1

¿El Método o los métodos? Feyerabend y su anarquismo (I)

FOTOS: Internet.

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Método es sinónimo de optar por un camino que se oponga a la suerte o al azar; es decir, un orden supeditado a un conjunto de reglas. Si el azar condujera a un fin entonces no sería necesario un método para alcanzarlo. Ahora bien, el tipo de realidad que se desea conocer puede determinar el método que utilizaremos para conocerla. Por eso se asume que las matemáticas emplean otro método estructural que la física o que la biología o que la historia o que la ingeniería. Entonces ¿hay un Método Científico o existen diversas estructuras metodológicas?

Feyerabend alude a que El Método originalmente está basado en la filosofía de Aristóteles, un empirismo que puede relacionarse con el realismo ingenuo. Para el estagirita, la experiencia es importante para el conocimiento y su método, inserto en la mentalidad de la Europa medieval, no permitía el uso de instrumentos que distorsionaran los sentidos humanos para conocer el universo.

También te podría interesar: Logros científicos de las misiones Apolo

A partir de la tradición aristotélica, algunos pensadores desearon encontrar un método para lograr y justificar un conocimiento objetivo. Por ejemplo, en el siglo XIII Raimundo Lulio desarrolló un sistema lógico basado en la astrología y en las categorías aristotélicas que puede considerarse un método científico. Lo nombró el Arte, una serie de silogismos y símbolos cristianos que pueden ser utilizados como clave para entender el universo; el logos de la creación perfecta representado por un árbol.

Pero fue Abu Alí al Hasan Ibn al Haytham mejor conocido como Al Hazen quien a principio del siglo XI en el Cairo se propuso resolver un problema de óptica que había permeado durante siglos. ¿La luz la irradia el ojo o es percibida por él? Para atacarlo, propuso un método muy ajeno a los métodos escolásticos que imperaban en Europa. Los pasos eran: entender la naturaleza de un problema. Aprender todo lo que pueda sobre el problema mediante un estudio preliminar, leyendo la obra de otros sabios y haciendo mediciones precisas. Formular una hipótesis clara; una teoría conjeturada que crea que podría explicar el fenómeno. Investigar la hipótesis y ver qué predicciones observables puede hacer. Diseñar y realizar experimentos para poner a prueba estas predicciones.

En su tratado Kitab al -Manazir, cada afirmación técnica está apoyada en pruebas experimentales o matemáticas. Tal puede considerarse el método científico moderno 600 años antes de Galileo.

Giacomo Aconzio (1592 – 1578), ingeniero italiano protegido de la reina Isabel I de Inglaterra, pensó que el estudio de un método era fundamental para adquirir conocimientos verdaderos. La metodología de Aconzio es una doctrina lógica, gnoseológica y pedagógica pues se basa en la adecuada comunicación de estos conocimientos.

En su obra De methodo, hoc est, de recte investigandarum tradendarumque artium et scientiarum ratione, Aconzio pensó que sólo son cognoscibles las cosas finitas e inmutables (ya de entrada los biólogos perdemos pues estudiamos seres mutables)  y que el conocimiento se obtiene por medio de un razonamiento, pero distingue el conocimiento basado en la abstracción y el obtenido por medio de la experiencia. El mejor método de conocimiento es el que va de los efectos a las causas y de los fines a los medios, pero de acuerdo con el orden de las evidencias que se vayan obteniendo en el proceso del conocimiento. Es un método inductivo-analítico.

Fue René Descartes, en su Discurso sobre el método, quien propuso que un método puede ser utilizado por cualquiera independientemente de la concepción que se tenga de él. Aquí es donde podemos subrayar el nacimiento de un Método Único, pues servía, según Descartes, para mediante la razón encontrar la verdad en las ciencias. El método cartesiano se basaba en la medición de los fenómenos.

Que un método era necesario para la investigación de la verdad era noción compartida por Galileo y Francis Bacon. Pero ni Galileo siguió reglas metodológicas exactas ni Descartes siguió su método universal para realizar sus experimentos sobre óptica y sus contribuciones a la geometría analítica.

La noción de unidad de método se popularizó a mediados del siglo XIX debido al enorme optimismo de pensadores como Helmholtz, que, a partir de la primera ley de la conservación de la energía, supuso a la ciencia como sistema del mundo y filosofía total, pues mediante fuerzas, masas y leyes inmutables daría una descripción completa de las formas y estructuras trascendentes que conforman los fenómenos. Según esta doctrina, el método de la ciencia es uno y él mismo; aunque puede adoptar especializaciones diferentes según las distintas ramas de la ciencia, sus características esenciales son las mismas.

Antonio Aliotta, muerto en 1964, intentó ensamblar de una manera metodológica la ciencia con la filosofía. Este método considera al experimento como criterio de verdad, pero, en este caso,  el experimento debe de ser un programa de acción total que afecta tanto a lo práctico como a lo teórico.

