Caminantes y territorios: La lucha por los espacios públicos en La Paz

FOTO: El Informante / INTERIORES: Archivos.

Tierra Incógnita

Sealtiel Enciso Pérez

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). El malecón de La Paz, BCS, ha sido históricamente un espacio emblemático para los paceños, un lugar de encuentro y reflexión que teje la identidad colectiva de la ciudad. Sin embargo, en los últimos años, este icónico lugar ha sido testigo de una transformación significativa, marcada por la privatización simbólica de sus espacios públicos en favor de intereses turísticos y comerciales. Este artículo explora cómo los cambios en la apropiación y uso del malecón están afectando no sólo el paisaje urbano, sino también la memoria y el sentido de pertenencia de sus habitantes, quienes se enfrentan a la creciente desterritorialización de un espacio que alguna vez fue suyo.

La ciudad, esa amalgama de edificaciones, calles y la vida que fluye en su interior, es un lienzo donde se despliegan un sinfín de emociones y experiencias. Cada calle, cada esquina, cada rincón urbano cuenta una historia, y esta narrativa se teje a través de la interacción de sus habitantes y la forma en que estos se apropian y transforman los espacios públicos. En este contexto, el libro Privatización simbólica de los espacios públicos. Prácticas histórico-territoriales en torno al malecón de La Paz, Baja California Sur, México del Dr. Tito Fernando Piñeda Verdugo, se erige como un profundo análisis de la relación entre la ciudad, sus espacios públicos y sus ciudadanos.

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Los espacios públicos, esos lugares abiertos donde convergen la diversidad de la vida urbana, son auténticas encrucijadas de experiencias compartidas. Aquí, los habitantes, independientemente de su género, edad, ocupación u origen, contribuyen a la construcción simbólica de su ciudad. Estos espacios se convierten en escenarios donde las prácticas sociales se desarrollan y donde, con el transcurso del tiempo, se forjan las memorias colectivas que otorgan identidad a la comunidad.

Si bien, las ciudades pueden ser objeto de planificaciones urbanas desde los centros del sistema capitalista global, es en la práctica cotidiana y local donde estas planificaciones cobran vida y se transforman. Cada calle es un capítulo de la historia urbana, donde se entrelazan deseos, sueños y realidades. La ciudad es un organismo vivo que evoluciona constantemente, moldeado por las acciones y aspiraciones de quienes la habitan.

El libro del Dr. Piñeda Verdugo se adentra en este intrigante mundo de las ciudades y sus espacios públicos. A través de una meticulosa observación de los caminantes y sus narrativas, el autor nos brinda un valioso reporte de investigación etnográfica. Sin embargo, este no es un estudio aislado; se enriquece con una reflexión teórica profunda en torno a conceptos fundamentales como cultura, territorio y ciudad. Esta base teórica proporciona las herramientas necesarias para analizar crítica y juiciosamente los movimientos y cambios en la trama urbana de La Paz, BCS, con un enfoque especial en su emblemático malecón.

El malecón de La Paz se ha convertido en un territorio particularmente significativo. A través de las décadas, ha sido más que una simple vía costera; ha sido territorializado por sus caminantes como un laboratorio social y cultural. En este espacio, las personas encuentran un lienzo en blanco donde pueden reflexionar sobre sus identidades individuales y colectivas. El «paceño,» aquel que habita y da vida a La Paz, encuentra en el malecón un espacio para expresarse, definirse y construir una narrativa común que les vincula.

No obstante, el libro de Piñeda Verdugo también aborda un tema crucial: la privatización simbólica de estos espacios públicos. En los últimos años, el malecón de La Paz ha experimentado una clara desterritorialización en favor de una mayor privatización socio-simbólica, en gran medida centrada en el turismo. Este proceso se ha propagado como una ola expansiva que se extiende en todas direcciones por la geografía sudcaliforniana.

La privatización simbólica implica que, aunque el espacio público siga existiendo físicamente, su esencia como un lugar de encuentro e intercambio cultural se ve eclipsada por intereses económicos y turísticos. Los caminantes dejan de ser los protagonistas de su propia narrativa urbana y ceden ese protagonismo a fuerzas externas. El espacio público se transforma en un escenario, y sus habitantes pasan a ser actores secundarios en una producción diseñada para satisfacer las demandas del turismo.

