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Ajedrez extraterrestre

IMAGEN: Benjamin Parry

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Kirsan Ilyumzhinov fue  presidente de la Federación Internacional de Ajedrez hasta 2018, este budista corrupto y militar millonario es un hombre extraordinario.

Según él, el noble juego de la guerra mental fue inventado por extraterrestres porque es un juego cósmico. Además, le preocupa que los seres alienígenos destruyan la Tierra al no observar que un número suficiente de humanos jueguen ajedrez.

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“Nos vigilan. Y puede que se cansen de nosotros… ¿Cómo podemos mantenernos a salvo? Sólo gracias al intelecto, la concentración y la energía espiritual. Si mil millones de personas juegan al ajedrez, el mundo tendrá una energía positiva”

Luego, afirmó que diversas excavaciones arqueológicas han demostrado que se ha jugado ajedrez desde hace miles de años, en varias civilizaciones con las mismas reglas, e insiste en que hay un código en el ajedrez pues el tablero tiene 64 escaques, el mismo número de codones en el código genético humano. Una falacia de falsa equivalencia que puede apantallar ilusos.

Tal sarta de afirmaciones es realmente muy interesante para discutir ociosamente sobre ellas. El nivel de las asombrosas declaraciones de Kirsan —que además fue gobernante de una provincia ucraniana— va en relación con la mafia que controla el ajedrez en el mundo, sin embargo, parecen las de un charlatán que se dedica a la ufología.

Claro, este tipo tiene una ventaja de la que yo carezco (varias si nos referimos a su cuenta bancaria); según él, en su misma vivienda, el 17 de septiembre de 1997 fue visitado por extraterrestres. Estos amigos se comunicaron con él mediante telepatía y luego le ofrecieron pasear con su nave espacial durante la noche, le llevaron a una estrella (sic)  para regresarlo por la mañana. Dedujo que los extraterrestres son personas como nosotros (sic) y que no somos únicos en el universo.

Semejante desprecio por las evidencias biológicas, paleontológicas y anatómicas en donde se prefiere la ficción a lo real es propio de la condición humana. No en balde todas las divinidades cosmogónicas son extraterrestres; por supuesto, para tener la oportunidad de crear la Tierra. Así, a lo largo de los siglos, charlatanes como los escribas y los sacerdotes han inventado y alimentado esta noción. Pero, en la actualidad, ya no son dioses en el sentido milagroso del vocablo sino dioses en el sentido etimológico (theos, theos según Platón significa el que pone orden).

Efectivamente, el ajedrez es un juego cósmico. Κόσμος es un vocablo referido a un orden, a una naturaleza o universo autónomo en donde no existe el azar. El ajedrez es un sistema armonioso con reglas precisas, quizá un cosmos cuya evolución depende de los errores que los dioses jugadores realizan sobre el tablero. Pero no es un sistema teleológico sino más bien contingente, si tomamos en cuenta la irracionalidad de esos dioses ajedrecistas que no son omnisapientes. Entonces el grado de azar se cuela en el sistema cósmico, no en forma de singularidades que rompen en el sistema, sino en las decisiones de los que se someten a sus leyes. Es como si, en nuestro universo, Dios estuviese esclavizado a las leyes de la física y su voluntad se restringiera a estas.

Pero volvamos a la hipótesis de Kirsan. El que sea un juego cósmico no significa que lo hayan inventado inteligencias extraterrestres. Este tipo pertenece a los que opinan que grandes ideas no pueden ser llevadas a cabo por humanos. A la pregunta de cómo es posible que con una tecnología primitiva se hayan construido las pirámides de Gizeh, el observatorio de Stonehenge, los observatorios mayas o las pinturas rupestres, estos sujetos sólo pueden responder: todo eso lo hicieron seres de otros planetas, nuestros antepasados eran estúpidos.

Otros gárrulos van más lejos, negándoles cualquier crédito a los humanos, asegurando sin ninguna prueba que su inteligencia ha sido implantada por alienígenas. Según ellos, el desarrollo de las ciencias y las artes las hemos mamado de otros planetas. El colmo es la especulación, sin ningún fundamento, de que somos clones, ganado o experimentos genéticos de seres extraterrestres que nos hicieron, crearon, modificaron o desarrollaron a lo largo del tiempo.