¿Qué método es el mejor? ¿Existe sólo uno que caracteriza las ciencias? Un filósofo anarquista va a pensar en lo absurdo de establecer tal caracterización. Cuando Paul Feyerabend publicó Contra el método en 1975, varias voces académicas aullaron indignadas llamándolo enemigo de la razón y de la ciencia.[1]

Absurdo. Lo que hizo el filósofo alemán —que había estudiado teatro y física también— fue analizar la historia de los conocimientos científicos, dando luz acerca de que las investigaciones que han dado frutos de conocimiento aceptado, e incluso cambiado paradigmas científicos, han violado de forma natural los estándares establecidos o las normas de un llamado Método Científico; desde el punto de vista de las normas vigentes para la ciencia, estas investigaciones fueron cualquier cosa menos método. De ahí su frase penosamente malentendida de todo vale.

Feyerabend analiza el cómo triunfó la teoría de Galileo al defender la de Copérnico debido a la condición histórica del medio académico de su tiempo, en que muchos estaban hastiados del latín, de los escolásticos, en medio de una atmósfera intelectual que rechazaba a Aristóteles y volvía a Platón y a Cicerón. Galileo malinterpretó observaciones, adecuó fenómenos celestes y de observación a su hipótesis y rechazó los que la falseaban, cometió trucos y estratagemas matemáticos y de propaganda.

Remito el lector a la obra de Feyerabend para que conozca cómo Galileo, héroe de la ciencia moderna, trabajó con una metodología irracional respecto a un supuesto método.

Continuará en la segunda parte….

 

[1] En un número de la  revista Nature de 1987 se calificó a Feyerabend como “el peor enemigo de la ciencia”.

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Logros científicos de las misiones Apolo

FOTOS: Internet.

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Este aniversario del alunizaje del Apolo XI, se colma de teorías conspirativas sobre el fraude de dicho viaje, de análisis geopolíticos en la Guerra fría, del programa espacial como aparato ideológico o de dominio táctico, de los primeros cosmonautas mártires del Apolo I, de los millones de dólares gastados en el marco de la Big Science, etcétera.

Y, aunque no se puede entender la génesis y el proceso del programa sin el contexto histórico, poco se enfoca sobre los conocimientos que se lograron con los alunizajes de las misiones Apolo.

También te podría interesar: Filosofía y matemáticas (II)

En este programa se construyeron 15 cohetes Saturno V, 16 módulos de mando y 12 módulos lunares. Seis veces se logró que un humano pisara la superficie lunar. El costo fue de 20,400 millones de dólares (114,500 millones de dólares actuales), lo que implica que cada alunizaje costó 19,000 millones de dólares.  ¿Se justifica el dinero gastado en los resultados obtenidos?

Es cierto que, los viajes del Apolo XI al Apolo XIV, fueron realizados con objetivos políticos, mientras que los viajes del Apolo XV al XVII, se basaron en objetivos de corte científico sobre la luna y el origen y evolución del Sistema Solar.

Las expediciones recolectaron 382 kg de rocas y muestras de suelo, taladraron para obtener núcleos a una profundidad de 2 m, se midieron flujos de calor, se realizaron experimentos sísmicos, se detectaron iones supertérmicos  y se determinaron rangos de formación de cráteres.

Las muestras lunares aportaron información isotópica y química, que limitaron las teorías sobre el origen de la luna. Antes de 1969, la composición del satélite se infería a través de medidas de densidad. Urey, había estimado que la luna era más vieja que la Tierra.

En 2017, se realizó un análisis de isótopos de lutecio y uranio en fragmentos de circones obtenidos de rocas lunares, extraídas en 1971 por astronautas del Apolo XIV. Los resultados sugieren que la luna tiene unos 4500 millones de años. Estos datos dieron un espaldarazo a la teoría  de la formación lunar de Hartman y Davis (1975). Sugiere que la Tierra chocó contra un embrión planetario, bautizado como Tea, y de esta colisión se formó una luna líquida primigenia que después de solidificó.

Las muestras lunares han mostrado que, a nivel geoquímico, la composición de la mayor parte de la luna, difiere significativamente del manto terrestre. La mayor parte de las muestras tienen una edad mayor a 3600 millones de años, se observaron registros de flujos de lava de 4100 millones de años en una pared de 350 m de profundidad, y 1.5 km de ancho al este del Mar Imbrium por la tripulación del Apolo XV.

El Apolo XVI desplegó un telescopio ultravioleta para realizar observaciones astronómicas. Se exploraron seis sitios en un rango muy limitado, la máxima distancia fue a 7.5 km del Apolo XVII.

El Apolo XVI desplegó un telescopio ultravioleta para realizar observaciones astronómicas. Se exploraron seis sitios en un rango muy limitado, la máxima distancia fue a 7.5 km del Apolo XVII.

