1

La ciencia que importa

FOTOS: Archivos.

La inmortalidad del cangrejo

Por Lorena Durán Riveroll

 

Las ciencias aplicadas no existen,

lo que existe son las aplicaciones de las ciencias.

Louis Pasteur

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Iniciamos un nuevo año y se siente un ambiente de expectación. ¿Qué nos espera? ¿Qué noticias habrá, qué cosas nuevas veremos? Hace unas semanas recibí la invitación para colaborar con este proyecto. ¡Qué emoción volver a escribir, ahora desde mi otro yo! Y así, mirando el mar por la ventana mientras tomo café, pienso en todos los temas sobre los que quiero escribir. Y entre todos esos temas, hay uno en particular que me ha estado rondando desde mucho antes de recibir la invitación: ¿cuál es la ciencia que verdaderamente importa?

Como dijo el profesor y divulgador científico de la Universidad de Murcia, José Manuel López Nicolás, “la ciencia es la obra de arte colectiva más importante de la humanidad”. La ciencia es un trabajo colectivo, una serie de información obtenida de manera metódica. Y, como es información sobre los fenómenos (naturales, sociales, físicos, químicos, planetarios, exoplanetarios, etcétera), es universal. El término universal generalmente me saca ronchas (como la “historia universal”, pues me parece injusto que solo trate de la historia de los terrícolas, por ejemplo, y que, además, generalmente se enfoca en la historia europea), pero no en este caso. La información científica es real y funciona en cualquier país de nuestro planeta y, si hablamos, por ejemplo, de la física del universo, también funciona en otros planetas. Por lo tanto, no hay tal cosa como una ciencia “nacional”; no hay una ciencia mexicana, estadounidense o alemana. La ciencia es el conocimiento conseguido por la humanidad a través de métodos, y ese conocimiento es revisado y comprobado todo el tiempo.

También te podría interesar: Saber ciencia en tiempos de pandemia

¿Hay una ciencia que importa más?

Hace unas semanas, en un desagradable intercambio de ideas, una persona que intentaba descalificar mi trabajo me cuestionó: “tú, que te dices científica, ¿cuántas patentes tienes? Lo que haces no sirve de nada”. ¿Será que sólo la ciencia que produce patentes es la ciencia importante?

Una parte de la población piensa que sí. Que hacer ciencia es inventar y descubrir cosas para ser explotadas comercialmente de manera casi inmediata. Y, efectivamente, esa es una parte de la ciencia. La mayoría de los descubrimientos científicos son peldaños pequeñitos que pasan desapercibidos para la población no especialista en el tema y que sirven para que, eventualmente, la información generada sea utilizada por los que vienen detrás de nosotros, quienes construirán otro pequeño peldaño. Los descubrimientos científicos que llegan a los noticieros son el resultado de cientos o miles de investigaciones realizadas por cientos o miles de científicos cuyos nombres quedarán mayormente en el anonimato, pero cuyo trabajo creó una pieza de ese rompecabezas que al final vamos formando. Un rompecabezas que quizá sea infinito.

La inútil división de la ciencia

La ciencia produce, fundamentalmente, conocimiento. Toda ella. Pero de un tiempo a la fecha se ha querido dividir al quehacer científico en “ciencia aplicada” y “ciencia básica”. Sin duda, esta división, que es completamente artificial, no fue propuesta por algún científico; suena, más bien como la idea “brillante” de algún político, aunque desconozco al (a la) autor(a) de este disparate.

Dentro de este esquema ya marchito y sin base real, la “ciencia aplicada” es la que produce las patentes. Los productos. La que vende cosas. Por otro lado, la “ciencia básica” es la que no tiene una aplicación inmediata y que tal vez nunca la tenga, pero que es la base, como su nombre lo indica, de los descubrimientos y todo aquello que se patenta. Los productos. Las cosas. A esta parte de la ciencia también se le ha llamado —y probablemente sea un término más preciso—: “investigación fundamental”.