Los mitos recurren a la metáfora y, por lo tanto, resultan interpretables. Yahveh separa la tierra del cielo, Nun es un océano inerte del que surge el demiurgo que sólo piensa y deviene en vida, Kaila era el dios del cielo y le ordenó a una mujer primordial sacar los animales del hielo, la vida para los zulús proviene del cielo, para los mayas de las Pléyades, los dioses entregaron a Izanagi y Izanami la lanza de los cielos Amenonuhoko, en un rincón del infinito Visnú emana universos, Nammu dio origen al cielo An, Gea dio a luz a Urano el cielo, pero ella surge de la Caos que era una diosa, Quetzalcoátl y los Tezcatipoclas parten en nueve trozos a Cipactli, el monstruo que emergió del caos para moldear la tierra. Siempre sucesos extraterrestres.

En la actualidad, atribuir a seres fuera de la Tierra la creación de esta supone una tautología o más bien una analemma sin origen ni final. “¿Qué dios detrás de dios la trama empieza?” escribe Borges en su poema al ajedrez. Es decir, la vida surge fuera de la Tierra, el problema es cómo un extraterrestre la crea, pero ¿quién crea al extraterrestre? Un dios extra extra ¿y este a quién lo crea? Se crea él a sí mismo. Es lo mismo que decir que el universo no tiene principio ni final. ¿Para qué entonces la cadena de demiurgos?

Kirsan dice que si millones de personas juegan ajedrez, el mundo tendrá una energía positiva. No sabemos con exactitud lo que es energía, este término resulta metafísico. Sin embargo, el concepto se puede acotar a la capacidad para producir un trabajo. No es un estado físico sino una magnitud escalar o una abstracción matemática. Podemos clasificarlas en: mecánica que es la suma de la cinética y la potencial; electromagnética que se compone de eléctrica, radiante y calórica; y la termodinámica que toma en cuenta la energía interna o suma de la energía mecánica de las partículas en un sistema más la térmica, o sea, la liberada en forma de calor. ¿Cuál es la energía positiva? ¿Por qué asignarle adjetivos morales o éticos a un concepto abstracto de escalas físicas? Quizá sea una energía bioquímica obtenida gracias a procesos metabólicos. ¿El ajedrez es fuente de energía? ¿Eólica, hidráulica, nuclear? No ¡Positiva!

En fin, supongamos que los extraterrestres bajaron (¿o subieron?) y nos entregaron el juego del ajedrez para que nos divirtiéramos a gusto; pero eso sí, vigilándonos todo el tiempo y amenazándonos con exterminarnos si no jugamos lo suficiente. Así que, amable lector, póngase a jugar de inmediato, no vaya a ser que los extraterrestres se cansen de usted y nos invadan como castigo por no generar la supuesta energía positiva. Quizá ellos se nutran de esta forma energética y nos tienen moviendo piececitas como un generador interplanetario.

Esta energía debe ser la más intensa y potente que jamás hayamos obtenido —quizá infinita— porque seguramente es la que impulsaba la nave donde viajó Kirsan aquella noche de septiembre. ¡Este hombre viajó en una sola noche, digamos, 8 horas hasta una estrella y regresó! La estrella más cercana a la Tierra es el Sol, a 8 minutos de distancia viajando a la velocidad de la luz. Pero eso sería muy vulgar. De haber viajado a la segunda estrella más cercana, Próxima Centauri que se encuentra a 4 años luz de distancia a la velocidad de la luz, el señor Kirsan hubiese tardado 8 años en regresar. Si partió en 1997 hubiese regresado en el invierno del 2005 o un poco después en el reloj biológico del Kirsan pero no en el tiempo terrestre, quizá el planeta ni siquiera existiría.  Eso, considerando que la nave viajase a la velocidad de la luz 299 792 km / seg. El problema es que la nave tiene masa, o eso supongo, pues a menos que los extraterrestres tengan masa nula, Kirsan no.

