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Trabajan en leyes que beneficien a los estudiantes

FOTO: UABCS

La Paz, Baja California Sur (BCS).  A través de un comunicado de prensa por parte del Congreso del Estado se mencionó que, la diputada Gabriela Montoya Terrazas, presidenta de la mesa directiva del Congreso del Estado, expresó al celebrarse hoy, el Día del Estudiante que, la educación es sin duda un factor que influye en el avance y progreso de hombres, mujeres contribuyendo a lograr sociedades más justas, productivas y equitativas; es un bien social que hace libres a los seres humanos.

De acuerdo con el comunicado, en entrevista, acotó que, desde el Congreso de Baja California Sur, trabajan con nuevas leyes que beneficien a este sector, para que cada vez tengan mayor acceso a una educación gratuita y oportunidades de desarrollo. En su mensaje a las y los estudiantes, la legisladora, los conminó a concluir sus estudios porque una formación académica es una alternativa para acceder a mejores niveles de empleo y mayores oportunidades para este sector tan importante de la sociedad.

En entrevista, la representante popular, reconoció que las sociedades que más han avanzado en lo económico y en lo social son las que han logrado cimentar su progreso en el conocimiento, por ello la importancia de que las y los jóvenes tengan acceso a educación.

En suma dijo, la educación contribuye a lograr sociedades más justas, productivas y equitativas, es un bien social que hace más libres a los seres humanos, enriquece  nuestra cultura, nuestro espíritu, nuestros valores y nivela las desigualdades económicas y sociales, concluyó el comunicado de prensa.




De forma virtual, UABCS da a conocer servicios a sus nuevos estudiantes

FOTOS: UABCS.

La Paz, Baja California Sur (BCS). Durante su segunda semana de clases, estudiantes de nuevo ingreso en la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS) participaron en una serie de videoconferencias y webinars para conocer los servicios educativos a los que tendrán derecho, especialmente aquellos que en este momento se brindan de forma remota, informa la propia Universidad.

La actividad estuvo coordinada por la Dirección de Docencia e Investigación Educativa y los nueve departamentos académicos donde se integran las carreras que oferta la UABCS, con el apoyo de la Coordinación de Tecnologías de la Información y la Comunicación.

Durante cinco días se les brindó información relevante sobre los programas educativos y la reglamentación universitaria; así como los servicios de becas, idiomas, bibliotecarios, culturales, deportivos, la atención psicoeducativa y fuentes de apoyo para atender asuntos relacionados con violencia o discriminación por género.

La bienvenida estuvo a cargo del rector Dante Salgado González, quien en un primer momento felicitó a los nuevos “Gatos Salvajes” por tomar la decisión de convertirse en profesionistas y con ello apoyar un deseo permanente de la sociedad por ser mejor.

Hizo hincapié en que esta transición, del bachillerato a la Universidad, les toca hacerlo en un momento muy particular por la pandemia, que movió todas las estructuras en el mundo y, a las instituciones de educación superior, las ha obligado a tener una rápida adaptación.

De manera particular, señaló que la UABCS tiene las fortalezas suficientes para acompañarlos de principio hasta la conclusión de sus estudios de licenciatura e, incluso, más allá, con una oferta muy pertinente de posgrados, cursos de educación continua y bolsa de trabajo universitaria, por ejemplo. “Por ello es que se preparó este curso de inducción, para que conozcan a una amplia red de equipos de trabajo que estarán pendientes de su desempeño, necesidades y opiniones”, dijo el Rector de la UABCS.




2 de Octubre: ni perdón ni olvido. Castigo a los asesinos

FOTOS: Roberto E. Galindo Domínguez.

La Última Trinchera

Roberto E. Galindo Domínguez

La Paz, Baja California Sur (BCS). ¡2 de octubre no se olvida!, retumba el grito bajo la tierra. Se detiene el convoy. Se abren las puertas del vagón. Con pequeños pasos nos metemos en el tumulto de la estación. Despacio somos llevados por la marea manifestante, río humano navegado por banderas de la UNAM, del IPN y de la UAM. Se propaga un ¡Goya! ¡Goya! ¡Cachún, cachún, ra, ra! ¡Cachún, cachún, ra, ra! ¡Goya! ¡Universidad! Surge un ¡Huelum! ¡Huelum! ¡Gloria! ¡A la cachi, cachi, porra! ¡A la cachi, cachi, porra! ¡Pim, pom, porra! ¡Pim, pom, porra! ¡Politécnico! ¡Politécnico! ¡Gloria! Andamos estudiantes que fuimos y que somos. Cabezas blancas esparcidas entre los que suben las escaleras, algunos de esos vienen de la batalla del 68, como mi padre que anda delante mío gritando las consignas con los estudiantes.

