Cronenberg los superpoderes de 237 individuos entre 4 mil millones de habitantes de la Tierra, mezclados con las perversas intenciones de uno, les convierten en monstruos. Empero, el terror que plantea el director canadiense está más relacionado con una fuente muy actual de poder y destrucción social: las corporaciones, específicamente las farmacéuticas. A la luz de lo que se avecina con el Tratado Transpacífico y su equivalente para el Atlántico, en el que los derechos de propiedad intelectual ocupan un lugar preeminente, en un panorama ocupado por instituciones como la Police Intellectual Property Crime Unit de Londres y el FBI gringo persiguiendo a personas que comparten libremente material cultural en Internet, los elementos planteados por Cronenberg son plenamente convincentes, pertenecen al ambiente de terror en el que vive el planeta entero, dominado por unas cuantas transnacionales capaces de todo con tal de ampliar su control y sus ganancias.

scanners

Para cerrar, programamos un clásico del subgénero del ciberpunk, el filme japonés Tetsuo: el hombre de hierro, que es una especie de mezcla entre La metamorfosis de Kafka, Videodromo de Cronenberg y Ereaserhead de David Lynch. Shinya Tsukamoto realizó este filme de modo independiente con una cámara de 16 mm con una estética afín al videoarte que se practicó con intensidad en esa época en diferentes latitudes de la aldea global. Tetsuo encarna (y “enmetala”) todos los temores y ansiedades que la tecnología provoca en las personas, con una mezcla de fascinación pero también de la incertidumbre oscura del destino al que conduce el viaje tecnológico que no conoce freno o límites sino que está desbocado con el ímpetu característico de las máquinas. Si Kafka imaginaba una pesadilla en la que Gregorio Samsa despierta siendo una conciencia atrapada en el cuerpo de una cucaracha gigante, Tsukamoto escenifica en su filme la transformación de un oficinista en máquina, un hombre-máquina.

tetsuo_terror

Al igual que todas las películas del ciclo, Tetsuo también es una película sobre las relaciones de pareja —ya sea entre hombre-mujer o entre hermanos— y todos los terrores que anidan en ella. Es curioso que cuatro películas tan disímbolas, parten de los conflictos emocionales derivados de las desavenencias entre las personas. Es como si la comedia romántica, cuando se enfoca no en el idílico momento de la conquista o reconquista, sino en las sombras y los momentos poco gratos del amor y la fraternidad, resultara en las pesadillas que suele narrar el cine de terror.

Para concluir el mes dedicado a ese género, el cineclub Medusa ofrecerá una semana entera, del miércoles 26 al lunes 31, una selección diaria de seis películas de terror: Ju-On: The Grudge (Takashi Shimizu, 2002), Ringu (Hideo Nakata, 1998), Exterminio (Danny Boyle, 2003), Vampyr (Carl Th. Dreyer, 1932), La bruja (Robert Eggers, 2015) y La cosa (John Carpenter, 1982).

programa_cine