Pero no perdamos de vista que la “ciencia básica” es la madre de la “ciencia aplicada”. Sin ella, no existiría ninguna patente, ninguna tecnología. Todo esto que usamos ahora, desde los microondas hasta los satélites espaciales, todo lo de manufactura humana ha requerido de una base de conocimiento fundamental. Todo. (AQUÍ se puede encontrar un magnífico texto del Dr. Ruy Pérez Tamayo sobre el tema).

El desperdicio de tiempo y dinero en cosas “inútiles”: la invención del rayo láser

Una historia que me parece especialmente interesante y que ejemplifica la inutilidad de esta separación de la ciencia, es la invención del rayo láser. Ahora es extremadamente común encontrar punteros láser en cualquier lugar, como los que usamos para señalar algo en nuestra presentación o en clase, o que vemos proyectados hacia el cielo en los festivales de luces en muchas ciudades y espectáculos. Pero el inicio fue complicado y la idea surgió de (tambores) la “ciencia básica”. Por décadas, los investigadores tuvieron que luchar contra un sistema que consideraba que sus investigaciones eran una pérdida de tiempo al centrarse en analizar la luz, los electrones y los fotones, cosas inútiles, sin ganancia alguna. Una pérdida de tiempo y dinero, consideraron los políticos y economistas por mucho tiempo. Quisiera ver ahora sus caras, si supieran los múltiples usos de este invento, y las fortunas que se han amasado a partir de su fabricación específica con fines tecnológicos, científicos, médicos, educativos y hasta bélicos.

Los mexicanos y la ciencia

De acuerdo con una encuesta realizada en el 2018, una buena parte de la población mexicana (encuestada) opina que en nuestro país hay un grave retraso en el avance científico, principalmente debido a la falta de inversión. Una tercera parte piensa que los avances científicos resultan en una mejora en la salud y la calidad de vida de las personas, sin embargo, otro tercio de la población dijo no “creer” en ella. A pesar de esto, y a diferencia de las personas encuestadas en los Estados Unidos, los mexicanos dijeron preferir platicar con astronautas o premios Nobel que con cantantes o artistas, aunque más del 80% admite no saber nada de ciencia, y al 90% le gustaría saber más. Y estas son buenas noticias. (Dos interesantes artículos sobre el tema se encuentran AQUÍ y ACÁ)

¿Son los países más ricos los que más científicos tienen?

Spoiler alert: aunque Hollywood nos quiera convencer de otra cosa, la respuesta es no.

Cada cierto tiempo, aunque los últimos años con varias fallas, principalmente por la dificultad de realizar encuestas durante la pandemia, se realizan análisis en muchos países sobre indicadores económicos y de bienestar de la población. Y uno de estos indicadores es el número de investigadores por millón de habitantes.

El país que tiene más investigadores por millón de habitantes es Dinamarca (8 mil 66 en 2018). Pero, aunque Dinamarca no se encuentra entre los 10 países más ricos del mundo, este país está el primer lugar en calidad de vida y es el de menor contaminación.

Suecia y Finlandia, tercer y cuarto lugares en número de investigadores por millón de habitantes (7 mil 536 y 6 mil 861, respectivamente en 2018), tampoco están dentro de los 10 países más ricos, pero sí son parte de los 10 países con mejor calidad de vida y menor contaminación.

México, en cambio, se encuentra en el sitio 69, con 315 investigadores por millón de habitantes (datos de 2016); en el sitio 48 en cuanto a calidad de vida y en el 49 en cuanto a contaminación.

¿Significa que hay una relación directa entre la cantidad de investigadores por millón de habitantes y la calidad de vida de la población y/o la contaminación del país? Definitivamente no es una relación directa. Pero estos números dan mucho en qué pensar.

Entonces, ¿cuál es la ciencia que importa?

Regresando al tema, y si queremos seguir con la división de la ciencia en básica y aplicada, aunque huela a anilina, la respuesta es bien sencilla: toda la ciencia importa. La llamada ciencia básica es la madre de la ciencia llamada aplicada, por decirlo de alguna manera. La base de conocimiento que se genera sobre el tema que sea es fundamental para los pasos siguientes, aunque a veces no sepamos cuáles serán.