Cientos desembocamos a la Unidad Nonoalco Tlatelolco a un costado del Eje 2 Norte. Son las 16:29 horas, la marcha fue convocada para las 16:00 horas. Llego tarde cinco decenios. ¡Y pensar que estuve aquí hace 50 años! dice mi papá, y su voz se ahoga ante el imponente ¡C-C-CCH! ¡C-C-CCH! ¡Oriente! ¡Oriente!... Los cecehaceros se reagrupan una vez más tras la brutal represión del 3 de septiembre pasado en Ciudad Universitaria. Los porros, igual que el sistema político que los generó, están vigentes medio siglo después de la peor masacre cometida por el Estado mexicano contra los estudiantes. Buscamos el camino entre edificios y parques hacia la Plaza de las Tres Culturas. Caminamos por los pasillos, atravesamos la calle de Lerdo y nos internamos de nuevo en este laberinto.

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Trasponiendo los edificios, sobre la avenida Ricardo Flores Magón están los contingentes, miles de personas enfilando al corazón de México. Con la memoria en la mano y con la mano en el alma nos mezclamos entre los manifestantes que buscan, que llaman por teléfono celular para avisar que han llegado y están bien. Muchos de ellos, los más jóvenes, no han vivido una protesta sin celular. En 1999 aún llamabas por el teléfono de monedas para avisar en tu casa que estabas bien, que ibas a llegar tarde. Caminamos por un costado de la avenida. Los reporteros desde las casetas de vigilancia disparan sus cámaras sobre los estudiantes. En la esquina, hacia el norte, otra larga columna de contingentes inunda el Eje Central. Subimos el puente peatonal. Somos miles de personas listas para marchar con cincuenta años de dolor y memoria. ¡Si tú pasas por mi casa y tú ves a mi mamá… se me anudada la garganta …tú le dices que hoy no me espere que este movimiento no da un paso atrás…! Muchos aquel día no pudieron avisar que estaban aquí y sus familias siguen sin saber de ellos. Hoy borrar el nombre de Díaz Ordaz del Metro no le devuelve los hijos a los padres.

Bajamos el puente, bordeamos la zona arqueológica. Drones nos sobrevuelan. Nos enfilamos por el Eje Central hasta el pasillo que media entre las ruinas y el edificio que hace cincuenta años albergaba a la Vocacional No 7, que el 29 de agosto de 1968 fue tiroteada, incluso con ráfagas de ametralladora, por agentes encubiertos de civil. Vendedores de tortas, paletas y playeras con la imagen del Che Guevara nos flanquean el paso. Tras las rejas está el Convento de Santiago Tlateloco erigido hace siglos sobre el orgullo de la resistencia azteca; y sobre nosotros el rotor de un helicóptero resuena, hoy no vienen a matarnos, nos están contando, nos vigilan como cada 2 de octubre desde el 68. Ofrendas en el memorial de la masacre, flores y lamentos por los caídos. El edificio Chihuahua, mudo testigo de los oradores y aquella audiencia bajo las bengalas de la muerte, es concreto con balas incrustadas. Ese edificio y los otros, los parques y los andadores, cada piedra de esta plaza son vehículos de la memoria, la de ellos, la nuestra, la de los que aún no se nos unen. Tlatelolco es nuestro patrimonio, es tangible símbolo de una lucha que no culmina.

Trasponemos la plaza y por Flores Magón regresamos al Eje Central. Varios contingentes van ya rumbo al Zócalo, muchos más están alineados esperando iniciar la marcha que a cincuenta años sigue siendo una denuncia de las ilegalidades y las vejaciones, de la muerte injusta. Avanzamos por la izquierda de la infinita columna. Las pancartas anuncian a la ESIME Culhuacán del IPN, a la Facultad de Ingeniería de la UNAM a la UACM, la UAM Xochimilco, la Preparatoria 6, y a muchas escuelas más.  Los gritos claman por los muertos del 68 y los de ayer. No hay asesinos condenados y se acumulan los estudiantes desaparecidos. Avanzamos a paso veloz por el costado. El torrente humano es devorado por el paso a desnivel que libra avenida Reforma, del otro lado resurgen los contingentes. Al fondo domina la Torre Latinoamericana. El legendario cabaret Bombay tiene las cortinas abajo. La Plaza de Garibaldi está en silencio. Desde los balcones de las vecindades algunos ondean banderas de México. De la ventana de un cuarto de hotel, una pareja de jóvenes, moneando, efusivos apoyan, ¿sabrán por qué? Y se eleva el grito de nuevo ¡2 de octubre no se olvida!