A menos que la tecnología extraterrestre haya desarrollado viajar más rápido que la luz, como los hipotéticos taquiones. Esto es seguro pues: ¡ellos inventaron el ajedrez!

Ahora, la noción de que los hallazgos del ajedrez en diversas civilizaciones demuestran que el juego es idéntico en todos los lugares implica un desconocimiento de la historia. Quizá, el primer registro escrito sobre el ajedrez aparezca en el cuento escrito por el poeta Subandhu, Vasavadatta en el siglo V, en donde las ranas son las piezas de un juego de mesa que se jugaba en tiempo de lluvias. El ashtāpada era el tablero de 8 X 8 donde se jugaba el ajedrez primigenio llamado Chaturanga o caturanga, es decir “de cuatro miembros”. La pieza principal era el rajá, luego el ministro, el carro y el elefante — que se movía de tres formas distintas—, el caballo y el soldado de infantería. Existió una variante llamada Chaturaji para 4 jugadores en un tablero de escaques verdes y rojos, pero el jugador no decidía que pieza mover, sólo como la utilizaría. Lanzaba el dado de 4 caras y el número al azar correspondía a una pieza. No existía el mate, ganaba el que acumulara más puntos. Hasta el siglo XIX se estandarizó el mate.

Chaturaji indio

En fin, atendiendo a la idea contraria de la que profesa Kirsan, si esta mezcla de orden y caos, esta metonimia sobre un azar dominado por sus propias reglas, fue ideado y desarrollado por humanos, entonces el ajedrez, es una forma materializada donde lo mental rige como un símbolo divino.

El humano resultaría un dios al haber elaborado al ajedrez.

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¿Ovnis en La Paz?; ¿Qué hay de cierto en los avistamientos recientes?

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Es común que la gente mire el cielo y vea objetos, luces o fenómenos que no tiene idea de qué son. La tendencia a pensar que son seres extraterrestres es enorme y se entiende pues es una idea fascinante. ¿Qué tanto hay de cierto? ¿Cuáles son reales y cuáles invento de gente que quiere engañar a otros? ¿Qué hacer si veo uno? Esto se incrementa con la posibilidad de grabar imágenes o video con celulares y compartir en redes sociales, donde inician discusiones de todo tipo. Revisemos el caso de algunos fenómenos recientes. Imágenes: Internet.

Científicamente divertido

Por Miguel Ángel Norazagaray Cosío

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La idea de vida fuera de la Tierra tiene siglos, primero pensada para la Luna y Marte, y con el tiempo quedó claro que no había tal, pero estas primeras ideas permearon en el público. Los ovnis —siglas de Objeto Volador No Identificado— surgieron en la cultura popular desde mediados del siglo XX y se hicieron populares particularmente durante los años de la Guerra Fría. El primer uso del término se debió a un piloto civil norteamericano. Como era de esperarse, todo objeto era sospechoso desde el punto de vista de los militares, tanto de los Estados Unidos como de la Unión Soviética.

Ante cada reporte que ocurría, ambos ejércitos estaban obligados a ir a investigar, e incluso guardaban silencio con respecto a la naturaleza del objeto, en caso de haber sido real y encontrarlo. En algunas ocasiones pudo deberse que se trataba de un artefacto propio luego de una prueba. Esto fomentó la idea de que los militares ocultaban extraterrestres.

Con el tiempo y los pasos dados en la carrera espacial, diversos elementos fueron agregándose a la cultura popular, como los cohetes, las cápsulas de reingreso a la atmósfera y los trajes espaciales. Comenzaron a ocurrir experiencias reportadas por muchas personas que coincidían con estos elementos, agregando diversos adornos, de una u otra forma.

En años recientes, digamos de 10 años a la fecha, el crecimiento de las redes sociales y los nuevos dispositivos electrónicos portátiles han permitido un nuevo resurgimiento y modo de ver el fenómeno ovni. Además, la posibilidad de usar programas para computadoras con las que se pueden editar fotografías y engañar con facilidad, ha creado un montón de materiales falsos, a veces de difícil detección.