Importa la ciencia hecha en México, aunque no tengamos todas las facilidades con las que soñamos, pero que podemos subsanar a través de colaboraciones nacionales e internacionales. Importa la ciencia que produce patentes, pero no olvidemos que fue la ciencia fundamental la que sentó las bases para llegar a ellas. Importa toda la ciencia. Y nuestro país y todo el mundo necesita más científicos.

Datos obtenidos de:

https://www.bankinter.com/blog/mercados/ranking-paises-mas-ricos-mundo

https://www.muynegociosyeconomia.es/economia-y-finanzas/fotos/los-paises-mas-ricos-del-mundo-171614682161/8

https://data.worldbank.org/indicator/SP.POP.SCIE.RD.P6

__

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, esto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




Entre más conocemos, menos sabemos

FOTOS: Internet.

La demencia de Atenea

Por Mario Jaime

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Esta paradoja es la ironía de los avances científicos, descubrimientos prodigiosos y teorías matemáticas que nos deslindan del azar y nos acercan a un determinismo material que, aunque parezca extraordinario, es en realidad lo ordinario –el orden, el cosmos de lo real.

¿Es lo mismo la sabiduría que el conocimiento? Quizá tengamos la ilusión de que sabemos mientras conocemos, pero, piénselo bien Lector. ¿Los científicos son sabios? ¿Siglos de progreso nos han llevado a una mejora ética o únicamente tecnológica?

También te podría interesar: Tablas

Pensemos en un hombre de hace 100 mil años. Horrorizado por las llagas y la muerte no tenía idea de la existencia de bacterias o anticuerpos. Quizá él cree que sabe ciertas cosas, que los espíritus se han llevado a su hijo, que la maldición de los astros lo tiene lisiado.

Pensemos en un cardenal católico europeo del siglo XV. La observación del atardecer y las inferencias bíblicas le tiene  convencido de su sabiduría. Él cree que sabe. Que la Tierra no se mueve, que las estrellas son fijas  y que el Sol gira alrededor de ella. No conoce las órbitas elípticas, ni que hay más planetas de los que ve a simple vista, ni que es la Tierra la que orbita alrededor de un Sol que no es centro, porque quizás no existen los centros.

Pensemos en un médico del siglo XVI. Desconoce los leucocitos o las células T, no sabe de neuronas o antibióticos. Él cree que sabe. Aplica enemas y sanguijuelas para sangrar a un paciente de fiebres, está convencido de que los vapores de los miasmas provocan calenturas.

Pensemos en un profesor de Física en 1870. Él cree que sabe. Está convencido de que las leyes de Newton y su sistema de tiempo – espacio absolutos  han dado sentido y explicación al movimiento. Ya no hay nada que conocer después de ello, tan sólo comprobarlo. Aún no intuye la revolución de la Relatividad que será propuesta por Einstein cincuenta años después, ni las nociones de quarks o partículas elementales. No sueña en sus pesadillas con posibles armes termonucleares.

Ni Al Jaziz en el 810, ni Darwin –mil años después— en 1860 conocieron los genes, ni el DNA, ni los cromosomas aun cuando imaginaron presiones de selección natural que hacia evolucionar lo vivo.

Ahora contamos con telescopios gigantescos, estaciones espaciales y el misterio de la materia y energía oscuras minimizan la sabiduría mientras maximizan el conocimiento.

Conocemos datos, figuraciones, teorías que mañana serán mitos, hechos fascinantes. Que los átomos de un objeto representan 99.9% de espacio vacío; que el ojo humano detecta menos de 1 % del espectro electromagnético; y que nuestro oído escucha menos del 1 % del espectro acústico.

Parece que entre más conocemos, nuestra conciencia de la nimiedad aumenta y de lo que Kant llamó sublime matemático. Si el Sol fuera del tamaño de una célula, la vía láctea tendría el tamaño de los Estados Unidos.  Podemos calcular eso, pero… ¿Imaginarlo en su justa proporción?

Según el genio de Königsberg, la grandeza de lo sublime nace del intelecto y se opone a la comprensión. Una magnitud que nos rebasa en poder y tamaño, la magnitud de la inconmensurabilidad universal, las consideraciones metafísicas acera de la eternidad.