Pasamos un contingente del Comité Nacional de Huelga (CNH) del 68, son sobrevivientes de aquel punto de quiebre en la vida nacional. Adelante de ellos un grupo de ex miembros del Consejo General de Huelga (CGH) de 1999, reconozco a uno de los que sostienen la bandera rojinegra que emplazamos ese año, nos saludamos en un abrazo. Nuestra lucha fue contra las cuotas de admisión, entre otras demandas que se fueron adicionando en esa prolongada huelga que fue rota por la entrada de la Policía a Ciudad Universitaria. La lucha sigue 19 años después de nosotros y más allá, porque vienen otros, de viejas y nuevas gestas que son hijas y nietas de la fecha madre de todas las protestas y las represiones del México moderno. Hay ex miembros del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) de la huelga de la UNAM de 1987, esos bravos echaron abajo las lesivas reformas administrativas y educativas del rector Jorge Carpizo MacGregor. Los del 87 quebraron el miedo a la muerte del 68.

Llegamos al Palacio de Bellas Artes y doblamos por 5 de Mayo. En la bocacalle un grupo bajo la bandera del arcoiris grita fuerte. Seguimos por la banqueta cuando un estallido hace un grueso eco, corre la gente hacia adelante y para atrás, a media calle unos cuantos embozados lanzan piedras contra las vidrieras de los edificios, otra detonación. Tras el repliegue queda una decena de encapuchados a la vista, los fotógrafos se lanzan sobre ellos. Va emergiendo el grito desde las voces más añejas: ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Váyanse! ¡Váyanse!, y los jóvenes retoman la voz y los encapsulan. Un embozado cae al suelo y los manifestantes comienzan a patearlo, pero la intervención de los mayores lo salva de la golpiza. Los obligan a irse hacia Bellas Artes.

Se vislumbra La Catedral Metropolitana. Un nutrido contingente de normalistas cuentan hasta el 43. Hombres y mujeres muy jóvenes, con los rasgos del campo y de la sierra, con la pobreza y la injusticia claman por sus 43, por nuestros 43 desaparecidos en el acto más reciente y terrible que el Estado mexicano ha cometido contra sus estudiantes. Enrique Peña Nieto será recordado junto a Díaz Ordaz, porque borrar nombres no es olvidar asesinos y escribir en el Senado con letras de oro: 2 de octubre del 68, nunca será suficiente.

Entramos a una plaza pletórica. Adelante de Palacio Nacional, en el estrado, Félix Hernández Gamudi del Comité 68 nos habla. Y se suman las voces de los padres y las madres de los 43 normalistas de Ayotzinapa. A lo lejos se escuchan más detonaciones. El flujo de manifestantes por 5 de Mayo se detiene tras el arribo de los contingentes del CLETA y la ENAH. En el estrado hablan integrantes del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra y llega el reclamo contra la Nueva Terminal Áerea. Siguen los discursos de integrantes de la Federación Estudiantes Campesinos y Socialistas de México. Ahora los manifestantes ingresan por la calle de Francisco I. Madero. Son más de las siete de la noche y siguen arribando cientos de personas. Los últimos oradores son miembros del movimiento estudiantil que hoy exige el fin de la violencia contra alumnos en la UNAM, en todas las universidades y bachilleratos del país: “Somos los nietos del 68 y los hijos del 99” dice la muchacha. Suena el Himno Nacional. Me quito el sombrero y levanto la V de la victoria desde mi brazo izquierdo. Mi padre entona tan fuerte como yo. La última consigna: “Ni perdón ni olvido, castigo a los asesinos”.

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UNAM: ¿La Máxima Casa de la Violencia?

FOTOS: Nuestro País / Noticieros Televisa.