Damos alta estima a nuestro sentido de la vista y a nuestras cámaras, pero nuestro cerebro es fácil de engañar de diversas maneras, basta pensar en las ilusiones ópticas. Hay varias causas de engaños y a continuación comentamos algunas.

¿Ovnis en La Paz? Efectos que engañan

Un efecto que por lo común engaña la vista son los mal llamados “fantasmas” (lens flare, en inglés) que se generan debido al paso de la luz por las diferentes lentes del sistema óptico. La difracción causada por el paso de la luz en cada superficie genera un reflejo que afecta la imagen final, agregando luces donde no había. Es común que ocurra cuando el objeto de interés está cerca de una fuente de luz muy brillante. El caso típico es cuando se graba algo cerca del Sol.  Veces este efecto se usa de manera intencionada, pero puede llegar a engañar a muchas personas, que creerán que tales luces son una fuente distinta. No son tan difíciles de reconocer pues en un video se mueven en el mismo sentido que la cámara, como el ejemplo a continuación.

En este video de Lens glow se nota como el supuesto ovni se mueve siempre en sentido del movimiento de la cámara que graba, teniendo como punto eje la luz del poste cercano, cuya luz produce el ovni por simple difracción.

Otro efecto común es cuando se observa un objeto brillante que no se sabe qué es y se toma una foto o video usando acercamiento (zoom) cuando ya no se tiene el enfoque correcto. Esto resulta en una imagen simétrica que algunos señalan como una nave espacial antigravedad.

Cuando además del zoom óptico se usa el digital, puede llegar a apreciarse una coloración azul o verde alrededor y no es más que refracción de la luz. Ejemplo a continuación.

Mal foco

Dependiendo del diafragma, es posible que el objeto luzca exagonal, pues es una forma frecuente de arreglo óptico, nada que ver con una nave espacial de seis lados.

ovnis-interior

En esta categoría, los dos objetos que con mayor frecuencia son confundidos con ovnis son Venus, por su gran brillo, capaz de hacer sombra en una noche sin luna y la ISS, aún más brillante en algunas ocasiones. Me ha tocado ver videos donde lo más seguro es que el observador grabó uno de estos dos, pero sin datos como fecha, lugar y dirección es imposible saber.

Entre otras causas que el lector diligente puede buscar están los sprites y los iridium flares. Esto dejando a un lado que los globos de helio o de Cantoya a cada rato son confundidos con flotas de ovnis.

¿Qué hacer si se ve un objeto sospechoso en el cielo?

Para que nuestra experiencia tenga más elementos para ser útil o para analizarla, haya imagen, video o simple narrativa, hay que asegurarse de algunos detalles. En primer lugar, hay que registrar la hora y ubicación del observador. Es necesario también tener la dirección en la que se observó el objeto de la manera más precisa posible. Cuando el observador no tiene manera de saber esto, al menos el rumbo y la altitud aproximada.

Si se va a tomar tal imagen o video, sería muy útil poder tomar también un objeto de referencia, pues cuando el supuesto ovni aparece en el centro es imposible saber su tamaño. La gente suele decir que vio una luz muy grande que se movía rápido, pero no sabe decir qué tan grande ni qué tan rápido. Toda referencia puede ser de utilidad.

En muchos videos que he visto es imposible saber qué fue lo que se vio, salvo sospechas. Si no hay imagen ninguna, peor aún pues los relatos van siendo modificados poco a poco por los observadores. Sin duda se trató de un ovni en el sentido de la definición. Ir más allá y decir que son seres extraterrestres van en contra de la condición de objeto no identificado.

Experiencias personales directas

Como divulgador científico y astrónomo aficionado, cada rato me llegan noticias de los mentados avistamientos, imágenes y videos. Cabe mencionar que entre los diversos grupos de aficionados a la astronomía, como las Sociedades Astronómicas Merak (Santa Rosalía), Mira (La Paz) y Cetus (Los Cabos), todas con sede en Sudcalifornia, estamos muchos que nos la pasamos observando el cielo constantemente. Identificamos estrellas, planetas, satélites y otros objetos. En estos grupos es raro que alguien reporte la observación de un objeto desconocido, por lo general sabemos lo que vemos. Al respecto tengo dos experiencias que a continuación relato.