Este hombre aparentemente pequeño, que murió a comienzos del siglo XIX y que puso diques a la razón en su afán por comprender las esencias, no conoció la teoría del Big Bang, la expansión del espacio – tiempo, los agujeros de gusano, la fisión atómica y, sin embargo, sus antinomias son válidas para demostrar que estas teorías son abusos de los noúmenos. Kant más que un científico, fue un sabio.

Confucio no vio a Urano en el telescopio ni conoció las vacunas, pero su ética universal vale para todo humano que desee tratar a otro con dignidad. Confucio fue un sabio.

¿Sabemos más que nuestros ancestros o conocemos más?

Una alumna me confesó que sus compañeros tenían la noción de saberlo todo en algún punto de sus carreras científicas. Tamaña desproporción es absurda. ¿Arrogancia juvenil?

Sin embargo conforme conocen más, la catarata de conocimientos y teorías nuevos que van sucediéndose unos a otros abruma al científico que se minimiza ante tal potestad.

Entre más conocemos, sabemos menos, una ironía que ya subrayó Cyrano cuando le espetó a Christian: No eres tonto, pues te das cuenta de que lo eres.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




El primer Doctor en Ciencias de Mulegé

FOTOS: Cortesía.

SudcaliCiencia

Por Marián Camacho

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Josué Alonso Yee Duarte, salió de Mulegé, un pequeño pueblo de apenas 3 mil 800 habitantes al Norte del Estado de Baja California Sur, cuando tenía 15 años. Después de una travesía de ocho horas en el camión de Autotransportes Águila, llegó solo a la gran capital, La Paz, una tarde del verano de 1997 para estudiar la preparatoria.

El pequeño Josué nació el 11 de febrero de 1982 en la Heroica Mulegé, nombre oficial de la sudcaliforniana y paradisíaca población, y creció jugando en el río, lanzándose de una cuerda en la “palma atravesada”. De niño le gustaban los dinosaurios, el Nintendo y el fútbol. Hijo de una familia china, donde su bisabuelo emigró del puerto de Cantón, China, para buscar un mejor futuro en el comercio del otro lado del océano Pacífico, en México. Así, la familia Yee fundó la tienda de abarrotes Casa Yee iniciando con la venta de petróleo, y, posteriormente, incorporó productos regionales como aceitunas y dátiles. Actualmente, la Casa Yee, con más de 100 años de servicio, es atendida personalmente por el padre y la tía de Josué y conforma un referente histórico para todo aquel que transita por las calles de Mulegé.

También te podría interesar ¿Por qué la churea cruzó la brecha?

Por su parte, la madre del futuro Doctor en Ciencias, también de ascendencia china, la reconocida profesora Celia Duarte García, dejó a su hijo “la mejor herencia” que, según sus consideraciones, le abriría las puertas del mundo: la educación. Josué tuvo la gran fortuna de ser alumno de su madre en cuarto año de primaria. Aunque para el pequeño mulegino no existiera la posibilidad de decir “no me dejaron tarea” cuando llegaba a su casa, su estricta profesora y querida madre marcó el estudio como una disciplina que posteriormente guiaría el destino de Josué en su llegada a la gran capital del estado.

La uni

La Paz, 1997. No hay padres cerca ni tampoco un río para jugar. La vida de un foráneo en la preparatoria, con giros de telégrafo quincenales para gastar, comienza con grandes tentaciones pero termina sin mayor sobresalto con un examen aprobado para ingresar a la carrera de Biología Marina en la máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS).

La decisión de estudiar Biología Marina tiene sus raíces en el gusto de Josué por la diversidad de las formas de vida y su gran curiosidad por comprender el mundo que lo rodea. Recuerdo que me puse muy contento cuando mi madre me regaló el kit de química de juguetes “Mi Alegría”. Me la pasaba haciendo mezclas con los diferentes reactivos y, en ocasiones, probaba su efecto en los hormigueros cercanos a mi casa. También estaba interesado en las peleas de cuatro hormigas “de las rojas” contra un alacrán solitario, el comportamiento de las lombrices de tierra bañadas con sal y las rayitas y puntitos de las plantas del jardín de mi abuela –comenta con añoranza el Dr. Yee.