Colaboración Especial

Por Roberto E. Galindo Domínguez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Los hechos violentos que se suscitaron el 3 de septiembre en Ciudad Universitaria (CU) en la Ciudad de México, en los que un grupo de porros atacó con excesiva agresividad a estudiantes de los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH) Azcapotzalco y Oriente, así como de algunas preparatorias, que se manifestaban pacíficamente afuera de la Torre de Rectoría, son una muestra de la alarmante descomposición de la vida al interior de la UNAM; ya que entre las demandas de los bachilleres están la eliminación de los grupos porriles, además de que querían evidenciar ante el rector Enrique Graue –dudo que no lo supiera antes–, la situación de inseguridad que viven al interior y en las inmediaciones de sus planteles.

La protesta en CU deriva de un conflicto previo en el CCH Azcapotzalco entre los estudiantes y la anterior directora del plantel, María Guadalupe Márquez, quien dimitió como consecuencia de éste. Las demandas de los de Azcapotzalco eran en un principio sobre mejoras de las condiciones académicas, pues han externado la falta de maestros y los grupos sobresaturados de hasta 60 alumnos, así como cobros indebidos y la eliminación de algunos murales estudiantiles ordenada por Márquez, este fue uno de los detonantes de las  protestas previas en ese CCH. Por su parte la principal demanda de los cecehacheros del plantel Oriente es el esclarecimiento del asesinato cometido hace unas semanas contra una de sus compañeras, quien fue vista con vida por última vez al salir del plantel, lamentablemente su cuerpo calcinado fue localizado en el Estado de México; este crimen es sólo uno de varios de los perpetrados contra estudiantes de bachillerato o licenciatura que se han dado en instalaciones de la UNAM o en sus inmediaciones.

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En años recientes los casos de agresiones sexuales contra mujeres de la UNAM son cada vez más frecuentes. En febrero pasado se denunció el ataque a una estudiante en los baños del CCH Vallejo, el agresor era un trabajador de la cafetería del plantel. En marzo de este año una alumna de la Escuela Nacional de Trabajo Social fue violada en las baños de esas instalaciones. En agosto de 2017 se desató un escandalo en la Facultad de Economía, varias alumnas acusaron de abuso sexual a un estudiante y profesor adjunto, asunto en el que se señaló como encubridor al director del plantel. En el Estado de México la situación no es menos salvaje, en agosto pasado una estudiante de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán fue violada en la calle en las inmediaciones del Periférico en Naucalpan. En la FES Aragón los asaltos, el acoso y los ataques de diversa índole a la comunidad estudiantil son una constante.

Desafortunadamente los actos de violencia del 3 de septiembre y los mencionados arriba son sólo una muestra del crimen y la barbarie que se vive en las inmediaciones y al interior de la UNAM, donde la aparición de cadáveres supera la treintena en las últimas tres administraciones de la institución, lapso en el que se han reportado más de 300 ataques sexuales. Incluso desde hace unos años CU es una plaza de venta de drogas en disputa entre bandas criminales. Una extensa investigación de Zósimo Camacho sobre la crisis de inseguridad y violencia de los últimos años en la UNAM puede ser consultada en el portal de la revista Contralínea. La ineficacia de los últimos rectores para mantener una vida académica segura y aceptable queda evidenciada en el simple, pero contundente hecho, de que el auditorio Justo Sierra, renombrado como “Che Guevara”, de la Facultad de Filosofía y Letras lleve ocupado por diversos grupos desde 1999; un espació que ha sido separado de la vida académica al interior de la cede más importante de la UNAM. Aunque cabe mencionar que en un principio fue tomado por universitarios, cuando su renombramiento no podía ofender a nadie, pues el uso del espacio tuvo entonces un sentido de lucha por causas académicas y sociales durante la huelga estudiantil de ese tiempo; auditorio que hoy está usurpado y reducido a espacio habitacional y negocio por personas incluso ajenas a la Universidad, lo que ha sido sobreseído por los últimos tres rectores.

La situación de violencia que afecta a la UNAM es complicada debido a que en teoría la responsabilidad sobre la seguridad de los estudiantes y los académicos al interior de la universidad es de las autoridades escolares, de acuerdo con la autonomía de la institución; y la seguridad de los mismos una vez que dejan los planteles es responsabilidad de las autoridades municipales y estatales en el Estado de México y de las correspondientes en la Ciudad de México, ya que algunos de los planteles de la UNAM están emplazados en estas dos demarcaciones del área metropolitana. Lo cierto es que para resolver el problema universitario se necesitará de la acción de académicos, servidores públicos y corporaciones policíacas, además claro de los estudiantes.

