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El amor no es una película de Disney. 8 mitos del amor romántico (I)

FOTOS: Internet/ Interior: Proceso

Sexo + Psique

Por Yaroslabi Bañuelos 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Todos lo sabemos: el enamoramiento es la emoción más avasalladora que existe. Cuando estamos enamorados nos sometemos al otro en cuerpo y alma; la altas dosis de dopamina, serotonina y noradrenalina en nuestro cerebro provocan una euforia incontrolable, las mariposas estallan en el estómago y nos volvemos adictos a la presencia de la persona amada. En este mes del amor, te invitamos a leer la primera de dos partes sobre algunos mitos alrededor de él.

El enamoramiento actúa como una droga en el cuerpo humano, sus reacciones causan dependencia e incluso sufrimos síndrome de abstinencia cuando nos separamos de la mujer o el hombre que nos arrebata el sueño; casi existe una necesidad física de ver y estar en contacto con la persona amada. Debido a este estado alterado del organismo, muchas veces confundimos el “amor” con una simple obsesión neuroquímica.

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Esto no significa que enamorarse siempre sea terrible —aunque a veces lo parezca—, está claro que a partir de un estallido hormonal puede construirse una relación saludable y feliz, y también es posible que de un amor sosegado surja una pasión desbordada; no obstante, el problema nace cuando canalizamos esa energía pasional y amorosa en patrones, generalmente machistas, que se han establecido como una convención social y cultural a lo largo de la historia, es decir, cuando vivimos el amor a través de mitos.

En este caso, un mito equivale a simplificar la complejidad de las relaciones; es el conjunto de creencias irracionales y absurdas que nos señala cómo se supone que debemos experimentar el amor de pareja o el enamoramiento. El rico universo emocional y las posibilidades de tejer vínculos sanos en nuestras interacciones de carácter romántico y sexual, se desvanecen ante los clichés del cine rosa, las típicas canciones con mensajes de autoflagelación y el machismo imperante en las relaciones; sin embargo, no se trata de una situación inofensiva. Los estereotipos del amor romántico y las creencias distorsionadas pueden conducir a casos que van desde una profunda insatisfacción personal hasta la violencia de género.

A continuación algunos de los principales mitos del enamoramiento y el romance:

1. Mito de la media naranja

Sin ti estoy muerto, pues eres, lo que más quiero en este mundo, eso eres.

Eres, Café Tacvba

“Somos personas incompletas que sólo hallaremos la plenitud cuando encontremos a la persona ideal que encaje a la perfección con nosotros”.  Esta afirmación resulta un mito porque esencialmente ningún ser humano es “incompleto”, todos los proyectos de vida son distintos y tener pareja o estar soltero no son garantías de felicidad; comenzar y construir una relación sentimental es una elección personal, pero jamás será un requisito indispensable para lograr la autorrealización.

Cuando dicha creencia se introyecta como un patrón rígido de pensamiento, provoca que idealicemos a la “otra mitad” de forma obsesiva y la búsqueda del amor perfecto se vuelve desalentadora. Las altas expectativas sobre la mujer o el hombre ideal, así como la necesidad neurótica de pareja desencadenan sentimientos de frustración, ansiedad, angustia e impotencia al no hallar por ningún lado a esa persona que cumpla con la lista infinita de características que trazamos . Un molde que raras veces es llenado por los simples mortales.

El mejor camino para deshacer el mito de la media naranja, es dirigir nuestra energía y atención a los procesos de autoconocimiento y desarrollo humano. Entre mayor sea el amor propio, menor será la prioridad que le otorguemos a las leyendas de romances imposibles.

2. Mito de la omnipotencia

Eres quien me hace llorar, pero sólo tú me puedes consolar. Te regalo mi amor, te regalo mi vida.

A pesar del dolor eres tú quien me inspira.

Blanco y negro, Malú

El amor se suele pensar como sentimiento mágico que puede transformar milagrosamente a la gente de la noche a la mañana, pero sobre todo, se cree que el amor tiene la capacidad de soportar cualquier clases de obstáculos y barreras. Este es de los mitos más peligrosos, ya que en el intento por tolerar lo intolerable, en nombre del amor, muchas mujeres —principalmente— aguantan golpes, insultos, humillaciones, celos, rechazos y sufrimiento inconmensurable con la esperanza de que un día el agresor cambie y se arrepienta, o que se solucionen los problemas de pareja.

El amor no siempre tiene que ser incondicional; si existe violencia y dolor en la relación, entonces no hay oportunidad para amar plenamente. Los besos nunca transformarán los comportamientos sociópatas en conductas pacíficas; el amor no es una película de Disney, el amor “triunfa” cuando predomina el respeto y la empatía. Los sentimientos románticos no bastan para sostener una relación sana, es necesario desarrollar una comunicación eficiente, asertividad y confianza.

3. Mito del amor eterno

No sé si vuelva a verte después […] La historia de este amor se escribió para la eternidad.

El triste, José José

Alrededor del mundo, miles de parejas han tenido que soportar durante décadas matrimonios fallidos porque les hicieron creer desde niños que ese era un pacto de por vida, “hasta que la muerte los separe”. Sin embargo, no todas las relaciones pasan por los mismos procesos y experiencias; en muchas casos, la violencia, la hostilidad, la indiferencia y los engaños consumen hasta el último rastro del enamoramiento inicial, y la convivencia se vuelve casi imposible e irreparable.