La Biología Marina permitió que el joven Josué Alonso comprendiera y abrazara el método científico como una forma de generar conocimiento en beneficio de la sociedad y el medio ambiente. Terminó su carrera profesional tras cuatro años de arduo trabajo en equipo, muchas salidas de campo, exposiciones, exámenes interminables (en especial el de modelos estadísticos), estrés, descubrimientos sorprendentes y amistades duraderas. Josué Yee fue el primer alumno del grupo titulado con la presentación y defensa de una tesis en examen profesional. Su investigación es significativa, no solo por alcanzar la meta antes que cualquiera del reducido grupo que finalizó las materias, sino porque utilizó como objeto de estudio a la almeja mano de león Nodipecten subnodosus. Este bivalvo constituyó una de las pesquerías más importantes para Baja California Sur, en especial para su natal municipio, Mulegé. El tema de investigación se centró en conocer el requerimiento energético de la almeja durante su reproducción, lo cual tiene posibles aplicaciones en acuacultura.

La ciencia como una profesión

No hubo tiempo de duda sobre el siguiente paso. Aquel día de junio de 2007, cuando Josué Yee tomó protesta oficial como Biólogo Marino, recibió la noticia que había sido aceptado para entrar a la Maestría en Manejo de Recursos Marinos en el Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (CICIMAR) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).

La Maestría significó para Josué “la verdadera exigencia” de una investigación científica. De nuevo, el objeto de estudio fue la almeja mano de león N. subnodosus, enfocando sus esfuerzos para conocer la biología reproductiva y composición bioquímica de esta valioso molusco. Sin embargo, esta vez las actividades que realizó durante dos años, que se sintieron transcurrir muy rápido, incluyeron la recolección de las muestras (viajes larguísimos de 14 horas en auto hasta Bahía de Los Ángeles, Baja California), el procesamiento en laboratorio (intensas jornadas frente al micrótomo y microscopio), la escritura de informes, asistencia a congresos nacionales e internacionales, la escritura de una tesis y de su primer artículo científico.

Al terminar su primer posgrado, el M. en C. Josué Yee decidió adquirir experiencia laboral y trabajó durante dos años asesorando a una cooperativa de buzos y pescadores de pepino de mar y pulpo en Bahía de Los Ángeles y Ensenada, Baja California. Este contacto con los usuarios de los recursos marinos, confirmó a Josué el valor de la aplicación del conocimiento científico en la sustentabilidad pesquera.

El primer Doctor de Mulegé

Cuando el joven Josué Yee salió de Mulegé en 1997, no tenía planeado regresar 20 años después con un título de Doctor en Ciencias, y menos, ser el primero de sus coterráneos en adquirir la máxima distinción académica.

El proceso doctoral de Josué, también en el CICIMAR-IPN, involucró cuatro años de aprendizaje para lograr el diseño de su investigación, conocer nuevas herramientas de análisis, visitar nuevos países, colaborar con investigadores reconocidos, realizar investigación de frontera y hacer descubrimientos sobresalientes. El Dr. Yee Duarte analizó el efecto de la contaminación por metales pesados en la salud reproductiva de la almeja chocolata Megapitaria squalida en la capital de su municipio natal, el puerto minero de Santa Rosalía. Derivado de ello, los resultados de su investigación han sido reconocidos en Brasil y en México por grupos de investigadores especialistas en las áreas correspondientes, y en el propio centro de investigación de donde es egresado.

Actualmente, el Dr. Yee Duarte pertenece al Sistema Nacional de Investigadores, en reconocimiento de su labor dedicada a producir conocimiento científico de calidad y prestigio. Asimismo, se desempeña como investigador en el Centro Regional de Investigación Acuícola y Pesquera del Instituto Nacional de Pesca y Acuacultura, y como docente a nivel Licenciatura y Posgrado.

Para el Dr. Josué Alonso Yee Duarte, ser el primer Doctor en Ciencias Marinas de Mulegé representa una oportunidad para motivar a las nuevas generaciones, sobre todo a las de mi pueblo, para que se preparen y logren una inserción competitiva en el mundo laboral. También, considero importante aclarar, que no solo es suficiente tener curiosidad o ganas de lograr ser un científico, sino que es indispensable prepararse correctamente, según sus propias palabras.