Las paradojas de la vida y la incompetencia de las autoridades son evidentes en la Máxima Casa de Estudios, ya que los cecehacheros se manifestaron pacíficamente para denunciar, entre otras cosas, la presencia y acción de grupos porriles en la UNAM y en plena plaza de la Torre de Rectoría fueron atacados por porros con palos, piedras, bombas molotov y petardos, ahí bajo la mirada del rector Enrique Graue, quien se encontraba en el edificio, volaron envases de caguamas como balas de cañón, explotaron petardos, se incendió el suelo universitario con una bomba molotov y fueron acuchillados, cercenados, pateados y golpeados los universitarios más jóvenes, que fueron hasta ahí para pedir ayuda a Graue, pero la inacción del rector y de Auxilio UNAM fue contundente, aunque estos últimos no dejaron de dirigir el tránsito, obviamente obedeciendo órdenes.

La reyerta del 3 de septiembre es un asunto de la mayor relevancia, debido a que no sólo es una muestra del iceberg de violencia que se vive en la Máxima Casa de Estudios, ya que lo que sucede en nuestra universidad es una extensión de lo que acontece en la Ciudad de México y en el país. Aunque la actuación de grupos porriles en contubernio con algunas autoridades de diversos planteles, o como brazo represor de grupos políticos ajenos a la institución, no es nada nuevo. Es inadmisible que en la principal cede de la UNAM, afuera de la Torre de Rectoría se den golpizas a estudiantes. En cuanto a otros crímenes ocurridos al interior de las instalaciones universitarias y en las inmediaciones de estas, además de presionar al Rector, la demanda de esclarecimiento y solución deberá también ser extensiva y permanente para Claudia Sheinbaum, quien está apunto de tomar protesta como Jefa de Gobierno de la CDMX, pues difícilmente la administración saliente va a entregar resultados definitivos en dos meses. En cuanto al Estado de México, con la truculenta administración priísta que lo rige, será difícil resolver algo en una entidad en la que no se sabe a quién temer más, si a los delincuentes o a las autoridades. Aquí cabe exponer que las unidades de transporte que trasladaron a los porros hasta CU partieron de suelo mexiquense.

Por su parte en la UNAM de no haber un acto enérgico, efectivo y definitivo contra la violencia y la inseguridad que aqueja a la institución, los paros y protestas podrían escalar hasta pedir la dimisión de Graue y derivar en un conflicto prolongado. La expulsión de algunos de los “seudoestudiantes” identificados como pertenecientes a los CCH de Azcapotzalco y Naucalpan, a las FES Cuautitlán, Zaragoza, Acatlán e Iztacala, así como a las Facultades de Filosofía y Letras e Ingeniería contradicen los dichos del Rector de que los grupos de choque son ajenos a la universidad; la violencia aunque sea impulsada desde afuera de la institución está, desde hace mucho tiempo, bien representada al interior de la misma. Hay videos y fotografías donde aparecen los flagrantes agresores, así que ni para las autoridades de la UNAM, ni para las de la CDMX hay excusas para no proceder en contra de los criminales, pero aún eso no resolverá la grave crisis que atraviesa la UNAM.

A 50 años del movimiento estudiantil de 1968, que se detonó tras un pleito en el que estuvieron involucrados porros –las causas van más allá de una trifulca callejera–, es muy peligroso que se repitan incidentes violentos y más aún cuando estos se han dado a las puertas de la Rectoría de la UNAM. De no haber una acción inmediata y contundente por parte del Rector y de las autoridades de la Ciudad de México el conflicto puede crecer y desestabilizar no sólo a la UNAM. Es posible que la acción de los porros más allá de ser una tarea planeada, como ya ha dicho el Jefe de Gobierno de la CDMX, José Ramón Amieva, pueda ser una maniobra orquestada por grupos externos a la universidad, pero que mantienen operadores violentos insertos en ésta o que pueden servirse de ellos con la intención utilizar a la institución para afectar a otros intereses y grupos, pues estamos en un momento político crucial para la nación, en el que de no solucionar el conflicto universitario pronto y de raíz, éste podría también desestabilizar la transición política a que estamos asistiendo. Pero independientemente de los cambios en las administraciones capitalina y federal los porros deben desaparecer, los ataques sexuales y los asesinatos al interior de la universidad deben ser esclarecidos y no deben suceder más, eso deberá ser consigna y acción de Graue, de lo contrario la UNAM corre el riesgo de convertirse en la Máxima Casa de Violencia del país.