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Hoy es el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto

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“El mensaje universal que debe rescatarse del holocausto es el de la tolerancia y rechazo a la indiferencia del sufrimiento ajeno”. Fotos: Internet.

Colaboración Especial

Por Yoel Leon Goldchain Goldin

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Este es el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Fue un 27 de enero de 1945 cuando las tropas soviéticas liberaron Auschwitz–Birkenau, uno de los campos de concentración y de exterminio nazi, donde fueron asesinados millones de hombres, mujeres y niños, en su mayoría, por el simple hecho de ser judíos. 

Durante el intento nazi por aniquilar a la comunidad judía les fue arrancada la vida de la manera más desalmada a 6 millones de personas de mi pueblo, entre ellos a decenas de mis familiares. Además, también fueron víctimas mortales del holocausto los gitanos, personas de raza negra, homosexuales, minusválidos y miembros de diversas minorías raciales.

Uno se cuestiona el origen del odio que desembocó en tan terrible suceso de la historia de la humanidad, en el que el régimen nazi procuró todos sus medios para la exterminación racial. Los estudiosos del tema apuntan a la xenofobia, el miedo al extranjero o diferente. Es entonces que resulta aterrador imaginarse cómo este miedo fue alimentado fervientemente hasta tal grado que se convirtiese en un odio tan mortífero.

Las imágenes y relatos son escalofriantes, así como el darse en cuenta que fue maquinado en Alemania, un país rico intelectual y culturalmente. Cuando uno piensa en las dimensiones de lo acontecido es difícil concebirlo: hablar del exterminio de 6 millones de personas tomando en cuenta que nuestro universo paceño es de alrededor 300 mil personas te pone a pensar que la maquinara nazi podría haber extinguido a nuestra población por completo, de habérselo propuesto.

El pueblo judío sobrevivió al exterminio y hoy en día florece a pesar de las adversidades. A raíz de lo ocurrido durante el holocausto, el mundo comprendió la necesidad de un Estado judío que pueda garantizar la seguridad de su pueblo. Fue así que por decreto de la ONU en 1948 se fundó el Estado de Israel.

Recordar lo acontecido durante el holocausto es sumamente importante para impedir que vuelva a ocurrir, ya que pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla. Nos encontramos en un momento histórico crucial siendo la última generación con la oportunidad de escuchar de viva voz los testimonios de los sobrevivientes del holocausto. Por ende es nuestra gran responsabilidad el transmitirlos a las siguientes generaciones. Así como el honor y agradecimiento a todas las personas que sin ser de fe judía prestaron su ayuda de manera altruista a las víctimas judías durante las persecuciones nazis.

El mensaje universal que debe rescatarse del holocausto es el de la tolerancia y rechazo a la indiferencia del sufrimiento ajeno. Tal como el que hoy en día vive por ejemplo, el grueso de la población de Siria y una gran cantidad de cristianos en diversas regiones de medio oriente.

Galería comentada

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La estrella amarilla fue una de las primeras medidas de discriminación a los judíos durante la Alemania nazi. Eran obligados a portar este distintivo para poder ser reconocidos como tales y ser discriminados. Las medidas discriminatorias fueron en aumento pasando por restricciones en los parques con señalizaciones de “Prohibida la entrada a perros y a judíos”, y alcanzando su furor con la Noche de Los Cristales Rotos en la cuál los comercios judíos fueron vandalizados. Siguiendo con el aislamiento en ghettos, el envío a campos de concentración donde eran sometidos a trabajos forzados y finalmente el aniquilamiento sistemático en los campos de exterminio.

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La entrada a Auschwitz decía “El trabajo os hará libre”, queriendo engañar a los prisioneros sobre el destino que les deparaba en este lugar. En cambio el verdadero objetivo nazi de estos campos era exprimir la salud  y espíritu de los prisioneros por medio de trabajos forzados y condiciones infrahumanas. Continuamente se realizaban selecciones para determinar cuáles prisioneros estaban en condiciones de seguir trabajando y cuáles no; los segundos eran enviados a las cámaras de gas para ser asfixiados y encontrar la verdadera salida de estos campos pero a través de las chimeneas de los hornos de cremación, en calidad de ceniza.

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Dentro de los campos de concentración los prisioneros eran expuestos a condiciones infrahumanas de trabajo, refugio y alimento. Buscando deshumanizarlos se les tatuaba un numero en el brazo y se les refería por éste en lugar de su nombre.

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Los prisioneros eran obligados a marchar largas distancias en condiciones de frío extremo y sin agua, comida, ni descanso. Quienes no aguantaban el paso eran fusilados en el momento. Eran conocidas como las marchas de la muerte.