—–

AVISO: CULCO BCS no se hace responsable de las opiniones de los colaboradores, ésto es responsabilidad de cada autor; confiamos en sus argumentos y el tratamiento de la información, sin embargo, no necesariamente coinciden con los puntos de vista de esta revista digital.




¡Meeeh, si lo leí en Wikipedia!

FOTOS: Internet.

SudcaliCiencia

Por Marián Camacho

 

La Paz, Baja California Sur (BCS). Este artículo tiene su origen en una recomendación que me hicieron sobre evitar, en lo posible, citar a Wikipedia en los artículos que escribo para ésta, su entusiasta columna de Sudcaliciencia. Derivado de esto, y aunado a los comentarios usuales en ese mismo sentido —los cuales escucho en diversos escenarios, tanto formales como informales—, decidí escribir un artículo acerca de “Wikipedia, la enciclopedia libre”. El objetivo de este escrito es mostrar, al menos de manera general, cómo funciona el mayor proyecto de recopilación de conocimiento jamás realizado en la historia de la humanidad. Asimismo, está presente la intención de brindar elementos suficientes para que usted, queridísimo público lector, pueda definir ciertos criterios de uso y alcances de “la Wikipedia”.

“Imagina un mundo en el que cada persona pueda compartir libremente la suma de todo el conocimiento”Con esta frase, se da la bienvenida en el sitio web de la Fundación Wikimedia, actual administradora de Wikipedia (y otros proyectos hermanos) y constituida como una organización sin ánimo de lucro y financiada por donaciones.

También te podría interesar: El nuevo súper poder de los zancudos choyeros 

Sin embargo, esta frase también resume la motivación de Jimmy Wales, el creador de Wikipedia, con la cual fundó, en 2001: la primera enciclopedia digital del mundo. Este hombre estadounidense, con la ayuda del filósofo Larry Sanger, la crearon partiendo de una idea radical: dar acceso libre al conocimiento universal. Teniendo como objetivo ofrecer una enciclopedia gratuita, libre, y en su idioma, a todas las personas del planeta. De hecho, al día de hoy, Wikipedia tiene información en 300 idiomas.

Jimmy Wales, creador de Wikipedia,. FOTO: Forbes.

Asimismo, Jimmy Wales ha declarado estar muy lejos de ser millonario y continua viajando por el mundo para lograr que los gobiernos de decenas de países comprendan la filosofía y el funcionamiento de Wikipedia y otorguen acceso a sus ciudadanos para utilizar la enciclopedia. Esto es particularmente destacable en países súper poblados como China, en donde han bloqueado Wikipedia en diversas ocasiones.

Construcción comunitaria de conocimiento

La información que aparece en Wikipedia es suministrada por usuarios de todo el mundo. Así, para las personas que leemos y escribimos en español, existe Wikipedia en español, donde cualquier persona con conexión a Internet puede editar esta enciclopedia, sin trámite alguno, ni siquiera el de registrarse —en este caso quedará públicamente visible la dirección IP desde la que se aporta el contenido. El trámite de registro, bajo seudónimo, es rápido y sencillo, de forma que actualmente hay 5 millones 189 mil 032 usuarios registrados en Wikipedia en español, de los que 19 mil 484 pueden considerarse activos en este momento, por haber editado en el último mes. Entre todos los anteriores, pueden encontrarse, desde lectores esporádicos, hasta especialistas reconocidos. A las personas que escriben o editan artículos allí se les suele denominar “wikipedistas”.

Sin embargo, el funcionamiento de Wikipedia no es tan sencillo como se puede pensar a simple vista, y eso queda de manifiesto en los cinco pilares o fundamentos que guían a la comunidad de editores de esta enciclopedia, de acuerdo con una entrevista realizada a Jimmy Wales por la Universidad de Navarra:

1) Es una enciclopedia. Aunque suene obvio, hay que recordarlo: no es un diccionario ni una tribuna de opinión (aquí más información de lo que no es Wikipedia). Es un compendio de conocimiento, pero con rasgos diferentes. Por ejemplo, los artículos se editan en comunidad, el material evoluciona constantemente, la diversidad de temas es inmensa, y no posee un plan de trabajo prefijado. A veces esto es un problema, ya que resulta difícil determinar exactamente qué material es adecuado.