En la expedición del Apolo XV, el comandante Scott realizó un experimento que puso a prueba la teoría de Galileo sobre la caída de los cuerpos. A finales del siglo XVI, el matemático  postuló que dos cuerpos caerían al mismo tiempo, independientemente de su peso, si se soltasen desde una misma altura y en ausencia del aire. Aunque Giovanni Battista Riccioli realizó un experimento para refutar a Galileo y defender la teoría de Aristóteles, dejando caer dos objetos desde una torre de Bolonia en 1644, pasaron cerca de cuatro siglos para que un hombre hiciera el experimento en condiciones idóneas. Scott dejo caer un martillo de 1.3 Kg y una pluma de halcón de 30 g al mismo tiempo, confirmando la teoría de Galileo. Irónicamente, fue Riccioli quien bautizó a ciertas regiones lunares como mares.

En la primera expedición del Apolo XI, Buzz Aldrin desplegó un detector de viento solar e instaló un reflector láser de 100 espejos de sílice, que reflejó un rayo disparado desde la Tierra. Con esto, se determinó una distancia más exacta entre nuestro Planeta y su satélite de 380 mil km. Los resultados del sismógrafo, sugieren que la luna tiene un núcleo de metal fundido que se enfría poco a poco. El sismógrafo no soportó ni una noche lunar bajo temperatura de -100 °C y se descompuso.

Las siguientes misiones colocarían otros cuatro sismógrafos. Por cierto, este reflector láser sigue funcionando en la actualidad y ha aportado conocimientos, como que la luna traza una órbita espiral alejándose de la Tierra a un ritmo de 3.8 cm al año. No se entiende porque sucede este fenómeno, algunos científicos especulan que tiene que ver con los océanos terrestres. También se ha probado la teoría de la relatividad de Einstein  mediante estos espejos.

Si se suma el tiempo de expedición, se obtiene un número total de tres días de exploración efectiva. Si pensamos que la superficie lunar es un 25 % más grande que África entonces inferimos que el rango de exploración fue mínimo.

Aun así, se lograron obtener conocimientos interesantes. Ahora sabemos que la luna está integrada por material rocoso, expulsado de diversos volcanes, que se ha derretido en varias ocasiones y que ha sido impactado por numerosos meteoritos. Su corteza es de 60 km, tiene una litosfera uniforme de 60 a 1000 km y una astenósfera semilíquida de 1000 a 1740 km, con un probable núcleo de hierro. Aunque no posee campo magnético, algunas rocas sugieren que existieron algunos en el pasado.

Todas las rocas lunares se originaron en procesos de altas temperaturas en ausencia de agua y los geólogos las dividen en anortositas, basaltos y brechas.

La luna es asimétrica, quizá por la influencia gravitacional de la Tierra. Su corteza es más gruesa en la zona más alejada de la Tierra, mientras que las cuencas volcánicas son más comunes, junto con inusuales concentraciones geológicas masivas (mascones), en las zonas más cercanas a la Tierra.

Los registros de los cráteres, productos de colisiones de meteoritos, se han calibrado usando datación de las rocas, para dar pistas sobre la evolución geológica de Mercurio, Venus y Marte. La interpretación fotogeológica de estos planetas se basa en los conocimientos lunares.

Los análisis del polvo lunar dan información sobre la evolución del sol, debido a los isótopos implantados por la radiación.

Para desilusión de los conspiranoicos, no se encontró presencia de formas de vida, ni actual, ni registros del pasado; ni organismos vivos, ni fósiles, ni compuestos orgánicos nativos. Los únicos compuestos orgánicos provienen de los meteoritos.

El primer y único científico que pisó la luna, fue el geólogo Harrison Schmidtt en 1972, tripulante del Apolo XVII,  que recolectó regolito en el valle Taurus-Littrow al sureste del Mar de la Tranquilidad; tal expedición fue la última. Desde entonces los humanos no han regresado.

La cancelación del programa dejó proyectos inconclusos, la recolección de paleofragmentos de lava, el rango de formación de cráteres en la exploración que nunca se realizó en el cráter Copérnico. Se quedaron en el tintero, experimentos para examinar la hipótesis de que en esa época el sol era 5% más masivo que ahora, la recolección de posibles fragmentos de la Tierra primitiva, que quedaron como consecuencia de la colisión con Tea, y el registro de flujos de rayos cósmicos. Desde los 90’s se ha concebido la realización de una base lunar internacional que albergue astrónomos y técnicos. El proyecto permanece congelado.

Varios logros técnicos se fundamentaron en esta carrera espacial, por ejemplo, los microchips de su teléfono móvil, querido lector, son los nietos de los circuitos usados en la computadora de los Apolo. Asimismo, se incrementó el conocimiento sobre el cuerpo humano en condiciones extraterrestres y se afianzaron nuevos conocimientos médicos.

Que cada lector juzgue si se justificó el gasto, las pérdidas humanas y el proceso en alcanzar la luna. Lo cierto es que, la epopeya de salir del planeta y pisar otro astro, no se debe a la humanidad –que es un noúmeno abstracto- sino a algunos hombres geniales, audaces y con gran voluntad, que demostraron que el sueño de la razón logra prodigios.

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.