Es en este contexto que la obra del Dr. Tito Fernando se convierte en una herramienta esencial para entender los cambios que están moldeando el tejido urbano de La Paz y, por extensión, de muchas otras ciudades en todo el mundo. Su investigación etnográfica y su profundo análisis teórico nos invitan a reflexionar sobre la importancia de preservar los espacios públicos como lugares donde los ciudadanos pueden seguir siendo los protagonistas de la historia urbana. La privatización simbólica no sólo afecta la estructura de las ciudades, sino que también socava la esencia misma de la vida urbana y la identidad de sus habitantes.

Concluyo que la presente obra trasciende la mera descripción de un lugar y sus cambios urbanos. Es un llamado a la reflexión sobre el papel de los espacios públicos en nuestras ciudades y la importancia de protegerlos como lugares donde la comunidad puede seguir construyendo su historia y su identidad. El autor nos brinda una brújula para navegar por el laberinto de emociones y experiencias que es la ciudad, recordándonos que, en última instancia, son los caminantes quienes dan vida a sus calles, plazas y malecones, y que la ciudad es un texto en constante reescritura, una narrativa colectiva que merece ser preservada y enriquecida.

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AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




¿Qué pasa con el Mercado Orgánico de La Paz?

FOTOS: Frank Aguirre.

Agenda Comunitaria

Por Frank Aguirre

 

La Paz, Baja California Sur (BCS).  Hace unas semanas, algunos medios empezaron a compartir noticias sobre quejas y denuncias acerca del Mercado Orgánico y Artesanal (MOA) de La Paz. Entre los principales opositores se encuentran empresarios de grandes cadenas y comercios locales de renombre y antaño, quienes colaboran en la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de La Paz (Canaco). Los principales argumentos que pueden apreciarse en la entrevistas que realizaron los medios digitales o impresos, y entre las personas cercanas a dichos empresarios, son:

  • Que el Mercado Orgánico genera pérdidas a los negocios aledaños.
  • Que entorpece el estacionamiento para su clientela.
  • Que es “competencia desleal”.
  • Que lo que se vende ahí “no es orgánico”.

Antes de continuar creo es importante responder: ¿qué es un mercado orgánico?, ¿de dónde surgió?, ¿por qué es importante?, ¿cuánto tiempo tiene?, ¿dónde se ubica?, ¿cómo inició esta problemática?, pero sobre todo ¿por qué debe importarme?

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FOTO: Frank Aguirre

El MOA existe en La Paz desde hace más de un lustro; comenzó con la coordinación de productores de vegetales y frutas —las cuales se cultivan de forma ecológica, o sea que no se les agrega ningún pesticida o herbicida. Los agricultores y rancheros venían desde Todos Santos, El Pescadero, El Valle de Santo Domingo, San Pedro y de aquí mismo, de La Paz; ellos decidieron compartir espacio, precios y la venta de otros productos orgánicos-comestibles y artesanales no prefabricados.

Este tianguis se ubica actualmente en el Centro Histórico de nuestra capital, sobre las calles Francisco I. Madero entre Constitución y 5 de mayo. El MOA funciona como un espacio público, ya que cualquier persona puede acceder a él; allí se vende una gran variedad de productos: lácteos elaborados de forma casera y ecológica, embutidos hechos a mano y sin conservadores, frutas y verduras orgánicas, productos de limpieza amigables con el medio ambiente como detergentes, jabones y champús —el agua que se mezcla con estos productos se puede reutilizar. También hay a la venta textiles, comida típica del Sur de México, comida italiana y cocina argentina, así como artesanías y joyas hechas a mano, pintura, música ¡y hasta una recicladora de plástico, vidrio y aluminio!

FOTO: Facebook Mercado Orgánico

Hace algunas semanas, el Ayuntamiento de La Paz decidió cerrar las calles Madero y Constitución para la instalación del Mercado Orgánico, como uso de suelo temporal; esto a manera de iniciativa con la intención de comenzar una primera etapa de recuperación del Centro Histórico. Con sigilo, dicha acción poco a poco atrajo a más personas, ya que al abrirse la vialidad exclusivamente para peatones, ésta se transformo en un espacio público.

En mi libro La Calle Es Nuestra explico se relevancia como espacio público, pues: en efecto, la calle es un espacio público —en extinción— y puede convertirse en muchas otras cosas más a parte de ser sólo una vía para los coches. Formas hay muchas: un parque, un bazar, una sala de lectura, un festival, un mercado, una pista de maratón o una vía recreativa. La calle es importante como espacio público temporal, ya que contamos con muy pocos parques y espacios públicos adecuados, pues tenemos una ciudad construida para los coches y no para las personas.