Alrededor del año 2010, estábamos observando desde la carretera a Los Planes, un grupo no muy numeroso de aficionados. Era temprano por la noche, la hora en la que se perciben los satélites pues la luz del Sol llega aún a la parte alta de la atmósfera, aunque ya sea de noche en nuestro sitio. Los satélites se ven como pequeñas luces que se mueven rápido y sin parpadeos viajando por la esfera celeste, siempre solitarios. Por eso nos llamó la atención que hubiera dos luces, una mayor que la otra, moviéndose en la misma dirección y muy cerca entre sí. La seguimos hasta desaparecer y nadie de los presentes pudo determinar de qué se trataba. Horas más tarde, al llegar a casa, busqué en Internet si había ocurrido algún lanzamiento de alguna sonda o algo así. No tardé en encontrar que los rusos habían lanzado una de sus sondas Progres, una nave con la que periódicamente llevan agua, alimento, oxígeno y otros pertrechos a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). Eso era precisamente lo que estaba ocurriendo, la luz pequeña era la nave de carga y la más brillante era la ISS, durante la delicada maniobra de acoplamiento, que dura horas. Asunto resuelto.

En enero de 2017, pasé buena parte de la mañana tratando de grabar el Sol con una cámara de video de reciente adquisición. Ya tenía localizado el grupo de manchas que me interesaba, pero las nubes no me permitían comenzar a realizar las grabaciones de prueba. Luego de nublados más densos y una rica comida, regresé observar el cielo, tratando de ver si las nubes me permitirían algún espacio adecuado. En eso, veo una luz en el cielo, muy brillante, que parecía moverse entre las nubes. Yo sabía que Venus tenía que estar en esa dirección, pero no se mueve. Tal vez se trataba de un engaño de perspectiva, como cuando estamos en un camión y no sabemos si el camión de al lado es el que se mueve o somos nosotros. Busqué una referencia cercana, una esquina del techo, para ponerla en dirección del objeto brillante. Sólo así pude darme cuenta que eran las nubes las que se movían rápido al este por el viento y me habían engañado por completo.

Sin haber podido observar, recogí todo el equipo. Al llegar la noche, uno de mis contactos de Facebook acababa de compartir un video de un gran objeto brillante, viajando al Oeste, en dirección contraria a las nubes. Todos los comentarios de ese video trataban el tema de un objeto desconocido que no podía ser Venus porque se movía. Mi primer comentario fue bastante escueto: se trataba de Venus y eran las nubes que se movía. No los convencí. Hice uso de mayor análisis sobre el video, considerando la hora en la que fue tomada, la altitud del objeto, la iluminación de las nubes y otros detalles. Creo que tampoco los convencí.

Sigue habiendo mucha gente que cree que sí nos visitan seres vivos extraterrestres en naves espaciales. Incluso hay quienes aseguran que algún pariente o conocido sí ha establecido contacto con extraterrestres. A la gente que ya se convenció de que el gobierno oculta extraterrestres no hay manera de sacarla de ahí.

La próxima ocasión que veamos un ovni, ya sabemos qué hacer.

 




Vida extraterrestre

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El gran enigma de la vida extraterrestre. Foto: Internet.

Científicamente divertido

Por Miguel Ángel Norzagaray.

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). La idea de que existen otros seres inteligentes en el universo es tan intrigante que es un tema recurrente en ciencia ficción, tanto en libros como en películas. De inmediato vienen a nuestra mente imágenes de seres humanoides con grandes ojos y de colores extraños. Algunos muy feroces y otros pasivos con gran inteligencia. Productos de la imaginación humana. ¿Qué tanto de realidad hay?

Al poner los pies en la tierra y dejando a un lado la fantasía, las cosas no dejan de ser interesantes. Si lo que queremos es la verdad al respecto, tenemos la ciencia, aún con sus imperfecciones, pero es la mejor aliada en la búsqueda de respuestas. Muchas de estas respuestas que se han dado en este tema son espectaculares y a veces parecen fantasías creadas con gran imaginación.