En dichas circunstancias es conveniente poner en duda el mito del amor inmarcesible; es cierto que hay casos excepcionales donde la pasión y el romance perduran hasta el último aliento de los enamorados, en cambio, otras veces, la sublime historia de amor sólo dura una década, 5 años o unas cuantas noches. La duración del romance dependerá de factores como: la potencia bioquímica del enamoramiento, la construcción de lazos, la fortaleza del vínculo como pareja, el tipo de comunicación, la convivencia, el respeto mutuo y un cúmulo de circunstancias que deben ser resueltas.

FOTO: Proceso

Aquí concluye la primera parte de este artículo. No olvidemos que ante la presencia crónica de malestar generalizado, sufrimiento o infelicidad en la relación de pareja, es importante solicitar apoyo psicoterapéutico y orientación profesional que nos permita encontrar una salida victoriosa a los laberintos del amor romántico.

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Día del Amor y la Amistad; ¿cómo y porqué se enamora un paceño?

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Corazones y osos de peluche en puestos en las calles de La Paz, por el Día de San Valentín. Foto: Modesto Peralta Delgado.

SudcaliCiencia

Por Marián Camacho

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Hoy 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad —o Día de San Valentín— te explico que el enamoramiento de los paceños tiene que ver con cosas que van más allá de tener mujeres hermosas, hombres muy guapos, atardeceres espectaculares, así como playas y espacios solitarios que invitan al amor: La Eréndira, el terraplén de los cocos, el mirador del Pedregal, la playa del Cetmar, etcétera. Sin embargo, no sólo basta con comprar una nieve y caminar por el malecón para decir que se conoce la fórmula del amor paceño. No, ya no. Hoy tenemos que conocer la explicación que está detrás de todo esto.

El lenguaje del cerebro

En primer lugar, necesitamos saber que nuestras acciones están controladas por la voz de mando de nuestro cerebro. El cerebro es un órgano compuesto por millones de células, llamadas neuronas, que se comunican entre sí para generar diferentes respuestas. Esta comunicación se llama “sinapsis” y es el lenguaje de las neuronas. Al igual que en todo lenguaje donde las palabras o gestos nos indican algo, en la sinapsis existen algunas “palabras químicas” que se llaman neurotransmisores. Un neurotransmisor es una molécula que lleva información de una neurona a otra.

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Neurotransmisor (esferas amarillas) transmitiéndose de una neurona a otra. Imagen: Internet.

Pues resulta que, durante el enamoramiento, el neurotransmisor llamado dopamina se libera “mashín”. Es decir, cuando un paceño está enamorado, existen grandes concentraciones de dopamina liberándose lentamente. Es importante saber que la dopamina está relacionada con el deseo, la felicidad y la sensación de placer, todas presentes cuando uno está enamorándose. Además, los enamorados presentan estados de ansiedad (tiemblan las piernas) y estrés moderados que se manifiestan a través de un aumento en la sudoración, la presión arterial, el ritmo cardíaco y en los movimientos peristálticos intestinales (sí: las famosas “mariposas en el estómago”).

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El amor nos vuelve tontos

Pero ¿qué creen? Esta liberación alocada de dopamina tiene sus consecuencias. Por ejemplo, dicen por ahí, que cuando una persona está enamorada se “vuelve tonta”. Y esto tiene mucho de razón, porque resulta que, al aumentar la liberación de dopamina también aumenta la actividad del sistema límbico. El sistema límbico son las partes del cerebro encargadas de responder a ciertos estímulos y también, es ahí, donde se encuentran los instintos humanos. O sea que entre más dopamina hay, más respondemos a nuestros instintos. Y no sólo eso, cuando el sistema límbico “anda con todo” se inhibe el trabajo de la corteza prefrontal, que es la parte de “enfrente” del cerebro y que está involucrada en el razonamiento, en la expresión de la personalidad, en los procesos de toma de decisiones y en la regulación del comportamiento social adecuado en cada momento. Entonces, ya sabrán lo que pasa cuando alguien anda enamorándose y trae un relajo con la dopamina, el sistema límbico y la corteza prefrontal.

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Corteza prefrontal en rojo. Imagen: Internet.

¡Weeeey!, entonces hay que liberar constantemente un montón de dopamina y “puum” estamos enamorados para siempre

Desafortunadamente o afortunadamente, según como se vea, las concentraciones de dopamina disminuyen conforme avanza el enamoramiento. Algunos científicos afirman que, en promedio, la dopamina del enamoramiento se acaba en tres años. Ya sé, es súper poquito tiempo para que se acabe el cuento feliz. Sin embargo, después de este tiempo, contamos con nuestra amiga, la poderosa, la inigualable: oxitocina. Esta sustancia química es conocida como la “hormona de la unión” por la neurociencia, ya que es liberada en el cerebro de paceños y paceñas a través de interacciones amorosas íntimas. La oxitocina tiene un efecto calmante y disminuye la necesidad de más y más dopamina. Esta hormona es la responsable del sentimiento de calidez, relajación, seguridad e intimidad amorosa que la mayoría de la gente busca. Y lo mejor… nuestros cerebros nunca desarrollan tolerancia hacia ella, por lo tanto, una relación amorosa construida con “ladrillos” de oxitocina ¡puede durar para siempre!

Existen diversas técnicas psicológicas encaminadas a reforzar los patrones químicos en las parejas que desean mejorar sus relaciones amorosas. Sin embargo, antes de intentar cualquier cosa, considero que lo más importante es comprender los principios básicos que generan nuestro comportamiento. Ya que como dijo la genial y enamorada Marie Curie, “no hay nada que temer en la vida, sólo cosas por comprender”.

¡Feliz Día del Amor y la Amistad!