2) Buscamos la neutralidad. Este es un principio innegociable y absoluto. Wikipedia tiene que reflejar con justicia puntos de vista relevantes publicados por fuentes fiables. Evitar el sesgo es muy complicado, pero lo intentamos.

3) Contenido libre, pero respetando los derechos de autor de los editores de los textos.

4) Tratar a los demás con respeto y buena fe, evitando a toda costa los ataques personales. Esa es la clave para colaborar con eficacia en su construcción.

5) No hay normas fijas. Usa el sentido común y ponte manos a la obra.

¿Es confiable?

El funcionamiento global y colectivo de Wikipedia posee ventajas y desventajas que han sido analizadas, en diferentes niveles de profundidad, por especialistas en diversas áreas del conocimiento. Sin embargo, la confiablidad es uno de los mayores retos que enfrenta Wikipedia, como lo menciona Iván Martínez, ex presidente de Wikimedia México, en su artículo “El fenómeno de la Wikipedia en la sociedad actual: a quince años de su fundación”. Sin embargo,  la verificabilidad de la información que en ella se publica, es sumamente importante y para ello utiliza diversas normas y políticas de edición con respecto a las fuentes confiables de donde provienen los datos.

Para Wikipedia, una fuente confiable puede ser: la obra en sí (el artículo, el libro), el creador de la obra (el escritor, periodista) o el editor del trabajo. Asimismo, si están disponibles, las publicaciones académicas y revisadas por pares suelen ser las fuentes más confiables, como en historia, medicina y ciencia. De hecho, la prestigiosa revista internacional de ciencia Nature publicó que Wikipedia se acerca a la emblemática Enciclopedia Británica, fundada en 1768, en términos de exactitud en sus entradas sobre ciencia. Adicionalmente, los “wikipedistas” también pueden usar material de fuentes no académicas confiables, particularmente si aparece en publicaciones reconocidas.

Sin embargo, el mismo Jimmy Wales recomienda “usar Wikipedia con cuidado y nunca utilizarla como fuente principal”. De hecho, esto es bastante fácil de lograr, ya que al final de todas las páginas aparecen las fuentes de donde proviene la información, y así, cualquier persona puede ir navegando por el Internet buscando la información ampliada y actualizada. Es decir, Wikipedia puede considerarse como el punto de partida para obtener conocimiento especializado a partir de la verificación de sus fuentes.

“Los chamacos ya nomás copian y pegan”

Otra de las críticas más fuertes hacia Wikipedia es realizada por los profesores de diversos niveles académicos, desde básico hasta profesional, de todo el mundo que prohíben el uso de esta enciclopedia a sus estudiantes. Al respecto, se han llevado a cabo diversos estudios que analizan el uso de esta herramienta en la educación de países como Noruega y Reino Unido.

En México, la Primera Encuesta Nacional sobre Consumo de Medios Digitales y Lectura reporta que el buscador de Google y Wikipedia son los sitios más usuales para búsqueda de información para la escuela y el trabajo. Al respecto, Carmen Alcázar, actual presidente de Wikimedia en México y fuerte impulsora para aumentar el papel de las mujeres en la edición de Wikipedia, comenta que “en México sí tenemos varios y varias docentes que la incorporaron al aula como un sistema de evaluación con distintos proyectos: desde quien hace lectura crítica de artículos, quien nada más incluye referencias a dichos artículos o quien, ya sea de manera individual o en equipo, deja como actividad de evaluación el crear un artículo desde cero, investigar qué es lo que no existe en el sitio a fin de redactarlo. Lo primero que hay que hacer es la capacitación, que es una charla de sensibilización donde yo siempre digo: maestros y maestras, Wikipedia ya está en el aula, ya no la pueden sacar, aunque la prohíban, ya es, para las nuevas generaciones, un producto de consumo diario. En lugar de enjuiciarla o pintarla como la mala, mejor incorporémosla…”