En el mundo científico todo comienza a partir de dudas, haciendo preguntas cada vez más básicas, cuya respuesta, con todo y sus márgenes de error, permita responder otras cuestiones más complejas. Por ello la primera pregunta no es cómo nos podremos comunicar si vienen a visitarnos unos alienígenas. Es mejor preguntarse dónde pueden estar, qué tan distinta puede ser la vida en otras partes del universo, cómo los podemos detectar y así.

Este no es un asunto reciente. No tenemos idea desde cuándo el ser humano se cuestiona si es el único ser vivo, pero hay hechos bastante claros. Con la llegada del telescopio y Galileo apuntalando la teoría de Copérnico, de que los planetas giraban en torno al Sol, fue natural pensar para muchos en la posibilidad de que los otros planetas también estuvieran habitados.

La primera referencia parece ser un libro escrito en 1638, sobre la posibilidad de un mundo con vida en la Luna. Ya se tenían tres décadas observándola con telescopio, percibiendo montes, cordilleras y zonas de diverso color. Una lectura interesante, con muchas especulaciones serias sobre bosques, habitantes, clima, tal vez inocente para nosotros, pero realistas para la época.

Con la llegada de telescopios cada vez más grandes se intentó descubrir planetas orbitando estrellas distintas al Sol, llamados extrasolares, o exoplanetas, que es más común. Esto sería posible hasta finales del siglo XX, pero antes que eso hubo la oportunidad de investigar los planetas del sistema solar.

La astronáutica y nuevas técnicas de observación (como la espectroscopía, que permite determinar la composición química de objetos) hicieron posible hacer estudios que concluyeran que no había otra civilización como la nuestra en los planetas cercanos. Mercurio es demasiado caliente por su cercanía al Sol. Venus tiene condiciones igualmente hostiles, con una temperatura media de 450 grados Celsius. De Júpiter a Neptuno todos son principalmente gas, hidrógeno, metano y otros compuestos, y se descartan por tener condiciones muy alejadas de las necesarias para sustentar vida como la que conocemos.

Actualmente no hay condiciones para la vida en otro planeta, pero la pudo haber en el pasado y es algo que se debe investigar, en especial en Marte y algunos satélites de los planetas gaseosos. Aún quedan sitios en nuestro sistema solar que requieren ser investigados, como los posibles océanos debajo de la superficie congelada de Europa, el satélite de Júpiter.  Agua con grandes concentraciones de oxígeno, por si fuera poco.  Hablar de agua es tener un compuesto fundamental para la vida.  Sin duda llegará ese momento en la exploración espacial, pero ahora mismo, en otro frente de la búsqueda de vida o sitios con condiciones apropiadas, se están haciendo grandes avances.

En 1988, 1989 y 1992 se descubrieron potenciales exoplanetas, pero no con toda seguridad. Finalmente, en 1995 se confirmó un exoplaneta orbitando una estrella como el Sol, un planeta del tipo Júpiter, un poco más caliente, orbitando una vez cada cuatro días la estrella 55 Pegasi, a 50 años luz de distancia. Desde entonces, gracias al trabajo de sondas dedicadas y de muchos científicos y aficionados, se ha descubierto una cantidad creciente de planetas y poco a poco aparecieron los que son casi del mismo tamaño que la Tierra.

¿A la fecha qué sabemos de esto?

Para inicios de octubre de 2016, se han confirmado 3533 cuerpos planetarios, distribuidos en 595 sistemas planetarios. En esta lista, que puede consultarse en Exoplanet.Eu, están incluidos cerca de 100 objetos mucho más masivos que Júpiter, por lo que se cree que pueden ser estrellas sumamente frías, llamadas estrellas marrones.

El exoplaneta más cercano hasta la fecha se descubrió en la estrella Próxima Centauri, la más cercana al Sol, con apenas 4.25 años luz de distancia. La anterior más cercana está a 14. Más cerca ya no puede haber pues no hay otra estrella a menor distancia. Para darnos una idea, la nave más rápida que se ha lanzado al espacio tardaría en llegar unos 40 mil años. Claro, ya se está pensando en nuevas tecnologías de propulsión que permitirían llegar en unos 20 años, pero aún falta para eso.