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Oskar Schindler, empresario alemán que salvó la vida de mil 200 judíos empleándolos como mano de obra para su fábrica; en México y en el mundo, su nombre se dio a conocer por la película La lista de Schindler dirigida por Steven Spealberg, la cual ganó el Oscar a Mejor Película en 1993.

Anne Frank fue una niña judía alemana que logró ocultarse de la persecución nazi durante dos años, escondiéndose en un ático oculto junto con su familia. Finalmente, todo ellos fueron descubiertos y enviados a los campos de concentración. Ella falleció a la corta edad de 16 años en el campo de Bergen-Belsen. Es internacionalmente conocida por su diario.

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“¡Nunca más!” Un sobreviviente del holocausto muestra el número que fue tatuado en su antebrazo mientras fue prisionero del campo de concentración, al mismo tiempo que abraza a su nieto, quien al igual que las soldadas que aparecen en la imagen de su derecha, sirviendo al ejercito de defensa de Israel, garantizan la seguridad al pueblo judío.

 

 




Auschwitz y la raíz del mal; crímenes del Holocausto, ¿un asunto burocrático?

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Auschwitz. Fotos: Internet.

Érase una vez

Por Pablo Reynosa

 

 

“Vamos a colocar aquí el receptor Baby [radio]; un receptor clandestino, en casa de judíos clandestinos que compran en el mercado negro con dinero clandestino. Todo el mundo se esfuerza por conseguir un viejo receptor para entregar a las autoridades en lugar del que ellos reclaman. Cuanto peores son las noticias, más la voz maravillosa de las transmisiones de ultramar significa para todos ese alentador <<¡Ánimo, arriba el corazón, volverán tiempos mejores!>> del cual no podemos prescindir. Tuya, ANA”, fragmento de El Diario de Ana Frank.

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Fue un 27 de enero de 1945 cuando las tropas soviéticas liberaron Auschwitz, el campo de exterminio y concentración de judíos más grande de la Alemania nazi.

Nueve días antes de que los soviéticos llegaran al campo de la muerte en mención, las “escuadras de protección” del Estado nazi (SS, por sus siglas en alemán) ordenaron que 60 mil prisioneros marcharan desde Auschwitz hacia Lostau, a 55 kilómetros de distancia, donde fueron subidos a trenes de mercancías que los conducirían a otros campos de detención (en el trayecto alrededor de 15 mil judíos murieron).

Debido a ello cuando las tropas soviéticas ingresaron al campo de concentración encontraron vivos solamente a algunos miles de prisioneros hambrientos. Había abundante evidencia del exterminio masivo en Auschwitz. Los nazis habían destrozado la mayoría de los depósitos en el campo, pero en los que quedaban los soviéticos encontraron las pertenencias de las víctimas, entre éstas se pudieron contabilizar miles de trajes de hombre, más de 800 mil vestidos de mujer y más de 6 mil 350 kilogramos de cabello humano.

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¿Quiénes eran los integrantes de las “escuadras de protección” de la Alemania nazi?, ¿cómo eran capaces los hombres y las mujeres pertenecientes a la SS de cometer tales atrocidades? Quizás la respuesta más equilibrada la encontremos en la pluma de Hannah Arendt, filósofa judía de origen alemán, quien tras haber sido la encargada de cubrir para el semanario estadounidense The New Yorker, el juicio contra Adolf Eichmann, un funcionario del régimen nazi a cargo de los campos de exterminio, celebrado en la ciudad de Jerusalén en 1961, compiló y complementó sus reportes en el libro Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal.

En él, Arendt describe a quien considera merecedor del castigo mortal al que fue condenado, no como un monstruo desequilibrado que se regocijaba del dolor ajeno, sino como un burócrata que buscaba ser ejemplar a ojos de los demás y por ello cuidaba con celo el cumplimiento de las órdenes de sus superiores, pero sobre todo de quien consideraba el origen de todas las ordenes legítimas: Adolf Hitler.

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Hannah Arendt

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Adolf Eichmann en el juicio oral en Jerusalén, en 1961.

72 años han pasado desde que las tropas soviéticas liberaran el campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, y como cada año, desde 2006, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) “rinde tributo a las víctimas del Holocausto y ratifica su compromiso de luchar contra el antisemitismo, el racismo y toda otra forma de intolerancia que pueda conducir a actos violentos contra determinados grupos humanos”.

Con todo, la banalidad del mal persiste, recreándose cada vez que dóciles preferimos seguir la línea de mando, eludiendo todo juicio crítico, aún si lo hacemos en nombre de la libertad, la igualdad o la justicia, conceptos que pueden ser trastocados. Nos queda la compasión de unos para con otros.

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