Abrir temporalmente las calles a los habitantes de la ciudad para que disfruten de un espacio amplio, seguro y gratuito para la recreación, vinculación y consumo es ser vanguardista. Sucede en España, Inglaterra, Japón, Estados Unidos, Holanda o Alemania. Sus beneficios son:

  • Inclusión social, ya que no hay restricciones de acceso, clase social, edad o preferencias recreativas.
  • La promoción de hábitos de vida saludables (caminar).
  • La interacción social, apropiación y experimentación de la ciudad a partir de un escenario en el que se recupera el espacio para el público.
  • La reactivación económica de comunidades y de los negocios aledaños.
  • Contribuye a mejorar la calidad del aire y proteger el medio ambiente, al disminuir el número de autos y los niveles de ruido.
  • Permite mejorar la convivencia, comunicación y cohesión social, esto último elemental para los movimientos sociales de la ciudad.
  • Es un espacio idóneo para para dar a conocer de manera constante las injusticias que suceden en la ciudad, las necesidades por cuidar nuestro medio ambiente y exponer el trabajo ciudadano que loablemente se realiza desde hace años y demostrar recetas exitosas de organización y trabajo colectivo con la finalidad de difundir el mensaje a un nuevo público, crear una conciencia colectiva y sumar aliados.

En pocas palabras, la existencia del MOA es importante porque crea comunidad, atrae personas, genera nuevas dinámicas de convivencia, pero sobre todo, porque promueve y fortalece el consumo local de negocios aledaños a él. Ahora el Mercado Orgánico y Artesanal se encuentra en peligro de ser reubicado o fragmentado; autoridades locales que por iniciativa propia solicitaron se trasladaran a la calle, ahora sin justificación comprobable piensan remover el tianguis una vez más a otro lugar no consensuado ni conciliado con sus locatarios, pero sí contemplado por la insistencia de algunos empresarios del Centro y colaboradores.

FOTO: Frank Aguirre

Se piensa —erróneamente— que el MOA genera pérdidas a los comercios que se ubican cerca del mismo, sin embargo, esto es un mito sin fundamentos. ¿Cerrar la calle por seis horas, una vez a la semana, puede generar pérdidas sustanciales? Valdría la pena pensar si eso aplica para cada ocasión que cierran el malecón durante una semana (Carnaval), días (actividades deportivas) o temporales (Baja Mil, Fiestas de Fundación de La Paz).

En pláticas con los consumidores recurrentes del Mercadito Orgánico he descubierto que muchos comenzaron a visitar de forma habitual panaderías, cafés, restaurantes, librerías y hasta supermercados aledaños de forma frecuente ya que les queda cerca, de paso, o hay en esos lugares productos que no encuentran en otra parte de la ciudad, ni en el mismo Mercadito. Con la mano en la cintura puedo osar en asegurar que el MOA genera ganancias indirectas a los negocios aledaños a él.

FOTO: Facebook Mercado Orgánico

Para poder salir de este malentendido, se necesita buscar un concilio y demostrar los beneficios totales que generan tanto el MOA, como la apertura de las calles para el público y las ganancias indirectas, producto de las dinámicas urbanas y sociales del mismo. Quienes conforman el Mercado Orgánico deben estar dispuestos a replantearse la forma en la que han venido operando, superar sus diferencias, abrir sus procesos de ingreso a otros potenciales vendedores sin perder el sentido artesanal u orgánico, y atender con mayor diligencia a las sugerencias de quienes buscan que el lugar persista. La unión hace la fuerza. Consume Local.

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En esta administración, Ayuntamiento de La Paz rehabilitó 19 espacios públicos

FOTO: Ayuntamiento de La Paz

La Paz, Baja California Sur (BCS)Gabriel Petit Véjar, director de Obras Públicas y Asentamientos Humanos del Ayuntamiento de La Paz, dio a conocer a través de un comunicado de prensa, que tan sólo en lo que va de este año 2018 se han rehabilitado 19 espacios públicos.

Se ha trabajado tanto en la zona urbana, como en la rural —precisó—, pues es de suma importancia que los paceños cuenten con espacios adecuados para su sano esparcimiento, donde niños, jóvenes y adultos puedan llevar a cabo sus actividades deportivas y sociales de manera segura.

Se han invertido más de 30 millones de pesos en estas 19 obras, que comprenden parques, canchas, campos deportivos y jardines, lo que representa más del cincuenta por ciento de la inversión aprobada en obra pública, destinada a estos trabajo agregó Petit Véjar.

Finalmente, reiteró que Obras Públicas del Ayuntamiento de La Paz seguirá trabajando fuertemente hasta el final de esta administración, no solamente en el rescate y rehabilitación de espacios, sino en infraestructura pública que beneficie a miles de paceños.