Este cercano exoplaneta, llamado Próxima b, tiene características que lo hacen más interesantes aún. Las estimaciones indican que tiene 1.3 veces la masa de la Tierra y 1.1 veces el diámetro. La estrella donde orbita es una enana roja, más pequeña y fría que el Sol. Se tiene la fuerte sospecha de que está cubierto de agua y posee atmósfera. Da la vuelta a su estrella una vez cada once días, a la corta distancia de 7 millones de kilómetros, lo que tal vez no es buena noticia para su habitabilidad, pues está sometido a presiones de viento estelar muy altas. Para comparación, la Tierra está a unos muy seguros 150 millones de kilómetros del Sol y su campo magnético desvía tales rayos. No se sabe aún nada de la composición de Próxima b.

Entonces, ¿cuántos planetas hay en la galaxia?

Los descubrimientos que se han hecho permiten hacer estimaciones estadísticas. Se cree que casi todas las estrellas de la galaxia tienen al menos un planeta. La más importante es que más del 20% de las estrellas como el Sol tienen un planeta del tamaño de la Tierra orbitando a la distancia adecuada para tener agua líquida. Eso significa deben existir miles de millones de planetas con condiciones similares a las de nosotros. Gran información, obtenida de la investigación de 20 años a la fecha.

Claro, de eso no puede concluirse que todos tienen vida y mucho menos una civilización tecnológicamente desarrollada. Primero habrían de tener agua, cosa que aún no se sabe en la mayoría de los casos. Otra condición importante es el entorno galáctico de cada estrella, pues hay regiones de la galaxia muy tranquilas, como las que ha transitado el Sol desde hace millones de años, pero otras regiones son muy violentas, con nubes muy calientes u objetos emitiendo radiación de alta energía, donde es difícil que ocurra la vida (como la conocemos).

Es importante aclarar que la mayoría de los exoplanetas confirmados se encuentran en estrellas cercanas a la Tierra, en un radio de unos 3 mil años luz. Nuestra galaxia, la Via Láctea, tiene 100 mil años luz de diámetro, así que falta mucho por estudiar. No se trata sólo de saber si hay vida, también se busca otro planeta que pueda ser un hogar alternativo, para cuando la Tierra se destruya.

Pero ¿cómo nos comunicaríamos con seres extraterrestres?

En este rubro no hay que inventar el hilo negro. Ya Sagan y Shklovsky escribieron al respecto en Intelligent Life in the Universe, en 1966, y hay otros títulos similares de esa época. Notable es la edición de las ponencias de un congreso que se realizó en 1971 en Armenia, con destacados científicos, discutiendo sobre posibles sistemas planetarios en otras estrellas, caminos evolutivos de la inteligencia, técnicas de contacto, contenido de mensajes, evolución de la técnica, duración de las civilizaciones o consecuencias de tales contactos. Este material fue editado por la editorial Planeta en 1980 y reimpreso en 1985. Hay una película al respecto, con Jodie Foster, se llama Contacto.

Actualmente, como se acepta que las ondas de radio son el medio más eficiente de comunicación a grandes distancias, se emplean miles de computadoras para decodificar señales de radio provenientes del universo, en todas las direcciones posibles. Busque el lector interesado la palabra SETI en Google y hasta encontrará maneras de colaborar desde casa.

A la fecha no se ha encontrado una señal que parezca haber sido generada a propósito. Debemos reconocerlo: aún no sabemos cómo nos podríamos comunicar, sólo tenemos un gran bufete de posibilidades para cuando llegue un alienígena y podría resultar que ninguna de esas maneras es útil.

La ciencia avanza rápido en esta área, vale la pena estarse informando, tal vez seamos de la generación que le toque saber de otro planeta con vida, en algún rincón no muy lejano de la galaxia. Todo lo anterior son conocimientos sólidos, generados de observación cuidadosa, repetible y confirmada. Hablar de ovnis, abducciones o alienígenas ancestrales es entrar en la especulación y el morbo, no es ciencia.