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El fantasma de la isla San José; el enigma de ‘El loco’ extranjero

FOTO: Internet.

California Mítica

Por Gilberto Manuel Ortega Avilés

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Más que una leyenda de fantasmas es una historia real, ésta es un relato que toma por referencia el libro Mar Roxo de Cortés, Biografía de un Golfo de Fernando Jordán, escrito entre 1950 y 1951, temporada en la que probablemente se sitúe la siguiente narración.

Su nombre era Wilhem Winkle, originario de Alemania. Estudió Ingeniería en Minas y después de nacionalizarse estadounidense, se vino a la isla San José a trabajar.

Después de terminar con sus labores mineras, todos los trabajadores se fueron en un barco enviado por los jefes (cien obreros y familia). Todos menos Winkle.

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Los habitantes de la isla aseguran que este personaje estaba cuerdo cuando sus compañeros dejaron la isla, que incluso después del último pago que se hizo les dio ánimos y se miraba sonriente.

Fueron inútiles los esfuerzos de sus amigos para convencerlo que se fuera con ellos, y fueron los primeros en llamarlo Loco, como ya habían levantado el campamento; se quedaría solo en la isla desértica, sin hogar, sin ropa y sin víveres. Winkle sólo alzo los hombros y dijo: “Me quedo.”

Los pescadores que tenían su campamento cerca, lo observaban de lejos, y vigilaban sus movimientos, como cuando se quedaba fijamente mirando la cumbre de la montaña, cuando se quedaba sentado en la playa. O cuando deambulaba por las orillas.

Los pescadores llegaron asegurar que no dormía ni comía nada, que sólo se la pasaba mirando al horizonte como si nada más importara.

Por las noches observaban cómo desde la cueva que vivía, encendía una fogata, la cual alimentaba los temores de los pescadores; sin embargo, ellos jamás le dirigieron la palabra ya que estaban demasiado sugestionados por las historias que se contaba respecto a él.

Otros pescadores aseguraban que se la pasaba recorriendo la isla buscando pepitas de oro y madre perla. Pero esto no lo pudieron comprobar porque jamás le hablaron.

Tiempo después los pescadores encuentran el cuerpo, el cual llevaba muerto varios días, y había comenzado a ser comido por los animales.

Fue enterrado por los pescadores, y la leyenda comenzó a crecer más porque ahora decían que se aparecía el fantasma del loco y que incluso en las noches se miraba el fuego encendido desde el interior de la cueva donde él vivió.

Wilhem no dejó nada que pudiera dejar pistas de sus acciones, sólo una intrigante frase grabada en la pared de la cueva, en su idioma natal Freihiet durch Einsamkeit que en  español significaba “la soledad como vía a la libertad”.




¿Conoces la leyenda del fantasma de la novia que se dejó ver en el Carnaval?

FOTO: Modesto Peralta Delgado.

California Mítica

Por Gilberto Manuel Ortega Avilés

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). A mediados del siglo pasado, cuando las fiestas del carnaval aún se celebraban en el Jardín Velasco, frente del antiguo Palacio de Gobierno en La Paz, entre risas, cascarones, confetis y música, surgió esta leyenda.

Una noche de carnaval, el joven taxista Manuel Salvador Villalobos, se encontraba bailando alegremente hasta la madrugada; cuando sintió hambre fue a comer menudo al restaurante “La preferida”, atendido por doña Panchita Díaz de Espíndola. En ese lugar, un hombre le pidió que lo llevara al “mirador” que se encontraba en lo que hoy conocemos como “Colina de la Cruz“.

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Cuando venía de regreso, en una esquina casi a la altura del panteón, le hizo la parada una esbelta mujer, cubierta de ropajes negros, quien se cubría el rostro con un rebozo del mismo color. La mujer le entregó al taxista un papel que supuestamente decía “Lléveme a la calle Legaspy con Aquiles Serdán, cerca de la escuela 27…”

Durante el trayecto, el taxista intento ver el rostro de la mujer, pero sólo alcanzaba a ver sus ojos llenos de tristeza, y al llegar al lugar, que se trataba de una vieja casa de ladrillo, la mujer con señas le dijo al hombre que lo esperara. La extraña mujer tardo poco más de 30 minutos en salir, sin embargo, para sorpresa del taxista, la mujer al regresar había dejado sus ropas negras y ahora llegaba vestida con un vestido de novia; su velo cubría su rostro y arrastraba una larga cola; se cuenta que al subir al taxi, éste se llenó a un exquisito olor a flores.

La joven le pidió que la llevara de vuelta a donde la había recogido, pero al acercarse al Panteón pidió bajarse enfrente de las puertas del mismo, y le entregó otra nota al conductor donde decía “Cóbrele por favor el servicio a mi padre, llévele esta nota”. Y, rápidamente, se metió corriendo al panteón.

Cansado el conductor, pensó en ir a cobrar la mañana siguiente. Cuando entregó la nota en la dirección indicada, el señor no podía creer lo que decía la nota: “No puede ser, es la letra y firma de mi hija Carmen”, dijo. El chofer les explicó el servicio que le había dado a la muchacha y cómo se había cambiado de vestido negro a un vestido de novia. Al escuchar esto, la esposa del señor entróa la casa, y salió gritando “El vestido de novia no está en el ropero, mi hija Carmen vino por él”.

El taxista no comprendía que pasaba. El señor le explicó, con voz entrecortada y triste, que su hija había muerto hace apenas 15 días. Su hija había estado a punto de casarse, pero su novio la plantó, y ella no soportó ese dolor y se suicidó. El taxista asombrado y aterrado, no podía creer todo lo que había vivido esa noche de carnaval.

Esta historia ha sido retomada de Mitos, leyendas y tradiciones sudcalifornianas, de Leonardo Reyes Silva.

Carnaval de La Paz

Las fiestas carnestolendas son una tradicional festividad realizada entre febrero y marzo en diferentes partes del mundo, y La Paz no podía ser la excepción. Es una fiesta llena de color, música, diversión y convivencia entre los habitantes de la ciudad. Disfraces, presentaciones culturales y artistas hacen que esta fiesta se llene de motivos para acudir a ella.

FOTO: Cortesía.

La coronación de la Reina, el Rey Feo —ahora Rey de la Alegría— y la Quema del Mal Humor son tradiciones que se conservan desde 1904, cuando estas fiestas se realizaban en el Jardín Velasco y en el Teatro Juárez. Actualmente, esta celebración se ha mudado al malecón costero debido a que la ciudad ha crecido demasiado y éstos lugares no serían suficientes para una cantidad tan grande de personas que cada año ha crecido, para disfrutar de esta tradición paceña.